Sembrar es cuidar
23 de junio de 2017
En la revista La Agroecóloga
también sembramos en mayo el primer número. Pensando que la agricultura es
parte de todo un sistema de grandes vasos comunicantes, que nos conectan con
conocimientos y saberes tan ancestrales como presentes; pero que todos juntos
nos sirven para entender el mundo y quienes lo habitan."
Mayo es ese mes que
marca la transición del invierno al verano; pero es también el mes que permite la reinvención. Mes
que sirve para pensar y sembrar; dos ejercicios que no están desligados, aunque
así lo quieran las estructuras de poder de la educación formal.
La meteorología
campesina tiene bien marcado el momento de siembra del maíz y el frijol en
Centroamérica. Y nuestros pueblos han mirado y pensado el mundo siempre desde la milpa. Es esta la época
del año llamada “la primera”, donde el agua se asoma desde las nubes y ya la
gente está preparando la
tierra. Así es como el año se divide en dos ciclos cortos de
producción: “la primera” (mayo) y “la postrera” (agosto).
Pues acá en la revista La Agroecóloga
también sembramos en mayo el primer número. Pensando que la agricultura es
parte de todo un sistema de grandes vasos comunicantes, que nos conectan con
conocimientos y saberes tan ancestrales como presentes; pero que todos juntos
nos sirven para entender el mundo y quienes lo habitan.
Resulta entonces que
la pala y el azadón son una conexión directa de un pasado que vuelve a ser
futuro. Al igual que las comunidades indígenas latinoamericanas se resguardaron
en el monte para sobrevivir, la agricultura campesina se resiste a dejar de ser
y seguirá sembrándose aunque sea en la clandestinidad.
La agricultura puede
ser entendida en femenino -porque se sabe que es una invención de las mujeres-
y entendida como el oficio de cultivar: la cultura de trabajar la tierra, donde
cultura se desgrana de la palabra cuido.
Lolita Chavez Ixcaquic
es una mujer ixchil del pueblo K’iche de Santa Cruz, en Guatemala y nos plantea
una idea radical y una línea de acción tan básica como el cuido. Lolita es
parte de la Red de Sanadoras Ancestrales y el pasado 17 de abril -Día de la Lucha Campesina-
le alcanzamos a escuchar la frase: “Sanando tu, sano yo”.
Lolita es una de las
miles de desplazadas por los 36 años de guerra en Guatemala; pero también por
los cinco siglos de colonización que traen consigo un sinnúmero de agresiones y
ataques a los pueblos que cuidan la tierra y a las mujeres que cuidan sus
pueblos. Como sanadora, se dedica a arrancar la violencia patriarcal que pesa
sobre el cuerpo de las mujeres; pero también a revitalizar saberes y prácticas
urgentes para combatir de la crisis del capitalismo, llamada por muchos
neoliberalismo.
Don Roberto, por otra
parte, era un viejo campesino de Talamanca, que vivía en lo alto de una
montaña, cerca de Punta Uva. Insistió siempre que él no era un simple sembrador
de plantas, sino un cuidador de un territorio, de un centro -como tantos otros-
desde el que se construye libertad, mejor conocido como huerta. Esa libertad de
la que habla es la que nos dará cultivar nuestros propios alimentos.
Y así es como la
fórmula que encontramos para traerles a ustedes la revista La Agroecóloga
es la “Mano
cambiada”. Una forma de denominar el trabajo colectivo y en colectivo, sin el
cual la agricultura y, por lo tanto, la civilización humana, no se hubiera
fundado. Es pues una minga esta revista, un espacio cultivado con muchas manos,
sin las cuales no hubiera sido posible.
