Crónica desde las
calles del Ecuador en campaña
18 de febrero de 2017
18 de febrero de 2017
Por Federico Larsen (Nodal)
Contexto Nodal:
El 19 de febrero Ecuador elegirá presidente y vicepresidente, 137 legisladores y cinco representantes al Parlamento Andino. El oficialista Alianza PAÍS presenta a Lenín Moreno como candidato para suceder a Rafael Correa mientras que el empresario y banquero Guillermo Lasso aparece como el principal aspirante de las siete listas opositoras. Simultáneamente se realizará una consulta popular que buscará prohibir que los funcionarios tengan capitales en paraísos fiscales. Si ningún candidato obtiene el 50% o al menos el 40% superando al segundo por al menos 10%, se realizará una segunda vuelta el 2 de abril.
“No le des con palo, no le des con piedra, dale con Correa, para que les duela”, entonaba un grupo de mujeres frente al palacio presidencial a poco menos de una semana de las elecciones generales ecuatorianas. Vestidas con campera de cuero, prolijamente maquilladas y teñidas, agitaban frente a sus gafas oscuras un retrato del presidente saliente mientras esperaban la tradicional ceremonia del cambio de
Esta escena, es una de las pocas situaciones de tensión que el viajero podría apreciar en las calles del Ecuador en la previa de las elecciones del 19 de febrero. Y de hecho, es esta una de las características del clima pre-electoral en el país: las feroces discusiones y acusaciones cruzadas que imperan en los
Y las encuestas efectivamente reflejan este mismo panorama. Todas, sin exclusión, dan por ganadora la fórmula oficialista compuesta por dos ex vice-presidentes de Correa, Lenin Moreno y Jorge Glas, seguidos por el ex banquero Guillermo Lasso y
Viejas consignas en nuevos escenarios
Que los locales no rebalsen de agitadas discusiones políticas no significa que la campaña electoral sea silenciosa u oculta. Por el contrario, en las calles del Ecuador son más que visibles los apoyos que la población expresa hacia tal o cual candidato. Los comerciantes exhiben sin miedo fotografías del candidato que van a votar y montañitas de volantes proselitistas al lado de la caja registradora. Autos, camionetas y hasta autobuses de larga distancia llevan consignas electorales de tal o cual partido en su luneta trasera. Las 4×4 cargadas de parlantes difunden hasta en el más recóndito pueblito de montaña las consignas partidistas. Los opositores machacan sobre la letanía ya conocida en otras partes de América Latina, basada en la denuncia de la corrupción, la crispación social a causa de la política y la inseguridad, remarcando siempre
La carta de la corrupción es, efectivamente, la que más rédito le está dando hoy al amplio arco opositor. Desde el caso Oderbrecht, que involucra a 35,5 millones de dólares repartidos entre funcionarios ecuatorianos desde 2006, pasando por las sospechas sobre coimas en Petroecuador -ventiladas por un ex ministro de Correa desde el exterior- y hasta el uso y las deudas de los fondos de la seguridad social, la prensa y la oposición han insistido sistemáticamente en fomentar las dudas sobre la legitimidad de las acciones de gobierno. Pero más que para el molino de la derecha, esta campaña de desprestigio parece engordar al ya enorme ejército de los indecisos. “Ya decidí que no voy a volver a votar a los de Correa. Son demasiado corruptos”, confiesa Marianela, joven dueña de un hostal en la costa. “Pero del otro lado está el banquero, que no se si no es lo mismo”.
