Desmenuzar la
política
8
de mayo de 2017
Una conversación con las bases en desmenuzar la política. Eso fue lo que le propusimos a Nair Castillo,
docente de la
Universidad Nacional de Moreno. Nair es docente de la cátedra
de “Pensamiento social y político” y también de “Problemas socio-económicos
argentinos”. Así que, giramos alrededor de cuatro ejes para ordenar la charla. La definición
de la política, el animal político, los apolíticos y la democracia. El fin
era desmontar, pieza por pieza, estos conceptos que desembocan en la política y
analizarlos desde las antípodas del sentido común.
Por Facundo Ramirez para ANRed
Nair Castillo: Si, un poco lo que vemos en “Historia del pensamiento
social y político” son los debates en torno a qué es el poder, el estado, etc.
Me resulta interesante reponer un poco esas discusiones, antes de decir lo que
me parece a mí, ¿qué es la política? Desde la antigüedad, este ha sido un
interrogante que ha desvelado a filósofos griegos como Aristóteles y Platón. Es
allí donde se comienza a pensar lo político como algo específico, separado de
la religión, propio de la capacidad de los seres humanos. Para estos autores,
sólo en la política el hombre se realiza plenamente, es decir cuando se aboca a
lo público.
Entre los aportes que nos han hecho estos filósofos
griegos se destaca la distinción entre política agonal y política
arquitectónica, en cuanto a que la primera se refiere a la lucha por el poder y
la segunda al arte de gobernar, de organizar el poder en una sociedad. Al mismo
tiempo, es interesante resaltar que para estos autores, el Estado como
comunidad política, surge con el fin de preservar la vida de los seres humanos
pero sobre todo con el objetivo del bien común (del vivir bien).
Para Aristóteles el hombre es un “zoon politikon”, es
decir un animal político. ¿Qué quiere decir esto? Que el ser humano es un ser sociable
por naturaleza, que vive en comunidad y que el hecho de vivir en comunidad lo
hace más pleno. Es decir, los seres humanos viven en comunidad –la polis- por
deseo de vivir bien (vida perfecta y autárquica), no por causas utilitarias ni
por conveniencias – a diferencia de lo que plantea el contractualismo-. Vivir
en comunidad, en la polis no es un hecho artificial, por el contrario es
natural al ser humano. La dimensión de lo colectivo y de lo político cobra
fuerza en este argumento. Ésta idea a su vez está íntimamente vinculada a lo
que plantea Platón en el Mito de Prometeo (que se encuentra en El Protágoras).
Este mito representa una alegoría sobre los orígenes de la sociedad civilizada.
Tiene dos partes bien diferenciadas: 1) se cuenta cuál es el lugar del ser
humano en relación con el resto de las especies, 2) se cuenta en qué consiste
la especificidad humana que algo de divina tiene. Su propósito principal es
mostrar cuáles son las condiciones en las que aparece el poder político que
tiene como objetivo la conservación de la especie humana en comunidad. La clave
de este planteamiento es la noción de justicia, que es distribuida entre todos
a fin de que rigiesen en las ciudades la armonía y los lazos comunes de
amistad. Así, mientras en las artes y las ciencias se recurre a los
especialistas, en la justicia y en la virtud política, todos pueden participar
y opinar libremente sobre lo justo y lo injusto.
Ahora bien, ya entrados en la Edad Moderna , autores
como Maquiavelo hicieron más énfasis en la política entendida como lucha por el
poder y por ende político como dominación. De hecho, su obra El “Príncipe”, es
un ensayo político con consejos de cómo acceder al poder y conservarlo. En
consecuencia, la política es el arte del Estado, dirigido menos a la felicidad
de los miembros de la ciudad que a la obtención de su obediencia. Es aquí donde
se genera un gran contraste con los autores griegos que lo desvelaba pensar en
cómo lograr el bien común. Maquiavelo va a pensar más en como generar la
obediencia que el buen vivir de los ciudadanos. Es considerado el padre de las
ciencias políticas porque justamente el viene a plantear que ante la realidad
política uno debe entenderla, comprenderla y tratar de describirla tal cual es.
