(...)Ahora a la apuesta por no perder de la memoria a López, se le suma el derrotero de demostrar el repudio a la concesión del arresto domiciliario a Etchecolatz porque a Julio López lo desaparecieron pero el que volvió a aparecer, por lo menos en los
Fue el mismo
Etchecolatz, el que organizó los comandos y grupos de tareas encargados de
secuestrar y torturar a los trabajadores y estudiantes en el denominado
Circuito Camps, cuya conformación estaba integrada por 29 centros clandestinos
de detención, distribuidos en 9 partidos de la provincia. En 1985,
Etchecolatz fue condenado a 23 años de cárcel. Gracias al beneficio de la ley
de Obediencia Debida quedó libre, pero en el 2006 se derogó la ley y los
indultos y volvió a ser condenado a reclusión perpetua.
A todo esto, Adolfo
Casabal Elias, abogado de Etchecolatz durante el juicio de 2006 alegó que: “Han
pasado treinta años desde la guerra contra la subversión marxista, nadie quiere
seguir adelante hurgando este tipo de cosas salvo un pequeño grupo, y hay otro
pequeño grupo que se defiende pero se defiende con sus pocas armas ¿Dónde está
la peligrosidad de Miguel Ángel Etchecolatz a esta edad de su vida? ¿Dónde está
la peligrosidad? ¿Qué hecho puede hacerle ver al tribunal que puede haber
alguna peligrosidad en la personalidad de Etchecolatz?”
Uno de los comandos organizados durante su
función en la policía bonaerense fue la que tuvo por víctimas a los estudiantes
secundarios en la “Noche
de los Lápices”. Justamente fue con uno de estos jóvenes con quien Julio López
compartió cautiverio en el pozo de Arana: Francisco López Muntaner, quien había
sido secuestrado junto a nueve compañeros estudiantes secundarios un mes y once
días antes que López.
En uno de sus juicos Etchecolatz pronunció unas palabras antes de escuchar el veredicto: “No es este tribunal el que me condena. Son ustedes los que se condenan”. ¿Se habrá referido a la perpetua condena de la segunda desaparición de López? Porque esa sí que fue una condena para el pueblo argentino.
En uno de sus juicos Etchecolatz pronunció unas palabras antes de escuchar el veredicto: “No es este tribunal el que me condena. Son ustedes los que se condenan”. ¿Se habrá referido a la perpetua condena de la segunda desaparición de López? Porque esa sí que fue una condena para el pueblo argentino.
Como ya mucha
información se dio y existe sobre el macabro prontuario de Etchecolatz, es
necesario tener presente a López. Hay que pensar que algunas de las casas de La
Plata y alrededores fueron hechas por Jorge Julio López durante sus cuarenta y
largos años de trabajo de albañilería. Hoy, cuando la causa judicial de López
tiene la caratula de presunta desaparición forzada es necesario volver a leer
las palabras que escribió un periodista hace algunos años. En su afán por
aportar a lo que organizaciones sociales, políticas, de derechos humanos,
artistas y gente de la cuidad hizo porque no desaparezca López, Miguel
Graziano, realizó una investigación devenida en libro, “En el cielo nos vemos”,
en cuyas páginas puede leerse un poco de la historia de López.
“Jorge Julio López
nació el 25 de noviembre de 1929 en General Villegas, en el extremo noroeste de
la provincia de buenos aires, donde vivió hasta los 8 años, cuando sus padres
se mudaron a una pequeña chacra que alquilaron en el campo.
Su padre, Eduardo López, era nativo y su madre, Consuelo Rodríguez, una inmigrante española que llego a la argentina en barco con una familia que la crió como si fuera hija natural.
Su padre, Eduardo López, era nativo y su madre, Consuelo Rodríguez, una inmigrante española que llego a la argentina en barco con una familia que la crió como si fuera hija natural.
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