Crisis sistémica,
encrucijada civilizatoria
31 de diciembre de 2016
31 de diciembre de 2016
Por Víctor Ríos (El Viejo Topo)
Un repaso a los acontecimientos de mayor relieve en 2016 permite
afirmar que estamos asistiendo a una aceleración de las tendencias que sitúan a
varias dimensiones de la crisis civilizatoria de las últimas décadas en un
punto crítico. Cada vez aparece con mayor urgencia la necesidad de un cambio de
rumbo, de tomar un camino distinto al transitado hasta ahora frente a la
encrucijada planteada por esta prolongada y dolorosa crisis sistémica.
El 4 de noviembre de 2016 entró en vigor el
Acuerdo de París sobre el cambio climático. Días después tenía lugar en
Marruecos la 22ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
En ella se fijó un corto plazo, el año 2018, para que los gobiernos completaran
las normas de aplicación del Acuerdo citado. ¿Alguien piensa que se cumplirá el
plazo establecido y que se concretarán las medidas necesarias para frenar el
calentamiento global? Y sin embargo en los mismos días la Organización
Meteorológica Mundial dio a conocer un informe contundente
sobre el calentamiento del planeta en los últimos cinco años, los más calurosos
de la historia desde que se registran las temperaturas. La concentración
atmosférica de dióxido de carbono ha llegado a niveles nunca antes alcanzados,
la capa de hielo boreal disminuye sin visos de recuperación, se prolongan las
sequías severas extendiéndose a nuevas áreas… El cambio climático no es una
preocupación con miras al futuro: ya está ocurriendo.
Según un reciente estudio de un equipo
investigador de las Universidades de Florida y Hong Kong, publicado en
noviembre por la revista Science,
el cambio climático ya ha afectado a todos los ecosistemas terrestres, de agua
dulce y marinos, y a las especies que los habitamos. Aumento de plagas, nuevos
brotes de enfermedades, disminución de rendimientos agrícolas, alteraciones en
las pesquerías, son algunos de los impactos constatados que están generando
modificaciones genéticas.
Reducir drásticamente los gases de efecto
invernadero supone enfrentar tanto los intereses del sector energético de
combustibles de origen fósil como los hábitos de transporte de mercancías y el
incremento del parque de automóviles privados y su circulación en las grandes
áreas urbanas. ¿Qué poderes políticos están dispuestos a tomar las medidas
necesarias? ¿Cuál será el apoyo social a las propuestas de quienes estén
dispuestos a tomarlas?
Otra cuestión que en 2016 no ha cesado de
agravarse es la de los grandes flujos migratorios causados por el
empobrecimiento creciente, los desastres climáticos y los conflictos bélicos.
Las políticas económicas impuestas por el FMI durante la Gran Recesión y la
irresponsable, criminal, desestabilización política y gestión de conflictos
fomentada por el gobierno norteamericano y sus aliados árabes y europeos en
países como Libia, Siria o Iraq, entre otros, han provocado numerosas muertes y
el incesante y dramático aumento de millones de expulsados, desposeídos de los
más elementales derechos humanos. En el ámbito de la Unión Europea , la
actitud cínica y vergonzosa de sus instituciones y gobiernos ha evidenciado la
carencia de una respuesta seria y acorde con los valores y derechos inscritos
en sus principios y tratados. Esto, unido al daño social provocado por las
políticas económicas aplicadas durante la persistente crisis está provocando
una creciente desafección ciudadana cuya traducción cultural y política es tan
evidente como compleja y dispar en sus expresiones sociales y
político-electorales.
De un lado cobran fuerza el miedo, la
violencia de género, las afirmaciones identitarias impregnadas de rasgos
racistas, xenófobos o abiertamente fascistas. De otro, se activan las respuestas fraternales y solidarias de
quienes se niegan a aceptar la degradación social y la barbarie como único
horizonte y apuestan por emprender las transformaciones económicas, sociales,
políticas y culturales capaces de garantizar lo que los viejos poderes niegan:
los fundamentos de una vida digna, el pleno acceso y ejercicio de los derechos
humanos en forma pacífica y armónica con la naturaleza.
También en 2016 han ocurrido hechos que a
pesar de su relevancia no han aparecido apenas en las desinformaciones de los
grandes medios . Valgan un par de
ejemplos: uno, la mayor huelga general de la historia, llevada a cabo en
septiembre por los trabajadores en la India. En un país con 680 millones de personas,
la mitad de su población, viviendo en la pobreza, entre 150 y 180 millones de
trabajadores de la economía formal e informal participaron en la huelga
convocada por los sindicatos.
Otro ejemplo: la reciente victoria lograda por
los pueblos de la reserva sioux de Standing Rock, en Dakota del Norte, tras
nueve meses de movilización apoyada por miles de personas acampadas y cientos
de naciones tribales antaño enfrentadas y ahora luchando juntas contra la
construcción de un oleoducto que atravesaría sus tierras amenazando su
abastecimiento de agua. El Cuerpo de Ingenieros del Ejército ha declarado que
no concederá el permiso para la perforación de sus tierras.
Este somero repaso se deja no poco en el
tintero. El 2016 ha
dado indicios claros de la persistencia de la crisis en el ámbito económico y
en el sistema financiero internacional, señales que sugieren una tendencia al
estancamiento prolongado y amenazan con nuevas turbulencias en el año que
comienza. También se han producido notables movimientos geopolíticos en todos
los rincones del planeta: intensificación de la cooperación ruso-china, fuerte
contraofensiva conservadora en América Latina, nueva correlación de fuerzas en
Oriente Medio, distanciamiento de aliados históricos de Estados Unidos como
Turquía y Filipinas en ambos extremos de Asia, recrudecimiento del terrorismo
yihadista… y colapso de la Unión Europea. Todas ellas cuestiones portadoras
de incertidumbres que marcarán los próximos tiempos.
La encrucijada civilizatoria ante la que nos
hallamos se agrava en el contexto de un cambio de época. Captar de forma
adecuada las transformaciones en curso, acertar en la definición de los dilemas
fundamentales, se convierten en requisitos ineludibles para avanzar en la
construcción de un programa, una estrategia y unos instrumentos capaces de
convertir a la mayoría social en sujeto activo de un nuevo orden social, de una
alternativa civilizatoria urgente, digna y viable.
http://www.elviejotopo.com/articulo/crisis-sistemica/
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Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=221100
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