La guerra mediática y los
cambios dinámicos
S.O.S. por la comunicación para la emancipación
23 de septiembre de 2016
23 de septiembre de 2016
Por Fernando Buen Abad Domínguez (Rebelión/Universidad de la Filosofía)
Todo escenario de guerra es un nudo de
tensiones desiguales y combinadas que cobran fuerza y se debilitan al fragor de
victorias y derrotas que se ven, o que no se ven, según convenga o según se
pueda. La guerra mediática, asimétrica, perversa y camuflada... no es distinta.
En situación de guerra mediática los errores se notan rápido y operan en contra
nuestra de inmediato. Toda información que se confunde, que se demora, que no
llega, que se intercepta o que no produce los efectos previstos, abre fisuras
riesgosas, genera debilidad y permite filtraciones cargadas con peligros
incalculables. Las víctimas llegan a adorar a sus victimarios. En la guerra
mediática corregir errores rápidamente es una obligación de supervivencia.
Nada es infalible. Incluso las tácticas y las estrategias más
meditadas y probadas, suelen sufrir derrotas. Los tropiezos, en todas
metodologías, deben ser parte del presupuesto y cada fracaso hipotético debe
contener variables para su solución y superación en plazos muy cortos. Incluso
los aciertos y las victorias, en su carácter efímero y relativo, deben
acompañarse con dispositivos de re-aseguro y duración dialécticos. Todo está en
movimiento permanente y el quietísmo es un peligro siempre.
Países como Brasil, Argentina, Bolivia, Ecuador, Cuba y Venezuela
que en intensidades diversas, pero con ataques permanentes, enfrentan una
guerra mediática sistemática, deben contar con modelos de adaptación y avance
muy dinámico y muy efectivo para dar respuesta a la metralla mediática que los
agobia sin reposo. Deben ensayar estrategias y tácticas -defensivas y
ofensivas- que exigen artillerías bien entrenadas y calificadas para
perfeccionar tareas vitales de información, puesta en común, feed back, propaganda,
agitación y orientación política... minuto a minuto. Lo que falla debe ser
reparado rápido, lo que triunfa debe ser blindado y profundizado. Horas
perdidas son peligros acumulados y derrotas seguras.
Por impericia, por ignorancia, por lecturas erróneas del escenario
de guerra o por burocratismo, se descuida la lucha y se la banaliza con rutinas
desacertadas mientras el enemigo ataca con sus mejores tecnologías, su mayor
creatividad y sus mejores laboratorios de guerra psicológica. Cada una de las herramientas
debe ser analizada permanentemente y ninguno de sus dispositivos lógicos puede
dejarse al azar o a la improvisación boba. Todo debe operar con acuerdo a un
plan general emancipador y nada puede quedar sin ser evaluado para que ofrezca
su mejor aporte. ¿Existe semejante “plan” emancipador?
Todo parece indicar que para combatir a la guerra mediática
burguesa predomina en “nuestras filas” la improvisación, la egolatría, la
sordera y el subjetivismo. Que derrochamos recursos y oportunidades de manera
irresponsable y suicida mientras creemos que nuestros formatos y nuestros
gustos, sacados de los formatos y gustos oligarcas, serán suficientes para
reducir y superar a la andanada mediática enemiga. Cometemos errores de errores
y hemos llegado a circunstancias muy graves por no haber sabido ni podido
contrarrestar la parte de la guerra económica del capitalismo contra los
pueblos que se desarrolla en el campo de la “comunicación”. “En la demora está
el peligro”. Decía José Eloy Alfaro.
Y, encima de todo, las buenas y promisorias estrategias que una
vez se desarrollaron (aun incipientemente) sufren hoy por estancamientos y
retrocesos de todo tipo y combinación. Por la fuerza de la rutina y la
esclerosis burocrática van pareciéndose cada día más a lo que hacen y dicen, de
forma y fondo, los “medios ” enemigos
de los pueblos trabajadores. Y no hay quien escuche con sensibilidad
comprometida. Se comprende, quizá, el problema como algo secundario o como algo
postergable, si acaso se lo comprende.
Es nuestra prerrogativa y nuestra obligación
ofrecer perspectivas críticas, y autocríticas, liberadas de la palabrería
oportunista, didáctica o pedante... purgada de tufos apocalípticos. Es una
responsabilidad ética, propia de la fraternidad revolucionaria, advertir a todos,
y a nosotros mismos, las consecuencias de esos errores que pueden ser
terminales y que pueden llevarnos a escenarios infernales. Especialmente cuando
nuestra producción crítica es susceptible de ser usada por los enemigos de
clase para golpearnos con sus tergiversaciones, des-contextuaciones y calumnias
de siempre. Pero las precauciones no son frenos. Si la crítica científica, que
asume su responsabilidad colaborativa, ha de ganarse antipatías, esas serán
producto de que alguna de las partes no entiende que Revolución es
necesariamente crítica fraterna. Mucho peor que el enojo del algunas vanidades
es la derrota de todos por los egos de algunos y por las irresponsabilidades en
combate.
Hoy hace falta una re-ingeniería integral de
todas nuestras herramientas de lucha mediática. Reinventar TeleSur, TVES, VIVE,
Venezolana de Televisión... Prensa Latina, La Jornada... con acuerdo en un plan
continental de lucha que nos defienda y nos libere de las mentiras imperiales
infiltradas a todas horas en las cabezas y en los corazones de los pueblos. Un
plan que nos garantice que la información que nos importa llegue a donde nos
urge. Que los frentes de lucha tengan aseguradas las palestras donde expongan
sus principios y sus fines. Que la denuncia a las canalladas enemigas se
propague por todo el mundo y tenga efectividad en la ética de los pueblos para
movilizar a la justicia social. Que conquistemos la prerrogativa de la
organización para la movilización y la acción con el poder donde debe estar que
es en el pueblo trabajador. Que nos ayudemos entre todos a destrabar los flujos
y que si alguien nos bloquea hagamos fisuras inmediatas por todas partes para
que nadie se quede sin saber que estamos todos en pie de lucha tratando de
unificar todas las luchas contra el capitalismo... en todo el mundo.
Es urgente una re-ingeniería del método
emancipador de contenidos y enriquecedor de experiencias formales, en una
dialéctica poderosa que no pueda ser degollada por burocracia alguna, por el
cambio de jefes ni por aventurerismo de arribistas, oportunistas o trepadores.
Es urgente una re-ingeniaría consensuada desde la semántica hasta la
distribución táctica. Hace falta dar ese paso, por fin, que tanto han pedido
los líderes más avanzados y los pueblos en combate. Hace falta tomar la
decisión por un nuevo orden mundial de la información y de la comunicación, por
la paz, por los derechos humanos… por la revolución de la comunicación que
tanto anhelamos, que tanto importa y que tanto nos urge.
Fuente:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=217088
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