Hallaremos una respuesta a la siguiente declaración en el artículo precedente que publicó este blog. Es la de un dirigente de Marea Socialista . Comparen e intenten construir de qué lado posicionarse entre ambos grupos de intelectuales que comparten defender al pueblo venezolano pero desde concepciones distintas de la emancipación e izquierda.
Intelectuales en solidaridad con el pueblo bolivariano, réplica a
quienes denuncian represión.
6 de
junio de 2017.- Frente a declaraciones de intelectuales y grupos, que bajo el
rótulo de "progresistas" o de "izquierda", "denuncian
la represión en Venezuela", los abajo firmantes sostenemos nuestro apoyo y
compromiso con el avance del proceso popular abierto en Venezuela a partir del
Caracazo de 1989 y de la rebelión cívica y militar conducida por Hugo Chávez en
1992, que dio organicidad al descontento popular e inició el proceso de
construcción de la
Revolución Bolivariana.
El despertar del
pueblo oprimido venezolano permitió barrer con el modelo de democracia de pacto
de las élites y sus viejas estructuras políticas, abriendo grandes perspectivas
para la refundación del Estado así como para el acceso de las clases populares a
los espacios de poder político, y para la transformación de las estructuras
económicas y la recuperación nacional de las palancas de la economía. Fue el
Comandante Chávez quien interpretó y encarnó las aspiraciones nacionales y
populares del pueblo venezolano, quebrando el modelo de democracia
representativa y abriendo canales de participación del pueblo en la toma de
decisiones.
Ese
proceso de despertar ha sido complejo, contradictorio y sometido a incesantes
intentos desestabilizadores desde afuera y desde la oposición reaccionaria
venezolana. No es el objetivo de esta declaración enumerar los logros sociales,
culturales y políticos de la Revolución Bolivariana; sabemos que dentro de sus
mismas estructuras, como en cualquier proceso popular, conviven contradicciones
que ameritan un análisis más profundo del que pueda realizarse en una
declaración. Además, las empresas periodísticas concentradas banalizan estas
contradicciones con el objetivo de no abrir discusiones radicales sobre esos
aspectos.
Lo cierto
es que estos factores confluyen y generan la crisis en que, ya en forma
prolongada, se encuentra sumida Venezuela. La confluencia de las causas
internas, la dificultad en la construcción de un entramado productivo nacional
que dé respuesta a las necesidades del pueblo en momentos complejos, la
permanente agresión diplomática, propagandística y de intervención en los
asuntos internos y una coyuntura internacional desfavorable, son la base
material de la actual gran ofensiva de los sectores reaccionarios que buscan
volver al pasado.
Los medios concentrados ocultan el carácter racial y de
clase de las “guarimbas”, su horizonte y su sentido, y su foco en las zonas más
acomodadas de Venezuela. El descontento es organizado y planificado por la
oposición para producir el “derrumbamiento catastrófico” del gobierno del
presidente Nicolás Maduro, sin planteos de resolución reivindicativa de las
necesidades populares –aunque éstas se agitan mediáticamente. El objetivo es
crear un estado de caos, ingobernabilidad e incertidumbre. Es una estrategia
diseñada para el ámbito internacional y el desgaste de la ciudadanía, que busca
generar las condiciones para un recambio que la derecha reaccionaria “aún” no
ha logrado generar.
Vemos el
despliegue de tácticas que muestran la voluntad generar un escenario
insurreccional que lleve al enfrentamiento armado con las fuerzas del Estado.
Esto se ve cotidianamente en las pantallas de todo el mundo, tal como fue
resuelto por las grandes cadenas de medios:
mostrar al menos una noticia diaria instalando en agenda la idea del “caos
venezolano”, y machacar en ella. El fraccionamiento de la realidad presentado
por los medios internacionales es
una muestra de los intereses ocultos en las noticias sobre Venezuela. El asedio
mediático a la
Revolución Bolivariana no tiene precedentes en la
contemporaneidad.
