De Viloco a Medellin. El trasfondo de la trama
28 de diciembre de 2016
28 de diciembre de 2016
Por Silvia Rivera Cusicanqui
Quizás
fueron las resonancias del mito de las heroínas de la Coronilla las que
inspiraron a las y los cochabambinxs de a pie a feminizar el apelativo para su
aerolínea estrella Lloyd Aéreo Boliviano, para ellxs simplemente “La Lloyd”.
Desde su fundación, la compañía fue ganando un prestigio sólido por sus
estándares de calidad y seguridad. Era su momento estelar cuando les cayó como
un rayo un accidente, y era también un momento estelar para el futbol
boliviano, pues ese año, por primera y única vez, pobres y modestos como somos,
tuvimos un galardón internacional como país. Pocos meses antes, el 15 de marzo
de 1963, se había precipitado entre los cerros de la localidad minera de Viloco
un avión Douglas DC-6B de La Lloyd, y allí murió todo el equipo del Strongest.
Era un clásico equipo paceño en el que militaba toda mi familia materna (lo que
explica mi aversión por ese deporte) pero a mí me impactó más la muerte de dos
profesores míos del Saint Andrew´s, que iban en el mismo avión. Diría que fue
por culpa de estos gringos Maryknoll, almas benditas, que me volví socialista y
atea, porque ellos habían convertido sus clases de religión en prédica
anticomunista.
Pero
vuelvo al hilo del relato. La Lloyd – sus pilotos, su gente, sus técnicos
y profesionales, sus azafatas y controladoras aéreas – se recuperó del shock
poniendo más esfuerzos en la seriedad de su trabajo, en la calidad y seguridad
de sus vuelos, en la calidez de la atención a sus pasajeros. A tal punto de ser
reconocida en toda su trayectoria – empañada por ese único accidente - con
varios premios internacionales y de haber creado una escuela de pilotos para
todo el continente. Pero la crisis inflacionaria de los ochenta y el
aterrizaje forzado de los noventa le dieron duro. Y sus despojos fueron pignorados
en la infame privatización (eufemismo = relocalización). Yo asistí a la muerte
de La Lloyd, pasando carnavales encerrada en un hotelucho de Miami, con el
hombro fracturado, porque por gil (y por leal) había insistido que me compren
el boleto en esa empresa, y no en American. Después de tres días de espera tuve
que abordar un vuelo de Aerosur, competidora privada de la línea estatal,
sin mis maletas y muerta de pena por la muerte del LAB. Era el mes de
marzo del año 2006, y yo había votado por Evo Morales en vísperas de la navidad
del 2005.
Fue
la euforia del momento. La borrachera de palabras. La fe a pesar de todo en que
“la fuerza de la masa” acabaría por imponerse. O la amenaza de la media luna,
qué sería. Pero no nos dimos cuenta entonces del profundo significado que
tendría la accidentada vida de La Lloyd en nuestra conciencia como habitantes
de esta tierra. Sólo ahora podremos, quizás, comprender sus nexos con los
oscuros momentos del presente. Porque la historia de La Lloyd es la alegoría de
una trama más profunda. La de los complicados sucesos que rodearon otro
accidente aéreo de tinte aún más impactante, ocurrido el 28 de noviembre del
2016 en una localidad cercana a Medellín.
Gracias
a Oscar Olivera y Raquel Gutiérrez Aguilar, la historia, ni tan secreta ni tan
lejana de La Lloyd puede ser hoy comprendida a cabalidad. Considero a Oscar un
activista del agua y de la vida, desde entonces hasta hoy, y respeto su opción
por el activismo ecológico. Pero Raquel es además escritora y pensadora, y fue testiga
privilegiada de los sucesos de esa década insurgente. ¿Qué llevó a la
liquidación de La Lloyd, una aerolínea que ofrecía todas las condiciones para
renacer estatal y socialmente al amparo de un “proceso de cambio” que parecía
prometer tanto? Cito extensamente a la autora, cuyo análisis ha sido
recientemente reeditado en Cochabamba (2015):
La
empresa aérea boliviana, “Lloyd”, como se la conocía en Bolivia, tuvo su sede
en Cochabamba. En tal sentido, los pilotos, azafatas y demás personal de la
empresa conocieron – y muchos participaron en – la ola de luchas y
levantamientos en torno a la defensa del agua que en esa ciudad comenzó en el
2000. En particular, presenciaron y participaron en múltiples y variadas
deliberaciones sobre un tema crucial para la transformación de las relaciones
sociales, cuya discusión fue central en relación a la gestión y usufructo
legítimo del agua. (…) Este tema se discutía en Bolivia de maneras muy diversas
en aquellos años y todo tipo de argumentos en torno a cómo hacer tal cosa
posible se diseminaron tras la llamada Guerra del Gas.
