¿QUÉ GANARÍA URUGUAY CON UNA TERCERA
PLANTA DE CELULOSA?
El Gobierno
Nacional pretende imponer por decreto el proyecto de una tercera planta de
celulosa pasando por encima de las normas legales vigentes, que son las que dan
ciertas garantías al pueblo, dando por descontada la renuncia de la población y
los Gobiernos Departamentales a participar en decisiones clave para el país.
Tal sería el
caso de firmarse un contrato de inversión sin haber cumplido requisitos previos
tales como la presentación de un proyecto concreto, con una ubicación acorde
con las directrices departamentales de ordenamiento territorial, así como de un
estudio de impacto ambiental y la evaluación correspondiente.
A la luz de
experiencias anteriores, como el contrato firmado con Montes del Plata, se
vulneraron normas legales y atribuciones de otros poderes del estado, se
otorgaron beneficios fiscales y facilidades de zona franca, así como la imposibilidad
de modificar los aportes tributarios, que no posee la industria nacional,
además de comprometer la posibilidad de someter al país a juicios
internacionales.
Como resultado
de lo anterior, Uruguay no sólo no alcanzaría logros relevantes con la instalación
de esa planta de celulosa, tendría además pérdidas significativas tanto desde
el punto de vista económico, como social y ambiental.
Impactos
económicos
¿Cuál ha sido
el aporte de las pasteras en zona franca? ¿Cómo se justifica otorgar los beneficios
de zona franca a una industria hoy altamente rentable y que hace uso directo de
recursos naturales en los que tenemos disponibilidad local y evidentes ventajas
comparativas, que no abundan en el mundo?
Si sumamos las
cifras declaradas por las tres plantas de celulosa, se invertirían US$ 7.600
millones y ganarían US$ 24.361 millones. Es decir que, descontada la inversión,
tienen un lucro de US$ 16.761 millones. Por cada dólar invertido, se llevan
2.20. O sea que no realizan ningún “aporte” por la extracción de recursos del
país. ¿Por qué no dirigimos nuestros recursos según nuestras decisiones?
El
establecimiento de la base forestal costó mucho dinero en subsidios y mucho más
en renuncias fiscales. Eso sin entrar en la discusión sobre la pérdida de puestos
de trabajo, degradación de los recursos hídricos y otros costos sociales y
ambientales que se asocian con los monocultivos de árboles. Al ampliarse la
superficie forestada para abastecer a una tercera planta de celulosa se
perderán nuevas áreas aptas para la producción de alimentos, carne, leche,
cultivos.
Infraestructura
Tenemos
carreteras y caminos destrozados por esta actividad, cuyo mantenimiento y
reconstrucción venimos pagando nosotros, inclusive con accidentes y muertes.
Dado que UPM lo plantea ahora como una condición previa, pagaremos con
anticipación y el gasto seguirá a cargo del estado uruguayo, sin contrapartida
de las empresas.
En los casos
en que luego de inversiones millonarias por parte del estado, como en el puerto
de La Paloma, se le exigió una contrapartida a las empresas, el dragado, éstas
no accedieron a hacerlo y se perdieron cuantiosas inversiones.
El gobierno
dice que “va a invertir en infraestructura”. Si aportará US$ 1.000 millones:
¿por qué no poner nosotros condiciones? Si es una inversión: ¿por qué no
participar en las ganancias del proyecto? Por otra parte, no se sabe de dónde
sale la cifra de US$ 4.000 millones que invertiría UPM porque la empresa no lo
ha dicho y una planta similar en Finlandia estaría costando US$ 1.500 millones.
Se menciona la
reconstrucción de una línea de ferrocarril. ¿Desde cuándo se habla de su
necesidad para el pueblo uruguayo? Se lo ha dejado agonizar. Tenía que venir
una transnacional para que, entonces sí, se diga que se hará.
Es un tema de
fondo de la política económica oficial. Afirman que “el mercado” decide, que el
Estado no interviene. Pero el Estado interviene y mucho, otorgando renuncias
fiscales y garantías soberanas para las empresas transnacionales.
Balance
energético
Una de las
"ventajas" atribuidas a las plantas de celulosa es la generación de
energía "limpia" a partir de biomasa para el sistema eléctrico
nacional. Sin embargo, el balance energético de esas plantas es negativo, son
fábricas comunes que consumen fueloil y complementan sus necesidades con
biomasa. En el período 2011-2016, compraron fueloil a ANCAP y quemaron casi el
doble de la energía que le vendieron a UTE.
¿Por qué ANCAP
vende el fueloil a las plantas de celulosa entre la mitad y un tercio del
precio a que se lo vende a las industrias locales que pagan todos sus impuestos
y generan muchas más fuentes de trabajo? ¿Cómo se explica, además, que el
precio para las pasteras sea inferior al que ANCAP paga cuando lo importa?
Impactos
sociales
A pesar de la
planta de Botnia/UPM, cuya producción se inició en 2007, Río Negro se mantuvo
entre los departamentos con mayor tasa de desempleo del país. Entre 2008 y
2010, estuvo en el primer lugar; en 2011 fue superado por Artigas, Durazno y
Treinta y Tres; y en 2012 solo Durazno tenía mayor porcentaje de desocupación.
El empleo
definitivo en una planta de celulosa es pequeño, solo existe un empleo temporal
en precarias condiciones, con trabajadores extranjeros sin poder controlar el
respeto de los derechos laborales de todos y con graves impactos sociales
(aumento de arrendamientos, desorden social local, prostitución, etc.).
Los Censos
Agropecuarios entre 2000 y 2011 muestran que el empleo en el sector forestal se
redujo de 4,5 a
1,8 trabajadores cada mil hectáreas, mientras que en la ganadería se situaba en
5,8 y 4,7 trabajadores, respectivamente. No es correcto atribuir a las plantas
de celulosa los empleos en plantaciones ya existentes.
