El poder y sus lacayos
4 de mayo de 2017
Los integrantes de la sagrada familia, tanto
judicial como clerical, bajo un manto de absoluta impunidad nos sorprendieron
con algunas trágicas noticias que solo pueden comprenderse si analizamos parte
del complejo panorama político que hoy estamos viviendo.
Por Mucho Palo Noticias
La descalificación a lxs trabajadorxs y sus reclamos, la
embestida contra lxs docentes, las frases del presidente de “caer en la escuela
publica” versus acceder a la calidad educativa privada, junto con el intento de
reforma curricular para implementar la enseñanza religiosa, aportan algunos
datos que nos permiten comprender una parte de los procesos que culminaron en
estos días con las dos terribles acciones llevadas adelante por el episcopado y
la corte suprema de justicia.
El mensaje que nos quieren dejar sin duda es
que hay que borrar la historia.
Comencemos recordando que en 1955 durante el gobierno de
Aramburu, se promulgó una ley (conocida como ley de enseñanza libre) hecha a
medida de los intereses de la Iglesia católica y la oligarquía, que permitía la
creación de casas de estudios privadas, en donde la religión tenia absoluta
injerencia. Gracias a distintos procesos de lucha, el 19 de septiembre de 1958,
se produjo una de las movilizaciones más grandes e importantes por parte del
estudiantado para defender el carácter laico de la educación pública Argentina.
Días antes se habían concentrado en una manifestación el
sector de defensores de la
enseñanza Libre encabezado por el Arzobispo de La Plata Monseñor Plaza ,
que contaba con el apoyo absoluto de los principales medios
de comunicación.
Pero como decía Walsh, hay que romper el círculo y hoy los
que pretenden despojarnos de la memoria vuelven a plantear los mismos
argumentos que los poderosos, los empresarios, los fascistas y los integrantes
de la mafiosa cúpula de la iglesia católica de aquellos tiempos.
El clero omnipresente en el poder económico y político, vuelve
a remarcar con sus voceros la diferencia entre la enseñanza pública y privada;
libre y laica. Vuelve a predicar la contracara de la justicia y la memoria, que
es la reconciliación, la caridad y el olvido.
El poder cuenta con sus apéndices y sus lacayos como la
sagrada familia judicial, que mostró su participación y subordinación para
mantener inalterables las inmorales prácticas del poder económico y político.
Como caricaturescas figuras que intentan replicar los
hábitos monárquicos “sus señorías” en los “palacios judiciales” imparten
justicia sentados en sus ornamentadas sillas siempre debajo de un gran
crucifijo y, en sintonía con la sociedad mafiosa que más tiempo ha perdurado en
la historia del planeta, la iglesia católica, intentan aplicar el beneficio del
2×1 a los genocidas, mientras la empresa religiosa nos invita a la
reconciliación.
Pretenden que olvidemos los crímenes cometidos durante la
última dictadura cívico eclesiástico militar. Crímenes que se replican día tras
día, cuando 300 personas apropiadas desconocen su realidad. Cuando 30000
asesinadxs siguen desaparecidxs gracias a pactos de silencio.
Esperan que no nos demos cuenta que aún en democracia, las
prácticas del aparato represivo son utilizadas por muchas de las estructuras
del Estado. Y es que para los poderosos hoy más que nunca es necesario borrar
la memoria, cuando los cómplices civiles de la dictadura y sus familiares son
los que están en los altos cargos de gobierno, manejando con absoluta impunidad
la economía, la justicia e intentando poner a las instituciones educativas y
sus trabajadores bajo su dominio extorsivo .
Lejos quedaron las primeras líneas de la proclama
universitaria de 1918 que decía: “Hombres de una república libre, acabamos de
romper la última cadena que, en pleno siglo XX, nos ataba a la antigua
dominación monárquica y monástica”. La cadena nunca ha dejado de someternos,
porque no hemos sido lo suficientemente concientes o valientes como para
arrancar de raíz y terminar con los grandes poderes dominantes.
Esperemos volvamos a entender parte de aquella proclama
que nos decía: “Los dolores que quedan son las libertades que faltan”.
Libertades que conquistaremos cuando hayamos acabado con las grandes mafias
enquistadas en el Estado Argentino y mundial.
Por eso, no olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos.
Fuente:
http://www.anred.org/spip.php?article14119
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