¿Guerra
continental contra
los pueblos originarios?15 de febrero de 2017
Que en pleno 2017 se repita con insistencia en diversas latitudes
y altitudes del continente, cada caso con su acento propio, hace pensar que las
agresiones por intentos de despojo contra los pueblos originarios, de por sí
continuas, alcanzan en la actualidad una intensidad alarmante. La palabra “guerra”
en las denuncias de los pueblos no es metafórica. En el Wallmapu, cada día más
unificado en ambos lados de la frontera Chile-Argentina ,
el pueblo mapuche mantiene una resistencia muy dolorosa. El Estado chileno
considera “terrorista” la disidencia indígena en la Araucanía y sus reclamos
territoriales, mientras el gobierno argentino reprime a los mapuche en favor
del latifundismo foráneo.
Al norte de América, un frente de alto riesgo
se abrió este año. El flamante y flamígero mandatario estadunidense expidió un
memorando al secretario del Ejército donde lo instruye a “evaluar y aprobar de
forma expedita… las solicitudes para construir y poner en funcionamiento el
oleoducto Dakota Access”. Con el uso de la fuerza, se entiende. David
Archambault II, jefe de la tribu siux de Standing Rock, sostuvo: “La orden
ejecutiva de Donald Trump sobre Dakota Access viola la ley y los tratados
tribales. Tomaremos medidas legales”. El presidente Barack Obama había
declarado que el oleoducto “no era de interés nacional para Estados Unidos” y
canceló el proyecto. Winona LaDuke, activista indígena, dijo aDemocracy Now! a finales de enero: “Es prácticamente
una declaración de guerra contra todos nosotros”, y destacó el aumento de la
violencia por parte de la policía y la Guardia Nacional.
Consejeros incrustados en la Casa Blanca revelaron
que buscarán revisar todas las reservaciones y propiedades indígenas; es
“prioridad nacional” la extracción energética y de recursos. En un gobierno
donde el secretario de Estado es magnate petrolero, el secretario de Energía
copropietario del proyecto Dakota Access, y el propio presidente tiene
inversiones en ese y otros proyectos similares, resulta ominoso replantear la
propiedad indígena, de suyo limitada e injusta. Mediante órdenes ejecutivas,
memoranda y golpes parlamentarios, Estados Unidos podría reactivar sus “guerras
indias” del pasado. Se teme violencia institucional contra la defensa de
Standing Rock que se avecina. Por lo demás, ¿cómo obligarán a la nación Tohono de
Arizona a que permita la construcción de un muro en su frontera con México,
donde también tienen su ombligo? Adicionalmente, la cobardía de Obama hará que
el dirigente lakota Leonard Peltier muera en prisión.
Según diagnostica Es Global (un sitio de investigaciones afín al
partido Demócrata de EU), México es el único país del continente considerado
entre “las 10 guerras de 2017” ,
junto con Ucrania, naciones africanas y Medio Oriente. Y no solamente por la ya
coloquial “guerra contra el narco”, sino por lo que presagian las nuevas
políticas estadunidenses. Si se emprende una política de deportaciones masivas,
la consecuencia será “una crisis humanitaria y de seguridad todavía más grave”
que la guerra actual. “Los refugiados e inmigrantes procedentes de México y
Centroamérica huyen de auténticas epidemias de violencia y de una pobreza
endémica. Un estudio de 2016 encontró que la violencia armada en México y el
Triángulo del norte habían matado unas 34 mil personas, más de las que murieron
en Afganistán en el mismo periodo. El incremento de las expulsiones y el
endurecimiento de las fronteras tienden a desviar a los sin papeles hacia vías
más peligrosas, en beneficio de las bandas criminales y los funcionarios
corruptos”.
Los lenca y garífuna en Honduras y los nasa en
Colombia también viven en estado de sitio, bajo fuego. Aun en el Ecuador progre, los shuar sufren
embestida militar y se les acusa de “agentes del imperialismo” por defender sus
tierras ancestrales, mientras el Yasuní sigue a la espera. Incluso en
el Chaco boliviano, los guaraníes reiteran que la guerra contra ellos no ha
terminado más de un siglo después. Citan los conflictos por “avasallamientos
territoriales” bajo el gobierno de Evo Morales: TIPNIS, Mallku Qota, Takovo
Mora, el Aguaragüe, El Bala. En Chaski
Clandestino (ver aquí)
se lee: “Las argumentaciones y resistencias se reavivan ,
así como las lealtades coloniales. Las rutas marcadas por Kuruyuki no se agotan
ni están saldadas, porque así como existen quienes se alinean con las promesas
de modernidad capitalista, aún persisten fuerzas que retoman la propuesta
política del levantamiento de 1892 sin estar dispuestas a secundar esa especie
de suicidio al que el extractivismo nos quiere orillar en nombre del
consumismo, el desarrollo y la civilización”.
Bobbi Jean Three Legs, joven madre siux de 24
años vive en Standing Rock. Precursora de las protestas contra el oleoducto
Dakota Access, ya antes del campamento de resistencia establecido en abril
pasado, declaró en enero que Trump “está despertando a mucha gente” para
prestar atención al cambio climático. “No vamos a retroceder jamás. Estamos
sufriendo brutalidad policial. Reprimen a la gente con gas. Les disparan.
Nuestra hermana Red Fawn sigue en la cárcel. Más de 600 personas han sido arrestadas
al momento, y la cifra sigue aumentando”. Los ojos de Bobbie Jean se llenan de
lágrimas (describe la
reportera Amy Goodman ) cuando dice: “Pido a todos los jóvenes
del país que nos apoyen. Les pido a todas las personas del mundo que nos
apoyen, dondequiera que estén. Me temo que quieren matarnos”.
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/Guerra_continental_contra_los_pueblos_originarios
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