Rebelión de los trabajadores
de Walmart
29 de mayo de 2017
Por Eduardo Nava Hernández (Cambio
de Michoacán)
De manera sorpresiva, pero no inexplicable, en los últimos días
los trabajadores de varios almacenes de autoservicio en Morelia salieron a
manifestarse públicamente e incluso paralizaron los centros de trabajo. Son
empleados de las tiendas Aurrerá, Walmart y Sam’s, pertenecientes a la cadena
transnacional Walmart, la más grande y poderosa del mundo en su ramo, propiedad
de la familia estadounidense Walton, heredera de la fortuna iniciada por Sam y
James Walton (fallecidos en 1992 y 1995, respectivamente), y que a la fecha se
estima la más rica de los Estados Unidos, con bienes por más de 130 mil
millones de dólares.
La movilización de los trabajadores, no sólo en Michoacán sino en
otros puntos del país, como Puebla, Jalisco y Acapulco, estalló al recibir el
reparto de utilidades al que por ley la empresa está obligada, y que aquéllos
consideraron “una burla”. Algunos de ellos recibieron 200 pesos o menos,
habiendo quienes sólo obtuvieron dos pesos o incluso algunos centavos después
de un año de trabajo. Lo notable, en este caso, es que a esos empleados nunca
se les ha permitido organizarse en sindicatos ni contar con una representación
real frente a la parte patronal.
Walmart es considerada, “por sus métodos
insustentables, prácticas dudosas y su explotación del mercado global” como la
tercera transnacional más nociva del mundo en una clasificación publicada en la
página ecologista ecoosfera (http://ecoosfera.com/2013/12/top-5-las-companias-mas-malvadas-sobre-la-faz-de-la-tierra/).
Castiga los precios de compra a los productores, importa masivamente productos
manufacturados de China para abaratar costos, paga, como queda dicho, salarios
mínimos y combate la organización laboral. En diversas partes del mundo se ha
visto envuelta en escándalos de corrupción por sobornar autoridades, como el
que se conoció en México hace unos años, cuando la empresa logró el beneplácito
del INAH y el gobierno del Estado de México para construir un almacén en la
zona arqueológica de Teotihuacán.
En la actualidad, la cadena comercial cuenta con unos 2.2 millones
de trabajadores en todo el mundo, casi todos ellos en condición precaria y sin
defensa sindical. “En Estados Unidos, Wal Mart es el principal empleador
privado, con 1.900.000 empleados y casi 4 mil tiendas. La empresa se ha
expandido por otros 13 países y en 2006 tuvo una facturación mundial de 351.000
millones de dólares. […Una] investigación de Human Rights Watch reveló que
ninguno de los trabajadores de Wal Mart en Estados Unidos se encuentra
representado por sindicato alguno. ‘En Brasil, ninguna de sus 290 tiendas tiene
un delegado’”, dice un reportaje publicado en el diario argentino Página12 en mayo de 2007.
Los intentos de sindicalización o de que firme
una contratación colectiva han sido derrotados por la cadena de almacenes
mediante despidos, amenazas y aun en tribunales en Argentina, Canadá y otros
países. Sólo en Alemania esta
poderosa empresa ha sido condenada por practicar el dumping —la venta subsididada de productos a
precios por debajo de sus costos de producción para hacer quebrar a los
competidores— y por constituir una competencia desleal a los pequeños comercios
locales. Walmart fue obligada, virtualmente, a abandonar sus negocios en la
economía más fuerte de Europa.
En México, un grupo de empleados agrupados en
la Organización de Trabajadores del Grupo Walmart de México (OTGWM) ha venido
denunciando recientemente la constante violación de derechos laborales. Según
esta coalición, la empresa tiene en nuestro país 230 mil trabajadores, con un
índice de 40 por ciento de rotación laboral, es decir, que de cada 100
empleados contratados, despide a 40 en un plazo corto. Además, se ampara en
contratos colectivos de protección para la parte patronal y es la empresa que
recibe más demandas de carácter laboral ante las juntas de conciliación y
arbitraje; sólo en la Ciudad de México, un promedio de 100 por mes. Otras
violaciones contra el trabajo son la rotación arbitraria de turnos, la
extensión, por 10 o 12 horas, de la jornada laboral sin pago de horas
extraordinarias y el incumplimiento en la capacitación de los trabajadores. La misma OTGWM ha
denunciado que en este país Walmart también ha recurrido, como en otros, al
soborno de funcionarios públicos (http://aristeguinoticias.com/2704/mexico/trabajadores-de-walmart-destapan-abusos-en-mexico-y-eu/).
Por eso asombra que, por primera vez, y aun a
riesgo de perder sus empleos, los trabajadores mexicanos del gigante almacenero
hayan optado por salir a las calles y demandar públicamente la mejoría en sus
salarios y condiciones de trabajo, así como un reparto de utilidades efectivo y
justo. La protesta nos habla de una situación desesperada de los empleados
frente a la arbitrariedad y sobreexplotación que sustentan una de las fortunas
más grandes del planeta y se extiende como un cáncer destruyendo pequeñas
economías familiares y atropellando todos los derechos posibles a sus
indefensos “asociados”.
Los hoy movilizados trabajadores han convocado
a un paro nacional en las tiendas Walmart, Sam’s, Suburbia (en proceso de venta
al grupo Liverpool) y Bodegas Aurrerá. Deben ser escuchados por las autoridades
del Trabajo e incluso por la PGR ante la cual existen también denuncias por
actos de corrupción y violación de diversas leyes federales. Desde luego no se
trata de un caso excepcional entre las grandes empresas transnacionales, pero
sí de uno particularmente emblemático y extendido, por los alcances de esta
cadena. En realidad, la precarización del trabajo productivo o, como en este
caso, de servicios comerciales, es una tendencia mundial, un rasgo de la etapa
ultraliberal depredadora del capitalismo actual. Mineras, empresas energéticas,
fábricas textiles (Zara) y otras, no escapan a esa tendencia devastando el
medio ambiente y sometiendo a sus trabajadores a las condiciones más extremas
de explotación posible.
¿Cómo conmemorar dignamente el centenario de
nuestro artículo 123 y de la celebrada primera constitución en el mundo en
incorporar derechos sociales cuando nuestra realidad nos habla de que un siglo
no ha sido suficiente para dar cumplimiento a éstos? Que esta reciente
movilización de los trabajadores de Walmart encuentre respuestas entre los
gobernantes y en toda la sociedad para frenar en alguna medida esa vergonzosa e
indigna manera de amasar fortunas que en muchos aspectos nos devuelve a los
tiempos de la primera industrialización en el siglo XVIII o los inicios del
XIX.
Eduardo Nava Hernández. Politólogo – UMSNH.
Fuente:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=227200
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