¿Quién se atreve a decir que una
lucha es mala?
Por Mario Hernández (Rebelión)
"Es la hora de los pueblos, de todos, del
campo y de la ciudad. Eso
es lo que nos está diciendo el Congreso Nacional Indígena. Nos está diciendo de
que ya basta de esperar que otros u otras quieran decirnos qué hacer y cómo,
que nos quieran mandar, que nos quieran dirigir, que nos quieran engañar con
promesas y mentiras descaradas. Nos está diciendo que cada quien en su lugar,
con su modo, con sus tiempos, se mande a sí mismo, misma; que los mismos
pueblos se dirijan a sí mismos..."
Subcomandante Insurgente Moisés
Hace 23 años nos alzamos en armas
contra el olvido.
La indignación y la desesperación nos
obligaron a disponernos a morir para vivir.
Para vivir de la única forma que vale la pena
vivir, con libertad, con justicia, con democracia.
El pueblo de México nos miró y nos habló, nos
dijo que nuestra lucha y nuestras demandas son justas, pero que no está de
acuerdo con la violencia.
Conforme se fueron conociendo las condiciones
inhumanas de nuestra vida y nuestra muerte, en todas partes se estuvo de
acuerdo en que las causas de nuestro alzamiento no se podían cuestionar, aunque
sí la forma en que se manifestó nuestra inconformidad.
Ahora las condiciones del pueblo de México en
el campo y la ciudad están peor que hace 23 años.
La pobreza, la desesperación, la muerte, la
destrucción, no son sólo para quienes poblaron originalmente estas tierras.
Ahora la desgracia alcanza a todas y a todos.
La crisis afecta también a quienes se creían a
salvo y pensaban que la pesadilla era sólo para quienes viven y mueren abajo.
Gobiernos vienen y van, de diferentes color y
banderas, y lo único que hacen es empeorar la cosas.
Con sus políticas, los único que hacen es que
la miseria, la destrucción y la muerte lleguen a más y más gente.
Ahora nuestras hermanas y hermanos de las
organizaciones, barrios, naciones, tribus, y pueblos originarios, organizados
en el Congreso Nacional Indígena, han decidido gritar su YA BASTA.
Han decidido que no van a permitir que se siga
destruyendo nuestro país.
Han decidido no dejar que el pueblo y su
historia mueran por la enfermedad que es el sistema capitalista.
Un sistema que, en todo el mundo, explota, despoja,
reprime y desprecia a los seres humanos y a la naturaleza.
El Congreso Nacional Indígena ha decidido
luchar para sanar nuestros suelos y nuestros cielos.
Y lo han decidido hacer por los caminos
civiles y pacíficos.
Sus causas son justas, innegables.
¿Quién les cuestionará ahora el camino que han
elegido y al que nos están llamando a todas, a todos?
Si no se respeta, si no se saluda, si no se
apoya su lucha y el camino que siguen, entonces ¿qué mensaje dan como
sociedad?, ¿qué caminos le dejan a la indignación?
Hace 23 años iniciamos nuestro alzamiento,
pero nuestro camino era excluyente, no podían participar todas, todos.
Ahora, el Congreso Nacional Indígena nos llama
a una lucha en que podemos participar todos, todas; sin importar la edad, el
color, el tamaño, la raza, la religión, la lengua, la paga, el conocimiento, la
fuerza física, la cultura, la preferencia sexual.
Quienes viven, lucha y mueren en el campo y en
ciudad tienen ahora un camino de lucha donde se unen con otras y otros.
La lucha a la que nos llama y nos invita el
Congreso Nacional Indígena es una lucha por la vida con libertad, con justicia,
con democracia, con dignidad.
¿Quién se atreve a decir que es una lucha
mala?
Es la hora de que todo el pueblo trabajador,
junto con los pueblos originarios, cobijados por la bandera del Congreso
Nacional Indígena, que es la bandera de los originarios, se unan en esta lucha
que es para quienes no tienen nada, más que dolor, rabia y desesperación.
Es la hora de los pueblos, de todos, del campo
y de la ciudad.
Eso es lo que nos está diciendo el Congreso
Nacional Indígena.
Nos está diciendo de que ya basta de esperar
que otros u otras quieran decirnos qué hacer y cómo, que nos quieran mandar,
que nos quieran dirigir, que nos quieran engañar con promesas y mentiras
descaradas.
Nos está diciendo que cada quien en su lugar,
con su modo, con sus tiempos, se mande a sí mismo, misma; que los mismos
pueblos se dirijan a sí mismos, que no más mentiras, que no más engaños, que no
más políticos que sólo ven su trabajo de gobierno como una riqueza de robar, de
traicionar, de venderse.