Raquel
expone luego el detallado plan de rescate y relanzamiento que elaboraron
los sindicatos y asociaciones laborales de esa empresa, a la que habían dado
sus mejores años. Todos y todas se mostraron dispuestxs a trabajar duro y a
arriesgar sus propias pensiones de vejez. Y lo más importante en tiempos
de cálculos racionales: la solidez económica y la viabilidad política del
proyecto parecían incuestionables. Volvamos a su texto:
Así,
en marzo del 2006, tras ponerse de acuerdo respecto a las líneas generales del
“rescate” del (La) Lloyd ,
los trabajadores decidieron ir a proponerle sus ideas a Morales y su gobierno
para que entre todos establecieran un plan de acción. Iban a hablar con
él en tanto lo consideraban un aliado y, además, se requerían diversos apoyos
desde el propio gobierno, sobre todo respaldo político. Estaban eufóricos. Los
más críticos a la economía neoliberal no dejaban de explicar a toda la demás
gente el conjunto de virtudes de su plan: se recuperaba una empresa antes
privatizada y, de pasada, se quitaba de manos del capital
financiero al menos una parte del ahorro de los trabajadores (…) En fin,
confiaban en que podían abrir, con cautela y paso a paso, un camino nuevo para
reapropiarse de la empresa y ensayar formas de autogestión.
No
ocurrió nada de lo anterior. Evo Morales los recibió, los escuchó, les dijo que
iba a preguntar a sus asesores internos y externos sobre las posibilidades de
llevar a cabo lo que exponían los trabajadores y, después de ello, nunca más
volvió a recibirlos. El gobierno de Morales no quiso pensar, para nada,
en dicha posibilidad. Los trabajadores de (La) Lloyd , apoyados por otros
sectores trabajadores y populares de la ciudad de Cochabamba, así como por la
Coordinadora del Agua y de la Vida, se movilizaron varias veces a lo largo de
2006 exigiendo una discusión de fondo sobre lo que proponían. Querían un
diálogo público con Evo y su gobierno sobre el plan que tenían. Nunca fue
atendida su exigencia
Finalmente,
hacia fines del mes, los trabajadores, junto con sus vecinos y activistas de
Cochabamba, tomaron el aeropuerto y fueron violentamente desalojados. Se les
amenazó con cárcel y el gobierno armó una campaña de propaganda insistiendo en
que el plan de los pilotos no
era factible. Así, a sólo dos
meses de haber ocupado el palacio el gobierno manifestó a quién pertenecía la
prerrogativa de tomar las decisiones.
A
la luz de los sucesos recientes, hay que volver a preguntarse ¿a quién
pertenecía esa prerrogativa, cuando Evo todavía hablaba del “mandar
obedeciendo”? ¿A quiénes pertenece ahora, que sólo habla de mandar? ¿Quiénes
eran esos “asesores internos y externos” que decretaron la muerte de LAB?
¿Quiénes lo son ahora, que insuflan vidas artificiales al TAM? ¿Tienen algo que
ver con la FAB? ¿Tienen algo que ver con Quintana y García Linera, o lo tenían
entonces?
Para
responder a estas preguntas, tenemos la ventaja de estos 10 años transcurridos,
pero sobre todo de la irrupción reveladora que fue el accidente de La Mia en
Medellín. Significativamente, este hecho le costó también, al igual que
en Viloco, la vida a todo un equipo de fútbol, más popular y meritorio que el
propio Strongest: el Chapecoense, oriundo de una pequeña ciudad del sur del
Brasil. Lo extraño es que el escándalo provocado por los entretelones del
suceso afectó también al TAM y a la propia FAB , en un efecto dominó que no ha dejado
de desatar todo tipo de conjeturas. Yo lanzo la mía. ¿No serían los
militares de esta fuerza quienes incubaban, desde hace 10 años, el plan
de expropiación de recursos estatales – y de las luchas de todo un pueblo – que
comenzó con la muerte de La Lloyd y convirtió al TAM en una caja de pandora?
¿Qué operadores políticos del MAS tomaron la iniciativa en esas decisiones, y
cómo convencieron al resto de intelectuales y militantes que esto era lo mejor
y más patriótico que podía hacerse? Con qué entramado teórico y
discursivo nos engatusaron? Estas preguntas ya no aluden al anecdotario de una
o dos aerolíneas, sino a la estructura misma del proyecto estatal que nos ocupa
y que nos preocupa.
¿Qué
pacto de impunidad firmó Evo Morales con las FFAA para aceptar estos desmanes?
Tal pacto ya asomaba cabeza en la cruel represión a las y los trabajadores de
La Lloyd. Pero sigamos recolectando indicios ¿Por qué tanta sordera
ante la demanda de desclasificar sus archivos, por qué la imposibilidad de sancionar
o siquiera investigar sus crímenes? ¿Por qué los actos represivos perpetrados
por las FFAA (Chaparina, Tacovo Mora y muchos más) nunca son investigados? ¿Por
qué están en la cárcel los oficiales de baja graduación que demandaban
“descolonizar a las fuerzas armadas”? ¿Quiénes en realidad manejan el estado y
el poder en Bolivia detrás de la cortina de palabras del MAS, de la humareda de
incienso en el parlamento y de las borracheras del CONALCAM? Si se está
hablando de reelección ¿a qué poder corporativo nos quieren imponer que
elijamos, bajo la máscara del indio Evo Morales?
Publicado por Lobo
Suelto
Fuente:
http://anarquiacoronada.blogspot.com.ar/2016/12/de-viloco-medellin-el-trasfondo-de-la.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario