Los saberes negados en nutrición,
una
necesaria reflexión
9 de septiembre de 2016
“Es necesario pensar por qué desvalorizamos
los saberes alimentarios que han sido construidos bajo otro tipo de epistemias,
y en cambio damos un lugar privilegiado a conocimientos que pese a su
surgimiento científico, son ajenos a nuestros contextos sociales, ambientales,
económicos y culturales.”
7 de septiembre, 2016
Por Marcela
Ocampo Buitrago
Nutricionista Dietista de la U de A.
Magíster en Antropología de FLACSO – Ecuador
Columnista invitada
Nutricionista Dietista de la U de A.
Magíster en Antropología de FLACSO – Ecuador
Columnista invitada
En bue, idioma de los indígenas Murui, hay una
palabra que contempla la alimentación como parte fundamental de los preceptos
para tener una buena vida. Fimayak+no, que en español se traduce como dieta,
hace referencia a lo que previene, a lo que debe abstenerse o no para conseguir
un objetivo, la transparencia del ser; dietando no solo el alimento sino la
palabra y el comportamiento.
Dentro de fimayak+no, se reconoce al alimento no solo en
su función material, es decir, como lo que satisface una necesidad
biológica del humano, sino también
en su función simbólica, como algo que se constituye de diversos
significados. Al dietarse el alimento como símbolo y a la vez materia, la dieta
se relaciona con la naturaleza, con la relación armónica entre humanos y no
humanos (tierra, río, animales, plantas, espíritu). Por ejemplo, se dieta la
recolección de frutos silvestres en su última cosecha, pues se considera que
éstos podrían causar enfermedad al ser consumidos, permitiendo que esos frutos
sean las semillas para la regeneración de la selva.
Fimayak+no, como una forma diversa e integral de
entender la dieta, surgida de una población indígena de la Amazonía
colombo-peruana, sirve como muestra de lo que poblaciones con culturas
diferentes a la predominante, tienen para aportar a la necesaria reflexión
sobre el actual sistema alimentario. Reflexiones que atañen no solo a la
alimentación per se, sino a los mecanismos por los cuales hemos erguido, como
estudiosos de la alimentación, los conocimientos respecto a ésta.
El reconocimiento de estos otros
conocimientos, puede enmarcarse dentro de la interculturalidad,
concepto en boga desde principios de los noventa, que se refiere a la relación entre sujetos individuales
o colectivos de diferentes culturas. Sin embargo, acá se quiere hacer
énfasis en una noción crítica de la interculturalidad, que considera no sólo la
relación entre diversidades, sino en cómo ésta ha sido construida con base en relaciones de poder racializadas y
jerarquizadas, “con los blancos y “blanqueados” en la cima, y los pueblos
indígenas y afrodescendientes en los peldaños inferiores” 1
En el país, en los últimos años, se ha pensado
la interculturalidad en diferentes áreas, entre las que se incluye,la
alimentación y la salud. Pese a los esfuerzo y a los avances que se han logrado,
en por ejemplo, la inclusión en programas alimentarios de preparaciones
culinarias étnicamente diferenciales y en la inclusión de medicina tradicional
en programas de salud, estos esfuerzos son insuficientes porque la relación con
lo diverso sigue siendo desigual. En otras palabras, las acciones interculturales
asumidas desde políticas públicas en salud y alimentación –aunque no solo en estas-,se
atienen a la interculturalidad como cuestión exclusiva de la otredad, del
otro diverso que debe asumirse en un mar cultural hegemónico y diferente al
suyo con la posibilidad de atravesar pequeñas islas que se parecen a su forma
de comprender el mundo. Esto en la práctica equivale a que, aunque se incluya
un médico tradicional en un hospital o centro de salud, cuando un indígena
asiste al hospital debe someterse a todo el aparataje de salud occidental, o a
que en las minutas de programas de alimentación escolar, se incluya de vez en
vez preparaciones tradicionales sacadas de su contexto simbólico.
Esa equivocada interculturalidad, tiene que
ver con la forma en que construimos los conocimientos que la sustentan, por eso
el llamado más allá de evidenciar la necesidad y urgencia de replantear la
interculturalidad de las políticas públicas en salud y nutrición, debe llevar
al reto de “re-conceptualizar y re-fundar estructuras sociales, epistémicas y
de existencias que ponen en escena y en relación equitativa lógicas, prácticas
y modos culturales diversos de pensar, actuar y vivir". (1) Esto implica
obligatoriamente cavilar sobre
la propia cultura (la occidental) y deconstruir sus fundamentos históricos,
epistémicos y de poder, con relación a otras culturas.
En lo que acá concierne, que es la
alimentación y la forma en que hemos priorizado los conocimientos frente a ésta,
implica entre otras, el riguroso análisis del surgimiento de la nutrición
humana como disciplina del saber y el análisis del privilegio que le hemos dado
a la dieta y a algunas dietas en particular, a favor de la salud humana como
dimensión alejada de la naturaleza.
Solo para esbozar el análisis de las dos
cuestiones anteriores, debe considerarse el lugar que históricamente, en
términos geográficos, políticos, económicos y raciales, hemos ocupado, desde la
denominada modernidad, la cual no pudo ser posible sin la colonización de
América Latina y África.La modernidad/colonialidad, implicó entre otras
cosas un epistemicidio, una “vastísima destrucción de conocimientos propios
de los pueblos causada por el colonialismo europeo” que no tuvo fin con la
terminación del colonialismo político, “pues este sigue operando en las
mentalidades y subjetividades, en la cultura y en la epistemología” (2). Epistemicidio del que no se salvó
ni se salva la alimentación, baste con decir que hay alimentos autóctonos
–como frutos silvestres e insectos- de Colombia que ni siquiera aparecen
registrados en las tablas de composición de alimentos usadas en el país.
Aunque la nutrición, precisamente por tratarse
de una disciplina científica, debe priorizar este método para generar sus conocimientos,
es necesario pensar en el tipo de preguntas, por no decir alimentos y saberes
relacionados con estos, que escogemos para validar científicamente; incluso, es
necesario pensar por qué desvalorizamos los saberes alimentarios que han sido
construidos bajo otro tipo de epistemias, y en cambio damos un lugar privilegiado a
conocimientos que pese a su surgimiento científico, son ajenos a nuestros
contextos sociales, ambientales, económicos y culturales. La imperante
razón de hacer estas reflexiones se resume en que tras varios siglos de
implementar los mismos métodos para la generación de conocimiento, no hemos
logrado disminuir la asombrosa cantidad de personas en el mundo padeciendo
hambre, ni tampoco frenar la creciente epidemia del sobrepeso y, además,
estamos devastando al planeta con el actual sistema de alimentación.
Referencias
bibliográficas
1. Viaña J, Tapia L,
Walsh C. Construyendo interculturalidad crítica. La Paz-Bolivia, 2009.
Disponible:aquí
(pdf)
2. De Sousa B.
Descolonizar el saber, reinventar el poder. Montevideo-Uruguay, 2010. Disponible:aquí
(pdf)
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/Los_saberes_negados_en_nutricion_una_necesaria_reflexion
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