Por su parte, la teoría contractualista (Hobbes, Locke y Rousseau) con sus
matices, conceptualiza al Contrato Social como el momento político donde los
hombres en ese estado hipotético de naturaleza se congregan, se reúnen y
consensuan firmar un contrato social con el objetivo de crear un Estado que al
mismo tiempo implica una transferencia de derechos y un consenso en torno la
función y el objetivo para el cual están decidiendo salir del estado de
naturaleza y convivir en el marco de un Estado. En consecuencia, podríamos
afirmar que para esta corriente filosófica, la política es consenso.
F.R: O sea, que de algún modo esta corriente
cree que es necesario que todos cedan parte de su libertad para formar un
estado seguro que preserve a la especie.
N.C: Exactamente, Hobbes va a plantear que en el estado de
naturaleza, el hombre es el lobo del hombre, y que eso llevaría a la extinción
de la especie humana. Sólo por ese motivo, se crea el estado para conservar a la especie. Entonces ,
en eso consiste el contrato social y cada uno de los contractualitas va a poner
el acento en distintas cuestiones. Por eso se dice que Hobbes es el padre del
absolutismo. Porque el Leviatán va a concentrar todos los poderes en una
persona o a lo sumo en una asamblea de hombres. Y de algún modo ese estado que
propone Hobbes, es el estado gendarme. Es el teórico que viene a legitimar el
absolutismo en Europa.
Otra de las corrientes teóricas más influyentes es el
Marxismo. El aporte que hace Marx al respecto es poner de relieve la dimensión
del conflicto en la
política. Para Marx , la lucha de clases es el motor de la
historia (lucha entre los proletarios y los burgueses).
F.R: Después de todas estas anteriores teorías
¿Cuál fue el planteo inicial de Marx que generó tremenda disrrupción?
N.C: Lo que se plantea en un principio es entender cómo nace el
capitalismo en el que hoy vivimos y normalizamos. Justamente es eso lo que se
plantea en el capítulo XXIV de “El Capital”. La acumulación originaria fue un
proceso absolutamente violento de apropiación de las tierras por parte del
estado y la generación de una masa de trabajadores para mover ese sistema que
se estaba formando. Y lo que hace este sistema es sintetizar la lucha de clases
que siempre existió. En este proceso, Marx cuenta que los campesinos no tenían
el oficio para operar en una fábrica y se generaba un excedente marginal que
luego era perseguido. Muchos quedaban excluidos en lo que el mismo sistema
capitalista caracterizó como vagabundos. Y encima sufrían una serie de leyes
punitivas y castigadoras por el sólo hecho de ser vagabundos. De nuevo, este
discurso de “vos sos un vago que no querés trabajar y como no querés trabajar
ni acomodarte al sistema, te penalizo”. Y las penas iban desde el corte de
oreja hasta venderte como esclavo. Yo muchas veces cuando estoy en clases veo
las caras de los estudiantes que se horrorizan, y en realidad los invito a
interpelarnos de cómo hoy mismo el sistema ejerce violencia constantemente y
hace lo mismo frente a los que no se normalizan. Porque lo que hay que entender
es que el sistema capitalista nace estructuralmente violento. Ahí es donde va a
poner el énfasis Marx. Y un poco lo que invitamos es a ir y venir con el mundo
antiguo griego, donde encontramos varios paralelismos con él debido a la
recuperación de la idea de la buena sociedad en él marxismo: la sociedad
comunista entendida como una sociedad que permanentemente se critica a sí
misma. Es el movimiento que permanentemente supera la situación existente. En
un sentido valorativo: ajeno del consumismo desenfrenado del capitalismo, más
solidario, más cooperativista.
F.R: Luego de que el mundo antiguo griego
entendiera al ser humano con su esencia política, ¿Cuál es la explicación que
encontrás sobre los autodenominados apolíticos?
