El mismo estado, la misma impunidad
15 de septiembre
de 2016
A
40 años del golpe genocida, y a 10 años sin Julio López, las modalidades de la
represión de Estado en detenciones arbitrarias, el gatillo fácil, la tortura en
sede policial y penitenciaria, la desaparición forzada de personas, la
existencia de presos políticos, el espionaje y la represión en movilizaciones
son moneda corriente y creciente.
Por HIJOS La Plata
Esto porque pese a los
reiterados discursos referidos a una “mayor inclusión”, subsiste una
construcción de poder que no cuestiona en lo más mínimo las crudas
cotidianeidades de la democracia representativa y la economía capitalista, y en
cambio se sirve de sus propios límites para profundizar las políticas de
Control Social: saturar los barrios pobres de policías, llenar las cárceles de
pobres con prisión preventiva como pena anticipada, vaciar las políticas
sociales en salud y educación, pretender bajar edad imputabilidad como un
fetiche del discurso de “inseguridad” y un largo etcétera.
A 40 años del golpe genocida, y
a 10 años sin Julio López, la desaparición forzada de personas se define
técnicamente como la “privación de libertad cometida por un particular o
agentes del Estado, y donde la institución ha prestado su apoyo o aquiescencia
y se niega a informar o reconocer esa privación de libertad”. Desde el caso del
joven José Luis Franco, detenido por la policía santafecina en Rosario el 24 de
diciembre de 1983 y cuyo cadáver apareció golpeado en un descampado; hasta el reciente
caso de Gerardo Escobar, golpeado por patovicas y policías a la salida de un
boliche en Rosario en agosto de 2015 y que apareció una semana después en las
aguas del río Paraná, podemos afirmar que se han producido en Argentina al
menos 212 casos de desaparición forzada de personas entre 1983 y 2015. La
continuidad de la práctica de desaparecer personas tras detenerlas se comprueba
con el dato de que de los 210 casos que se registraron entre 1983 y 2015, el
40% se dieron en las tres gestiones del matrimonio Kirchner. Digno de su
“Maldita Policía” que nunca dejó de actuar, la provincia de Buenos Aires
registra más de un 70% de los casos.
El hecho que marca a fuego esta
práctica perversa, y que une 40 años de continuidades del aparato de poder
organizado para reprimir, es la segunda desaparición forzada de López en
septiembre de 2006, porque se trata de un sobreviviente del Genocidio expuesto
como testigo en una causa de lesa humanidad que dio inicio al proceso de
juzgamiento de los crímenes del Terror de Estado con renovada impunidad.
Definen el caso el señalamiento de las organizaciones de DDHH a la propia Policía Bonaerense ,
el silencio del gobierno al respecto, pese a la gravedad material y simbólica
que presenta, y la apertura de una nueva categoría: el ex detenido-desaparecido
en dictadura, aparecido y vuelto a desaparecer en democracia.
Si en momentos de alto
desarrollo de la conciencia popular y las luchas sociales la desaparición
forzada se utilizaba especialmente como método de represión política de los
oponentes, hoy vemos que los altos niveles de desigualdad y la continuidad de
prácticas de control social hacen que las víctimas afectadas sean en su mayoría
jóvenes pobres, con instrucción básica y sin empleo formal, que habitan las
barriadas populares y son el “enemigo” creado en todas las políticas de gestión
del delito. En todo caso podemos afirmar que en el país de los 30 mil
desaparecidos, y pese a estar tipificado en específico desde 2011, el Estado
sigue negándose a investigar las desapariciones como tales.
A 40 años del golpe genocida no
se ha juzgado ni al 40% de la mínima porción de represores de la dictadura
procesados en 10 años de juicios. A 40 años tenemos un gobierno que niega el
genocidio. A 10 años sin Julio López, la gestión de Macri busca limpiarse de la
impunidad del caso López invirtiendo los roles: el secretario de Derecha Humana
Claudio Avruj y el ministro de Justicia Germán Garavano anunciaron que el
gobierno solicitará a la Justicia que el Estado se presente como querellante en
la causa que investiga la desaparición de López. La movida es de un cinismo sin
par, ya que es el Estado el responsable de la impunidad de 10 años en la causa López , así como
es el Estado, por definición, el único que viola los Derechos Humanos. La transición política que vivimos se parece más a una “etapa
superior” de la represión en la década ganada que a un giro a la derecha, como
les gusta presentar a algunos.
Ante este panorama, y con la
experiencia de una década marcada por la cooptación, la obsecuencia y la
institucionalización de las luchas, el desafío de las organizaciones de
Derechos Humanos, y de todos aquellos que se suman a la lucha contra la
impunidad de ayer y de hoy, sigue girando en torno a mantener la independencia
política y económica del estado y los gobiernos para continuar denunciando.
Sumado a ello se impone el desarrollo de un profundo trabajo de base en los
territorios donde la represión golpea. A su vez se hace necesaria un proceso de
debate y clarificación de la significancia de la represión como política de
Estado, para poder dar proyección política a nuestros reclamos.
Como sabemos la causa López es un
verdadero laberinto de la
impunidad. A 10 años no hay ningún indagado ni procesado ni
detenido. Por eso, para sumar claridad a las denuncias que hacemos, en un
boletín especial para esta fecha explicamos el caso López en 20 puntos.
(YA SALIO EL BOLETIN ESPECIAL DE
HIJOS LA PLATA POR LOS
10 AÑOS SIN JORGE JULIO LOPEZ. CON NOTAS SOBRE LA CAUSA LOPEZ , ANALISIS
SOBRE ESTADISTICAS DE DESAPARECIDOS EN DEMOCRACIA, Y TEXTOS DE LAS FAMILIAS Y
LUCHADORES EN OTROS CASOS DE DESAPARECIDOS COMO LUCIANO ARRUGA, ANDRES NUÑEZ, IVAN TORRES Y DIANA COLMAN.
BUSCALO EN LA FLIA DEL
17/9 EN PLAZA SAN MARTIN, O EN LA
MARCHA DEL 18/9 EN LA
PLAZA.)
Contacto: 0221 155892221
Fuente:
http://www.anred.org/spip.php?article12818
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