Desigualdad extrema: ocho tienen más que
la mitad del mundo
26 de enero de 2017
Ocho personas, todos hombres, tienen la misma
riqueza que la mitad más pobre de la población mundial, según el informe de
Oxfam Una economía para el 99
%publicado este mes. La cifra es
abismal. La desigualdad entre los muy pocos inmensamente ricos y los miles de
millones cada vez más pobres no es nueva, pero el aumento de la brecha produce
vértigo.
Por Silvia Ribeiro - Investigadora del grupo ETC
En 2010, 388 millonarios tenían la misma
cantidad de riqueza que la mitad más pobre del mundo. En 2014 se habían
reducido a 85. Desde entonces la población mundial aumentó en casi 300 millones
de personas y, pese a ello, la cantidad de ricos que concentran igual dinero y
propiedades que la mitad de la población global, se redujo 10 veces, de 85 a sólo ocho personas.
Los ocho más ricos que concentran esa cantidad
brutal de dinero y propiedades son Bill Gates, fundador de Microsoft; Amancio
Ortega, tiendas Zara e Inditex; Warren Buffet, inversor y accionista de
Berkshire Hathaway; Carlos Slim, Grupo Carso, Telmex y otras; Jeff Bezos,
fundador de Amazon; Mark Zuckerberg, fundador de Facebook; Larry Ellison,
fundador de Oracle; Michael Bloomberg, dueño de Bloomberg LP. Salvo Slim, de
México, y Ortega, de España, todos son estadunidenses.
La composición de los más ricos revela el
lugar de las tecnologías digitales y de información y comunicación, base de la
cuarta revolución industrial, así como el efecto de las nuevas formas de
plusvalía creada por millones a favor de unos pocos a través del uso de redes
sociales e Internet de las cosas.
El reporte muestra también que el uno por
ciento más rico del mundo ya posee más riqueza que el 99 por ciento restante. Y
que esos son los que pagan menos o ningún impuesto –al contrario, reciben
enormes subvenciones del erario a sus actividades– mientras ganan cada vez más
dinero con la gestión de grandes patrimonios y la especulación.
América Latina sigue siendo el continente más
desigual con países con inmensas riquezas y recursos como Colombia, Brasil y
México, donde la amplia mayoría de sus poblaciones no puede acceder a ella ni
disfrutarla. En esos y otros países que están a la cabeza de la desigualdad en
el continente, la mayoría de la población está sometida a cada vez más
explotación, salarios más bajos, aumento de precios de los insumos básicos,
nuevas leyes que por distintas vías permiten aún más despojo, como mayor
extranjerización y concentración de la tierra. Por ejemplo, en México, aunque
formalmente la propiedad social de la tierra se mantiene, las leyes secundarias
de la reforma energética facilitan y justifican legalmente la apropiación de facto de esa tierra por parte de
trasnacionales y grandes empresas petroleras, mineras y otras. Otro informe
reciente de Oxfam sobre la propiedad de la tierra en América Latina muestra
cómo las políticas que han favorecido y subsidiado el crecimiento de la
minería, la explotación petrolera, las plantaciones forestales y la expansión
del agronegocio en el continente, se han traducido a su vez en una mayor
concentración de la tierra en menos manos.
Hay varios factores que contribuyen a este
aumento galopante de la
desigualdad. El de fondo es la crisis del sistema capitalista
que se profundiza y ante ésta, la actividad frenética de las empresas para
mantener sus ganancias. Más allá de pequeñas variaciones en índices
convencionales de crecimiento, subsiste un estancamiento secular de crecimiento
determinado por las contradicciones internas del sistema, no por razones
coyunturales, como explica Alejandro Nadal (La Jornada,2/11/16).
La propia dinámica del capitalismo lleva a más
oligopolios –cada vez menos empresas siempre mayores– para controlar mayores
porcentajes de mercado y eliminar competencia. Esto se acelera con el
estancamiento, al topar con techos de mercado, de recursos, de demanda, de
tecnologías, de efectos colaterales como desastres ambientales y de salud. A su
vez, los oligopolios aumentan el poder para aplicar reducciones salariales, de
condiciones laborales y para lograr que los gobiernos hagan políticas
impositivas, crediticias, de subsidios y exenciones fiscales a su favor. Al
extremo, han apoyado incluso golpes de Estado como en Honduras, Paraguay y
Brasil.
Ante las crisis que ellos mismos provocan,
logran que los estados paguen con dinero del erario sus pérdidas, desde
rescates bancarios a nuevos incentivos fiscales que argumentan es para el bien
de todos. La realidad es que las crisis han enriquecido a los más ricos,
mientras la mayoría se empobreció. El 95 por ciento del crecimiento económico
desde 2009 fue captado por el uno por ciento más rico, mientras 90 por ciento
de la población se volvió más pobre y marginada.
Un ejemplo de estos procesos son las fusiones
dentro del sector alimentario agroindustrial. Después de tres décadas de
fusiones, las empresas de semillas y agrotóxicos están en proceso de quedar en
sólo tres megaempresas globales que controlan más de dos tercios de los insumos
agrícolas, con enorme poder para decidir precios y productos. Monsanto y Bayer
ya se reunieron la semana pasada directamente con Trump y lo convencieron de
que la fusión creará empleos, cuando los datos de los pasados 30 años muestran
lo contrario: han disminuido notablemente el empleo rural y aumentado
descabelladamente los precios.
Mientras algunos se hacen obscenamente ricos,
las crisis ambientales, económicas, políticas, sociales, así como la criminalización,
persecución y asesinatos de los que resisten aumentan. Al decir de Claudia Korol , nos matan
todos los días. Luchar es el único modo de vivir.
La Jornada, 21 de
enero, 2016
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/Desigualdad_extrema_ocho_tienen_mas_que_la_mitad_del_mundo
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/Desigualdad_extrema_ocho_tienen_mas_que_la_mitad_del_mundo
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