N.C: Bueno, me puse un poco a historizar sobre cuando fue que
se da este cambio. Es decir, cuando se deja de pensar al ser humano como un ser
político. Y ahí pude observar que Desde la segunda mitad del siglo XVIII, la
economía se aleja de la política, se separa de la misma y pretende una total
autonomía (tanto en el orden práctico como en el intelectual). La economía no
solo quiere separarse de la política, sino desvalorizarla colocándola en un
segundo plano, poniendo en tela de juicio su importancia y su existencia. Esto
se concreta claramente en las ideas y prácticas del individualismo liberal que
sostiene que la economía se halla sometida a leyes naturales y en consecuencia
la política nada tiene que hacer en ese terreno. Si interviene, será para
ponerle obstáculos a esa rueda maravillosa, que de otro modo giraría por sí
misma (las fuerzas del mercado). El liberalismo concluye en una concepción
minimalista del Estado, en la que se le deja el menor sitio posible. Al
contrario de lo que planteaba los griegos, en la vida del hombre común la
política no es más que una excepción o un episodio: “el hombre de la era
liberal es el hombre menos politizado que ha existido”.
Ahora bien, ¿cómo se relaciona esto con los llamados
a-políticos? Creo que con el triunfo de la filosofía individualista y liberal.
Sin dudas esto se cristaliza con el avance de la derecha liberal a nivel
mundial, regional y nacional. El triunfo de Macri en las elecciones
presidenciales del 2015 es sin dudas el triunfo de esta filosofía
individualista liberal que se ha configurado como un sentido común hegemónico y
que ha calado en mentalidades y subjetividades. Para entender esto hace falta
reponer hechos históricos como el golpe del 30, del 55 y del 76 en el marco de
procesos históricos que van calando en lo más profundo de las estructuras sociales.
De estos procesos históricos, considero que para
comprender los procesos actuales es necesario comprender el impacto que tuvo la
última dictadura desaparecedora de personas sobre los cuerpos y sobre las
subjetividades. El modelo neoliberal con valorización financiera que la Junta
militar impuso “a sangre y a fuego” en nuestro país es un modelo liberal en lo
económico con una apoyatura filosófica profundamente individualista que se fue
configurando como hegemonía política y caló en nuestra sociedad dejando huellas
muy profundas. El rol de los medios
de comunicación masivos y concentrados fue esencial para penetrar en las
subjetividades y mentalidades del pueblo argentino con el objetivo de lograr
ciertos consensos (anti estatal, anti-político y pro mercado) que habilitaron
por un lado la imposición de un modelo desindustrializador, de endeudamiento,
de ajuste y de represión. Posteriormente, post-recuperación democrática esos
mismos consensos permitieron profundizar el modelo en el marco de las denominadas
reformas neoliberales de re-estructuración del estado que significaron por un
lado un achicamiento y vaciamiento del Estado y por otro la mercantilización de
nuestras vidas. En el plano cultural, durante la década del 90, “el algo habrán
hecho”, “el no te metas” presentes en la dictadura, se vieron reforzados por
“el hacé la tuya”, “el sálvese quien pueda” y el absoluto menosprecio hacia la política. Todas
estas expresiones representativas de comportamientos y valores profundamente
individualistas. Sobre todo el miedo metido en los cuerpos.
F.R: Sobre esto que decís, me resulta muy
interesante y relevante pensar en cómo desde el sentido común se reforzó esta
filosofía individualista con el miedo. O sea, de ver al otro como alguien que
me puede cagar o me puede limitar mis posibilidades.
N.C: Ahí también vuelve a renacer esa visión hobbesiana sobre
el hombre, como lobo del hombre. El otro como una competencia que tengo que
destruir. En vez de entender al otro como un hermano y creer en lo colectivo.
Esa dimensión colectiva de la que tanto hablaban los filósofos griegos.
