El llamado de Brasilia
28 de noviembre de 2017
Miembros de la Sociedad
Científica Latinoamericana de Agroecología (SOCLA) y de su
capítulo de América del Norte (SOCLA-NA) se reunieron en Brasilia el Lunes 11
de Septiembre de 2017 antes del VI Congreso Latinoamericano de Agroecología.
Este encuentro también reunió a científicos e
investigadores de otras organizaciones como la ‘Asociación Brasileña
de Agroecología' (ABA), 'IFOAM - Organics International', 'Food First’,
'Agricultura Familiar e Agroecología' (ASPTA), ‘La Red de Agroecología
Cuba-Estados Unidos’ (CUSAN) y de Universidades de Canadá, Estados Unidos,
Holanda, Suecia y España quienes endorsaron la presente
Declaración. Miembros de la ‘Vía Campesina ’ y
‘Agroecología Europa’ contribuyeron a las discusiones que condujeron al texto
final.
Contexto:
Estos impactos también afectan a los
ecosistemas terrestres y acuáticos circundantes a través de contaminación
acuática y atmosférica.
Además, la agricultura industrial contribuye
con alrededor del 25-30% de las emisiones de GEI, alterando aún más los
patrones climáticos y comprometiendo la capacidad del mundo para producir
alimentos en el futuro.
La industria agroalimentaria fomenta el hambre
al rebajar los precios que reciben los agricultores y destruye la viabilidad
económica de los sistemas alimentarios locales.
Las actividades económicas extractivistas como
la minería comercial, el fracking y otras, así como los conflictos armados,
exacerban los problemas en el campo. Además, este sistema ofrece cada vez más
alimentos procesados de baja calidad nutricional, altos en sal, azúcar y
grasas, con énfasis en cantidades excesivas de carne y productos lácteos, todos
los cuales contribuyen a las epidemias de enfermedades relacionadas con la
dieta y la obesidad que afectan actualmente a billones de personas. A la luz
del cambio climático, la concentración corporativa y financiera y el aumento de
los costos de energía, podemos esperar una continuación de la volatilidad de
los precios de los alimentos, la desnutrición y el hambre.
Esta situación se ve agravada por el hecho de
que para 2030, el 60% de la población urbana mundial vivirá en ciudades,
mientras que más del 56% de los pobres del mundo y el 20% de las personas
desnutridas se concentran en las ciudades. Hoy, para una mega ciudad con 10
millones de personas o más, se deben importar más de 6.000 toneladas de
alimentos cada día, viajando un promedio de 1,000 kilómetros .
Los monocultivos promovidos por la agricultura
industrial se han expandido dramáticamente en todo el mundo; sólo un puñado de
especies de cultivos y variedades dominan los 1.500 millones de hectáreas de
tierras agrícolas del planeta. La drástica reducción de la diversidad de
plantas y animales ha puesto a la producción mundial de alimentos en gran
riesgo, debido a la extrema vulnerabilidad a las plagas, enfermedades y la
variabilidad climática asociada con la uniformidad genética. El sistema alimentario
industrial globalizado no es sostenible ni equitativo, no sólo no satisface las
necesidades alimentarias de los pobres, sino que también ha perdido la
confianza de los consumidores del norte.
A pesar de estos desarrollos, los campeones de
la Revolución Verde
invocan un temor neo-maltusiano de sobrepoblación para justificar la
intensificación agrícola y la industrialización al afirmar que "Alimentar
a nueve mil millones de personas en 2050 requerirá un aumento del 70% en la
producción mundial de alimentos". Esta posición ignora el hecho de que ya
producimos suficiente comida para 10 mil millones de personas, sin embargo, más
de una de cada siete sufre hambre.
No menos del 50% de los alimentos del mundo es
proporcionado por productores de pequeña escala en menos del 25% de la tierra
cultivable. La mayoría de los alimentos que se consumen hoy en día en el mundo
se deriva de 5,000 especies de cultivos domesticados y 1,9 millones de
variedades de plantas locales cultivadas por campesinos sin agroquímicos o
semillas genéticamente modificadas. Este contexto crea un "impulso"
para el desarrollo y la ampliación de la agroecología tal como la practican los
agricultores campesinos y familiares.
Hay un número creciente de estudios e informes
que sugieren que una transición a una agricultura agroecológica no sólo
proporcionaría a las familias rurales beneficios sociales, económicos y
ambientales significativos, sino que alimentaría al mundo de manera equitativa
y sostenible.
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El llamado de Brasilia (337,30
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Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/El_llamado_de_Brasilia
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