Circunscribimos,
si
Boron y
Klachko nos convencen,
el debate
a porqué defender los gobiernos progresistas. Preguntémonos
qué
no quieren debatir e intentemos hallar en el artículo criticado razones para apreciar cuán imprescindible es el protagonismo popular en las deliberaciones y toma de decisiones sobre el destino
común del país-continente e incluso del mundo entero.
Reflexionemos sólo sobre su parte final.
13 de agosto de
2016
Por
Massimo Modonesi y Maristella Svampa (Rebelión)
III. Luchas sociales y horizontes emancipatorios
Al margen de sus discutibles logros en clave posneoliberal, de la persistencia y profundización de la matriz primario-exportadora, más aún, de la amplificación de las desigualdades en un contexto de reducción de la pobreza, estos gobiernos contribuyeron a desactivar aquellas tendencias emancipatorias que se gestaban en los movimientos antineoliberales. Desactivación que sólo parcialmente se puede atribuir a la natural tendencia al reflujo en los ciclos de lucha, la apertura de canales institucionales para impulsar demandas y la satisfacción de las mismas, como suelen hacer gobernantes y defensores del progresismo.
Por debajo del deterioro de los índices económicos y en varios casos, del no reconocimiento de la crisis económica (Argentina, Venezuela), en este contexto de despolitización y desmovilización de las clases subalternas, no sorprende que el fin de ciclo del progresismo se de por la derecha y no por un desborde hacia la izquierda.
Al mismo tiempo, la reconfiguración del poder en clave hegemónica
generó otras resistencias y reacciones desde abajo que hay que valorar ya que,
aún en su insuficiencia, son portadoras de rasgos antisistémicos en sí mismas y
constituyen las reservas estratégicas del movimiento social latinoamericano.
La
hegemonía progresista latinoamericana ha sido tempranamente agrietada por la
crítica al extractivismo, la cual ha venido enriqueciendo las gramáticas de
lucha e incluso interpelando el discurso más clásico sobre el “poder
popular”.
Así, desde organizaciones campesinas e indígenas (los “campesindios”, al decir
de Armando Bartra), movimientos urbanos territoriales, nuevos movimientos
socioambientales, en fin, colectivos culturales y asamblearios de todo tipo,
se
fue pergeñando una gramática política contestataria novedosa que apunta a la
construcción de una narrativa emancipatoria, al compás de nuevos
conceptos-horizonte: Bienes Comunes, Buen Vivir, Comunalidad, Posextractivismo,
Ética del Cuidado, Democratización radical, entre otros.
Por otro lado, la aparente debilidad de las luchas socioambientales reside no tanto en su supuesta marginalidad (el extractivismo amplia sus fronteras cada vez en América Latina); sino en su carácter rural y ligado a pequeñas localidades y, por ende, a su encapsulamiento en la escala local y regional así como a su desconexión con las grandes luchas sindicales y –en menor medida- con las luchas sociales urbanas, en el marco de sociedades mayoritariamente urbanas.
Por otra parte, el paradigma del “poder popular” que promueven ciertos movimientos sindicales y organizaciones urbanas (fábricas recuperadas, movimientos socio-territoriales urbanos, expresiones de economía social popular, entre otros) pese a las contradicciones (la tensión/subordinación con los liderazgos populistas; o su eclosión en el marco de la crisis sistémica, como es el caso de Venezuela), también nos interroga sobre la persistencia y potencialidad de formas de luchas antisistémicas surgidas y alimentadas por sectores populares urbanos.
En todo caso, todo indica que en el nuevo ciclo político estas dos
líneas de acumulación histórica hoy desconectadas (luchas socioambientales,
luchas urbanas y sindicales) cuya trayectoria y espesor difieren según los
países y experiencias, podrían establecer un diálogo mayor, en términos de
estrategias de acción y resistencias a la restauración conservadora y de
superación del progresismo pero también de diálogo en cuanto a la concepción del
cambio civilizatorio y los conceptos-horizonte.
Los conflictos laborales que sacudieron más de un gobierno progresista se nutrieron de la densidad organizacional propia de la forma sindicato pero también del empuje desde abajo, -desde adentro y desde afuera- que le proporcionan el activismo de las franjas juveniles. Además de su contribución al conflicto, en amplios sectores de la juventud latinoamericana se cultivan y promueven valores asociativos, antipatriarcales y libertarios contrapuestos al conservadurismo social-liberal propio del progresismo latinoamericano.
La acumulación de fuerzas y la capacidad de articulación política de estas experiencias es, a todas luces, insuficiente para proyectarlas como alternativa operativa en el terreno de la disputa político-estatal, monopolizado por intereses poderosos y formatos consolidados. Sin embargo, estas luchas contienen prácticas colectivas y trasfondos morales e ideológicos que abren horizontes emancipatorios externos al perímetro delimitado por la oposición progresismo-neoliberalismo. Al mismo tiempo, a nivel societal, su fortalecimiento y consolidación antagonista como contrapoderes le confieren un valor inestimable ya que, en la mediana duración de los cambios de época, frente al evidente desvanecimiento de la ilusión posneoliberal y bajo la amenaza restauradora, es indispensable orientarnos desde abajo, a contrapelo de toda tentación conservadora, esto es, a partir del hilo rojo de la capacidad de resistencia y la vocación emancipatoria de las luchas en curso.
En suma, en medio del pluralismo irreductible y de la convulsión movimientista, en estos años aparecieron algo más que destellos prácticos y teóricos en la búsqueda de vías emancipatorias. Y lo cierto es que, más allá de la involución populista de los gobiernos progresistas, más aún, del fin de ciclo al que hoy asistimos con preocupación, estas apuestas emancipatorias, estas diferentes líneas de acumulación de las luchas, continúan formando parte del acervo con el que cuentan las clases subalternas de la región.
M. Modonesi es historiador y sociólogo, Profesor de la UNAM, México; M. Svampa es socióloga y escritora. Investigadora del Conicet, Argentina. Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=215469
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