F.R: La dimensión de la seguridad también
juega un rol preponderante en esa filosofía individualista. Porque “si yo no lo
paso por arriba al otro, él me va a arrollar”. Digamos que la mera existencia
del otro me produce un deseo de competir para borrarlo del mapa.
N.C: Si, la competencia, junto con esta filosofía
individualista, son claves para hacer funcionar el sistema capitalista en el
que vivimos.
F.R: Con todos estos marcos de pensamiento, el
anarquismo quedó como un capítulo perdido dentro de esta gran discusión
filosófica y política ¿Cuál crees que es su lugar?
N.C: Si, me resulta interesante porque de hecho cuando hacemos
el recorrido histórico con la materia: “Problemas socio-económicos argentinos”
yo soy muy crítica con ese programa porque casi que no hay lugar para el
anarquismo. Se lo ve generalmente de manera muy marginal, cuando en realidad en
Argentina fue sumamente potente, y esos obreros que llegaron con las
inmigraciones, empezaron a calar en el proletariado local representando una
amenaza para ese estado nacional que se estaba formando. Ahí mismo el estado
respondió no sólo con represión, sino también con doctrinas de seguridad. Y
pensando en lo que decías, realmente se traduce en los programas de estudio
porque se lo deja de lado al anarquismo como un capítulo perdido. Y donde de
hecho, no se le da la entidad que tuvo en la historia argentina.
F.R: Incluso hay muchas personas que no
conocen que las ocho horas de trabajo, y el fin de semana libre, eran reclamos
que llevaban adelante los anarquistas en el 1900 y que recién con el peronismo,
luego de cuarenta años, serán otorgados a los trabajadores.
N.C: Por eso, es interesante analizar que invisibilizado está
el anarquismo en la Argentina, y a su vez, que potente que fue. En términos que
luego de cuarenta años después, se logra concretar eso. Me parece alucinante
tratar de desentrañar los motivos de la invisibilización. Parece
que no hubiesen existido, y si yo no lo repongo y no lo traigo el conflicto
entre clases parece no existir.
F.R: Para cerrar el eje de la apolítica, ¿Qué
reflexión haces sobre la victoria electoral de Mauricio Macri?
N.C: Veo que hoy pareciera que ya no es necesario la fuerza del
aparato represivo para imponer el modelo neoliberal. A casi 40 años de la
dictadura más sangrienta de la historia argentina, por las urnas y con el apoyo
de un 51% de argentinos se legitima el ascenso de la derecha al poder, votando
un programa económico neo-liberal que propone el ajuste y una clara amenaza a
los derechos conquistados por el pueblo durante estos años.
Que haya ganado Macri significa que ese sentido común
liberal sigue aún vigente y forma parte del universo simbólico de gran parte de
la sociedad argentina. Sólo un pueblo despolitizado, sin memoria y sin poder
popular real puede legitimar por vía democrática a una fuerza política que
públicamente dió a conocer su programa de ajuste económico (megadevaluación,
quita de subsidios, etc.), que públicamente expresó “conmigo se acaba el curro
de los derechos humanos”, que tiene entre sus filas a personajes como Patria
Bullrich que en plena crisis del 2001, siendo Ministra de Trabajo recortó
haberes jubilatorios en un 13% y que tuvo el apoyo expreso de la derecha
latinoamericana a la espera ansiosa de la restauración conservadora en nuestra
América Latina.
