Desde abajo y a la
izquierda, hay mucho pueblo dispuesto a defender a Venezuela
Por Carlos Aznárez
Rodolfo Walsh, cuya
coherencia y rebeldía ante el poder establecido sigue alumbrando el camino de
nuevos y anónimos revolucionarios y revolucionarias, despreciaba a cierto tipo
de “intelectuales” que nunca le encuentran la punta al clavo. Ese tipo de gente
que predica desde púlpitos que ellos y ellas mismas se construyen para sugerir
que nunca llega el momento de lo que indudablemente hay que hacer, o que se
devanan la sesera para descubrir los puntos débiles de tal o cual proceso
revolucionario que sí se hizo, a pesar de ellos. En otras palabras, son los que
prefieren ver el árbol e ignorar el bosque, y casi siempre se equivocan en sus
acertijos situacionales, porque muy pocas veces (como en todo hay excepciones)
se embarran los pies con los de abajo.
Algo de eso viene
ocurriendo en este último tiempo con cierta “izquierda”, mayoritariamente
académica, que en las actuales condiciones de embestida imperialista contra
Venezuela prefieren hacerse a un costado de lo que sostiene la mayoría de la
franja más humilde del pueblo de Bolívar y Hugo Chávez y lanzar por todo lo
alto una nueva carga de munición gruesa contra este proceso. Y lo hacen desde
la variante de resucitar, otra vez, la teoría de los dos demonios.
Como no podía ser
de otra manera, este tipo de ataques, formulados en declaraciones, artículos o
manifiestos cuentan con amplia difusión en medios
ostensiblemente de derecha, que se regodean en contar entre las filas de los
aporreadores de la
Revolución Bolivariana no solo a los cómplices del golpista
Capriles Radonski y al instigador de crímenes contra el pueblo, Leopoldo López,
sino también a una pleyade de “izquierdistas”, entre los que figuran quienes
siempre salen de la escena cuando la situación pinta borrascosa, o los que se
suman a la estampida “por las dudas”, temerosos de no quedar “pegados” al
eventual naufragio de un barco que en alguna lejana ocasión (cuando corrían
buenos tiempos y se practicaba la solidaridad 5 estrellas) ellos mismos
ayudaron a navegar y hoy tratan de hundir.
Estos
“izquierdistas” propagandizados por Infobae y otros medios
derechistas, acusan al gobierno de Nicolás Maduro de estar “deslegitimado y con
marcados rasgos autoritarios”. Para dar más fuerza a sus denuncias se recuestan
en los recovecos de la democracia burguesa, de la que se dicen cultores y
defensores, y desde allí critican que el Ejecutivo venezolano “desconoce a
otras ramas del poder", entre ellas la Asamblea Legislativa ,
invadida desde diciembre de 2015 por una banda operativa de propagadores de la
violencia fascista. Esos mismos que hoy lanzan a la calle a sus cachorros, mezcla
de “nenes de mamá” con lúmpenes y paramilitares colombianos, para arrasar con
todo lo que huela a chavismo, golpear a mansalva a ciudadanos y ciudadanas que
no se suman a sus objetivos desestabilzadores, degollar con cintas de acero a
desprevenidos motoristas. En su práctica terrorista han llegado a quemar vivos
a jóvenes chavistas o linchar a un ex teniente de la Guardia Militar
Bolivariana.
Por muchísimo menos
que eso, en cualquiera de los países de donde provienen estos “intelectuales de
izquierda”, no la policía sino el propio ejército ya hubiera generado, en su
afán represivo, un auténtico cementerio. Sin embargo, el “autoritario” es
Maduro que ha ordenado que el freno a tanta criminalidad se haga ateniéndose al
Estado de derecho. Y cuando esto no ocurre, a diferencia de otros países, no se
duda en detener y juzgar a quienes desde un uniforme han violado los derechos
humanos.
¿Se quiere ignorar
acaso que la mayoría de los muertos los ha vuelto a poner el chavismo, como
ocurriera con el golpe de 2002? ¿Se trata de ocultar, desde el palabrería
pseudo-izquierdista, que si en un supuesto negado, estos asesinos que hoy
aspiran a volver a la
Cuarta República , lograron sus objetivos, no terminarían
convirtiendo a Venezuela en algo muy parecido a lo que la OTAN y sus cómplices
mercenarios han hecho en Iraq, Libia, Afganistán y Siria?
Mienten
descaradamente quienes atacan a una Revolución que en 17 años ha ofrecido a
todo su pueblo una avalancha de conquistas sociales, solo comparables con las
otorgada por sus hermanos revolucionarios cubanos. Mienten, cuando hablan de
ilegitimidad sabiendo muy bien que es uno de los procesos que más
confrontaciones electorales ha tenido que atravesar, y en la gran mayoría de
ellas ha salido victorioso.
Mienten cuando
desde su democratismo de ocasión señalan que el Gobierno venezolano bloqueó y
postergó el referéndum revocatorio, sabiendo que fue la oposición la que no
cumplió con los plazos para la presentación de esa demanda y que se inventó y
falsificó miles de cédulas, incluyendo una buena cantidad de muertos, para
forzar lo que desde todo punto de vista era ilegal.