Por otra
parte, el recrudecimiento de la violencia en las manifestaciones de la
oposición se da proporcionalmente a sus intereses y la temperatura de su
discurso. A partir del momento en el que el CNE dio fecha a los eventos
electorales (elecciones regionales y ANC), la oposición se negó a aceptar la
convocatoria y radicalizó sus acciones de calle, que evidencian como mínimo sus
claras intenciones de no ir a elecciones. Adicionalmente a eso colocaron sobre
el tablero político el adelanto de las elecciones presidenciales que deberían
tener por fecha finales de 2018, incluso propusieron la convocatoria de
elecciones generales. A cada solución anteponen un problema.
La
operatoria de la derecha reaccionaria a nivel continental busca alguna forma de
intervención extranjera. Pero lo que no se ve es que los muertos hasta hoy
fueron muy minoritariamente causados por las fuerzas militares y de seguridad
del gobierno, mientras que oficinas estatales e inclusive de fuerzas de
seguridad son permanentemente atacadas. La comparación entre esta insurrección
antichavista con el levantamiento por hambre de 1989 y sus cientos de muertos
causados por fuerzas de seguridad conducidas por los que hoy manejan la oposición,
muestra con claridad la naturaleza de los bloques enfrentados. Pedir que se
retiren las fuerzas estatales de la calle, pedir que “no repriman”, es pedir
que el gobierno no se defienda y se deje caer.
Si las
debilidades de la
Revolución Bolivariana han salido a la superficie con toda su
crudeza en los últimos años, el gobierno de Maduro y el proceso popular
bolivariano deberán encontrar la salida dentro de una lógica popular y
transformadora, que sostenga la independencia y supere los límites encontrados.
Los errores no se superan haciendo frente común con la derecha reacciona
venezolana e internacional, como se desprende en los hechos de la declaración
que realizan una supuesta intelectualidad “de izquierda" que parece
desconocer la realidad sobre la que opina.
La
gobernabilidad de la
Revolución Bolivariana no excluye el conflicto como parte de
la cotidianidad social. La democracia no es consenso absoluto, ni pasividad
social, ni siquiera es la supresión de la violencia, al menos no lo ha sido en
Venezuela. La defensa del modelo de democracia participativa y protagónica
implica la capacidad de la sociedad de resolver sus antagonismos en el seno
mismo de los procesos de participación y expresión. Pero la oposición no quiere
formar parte de la democracia participativa y protagónica, la quiere suprimir y
ha rechazado todos los mecanismos existentes para hacer parecer la violencia de
las guarimbas como una “situación generalizada”: por muy contradictorio que
parezca, la oposición es gobierno desde hace más de 10 años en la mayoría de
los municipios donde se desarrollan esas acciones callejeras.
Quienes
acompañamos esta declaración sostenemos que el camino iniciado hace más de dos
décadas en Venezuela debe ser defendido, contra los errores y enemigos internos
y, sobre todo, contra los enemigos externos que buscan una restauración de lo
viejo en respuesta a una visión geopolítica alternativa que Chávez impulsó en
el continente. Esto no admite dudas ni vacilaciones.
Los
intelectuales y dirigentes progresistas, nacionales, antiimperialistas,
marxistas o de cualquier corriente de ideas y militancia que sean parte de la
causa de los pueblos, que luchan por su emancipación nacional y social, no
pueden permanecer indiferentes o tomar posiciones basadas en valores de forma.
Lo que digan la SIP, la OEA y otros “foros internacionales” no es lo que debe
guiar nuestra indignación. Un intelectual o dirigente comprometido con su
tiempo y con su pueblo debe asumir con honestidad la lucha por la superación de
los momentos difíciles en que los oprimidos se ven envueltos, codo a codo con
su propio pueblo.
Eso no se
hace construyendo un frente como socio minoritario de los enemigos de clase, se
hace luchando junto a su gente, por su país, por los y las trabajadoras y
oprimidos; por la superación de las falencias, debilidades, errores que puedan
ocurrir al interior de la misma dinámica popular. Esto salvo que se sea la
“izquierda del sistema”, y cómodamente se critique desde los amplios espacios
que las instituciones del régimen “global” reservan a los críticos que se
asientan en su interior. Los argentinos tenemos amplia experiencia en esto.
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a helicopterox@yahoo.com.ar
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