Es interesante ver como este modelo busca que el espacio
público no esté tomado por el pueblo. Y que en cambio, se quede en lo
doméstico, recluido e individualizado para imponer medidas económicas. Y que no
les gusta esto de que nos juntemos para ver qué es lo que está pasando. Y esto
lo relaciono directamente con el último eje de los que me propusiste, que es la democracia. Es
sabido que la antigua
Grecia fue no sólo cuna de la civilización occidental, de la
filosofía, sino también de la Democracia como forma de gobierno del pueblo,
basada en la igualdad de todos los ciudadanos en la toma de decisiones
colectivas. Claramente que ese “todos” excluía a los desiguales por naturaleza
para el mundo griego: mujeres, esclavos y extranjeros. Pero aquí lo que me
interesa resaltar es que la igualdad era el eje de la Democracia ateniense, a
diferencia de otras formas de gobierno como la Aristocracia (defendida por
Platón) que era el gobierno de los mejores, de los más sabios. En el Siglo V
a.c, la democracia ateniense se construyo en torno a una institucionalidad
central como la Asamblea donde se convocaba a toda la ciudadana para la
participación en la toma de decisiones respecto a aquellas cuestiones que hacen
a la organización de la
polis. Es decir, en los asuntos públicos de la ciudad. Por su parte,
por sorteo se conformaban las Magistraturas, los Tribunales de justicia y el
Consejo.
Es vastísimo lo que podemos reflexionar en torno a la dinámica y los procesos de transformación que ha sufrido la democracia en el mundo, pero aquí me interesa marcar un punto en torno a la tensión entre democracia y capitalismo. Creo que estamos siendo testigos de la cada vez mayor imposibilidad del desarrollo de la democracia en el marco del capitalismo porque justamente la democracia de basa en el principio de la igualdad mientras que el capitalismo se funda en una desigualdad estructural de origen que coloca de un lado a los sectores propietarios de losmedios de
producción y del otro a los propietarios tan solo de su fuerza de trabajo. Esta
desigualdad es estructural porque está en el origen mismo de la acumulación
capitalista.
Es vastísimo lo que podemos reflexionar en torno a la dinámica y los procesos de transformación que ha sufrido la democracia en el mundo, pero aquí me interesa marcar un punto en torno a la tensión entre democracia y capitalismo. Creo que estamos siendo testigos de la cada vez mayor imposibilidad del desarrollo de la democracia en el marco del capitalismo porque justamente la democracia de basa en el principio de la igualdad mientras que el capitalismo se funda en una desigualdad estructural de origen que coloca de un lado a los sectores propietarios de los
Por lo tanto, la democracia por más que trate de
perfeccionarse tropieza con una realidad socioeconómica que establece límites
precisos a la vida democrática. La democracia bajo el capitalismo, no puede
ocultar que en el fondo lo importante es la acumulación del capital y que la
democracia es un adjetivo. Con lo cual, en este régimen de acumulación
capitalista, la democracia es un método, es una conveniencia y no una verdadera
necesidad. No hay por lo tanto un opción, una apuesta por la democracia. Es una
democracia acotada o formal que no pone en discusión o en cuestión la
distribución de la riqueza en nuestras sociedades. Es un método por el cual la
sociedad permanece inalterable (la apuesta es por el status quo) y sÓlo se
cambia aquellos que van a regir los destinos del país.
Frente a este statuquismo, creo que es para aquellos que entendemos
la política como una herramienta de transformación social, es imperativo
recurrir a otro gran aporte del marxismo en torno la noción del permanente
cambio de la historia a partir de la lucha de clases. Es decir, la lucha, el
conflicto como motor de la historia y es ahí donde recobra significado la
actualidad de la palabra revolución como trastrocamiento de ese status quo que
nos plantea el capitalismo.
Pensar la realidad en clave marxista, nos permite pensar
que es posible otro modo de vivir, un modo de vivir más vivible como dice la
feminista norteamericana Judith Batler. Es posible pensar en alternativas al
capitalismo y para ello no basta con la agudización de las contradicciones
objetivas, sino que es necesario la aparición del sujeto revolucionario y ese
sujeto revolucionario es un sujeto plural conformado por todos aquellos que son
agredidos por los modos de explotación capitalista: las mujeres, los
trabajadores, los indígenas, los colectivos de la diversidad sexual, etc. Y
para eso es fundamental la batalla de ideas que apuesta a la concientización de
las mayorías populares.
Fuente: http://www.anred.org/spip.php?article14148
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