El
amanecer de una nueva época
Bienvenidos al
Antropoceno
8 de febrero de 2017
8 de febrero de 2017
Por Mateo Aguado (eldiario.es)
Las evidencias científicas que respaldan la teoría del
Antropoceno son cada día más robustas y contundentes, y probablemente sea
cuestión de tiempo que el término acabe siendo formalmente aceptado por la
comunidad científica internacional
Hasta tal punto estamos los seres humanos
alterando actualmente los procesos biogeofísicos y biogeoquímicos esenciales de
nuestro planeta que muchos investigadores sugieren que estamos ya inmersos en
una nueva unidad formal dentro de la escala temporal geológica de la Tierra: elAntropoceno,
una nueva época geológica dentro del periodo Cuaternario en la cual los humanos
estaríamos sobrepasando con nuestras actividades los umbrales de seguridad de
varios parámetros ambientales claves para el correcto funcionamiento de la
ecosfera.
Pese a no haber sido aún reconocido
formalmente por la comunidad científica internacional, lo cierto es que la
noción de Antropoceno está penetrando con muchísima fuerza en la literatura
científica de todo el mundo. Según apuntan sus defensores,
uno de los mayores éxitos de este nuevo término radica, precisamente, en su
capacidad para albergar geológicamente y de forma satisfactoria la situación de
excepción ecológico-social en la que nuestro planeta se halla en los inciertos
albores del siglo XXI.
Con el objetivo de clarificar la validez
científica del Antropoceno, en el año 2008 se presentó una propuesta a la Comisión Internacional de Estratigrafía para evaluar si este concepto tenía o
no mérito científico como una nueva unidad geocronológica de la Tierra; y, si
lo tuviese, resolver cuándo habría comenzado. Tras varios años de intenso
trabajo, las certidumbres científicas cosechadas por el Grupo de
Trabajo sobre Antropoceno(GTA) respecto a la validez científica del
término han sido bastante convincentes . Igualmente notables han resultado
ser los avances obtenidos respecto al momento histórico en el cual situar el
comienzo de esta nueva época geológica (o, lo que es lo mismo, dónde
establecer la frontera geológica entre el Holoceno y el Antropoceno). Como veremos a
continuación, son tres las propuestas que, a día de hoy, cuentan con un mayor
respaldo científico al respecto.
·
La primera de ellas, conocida como la teoría del “Antropoceno
temprano”, emplaza el inicio de esta nueva época geológica en el Neolítico, con
la domesticación de especies y el desarrollo de la agricultura y la ganadería. Según
apunta esta hipótesis, el cambio sociocultural que supuso pasar de organizarse
alrededor de pequeños grupos nómadas de cazadores-recolectores a constituir
asentamientos humanos basados en las actividades agropecuarias conllevó una
modificación del sistema biofísico global (expresada fundamentalmente a través
de los cambios de uso del suelo y del aumento de las concentraciones de gases
de efecto invernadero en la atmósfera) que, según sostienen sus principales
defensores, podría ser considerado como el inicio del Antropoceno.
·
La segunda teoría sobre el comienzo del Antropoceno sitúa su
inicio hacia finales del siglo XVIII y principios del XIX, con el arranque de la Revolución Industrial.
Esta hipótesis fue la que originalmente defendieron los padres del término Antropoceno allá por el
año 2000, argumentando que los efectos de las actividades humanas se hicieron
claramente perceptibles a escala global a partir de este momento (sobre todo
aquellos relacionados con las concentraciones atmosféricas de CO 2 y CH 4
detectadas en los testigos de hielo glaciar). Estudios
recientes han puesto
de manifiesto como los productos asociados a las actividades extractivas -como
los materiales de construcción o los metales procesados- representarían otro
importante marcador estratigráfico que señalaría un cambio notorio en las
características de los depósitos antropogénicos durante el inicio de la Revolución Industrial.
·
Por último, la tercera gran teoría sobre el inicio del Antropoceno
sostiene que éste comenzó a mediados del siglo XX, con el fenómeno de rápidas e
intensas transformaciones sociales, económicas, científicas, tecnológicas y
biofísicas que tuvieron lugar a escala planetaria tras el final de la Segunda Guerra Mundial.
Según sus defensores, este fenómeno, conocido como la Gran Aceleración,
habría impulsado un fuerte incremento poblacional y un potente aumento en el
consumo per cápita de recursos que, junto al posterior proceso de globalización
económica, habrían sumido al planeta Tierra en un nuevo estado de cambios
drásticos inequívocamente atribuible a las actividades humanas.
De entre estas tres grandes hipótesis, las
últimas investigaciones realizadas por el GTA se inclinan a
ubicar el inicio del Antropoceno hacia mediados del siglo pasado, es decir, con
el comienzo de la
Gran Aceleración. Las razones principales que han llevado a
estos investigadores a descartar las opciones del Neolítico y de la Revolución Industrial
como el inicio formal del Antropoceno han sido, fundamentalmente, que ambos
acontecimientos sucedieron -cada uno de ellos por separado- de manera
diacrónica en todo el planeta, y, como es sabido, los límites cronoestratigráficos
en geología han de establecerse siempre en base a medidas sincrónicas globales.
Así, el proceso por el cual los seres humanos fuimos desarrollando la
agricultura y la ganadería durante el Neolítico no fue un fenómeno que
sucediese de forma simultánea en todas las regiones del planeta sino que estuvo
separado por miles de años. Estudios recientes desarrollados sobre horizontes
edáficos vinculados a
las primeras prácticas agropecuarias así lo sugieren. Del mismo modo, la Revolución Industrial ,
aun tratándose de un proceso mucho más comprimido en el tiempo que la
neolitización , fue también un evento
diacrónico en el
espacio y en el tiempo que, para el caso de muchos países, realmente no termina
de producirse hasta mediados del pasado siglo.
De este modo, las principales averiguaciones científicas reunidas
durante los últimos años parecen indicar que fue el excepcional aumento de las
actividades humanas acontecido desde mediados del siglo XX lo que,
definitivamente, habría sumido al planeta Tierra en una nueva época de cambios
rápidos, intensos y globalizantes que representaría el inicio de la Gran Aceleración
y, con ello, el comienzo del Antropoceno.
Lo interesante de todos estos cambios es que,
además de tener la capacidad global de modificar la dinámica “natural” del
planeta, habrían ido originando con el paso de los años diversos registros
estratigráficos reconocibles para la geología. Tal y como apuntan los trabajos
realizados por el GTA, entre l as principales transformaciones antropogénicas
asociadas a registros estratigráficos detectables encontraríamos: i) la
dispersión mundial de isótopos
radiactivos procedentes
de las pruebas nucleares que se iniciaron a mediados de la década de los
cuarenta ; ii) la alteración global del ciclo del
nitrógeno ocurrida a
partir de la intensificación agrícola facilitada por el uso masivo de
fertilizantes artificiales; iii) la creación y dispersión planetaria de nuevos
materiales fabricados por el ser humano, como los plásticos y las fibras sintéticas; iv) la
difusión global de contaminantes vinculados a las actividades industriales,
incluidos los contaminantes
orgánicos persistentes y
los metales pesados;
v) la pérdida de
biodiversidad y el
avance de especies invasoras en todo el planeta ; vi) la modificación humana
del sistema climático mundial debido al aumento acelerado de los niveles atmosféricos de CO 2 a
partir, fundamentalmente, de mediados del siglo XX ; y vii) la alteración de
los depósitos y flujos de materiales pétreos granulados correspondiente tanto
al transporte
deliberado de materiales (minería,
construcción, urbanización) como al efecto indirecto producido por las grandes presas
fluviales.
De entre todas estas transformaciones
antropogénicas, son varias las que habrían logrado imprimir, según los
geólogos, un sello estratigráfico detectable sobre el planeta; sellos todos
ellos que podrían ser utilizados formalmente como pistoletazo de salida del
Antropoceno. Sin embargo, y tal y como apuntan las últimas
investigaciones del
GTA, el evento más apropiado para situar el nacimiento oficial del Antropoceno
sería la primera detonación nuclear, llevada a cabo en el desierto de
Alamogordo, en Nuevo México, el 16 de julio de 1945. Según argumentan estos
científicos, los isótopos radiactivos liberados a partir de los primeros
ensayos nucleares (ensayos que alcanzaron su máximo de emisiones a comienzos de
la década de los sesenta ) habrían modificado para siempre, y de un modo
sincrónico, el registro químico-estratigráfico global de nuestro planeta,
siendo de este modo el candidato idóneo para representar geológicamente el
comienzo del Antropoceno.
Las evidencias
científicas que respaldan la teoría del Antropoceno son cada día más robustas y
contundentes, y probablemente sea cuestión de tiempo que el término acabe
siendo formalmente aceptado por la comunidad científica internacional. Hasta entonces,
no cabe duda de que se trata de un concepto útil y consistente cuyo enorme
potencial mediático-reflexivo puede contribuir positivamente -tanto desde el
punto de vista político como cultural- a una mayor toma de conciencia global
sobre la delicada situación socio-ecológica en la que se encuentra nuestro
planeta y nuestra especie en los albores del nuevo milenio.
Este artículo ha sido escrito en base a un
artículo más extenso del mismo autor: Aguado, M. (2017). Llamando a las
puertas del Antropoceno. Iberoamérica Social: revista-red de
estudios sociales VII, pp. 42-60.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=222669
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