Mienten cuando
hablan de “fallido autogolpe del ejecutivo”, cuando en realidad lo que está
ocurriendo desde hace años, en forma más acentuada desde que el Comandante Hugo
Chávez fuera asesinado, es una verdadera escalada golpista, que incluye todos
los elementos de una guerra de cuarta generación: bloqueo económico y
destrucción de una paridad racional del dinero venezolano con respecto al
dólar, contrabando ilegal y masivo de gasolina y alimentos hacia Colombia con
la complicidad del gobierno de Juan Manuel Santos y del paramilitar Uribe
Vélez, desabastecimiento constante para afectar con la falta de alimentos y
medicamentos a los sectores humildes, mientras en los barrios del Este
caraqueño, donde vive la burguesía maiamera, se puede adquirir lo que no se
encuentra en Catia, Petare o el barrio 23 de enero. Ni qué decir del rol jugado
por el terrorismo mediático en todas estas instancias.
Mienten estos
"intelectuales y académicos” cuando hablan de que a ellos les interesa la
paz para detener la “violencia institucional y la callejera”, típico de la
teoría de los dos demonios. No hay dos violencias, sino que por un lado hay
terrorismo puro y duro, y por el otro un intento racional y medido de
contrarrestarlo.
Mienten estos
“pacifistas” cuando pretenden ignorar los numerosos intentos de
convocatoria al diálogo realizadas por el gobierno de Maduro a una oposición,
que como ocurre en Siria, lo único que le interesa es la guerra y el
derrocamiento de un gobierno legítimo para construir una neocolonia
norteamericana en suelo venezolano. Una vez que ello ocurra, lograrían su
verdadero objetivo de tanta destrucción y muerte: recuperar para Washington
todo el petróleo hoy administrado por PDVSA, así como los yacimientos minerales
distribuidos profusamente en suelo venezolano.
Llama poderosamente
la atención que estos mismos planteos “izquierdistas” coincidan tanto con los
formulados, en clara actitud provocadora, por el secretario de la OEA, Luis
Almagro e incluso con los “llamamientos humanitarios” lanzados por el Comando
Sur norteamericano. Esto ocurre, porque en los tiempos que corren, donde el
imperialismo está en plena ofensiva y nuestros pueblos resisten en los diversos
escenarios que les permiten sus propias fuerzas, no es de izquierda levantar
las propuestas de la derecha internacional, no es de izquierda oponerse a lo
que la mayoría del pueblo trabajador y campesino, los estudiantes, las mujeres,
los jóvenes y la gran mayoría de los colectivos sociales anhelan para
Venezuela. Y esto es, defender las innumerables conquistas logradas con la
Revolución chavista, apoyar al gobierno de Nicolás Maduro, fortificar aún más
la unidad pueblo-fuerzas armadas (algo que la oposición quiere romper a fuerza
de asesinatos selectivos contra militares) y lograr instalar un escenario
definitivo de paz y no injerencia.
Como ocurriera en
otros tiempos, en que la Revolución cubana tuvo que tomar medidas drásticas
para frenar ataques terroristas orientados por el gobierno de Estados Unidos,
hoy también, como ayer, algunos “intelectuales” deciden coquetear con el diablo
y atacar lo que el pueblo venezolano está dispuesto a defender hasta con su
propia vida. El gran problema es que la calle del medio por la que tratan de
transitar estos criticones ya no existe. Se acabaron las medias tintas, y la
disyuntiva es elegir, si realmente se es de izquierda: entre la Revolución y el
antiimperialismo, profundizando y ridiculizando su accionar para llegar al
socialismo, o acoplarse vergonzosamente con los acólitos venezolanos de la
destrucción política, económica y militar de nuestros países.
Leyendo la lista de
firmantes de algunos de estos manifiestos opositores “de izquierda” duele
encontrar a algunos nombres que supieron estar a la altura de las
circunstancias en diferentes patriadas anticapitalistas. Sólo a ellos, no a
otros que nunca entendieron ni a Cuba ni a Venezuela, vale la pena pedirles que
recapaciten y no sigan acercando más gasolina al fuego de la destrucción de la
gesta bolivariana. No es cuestión de desentenderse del pensamiento crítico, ni
mucho menos, hay diversos temas que quienes nos sentimos chavistas también
debatimos sobre errores cometidos, pero con la responsabilidad de saber sobre
que terreno pantanoso el Imperio ha ido instalando al proceso bolivariano.
En ese sentido, es fundamental tener en cuenta una premisa que viene
desde la historia de las luchas populares, se trata de que el enemigo principal
quiere apoderarse de Venezuela, como antes lo hizo en Honduras, Paraguay,
Brasil. Si Venezuel cae, toda la Patria Grande será afectada duramente y ya será
tarde para los arrepentimientos.
Por último,
constatar que todavía hay mucho pueblo y no pocos intelectuales y académicos de
izquierda con mayúscula que están dispuestos a defender a Venezuela, a su
gobierno y a su proceso revolucionario. Caiga quien caiga, le guste a quien le
guste y cueste lo que cueste.
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