Las nuevas
plantaciones de eucaliptos profundizarán el proceso de desertificación del
territorio al Norte del país y la fragmentación de la sociedad rural. Se
acentuará la desaparición de pequeños y medianos establecimientos, que son los
pilares de la sociedad que vive en el campo, sustituyéndolos con empleos
temporales poco especializados, con condiciones de trabajo precarias y peor
pagadas.
Impactos
ambientales
Un primer
punto a destacar es la gran concentración de agentes contaminantes que deberían
ser absorbidos en una pequeña región del territorio. Las plantas existentes en
el país están separadas unos 150 kilómetros , la proyectada sería equivalente
a la suma de las dos en un mismo lugar, a lo que se agrega un caudal siete
veces menor al del Río Uruguay. La contaminación del Río Negro ha pasado a ser
un consenso, como lo es la
del Río Santa Lucía. Las cianobacterias permanecen incluso en
invierno, cuando lo normal en esa estación era que prácticamente
desaparecieran.
Ya existe una
disputa por el uso de los recursos hídricos en esa zona: ganadería, generación
de energía, nuevos planes de riego, plantaciones forestales. Se agregaría una
mega
planta de producción de celulosa, muy demandante por si misma del recurso,
una situación que se agravará en los períodos de estiaje.
La producción
diaria de celulosa en la nueva planta sería de unas 7.400 toneladas, lo que
implicaría una extracción diaria de agua de 214.600 m3 (similar al
consumo de la ciudad de Montevideo) y una devolución diaria de 185.000 m3 como
efluentes. De esta manera, la planta consume 29.600 m3 diarios de agua,
pero la pérdida para generar energía es dos veces ese volumen, es decir 59.200 m3 , porque el agua
del Río Negro se turbina más adelante en las represas de Baygorria y Palmar.
Los efluentes
de una planta de celulosa tienen una gran variedad de componentes: sustancias
orgánicas consumidoras de oxígeno, fósforo y nitrógeno, arsénico, cadmio,
cobre, mercurio, níquel, plomo, zinc, sustancias muy tóxicas -dioxinas,
furanos, fenoles-, materiales particulados, compuestos clorados orgánicamente
ligados (AOX), compuestos de azufre, agentes microbiológicos, etc.
Asimismo,
estas plantas generan un aumento importante de las emisiones de dióxido de
carbono, óxidos de carbono y otros compuestos que hacen que Uruguay sea un
contribuyente real al efecto de invernadero promotor del cambio climático en
vez de un sumidero de carbono, como se ha tratado de propagandear.
Curiosamente, en los informes del país no se incluyen estas emisiones.
Ya que se
habla de las 'últimas tecnologías disponibles', ¿Por qué no se utiliza el agua
en circuito cerrado o quasi cerrado? ¿Y la tecnología libre de cloro?
Por último,
una evaluación de los impactos de las plantas de celulosa no puede ser ajena a
los de la forestación, que van desde la reducción del rendimiento hidrológico y
la biodiversidad, hasta una grave alteración de la materia orgánica y las
propiedades físico-químicas de los suelos desarrolladas a través de siglos.
En particular,
debería preocupar la vulnerabilidad hídrica de la población de las zonas
altamente forestadas, dado que la afectación del ciclo hidrológico implica
pérdida de resiliencia del país ante los efectos adversos del cambio climático.
En
conclusión
Exceptuando la
etapa inicial de la construcción, que puede durar unos tres años, los impactos
económicos de una planta de celulosa en las condiciones admitidas por el
gobierno son negativos, a corto, mediano y largo plazo. La inserción
internacional es de las peores posibles, y el “crecimiento” de que se habla
engaña, ya que la mayor parte del ingreso generado no queda en el país.
En definitiva,
Uruguay no ganaría nada significativo con la instalación de esa planta, pero
además saldría perdiendo en cada uno de esos aspectos. Si nos preocupa el
bienestar de la población y que la naturaleza pueda seguir proporcionando
servicios ambientales imprescindibles, como el agua para consumo humano y
animal, con este proyecto nos alejamos de los más elementales conceptos de
Desarrollo.
Para no
hacerlo, deberían al menos cumplirse condiciones básicas tales como:
- la transparencia, sobre todo que se
empleen mecanismos de participación pública que permitan a la sociedad
involucrarse en decisiones claves para optimizar los beneficios de los recursos
existentes en el territorio nacional;
- una inversión extranjera acorde con
un Programa Nacional de Desarrollo, donde sus objetivos, condiciones y demás
los fijemos colectivamente. Nosotros debemos decidir, no someternos a designios
extranjeros; y
- una forestación a una escala que
respete suelos y cuencas hidrológicas, así como las actividades productivas
tradicionales; que impulse también maderas nobles y el máximo de valor
agregado, donde la celulosa (un commodity) se industrialice en el país de
distintas maneras y haciendo papel, para consumo interno en primer lugar,
capacidad que acabamos de perder con el cierre de Fanapel, que no mereció del
gobierno poco más que una declaración.
Que se ignore
la propia experiencia de Uruguay es triste y preocupante. ¿Por qué no se
analizan y debaten estos temas abiertamente con la población?
Movimiento
por un Uruguay Sustentable (Movus)
25 de mayo de
2017.
Contactos
de referencia:
Ana Filippini
098 407 572
Angel Segura
098 726 485
Carlos Anido
099 494 679
Elizabeth Díaz
099 375 508
Raúl Viñas 099
648 685
Víctor
Bacchetta 098 935 317
No hay comentarios:
Publicar un comentario