Agua
contra viento y marea
19 de diciembre de 2016
Por Arturo D. Villanueva Imaña
Sivingani es aquel
barrio de la zona sur de Cochabamba que se hizo famoso por un cruel asesinato
de un joven adolescente que fue incendiado. Allí mismo, entre sus calles y una
muy dinámica e inusitada actividad cotidiana que todos los días cambia el
escenario porque se construyen nuevas casas, se abren nuevas calles, se instala
gas o se mueve incesantemente por el increíble tráfico de personas que se
trasladan hasta la ciudad; los padres y madres de familia de la escuela 21 de
Septiembre, han decidido y emprendido la tarea de construir unos tanques para
cosechar agua de lluvia.
Frente a la fuerte sequía que ha azotado a
todo el país, o la crisis de desabastecimiento de agua en varias capitales de
departamento, o la crónica falta del líquido vital que soportan por décadas la
generalidad de los barrios de esa inmensa zona sur de Cochabamba, porque SEMAPA
no ha realizado las conexiones domiciliarias que corresponde; quizás esta
iniciativa podría apreciarse como natural.
Y a pesar de las enormes carencias, la pobreza
y las innumerables necesidades por satisfacer que tienen en este lugar;
evidentemente se trata de una iniciativa natural pero sobre todo feliz, que se
ha hecho rutinaria a fuerza de comprender que si ellos mismos no se ponen manos
a la obra, seguramente seguirán pasando muchos años antes que las autoridades y
las entidades competentes hagan efectivo ese derecho al agua estatuido en las
normas, pero que son ellos, con su propio esfuerzo y trabajo, los que han
convertido en satisfacción y orgullo.
Lo que pasa es que
frente a la inacción del Estado, la cotidiana lucha contra la especulación y
elevación de precios que imponen los cisterneros, y la indispensable urgencia
de tener agua para cubrir sus necesidades vitales; ciertamente tener la
oportunidad de paliar en algo esta enorme carencia, resulta inapreciable.
Ello explica la
confluencia de voluntades, la solidaridad y el trabajo conjunto que logró
establecerse entre los padres de familia de la escuelita de Sivingani, el
pequeño equipo de la
Fundación Abril y Oscar Olivera, y el aporte de SEMAPA
(principalmente para materiales), que permitió emprender esta iniciativa para
la construcción de dos tanques de cosecha de agua, que en total podrían
almacenar poco más de 100.000
litros .
La importancia de un
emprendimiento de esta naturaleza, va más allá de una innovadora y
autogestionaria forma de encarar la carencia y desabastecimiento de agua, así
como de encontrar una manera efectiva para luchar contra los efectos del cambio
climático y las sequías. Sucede que al margen de resultar un proyecto cuyos
costos son realmente bajos y asequibles precisamente para sectores sociales de
bajos ingresos, y su técnica de construcción es fácilmente asimilable y
reproducible; otro factor esencial es la oportunidad de generar procesos
comunitarios de trabajo conjunto y ayuda mutua, que permiten generar procesos
de autoabastecimiento y gestión del agua, que inclusive pueden ser aprovechados
para promover actividades colaterales como la horticultura familiar y/o
comunal, la educación ambiental y el aprendizaje práctico de habilidades
productivas entre los niños, en el que muy bien podría incluirse una educación
y unos contenidos prácticos vinculados a la relación armoniosa con la
naturaleza.
Como mencionaba Oscar Olivera, a 16 años de la
Guerra del Agua, aquellos sectores y barrios que protagonizaron esas luchas
contra la privatización del agua y que expulsaron intereses corporativos transnacionales,
no solo tienen ahora la enorme satisfacción de haber logrado un buen resultado,
sino que continúan emprendiendo y desarrollando iniciativas que enseñan y
marcan una pauta para superar esa carencia que se ha hecho crónica, pero que
(al menos en el caso de la escuela 21 de Septiembre de Sivingani), les otorga
la enorme satisfacción y orgullo de haber sentado un ejemplo invalorable.
Falta saber si quienes tienen el deber y la
competencia, también tendrán la sensibilidad para ver y apreciar este tipo de
experiencia y aporte tan alejado de proyectos y enfoques asistencialistas o de
grandes inversiones desarrollistas, y cumplir su responsabilidad.
Fuente:
http://www.bolpress.com/2016/12/19/agua-contra-viento-y-marea/
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