A partir de este
primer número proponemos hacer un ejercicio de entendimiento conjunto de la
agricultura, a la vez que este experimento editorial quiere ser una revista
campesina. Seguiremos caminando y preguntando para escuchar siempre las voces
que suelen ser silenciadas; pero que por su potencia y urgencia brotan siempre
como semillas al contacto con la lluvia. Desde ya invitamos a sembrar siempre que
se pueda en esta huerta que es La Agroecóloga, aunque nos lo quieran prohibir.
Nace La Agroecóloga,
revista campesina
Esta semana se dieron
cita campesinos y campesinas, técnicos agrícolas, representantes de
organizaciones campesinas, investigadores y docentes universitarios para crear
el consejo editorial de la primera revista especializada en agroecología del
país.
Costa Rica es uno de
los países con más consumo de agrotóxicos por hectárea cultivada, lo cual hace
que sea dependiente de insumos derivados del petróleo, que tienen serios
impactos sobre la vida cotidiana y la comunidades locales. La historia nacional
está marcada por más de 14.000 personas afectadas por el químico llamado DBCP,
más conocido como Nemagón, utilizado en las plantaciones bananeras en los años
setenta.
Sumado a esto, en la
actualidad comunidades de la provincia de Limón cumplen casi 10 años no tener
agua potable en sus casas a causa de la presencia de agroquímicos en los
acueductos comunitarios. Esta contaminación está asociada a la producción industrial
de piña para la exportación.
Más de 12.000 personas
de El Cairo, La Francia y Milano no pueden tomar agua sin sufrir afectaciones
estomacales, o no pueden bañarse con esa agua sin que les provoque serios
problemas en la piel, como alergias o llagas. Alarmante es también el hecho de
que niños pequeños estén experimentando afectaciones en la vista.
Según el Informe del
Estado de la Nación 2016 el país ha incrementado el volumen de importación de
agroquímicos potencialmente peligrosos. Se reportan alrededor de ocho toneladas
anuales de ingrediente activo importado para el periodo 2105.
Asimismo, las
condiciones económicas hacen que la población joven salga de forma más
acelerada del campo. Se sabe que la edad promedio de personas encargadas de
labrar la tierra está por encima de los 50 años de edad, según el último Censo
Agrícola, elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
Mientras todo esto
ocurre, existen cada vez más emprendimientos de agricultura orgánica, mercados
y ferias con productos locales libres de agroquímicos, y fincas productoras y
distribuidoras de productos agroecológicos. Estas iniciativas no deben de estar
atomizadas, sino que deben permitir crear redes y espacios de difusión,
investigación, formación y fomento de la agricultura orgánica por y para las
personas.
En este contexto es
que nace la
revista La Agroecóloga , un medio de comunicación gestionado
por la Red de Coordinación en Biodiversidad (RCB) con apoyo del Programa Puntos
de Cultura, del Ministerio de Cultura y Juventud.En la reunión realizada este 8
de febrero, el equipo editor de la revista se reunió con el consejo editorial
de La Agroecóloga para crear la estructura y acordar el funcionamiento y los
mecanismos de publicación de la revista; y brindar elementos teóricos y
prácticos sobre las formas narrativas y su importancia.
En el espacio nos
acompañó Ramón Vera-Herrera editor de la Revista
Biodiversidad Sustento y Culturas, del suplemento Ojarasca
del periódico La Jornada de México, e integrante de la organización
internacional GRAIN, quien creó un dialogo e intercambio sobre publicaciones
creadas desde pueblos indígenas y campesinos.
Puede seguir esta
nueva revista mediante el sitio web: www.agroecologa.org o a través de Facebook
en: https://www.facebook.com/RevistaAgroecologa/
La Red de Coordinación
en Biodiversidad (RCB) es un espacio de encuentro entre organizaciones
campesinas, ecologistas, de mujeres y académicas de Costa Rica.
Contactos:
Henry Picado, cel.
8760-9800, agrobici@gmail.com
Fabiola Pomareda, cel.
8433-2985, pomaredafabiola@gmail.com
Fuente:
http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/Sembrar_es_cuidar
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