Después de los
incendios:
el real desafío de la restauración ecológica
25 de febrero de 2017
25 de febrero de 2017
Por Ignacio Fernández
Chicharro y Narkis Morales San Martín (CIPER)
Culpar a la intervención humana o a lo inflamable de los pinos es
una forma de simplificar el problema de los mega-incendios que sufrimos esta
temporada. Así lo sostienen los autores de esta columna, quienes remarcan que
el calentamiento global y la distribución de los bosques han sido también
factores centrales. La determinación correcta de las causas de la tragedia es
central para lo que viene: la restauración de los bosques. Y en esa etapa los
autores abrigan desconfianza: técnicamente se sabe cómo restaurar con mayores
niveles de seguridad, pero la experiencia muestra que lo que se sabe, termina
siendo archivado por la burocracia cuando la emergencia pasa.
Los incendios
forestales que han afectado a Chile durante esta temporada han puesto de
manifiesto la vulnerabilidad de la zona central del país frente al fuego.
Debido a la extensión y magnitud de los daños, es comprensible que el foco
noticioso haya estado en la consecuencia de los incendios. Pero esto ha dejado
en segundo plano temas que debieran ser ahora prioritarios: evaluar los
factores que influyeron en esta catástrofe para prevenirlas a futuro, y poner
en práctica un plan de largo plazo y a gran escala para la restauración
de los ecosistemas nativos. Estimamos que en particular este
último punto, que implica un enorme desafío que debiera marcar la agenda
pública de los próximos años, se ha tomado con alarmante liviandad. Escribimos
esta columna con el objetivo de poner en perspectiva el desafío de la
restauración.Primero, hay que dejar en claro que reforestar no es análogo a restaurar. Como lo señala
En este sentido, la restauración va mucho más allá de la simple reforestación con especies nativas: se busca no sólo recuperar la composición y la estructura del ecosistema, sino también la funcionalidad de éste.
A modo de ejemplo, imaginemos una casa que fue seriamente dañada por un terremoto. Si nos abocamos solamente a recuperar su estructura usando materiales y planos originales, seguramente conseguiremos que luzca muy similar a como fue previo al terremoto. Sin embargo, sino reparamos también el sistema eléctrico, las cañería de gas y el sistema de provisión y drenaje de agua, la funcionalidad de la casa quedará seriamente mermada, pudiendo hacerla incluso más vulnerable frente al próximo terremoto. Del mismo modo, cuando un bosque es seriamente dañado se pierden funciones básicas, como son el control de erosión, infiltración y ciclado de nutrientes. Estas funciones no necesariamente se recuperarán por el simple hecho de reforestar.
Es por esto que frente a los daños generados por estos incendios, es urgente implementar cuanto antes acciones tendientes a mantener o recuperar las funciones fundamentales del ecosistema.
Por otra parte, un plan de restauración ecológica no puede ser llevado a cabo sin analizar primero cuáles fueron los principales factores implicados en el daño al ecosistema, ya que dicho plan debe considerar medidas tendientes a reducir o eliminar esos factores. En ese sentido, poco sacaremos invirtiendo en restaurar si al poco tiempo los ecosistemas vuelven a incendiarse. En los siguientes párrafos haremos un breve análisis de algunos de los principales factores que podrían haber contribuido a esta catástrofe.
En primer término hay que considerar el contexto territorial de las regiones que se vieron mayormente afectadas por estos incendios: Valparaíso, Metropolitana, O´Higgins, Maule, Biobío y
Sin embargo, un dato llama la atención: las estadísticas de Conaf no indican que en esta temporada se haya registrado un aumento del número de incendios en dicha zona. Por el contrario estos han caído un 12% en comparación con los últimos 5 años. Lo que sí ha ocurrido, es que los incendios han aumentado enormemente de tamaño, lo que ha implicado un 1.240% de aumento en el área quemada en estas 6 regiones en comparación con los últimos 5 años.
Estos datos sugieren que la peor temporada de incendios forestales registrada en Chile no ha sido producto del aumento de fuentes de ignición, sino que principalmente producto de la dificultad de controlar el avance de los incendios una vez estos han sido detectados. Estos datos le quitan soporte a las hipótesis que apuntan a la intencionalidad como uno de los agentes detonantes de
Otro factor que ha sido ampliamente discutido como implicado en la magnitud de los recientes incendios es la inflamabilidad de las especies presentes en las plantaciones forestales, mayoritariamente pino insigne (Pinus radiata) y eucaliptus (Eucaliptus globulus). Estas especies, provenientes de Norte América y Australia respectivamente, evolucionaron en ecosistemas donde el fuego cumple un papel fundamental en las dinámicas ecológicas, y por tanto han desarrollado adaptaciones para sacar ventajas del fuego que las hacen altamente inflamables. Por el contrario en los ecosistemas de la zona central de Chile el fuego sólo comenzó a ser un factor relevante tras la llegada del ser humano, y por tanto las especies nativas no han evolucionado para quemarse u obtener ventajas de los incendios.
Sin embargo, es importante poner en perspectiva que en las dinámicas de los incendios forestales no dependen únicamente de las características de las especies que se queman, sino también de cuál es la distribución de éstas en el espacio, y de una serie de variables climáticas y topográficas. Por ejemplo, si un rodal productivo de pino o eucaliptus (un área de explotación forestal) se encuentra inserto en un sistema de humedales (zona con abundante agua y vegetación húmeda) y completamente desconectado de otros bosques, la probabilidad de que un incendio en dicho rodal se expanda será muy baja. Si este mismo rodal se encuentra rodeado por cultivos agrícolas y bosque nativo, la probabilidad de que el incendio se expanda a zonas aledañas aumentará, pero la magnitud y velocidad de propagación de éste aún lo harán controlable. Sin embargo, si dicho rodal es parte de un continuo de rodales formando una masa homogénea de árboles plantados a gran densidad, la posibilidad de que el incendio se expanda rápidamente y salga de control aumenta considerablemente. Si junto con ello las condiciones climáticas y topográficas no son beneficiosas para combatirlos, esto puede ser la receta para un desastre. Y así lo demuestra la reciente catástrofe.
Es por ello que consideramos que debatir sobre si las especies
exóticas son más o menos inflamables que las nativas desvía el foco de atención
sobre el factor más relevante: Las enormes extensiones de masas homogéneas y
continuas de árboles de una sola especie plantados a grandes densidades. Y es
por esto que se debe apuntar a la ausencia de una planificación territorial
como una de las principales causas de la catástrofe, ya que plantaciones
forestales con esas características van a ser vulnerables a incendios
independiente de la especie que sea. Por lo mismo, si
no se cambia la forma cómo se manejan e integran las plantaciones forestales
dentro del territorio, incendios de estas características volverán a ocurrir en
el futuro, y cualquier plan serio de restauración será infructuoso.
Consideramos de suma relevancia hacer énfasis en la necesidad de
cambiar la forma en que se planifica el territorio para evitar que incendios de
estas características vuelvan a ocurrir. No hay que perder de vista que Chile se encuentra
enfrentando los efectos del cambio climático, y por tanto es probable que
condiciones climáticas propicias para la generación de incendios de estas
características sean cada vez más frecuentes. Un reporte encargado por Conama,
y preparado por el Departamento de Geofísica de la Universidad de Chile el año
2006 (Estudio de la variabilidad climática en Chile para el
siglo XXI), describe claramente parte de los efectos del cambio
climático que vivimos hoy: disminución de las precipitaciones para la zona
centro sur del país de entre un 25
a un 45% por ciento; y un aumento en las temperaturas de
entre 2 y 4 °C .
Como bien lo sugieren González y colaboradores (2011), bajo este
nuevo contexto climático se darán condiciones ambientales más favorables a
incendios más frecuentes y de mayor extensión. Estos autores señalan
explícitamente que “particularmente vulnerables a estos cambios serían aquellas
regiones dominadas por extensas plantaciones y ecosistemas remanentes altamente
fragmentados e invadidos por especies exóticas, derivado principalmente del
tipo, homogeneidad y continuidad del combustible”. A conclusiones similares
llegaron Altamirano y colaboradores (2013), quienes
predicen “un importante aumento de la probabilidad de ocurrencia de incendios
forestales” producto de los efectos del cambio climático en la zona central de
Chile.
Es la interacción de estos factores lo que hace urgente integrar
las medidas de restauración ecológica dentro de una estrategia de planificación
territorial, que no sólo se aboque a recuperar la estructura, composición y
funcionalidad de los ecosistemas afectados, sino que también reduzcan la
probabilidad de que este tipo de incendios ocurran en el futuro.
En relación a esto último, nos imaginamos que las ONG’s debieran tomar un rol protagónico en recolectar y transferir la información entre la comunidad y el grupo de expertos, así como abogar para que las medidas acordadas por el comité sean efectivamente implementadas. De otro modo no entendemos bien cuál sería el rol de convocar a representantes de ONG´s como Codeff y Chile Sustentable, que si bien cumplen un importante rol en el contexto ambientalista chileno, no son expertos en el ámbito de la restauración.
A nuestro modo de ver el mayor desafío de este comité será de
carácter político y no técnico. Creemos que actualmente existe suficiente
material publicado y conocimiento técnico para definir de forma rápida las
estrategias que deberían ser tomadas para iniciar cuanto antes la restauración
de los ecosistemas afectados por el incendio. Conaf posee diversos documentos
técnicos en esta materia, existe un libro que
aborda específicamente la restauración ecológica para ecosistemas nativos
afectados por incendios forestales, y existen diversos grupos de investigadores
actualmente trabajando en el tema. Por tanto el principal rol del comité no
debiera estar en generar conocimientos ya existentes, sino que en buscar la
forma de obtener los recursos y el compromiso de las instituciones estatales
para que las acciones de restauración sean efectivamente implementadas, y esto
es una tarea netamente política.
Nuestro temor es que el resultado de
este comité sea un nuevo reporte que sea archivado, y que al final del día las
recomendaciones no sean consideradas ni implementadas. Para que la
restauración sea exitosa, tiene que haber un compromiso claro del gobierno no
sólo en lo que respecta a convocar y liderar el comité de restauración, sino
que también en lo referente a facilitar los recursos necesarios, y promover
potenciales cambios a la normativa que puedan surgir del comité. Nosotros
abogamos por que el proceso de restauración y la toma de decisiones se hagan en
un clima de cooperación, con amplia participación desde el mundo científico y
profesional, que sea un proceso socialmente inclusivo, y que tenga el apoyo
político tanto en términos de los recursos monetarios, como para potenciales
cambios legislativos. Por último esperamos que esta vez sí podamos aprender de
los errores para dejar de ser una nación reactiva y transformarnos en una
proactiva. Con eso no sólo disminuiríamos los impactos negativos de los
incendios sobre el patrimonio natural y económico, sino que también el drama
humano que estas tragedias usualmente conllevan.
Fuente:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=223332
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