A la
contaminación
no le ponen muros
23 de febrero de 2017
Por Silvia Ribeiro
Un estudio científico publicado la semana
pasada encontró niveles “extraordinarios” de contaminación con químicos
altamente tóxicos en la fauna de la fosa de las Marianas, el punto más hondo de
los oceános, con más 11,000
metros de profundidad en el noroeste del oceáno
Pacífico.
Encontraron, entre otros, PCBs (bifenilos
policlorados), sustancia fabricada por más de 40 años por Monsanto, más
conocida en México por su formulación como askareles.
Para el estudio tomaron muestras de anfípodos,
pequeños crustáceos que allí habitan y encontraron que tenían niveles más altos
de PCB que organismos similares en desagües de zonas industriales pesadamente
contaminadas en Asia, a más de 1000 kilómetros de allí.
También tomaron muestras de crustáceos en la
fosa oceánica Kermadec, en el Pacífico Sur, cerca de Nueva Zelanda y
encontraron contaminación con PCBs y PBDEs (polibromodifenil éteres). Esa fosa
tiene más de 10,000
metros de profundidad y está a 7000 kilómetros de
las Marianas.
Ambas sustancias están catalogadas como
cancerígenas por la
Organización Mundial de la Salud, además de que son
neurotóxicas, disruptores endócrinos y producen defectos de nacimiento y otras
dolencias graves.
Son “contaminantes orgánicos persistentes” y
son bioacumulables. Se denominan así porque no se disuelven en agua ni se
degradan fácilmente, aunque son solubles en lípidos. Por eso cada ser vivo que
está expuesto a ellos, los acumula en sus tejidos grasos y no los elimina, los
pasa a sus predadores cuándo estos se los comen y éstos a su vez a los
siguientes, acumulando cada vez cantidades mayores. Así están contaminadas
muchas especies de aves y peces de agua dulce o marina, que luego son alimento
humano. Se ha encontrado contaminación con PCB y PBDE en muchos distintos
organismos, en fuentes de agua y sedimentos, en huevos de aves, ballenas y
hasta en el Ártico. También han encontrado residuos de PCB y PBDE en leche
materna y en bebés, en varios países.
Monsanto fue el primer productor mundial de
PCB desde 1929 y el único productor de PCBs de América del Norte, hasta que
cesó su producción en 1977. Los PCBs se han usado principalmente como aislante
de material eléctrico y como retardantes de flama. Actualmente está prohibido
su uso en la mayoría de los países, pero existen grandes cantidades de residuos
en condiciones precarias.
La producción de PCB de Monsanto se realizó a
través de su subsidiaria Solutia en Anniston, Alabama, de la que más tarde se
deshizo. Allí, 20,000 pobladores de Anniston emprendieron una acción civil
legal contra las dos empresas, por haber contaminado sus aguas, tierras y aires
con PCB, provocando un alto porcentaje de casos de cáncer y muchas otras
enfermedades, abortos y defectos de nacimiento. Luego de un largo proceso
judicial, Monsanto aceptó en 2003 tomar medidas de remediación ambiental y
pagar a los pobladores 700 millones de dólares, una cifra ridícula para el
destrozo causado.
Uno de los puntos más escalofriante del caso,
es que durante el juicio salió a la luz que Monsanto recibió casi desde el
principio informes de que el PCB era seriamente tóxico, por casos de
trabajadores enfermos y posteriormente por la muerte de peces, así como por
pruebas de aguas que le fueron entregadas periódicamente durante varias
décadas. Monsanto engavetó los informes y siguió produciendo PCBs que ahora
sabemos que además de envenenar a cientos de miles de personas en distintas
partes del mundo, llegó a los confines más extremos del planeta, donde su
acción tóxica persiste.
En México, los mayores importadores de
askareles (PCBs con solventes) fueron la Comisión Federal
de Electricidad y Pemex. Tanto la manipulación, uso para fabricación como
disposición final de PCB (en productos desechados, etc.) es altamente peligrosa
y han habido casos gravísimos de contaminación por derrames en varias partes
del mundo. Los casos más conocidos en México sucedieron en Zacatecas (por la minera Rosicler
que como negocio importaba residuos de askareles) y en Perote, Veracruz, donde
en 1990 la CFE colocó en 240,000
litros de residuos con askareles. En 1996, fuerte
lluvias lo derramaron y la población comenzó a investigar, entre otras cosas
por que comenzaron a haber fetos con anancefalia y muchos casos de cáncer.
Finalmente forzaron a la CFE a retirarlos, pero los efectos y contaminación con
PCB siguen allí.
Monsanto es también, el inventor y por décadas
único productor del glifosato, el agrotóxico omnipresente en los transgénicos y
que en 2015 la OMS también declaró cancerígeno. La empresa ha tratado por
muchos medios de revertir o anular
este informe con otros de científicos vinculados a ésta.
Bayer, Basf, Dow, DuPont, Syngenta y unas
cuantas más, todas tienen historias similares a las de Monsanto. Hace más de
cien años que están produciendo químicos tóxicos como negocio, y han invadido
campos, ciudades, semillas, comida, nuestros cuerpos, el de nuestras hijas e
hijos y miles de especies en el medioambiente y hasta los confines más alejados
de la tierra.
Quizá por ello no debería sorprendernos que
hayan llegado hasta los puntos más profundos del océano, pero es sobrecogedor,
porque muestra tan claramente cuán extendida y omnipresente está la garra de la
contaminación química, inherente al capitalismo industrial.
Contaminación que nos enferma y debilita
también para combatirlos. Por eso trabajar por formas de producir, consumir y
relacionarnos solidariamente que enfrenten esa contaminación, formas de evitar
la vorágine químico-industrial, desde nuestros alimentos a medicinas y formas
de organización, son también formas de resistir al capitalismo.
Silvia Ribeiro, Investigadora del Grupo ETC
—
Estudio citado: Jamieson, A. J. et al. Bioaccumulation of persistent organic pollutants in the deepest ocean
fauna. Nature
Ecology and Evolution 1, 0051 (2017). 13 de febrero 2017http://www.nature.com/.
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/A_la_contaminacion_no_le_ponen_muros
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