Francisco I:
el puntal de la avanzada conservadora
9 de febrero de 2017
9 de febrero de 2017
Por Juan Ciucci
Paradojas de la era:
aún (o quizás precisamente por eso) con un discurso progresista, el Vaticano
vuelve a frenar el impulso emancipador del continente
Recuerdo
muy bien cómo fue que me enteré. Recién había despedido a una compañera luego
de una nota que realizamos en la Exma, cuando me suena el teléfono mientras
pedaleaba por Avenida Libertador. Estaba cerca del semáforo y atendí, ya casi
frenando. Era ella que me contaba la primicia: no recuerdo cuántas veces le
pregunté ¿qué?, ni cómo fue que terminé en el piso, golpeado y con la bicicleta
encima. Sí recuerdo la cara de complicidad del taxista que pasó, y que entendió
de una el porqué de mi accidente: Bergoglio era papa.
Mi
desazón fue en aumento, mientras escuchaba los bocinazos que en la zona norte
de la Ciudad festejaban el anuncio. Me costó entender la alegría que algunos
compañeros y compañeras experimentaban, así como el repentino freno a las
críticas ahora que se convertía en Francisco I.
Sostenía
en esos días que esto significaba el comienzo del fin de los proyectos
emancipadores en América, y que este nuevo papa sería el encargado de llevar
adelante la cruzada, así como un polaco (al que Francisco I ha beatificado)
tomó a su cargo la estocada final contra la experiencia de “socialismo real” en
la Europa de fines del Siglo XX.
Claro
está que me equivoqué, pero lo preocupante es que no fue en todo. Sostengo hoy,
ante la alegría inaudita que despierta el jefe de la iglesia católica
apostólica romana en tantos compañeros y compañeras, que su asunción significó
efectivamente el puntapié inicial para el triunfo de la avanzada conservadora
en nuestro continente. No como pensé que sucedería, con él a la cabeza, sino
más bien con los dirigentes populares santiguándose ante su presencia.
Las
lecturas que lo posicionan como un ala progresista y hasta de “izquierda” en el
mundo de hoy, no son más que alertas de cómo se fue volviendo más conservador
el continente, en su deseo por ser recibido en el Vaticano. Que Maduro viaje
allí para recobrar fuerzas contra los intentos golpistas, son una clara muestra
de debilidad. Otro tanto sucedió en la Argentina, donde de golpe y porrazo nos
comenzó a interesar la opinión de la iglesia, algo que cuando se aprobaron las
leyes de Matrimonio Igualitario o Géneros decidimos ignorar. Hoy eso sería
prácticamente imposible, como parece cada día más lejano el aborto seguro,
libre y gratuito; deuda impaga del kirchnerismo. Si pasa el Congreso, el veto
macrista sería también franciscano.
Paradojas
de la era: aún (o quizás sea precisamente por eso) con un discurso progresista,
el Vaticano vuelve a frenar el impulso emancipador del continente. Más acá y
más allá de Bergoglio, claro: el freno lo pusimos nosotros, incluso antes de que
él hable. A los que tanto alaban a Francisco I como un transformador, harían
bien en exigirle (o pedirle si es que les parece demasiada osadía) que
transforme la vetusta y antidemocrática Iglesia que gobierna, dando un lugar
más equitativo a las mujeres, por ejemplo, o convocando a un nuevo Concilio que
adapte los dogmas al Siglo XXI. Los que critican que faltó una reforma
constitucional en nuestro país para sostener las transformaciones de aquellos
doce años, no pueden hacer menos para que los bellos sermones de Francisco I no
queden como un mero recuerdo, cuando la institución que preside vuelva a
recuperar su faceta más conocida.
O
quizás tengamos mayor fortuna, y sean estas palabras nuevos errores que el
tiempo se encargará de indicarme. Oremos pues. Amén.
Texto completo en:
http://www.lahaine.org/francisco-i-el-puntal-de
No hay comentarios:
Publicar un comentario