Nos está diciendo que hay que luchar por la
verdad y la justicia.
Nos está diciendo que hay que luchar por la
democracia, que quiere decir que el mismo pueblo manda.
Nos está diciendo que hay que luchar por la
libertad.
Son sabedoras y sabedores quienes están en el
Congreso Nacional Indígena.
Llevan siglos resistiendo y luchando por la
vida,
Saben de resistencia, saben de rebeldía, saben
de lucha, saben de vida.
Saben quién es el responsable de los dolores
que azotan a todas y a todos, en todas partes, todo el tiempo.
Al Congreso Nacional Indígena, por esta lucha
que hoy emprende, lo van a atacar, lo van a calumniar, lo van a querer dividir,
lo van a querer comprar.
Van a buscar por todos los medios que se rindan, que se vendan, que claudiquen.
Pero no van a poder.
Llevamos más de 20 años de conocernos
personalmente. Y más de 500 años de
conocernos en destrucción, en muerte, en desprecio, en robo, en explotación, en
historia.
Su fortaleza, su decisión, su compromiso, no
viene de sí mismos, de sí mismas.
Viene de las organizaciones, barrios,
naciones, tribus y pueblos originarios en los que nacieron y se formaron.
Nosotras, nosotros, zapatistas, nos preparamos
10 años para iniciar nuestra lucha un primero de enero hace 23 años.
El Congreso Nacional Indígena se preparó 20
años para llegar a este día y mostrarnos un buen camino.
Si lo seguimos o no, ya será decisión de cada
quien.
El Congreso Nacional Indígena va a hablar con
verdad, va a escuchar con atención.
No es juego su lucha del Congreso Nacional
Indígena.
Ellas y ellos nos han dicho que van por todo,
para todas y para todos.
Y eso quiere decir que:
Van por el respeto de los derechos humanos.
Van por la liberación de todas y todos los presos
políticos.
Van por la presentación con vida de las
desaparecidas y desaparecidos.
Van por la justicia para quienes han sido
asesinados.
Van por verdad y justicia para
los 46 ausentes de Ayotzinapa.
Van por apoyo a los campesinos y respeto a la
madre tierra.
Van por una vivienda digna para todos los de
abajo.
Van por alimentación suficiente para todos los
desamparados.
Van por trabajo digno y salario justo para los
trabajadores del campo y de la ciudad.
Van por salud completa y gratuita para todos
los trabajadores.
Van por educación libre, gratuita, laica y
científica.
Van por la tierra para quien la trabaja.
Van por las fábricas para los obreros y
obreras.
Van por las tiendas y bancos para los
empleados y empleadas.
Van por el respeto al comercio ambulante, y al
pequeño y mediano comercio.
Van por el transporte público y comercial para
quienes conducen los vehículos.
Van por el campo para los campesinos.
Van por la ciudad para los ciudadanos.
Van por el territorio para los pueblos
originarios.
Van por la autonomía.
Van por la autogestión.
Van por el respeto a toda forma de vida.
Van por las artes y las ciencias.
Van por la libertad de pensamiento, de
palabra, de creación.
Van por la libertad, la justicia y la
democracia para el México de abajo.
A eso nos están llamando.
Cada quien podrá decidir si esa lucha es
buena, si es buena esa idea, si responde o no al llamado que hacen.
Nosotras, nosotros como zapatistas que somos,
respondemos: sí vamos con ustedes, sí vamos con el Congreso Nacional Indígena.
Veremos las formas de apoyarlos con toda
nuestra fuerza.
Los apoyaremos porque la lucha que ustedes
proponen, hermanas y hermanos del Congreso Nacional Indígena, es tal vez la
última oportunidad de que estos suelos y estos cielos no desaparezcan en medio
de la destrucción y la muerte.
Así que sólo tenemos que decirles:
Escuchen el corazón, el dolor y la rabia que
hay en todos los rincones de este país.
Caminen y que retiemble en sus centros la
tierra con sus pasos.
Que se asombren estos suelos mexicanos.
Que los cielos los miren con sorpresa y
admiración.
Que los pueblos del mundo, en la decisión y
firmeza de ustedes, aprendan y se animen.
Y sobre todo, no importa qué pase ni todo lo
que tienen en contra, no importa que los ataquen de todas las formas, como
quiera no se rindan, no se vendan, no claudiquen.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
A nombre de las mujeres, hombres, niños y
ancianos del EZLN.
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/Quien_se_atreve_a_decir_que_una_lucha_es_mala
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