Respuesta
a Emir Sader
31 de diciembre de 2016
Por Verónica Gago
La
acusación de Emir Sader (ver acá) a quienes firmamos el manifiesto impulsado contra el despojo de la comunidad
Shuar a manos de
proyectos de minería megaextractiva y la persecución de lxs militantes de
Acción Ecológica es útil:
explicita muchas de las razones que contribuyen a lo que él dice querer evitar:
la debilidad –envuelta en soberbia– de lo que fueron o son los llamados
“gobiernos progresistas” y de muchos de los intelectuales que se consideran
orgánicos a ellos. Veamos los puntos:
o
El lugar en el que ubica a las luchas sociales
por el territorio y por la vida. Él dice: “Más allá de la justicia o no del
reclamo, más allá de la mayor o menor importancia del tema”. El menosprecio que
implica ese “más allá de la justicia” y el lugar en el que intelectuales como
Sader creen ocupar para marcar ese más allá, que no es más ni menos que el
lugar del calendario electoral ubicado como instancia superior, reitera una vez
más cómo los conflictos y las luchas concretas sólo son nombradas o convocadas
cuando refrendan la legitimidad de un gobierno. Y cuando no contribuyen a tal
propósito, además de poner en duda su “justicia” o de relativizar el peso de
esa “justicia” con relación a una escena supuestamente “mayor”, son reducidas a
un mero “tema”. De nuevo: el desprecio a las luchas concretas no es más que una
pirueta para no discutir la articulación de los gobiernos con la trama de
negocios con las multinacionales y el modo en que eso se traduce en violencias
concretas para comunidades concretas. No se pide un purismo a los gobiernos
llamados progresistas, sino un balance político sobre los efectos concretos que
se esconden una y otra vez en nombre de la “soberanía nacional”.
o
El tiempo en el que ubica a las luchas sociales
por el territorio y por la vida. Dice Sader que en las
inminentes elecciones presidenciales en Ecuador de lo que “se trata es del
futuro del país”. ¿Debemos entender que las luchas que piden un acompañamiento
y un pronunciamiento público complotan contra el futuro? La culpabilización a los movimientos y a las
organizaciones que no se cuadran es bien jodido: justifica su criminalización en nombre de una soberanía abstracta y
a futuro, justifica en el presente la avanzada neoextractiva depredadora. Pero
aún de modo más irónico, Sader dice que la eventual victoria del candidato
opositor al oficialismo representará “la devastación de la Amazonia y de los
pueblos que la habitan”. Es llamativo cómo ese “tema” le interesa sólo a futuro
y como argumento a favor del voto del candidato que apoya Correa (es gracioso
incluso que advierta sobre la amenaza que viene con la palabra “desmonte” de
todo lo conquistado).
o
La acusación a la construcción de alianzas y redes de
apoyo.
Sader habla a los intelectuales (en masculino, por supuesto). Con eso, primero
desprecia a las organizaciones y luchas que son las impulsoras del manifiesto.
Luego, explica que lxs firmantes o estamos engañadxs o tenemos mala fé o somos
hipócritas porque la ecuación es simple: apoyar a las luchas en los territorios
es hacerle el juego a la derecha y debilitar al gobierno (a escala regional).
En América latina, ese binarismo logró congelar durante bastantes años las
posibilidades de discusión, imposibilitó a muchas luchas tener un lugar sin
quedar subsumidas en si estaban a favor o en contra de los gobiernos. La
ofensiva conservadora y neoliberal de la región que estamos presenciando se
debe en parte al modo en que esos espacios de debate internos, de escucha a los
movimientos, de crítica no canalla fueron desconocidos, despreciados y, en
muchos casos, perseguidos. Al modo en que se disciplinó desde arriba toda
crítica a las articulaciones problemáticas entre neodesarrollismo,
neoliberalismo y neoextractivismo. Que ahora se insista de nuevo en
culpabilizar a la crítica de las derrotas electorales es, ni más ni menos, lo
que permite una vez más quedar a salvo y dejar intocado un modo de pensamiento
político que ya mostró sus límites.
o
La “ultraizquierda” como causa de la derrota progresista. Este argumento, que acusa de complot y
de instrumentalismo a las alianzas entre movimientos e intelectuales críticxs,
con el sólo propósito de una posición “aventurera” que busca conseguir un lugar
en el campo político, no sólo es mezquina (se atribuye la famosa hegemonía del
espacio político), sino que sobre todo pone a la crítica como “causante” de un
amplio rechazo –que aun no se termina de discutir a fondo- de la legitimidad de
los gobiernos progresistas, evitando así problematizar en serio las causas de
las sucesivas “derrotas”. Esto implica no sólo lainfantilización del electorado de distintas clases
sociales, sino también el desconocimiento de cómo operan fuerzas bastante más
complejas: las iglesias contra la llamada “ideología de género”, las finanzas
como formas de explotación a las economías populares, las concesiones a las
multinacionales como expropiaciones directas a las comunidades, etc.
o
Lo que Sader llama “la disputa mayor del continente” es
claramente el modo retórico de defensa abstracta a algunos gobiernos. Que para
hacerlo tenga que despreciar a las luchas concretas y atribuirse el “ser de
izquierda” (en este caso como sinónimo de defender el oficialismo en Ecuador)
revela uno de los mayores problemas del progresismo: el desprecio a las fuerzas
sociales que no se encuadran y que cuestionan los cimientos neoliberales que el
progresismo en el poder no se animó a confrontar. El texto de Sader revela un
modo de argumentar más amplio que es incapaz de dar lugar a una verdadera
discusión sobre los efectos perversos y violentos de las formas de articulación
entre capital y Estado en el ciclo de los gobiernos llamados progresistas. Este
cierre revela bastante de sus recientes derrotas.
Publicado por Lobo
Suelto
Fuente: http://anarquiacoronada.blogspot.com.ar/2016/12/respueta-emir-sader-veronica-gago.html
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