Guillermo Lasso es el candidato con mayores chances de enfrentar a Lenin Moreno en una posible segunda vuelta. Descendiente de una tradicional familia de poder en Ecuador, es el presidente ejecutivo del Banco Guayaquil y fue Superministro de Economía y Energía en el gobierno de Jamil Mahuad -quien lo había nombrado Gobernador de la Provincia del Guayas un año antes- entre agosto y septiembre de 1999, que inventó ese cargo para enfrentar la gravísima crisis financiera que vivía el país. Esa situación derivó en el famoso “feriado bancario” del 99, en la que se suspendieron las actividades financieras durante cinco días, se declaró la quiebra de varios bancos y se trasladaron todos los costos del rescate al Estado, que suprimió gastos sociales y congeló los depósitos de
El Ecuador de Correa y el de Lenin
Pero si de calles se trata, el oficialismo tiene una carta inmejorable: los miles de kilómetros de rutas y modernas autopistas trazadas bajo el gobierno de Correa en todo el país se han convertido en un símbolo del cambio que Alianza PAIS ha generado en los últimos diez años de gobierno. Entre 2006 y 2016 el Ecuador ha crecido a un ritmo del 3,8% anual con picos de más del 7% en 2007. Con una mezcla de reforma del modelo productivo, incentivos al consumo, mejora de la distribución de la riqueza y, especialmente, gracias a los altos precios del petroleo para la exportación, el gobierno ecuatoriano ha logrado modificar sensiblemente las condiciones de vida de la población y mejorar los servicios públicos. Las terminales de autobus de las principales ciudades, limpias, nuevas y funcionales, son un emblema arquitectónico de la modernización implementada en la última década, al igual que los nuevos hospitales y las salas de primeros auxilios. Los datos macroeconómicos confirman que los sectores de mayor inversión en los últimos años fueron los de Enseñanza y Servicios Sociales y de Salud, Refinación de petróleo y Suministro de electricidad y agua, que sumados a las obras de infraestructura vial dan un panorama relativamente completo de lo que
Lenin Moreno es quizás uno de los mejores representantes del proceso político que vivió Alianza PAIS en los últimos años. Pequeño empresario ligado a la industria del turismo perdió la movilidad de sus piernas tras un asalto en 1998, y comenzó una larga trayectoria como motivador y activista de los derechos de las personas con discapacidad. Fue vice presidente de Correa desde 2007 hasta en 2013, cuando aceptó el cargo de Enviado Especial del Secretario General de las Naciones Unidas sobre Discapacidad y Accesibilidad que le propuso el ex secretario general de
Un conflicto visible
El viaje por las carreteras del Ecuador regala en época pre-electoral todo tipo de instantáneas, además de hermosos paisajes de la selva oriental, la sierra central o la costa occidental, las tres grandes regiones en las que se divide el país. Carteles de todo tipo y tamaño, pintadas en las paredes al costado de las rutas -muy prolijas y claras por cierto- son visibles prácticamente en cualquier parte del país, pero lo que llama la atención son las banderas. En los balcones, en las ventanas, en los techos de las casas es posible ver pequeñas banderas flameando, que representan tal o cual partido: verdes las de Lenin, blancas las de Lasso. Los colores de las banderas también parecen indicar, a veces, el sector social mayoritario del lugar en el que se está viajando. Hay una bandera, en particular que da esa sensación: la bandera de los colores del arco iris. En las calles del norte de Ambato, en la sierra central, donde el uniforme de la escuela es un poncho negro sobre camisa blanca, y las cholas llevan a sus hijos envueltos en mantas de colores en sus espaldas, las banderas de los colores del arco iris son mayoría. Lo mismo sucede en Otavalo, a dos horas al norte de Quito, en cuyas plazas casi sólo se escucha hablar quichua y en las calles el pueblo muestra todos los días los hermosos atuendos tradicionales que lo han hecho famoso en todo el mundo. Son las banderas del Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik, que junto con la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) y la Confederación de Pueblos de
El paulatino alejamiento del movimiento gobernante de las bases que lo han llevado al poder es claro, y es uno de los temas de debate -y autocrítica- interno al gobierno y sus simpatizantes. En una de las tantas cartas que Lenin dirigió a
El autor es periodista y docente. Columnista y colaborador en política internacional de
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=223086
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