La importancia del territorio
para entender nuestra lógica de vida
Por Honorio Mendía Soto
Entre conocimientos propios y ajenos, la
contemporaneidad de los pueblos originarios. Los días 9 y 10 de agosto se
realizó el coloquio Pensamiento Indígena Contemporáneo en la ciudad de México,
donde se dieron cita pensadores nativos de diversos pueblos del país y
reflexionaron sobre la filosofía de los pueblos, la justicia indígena, el
desarrollo y la lengua.
De esto destacan dos aspectos. Por un
lado, el territorio como punto transversal en todos los temas de reflexión.
Esto se entiende porque las poblaciones nativas, al ser el primer espacio en
donde se desenvuelven y que además les suministra lo indispensable para
subsistir, a partir de éste reconstruyen, con conocimientos ancestrales y
adaptando los externos, su forma de pensar y vivir, y por ende sus
instituciones de convivencia social.
Por otro lado tenemos la filosofía
holística y práctica de los pueblos originarios. El pensamiento y forma de
vivir de los pueblos no se pueden entender si no se relacionan con su forma de
organización interna (política), de subsistencia (económica), de prácticas
sagradas (religión) y de forma regulación social (jurídica). No se pueden
abstraer categorías generales para explicar ésta filosofía fuera de su realidad
social.
Desde la experiencia de los tepehuanos u
o’dam se sostuvo en dicho coloquio que para entender su sistema de justicia,
se tiene que partir del territorio, pues permite una aproximación a su forma de
vivir, organizarse, y a su lógica regulación social. En el caso de los
tepehuanos se pueden mencionar tres principios de vida: jix chujuanara’ ka’ (ser
trabajador), jix bhai’ chu kioka’ (vivir bien) y bixdhit xich
niniidhat (convivencia comunitaria).
El territorio o’dam, al estar bajo
el régimen de propiedad comunal, permite que todo comunero tenga derecho a un
espacio de tierra para construir su vivienda y trabajar para la subsistencia de
la familia. En
este espacio, denominado Kicham, se reproduce el primer principio:
trabajar la tierra como principal medio de sustento, sea por medio de la
agricultura o la ganadería familiar. Por vivir dentro del territorio comunal no
se tiene que pagar (el acceso al agua, tenencia de la tierra o renta de casa,
gas, transporte, material para construcción de vivienda, etc.). Sólo se trabaja
para la producción de comida, o en ocasiones para artículos de primera
necesidad como ropa y zapatos.
Es de notarse que para las actividades de
subsistencia participan todos los integrantes de una familia. Surge entonces el
segundo principio de los tepehuanos, el “vivir bien”, mismo que contiene
diversas normas y valores de conducta familiar y social: respetar a sus padres,
no andar borracho, no ser mentiroso, respetar a las autoridades, no robar,
respetar a las mujeres casadas. Son socializados de maneras oral y práctica en
el seno de las familias por parte de los padres o mayores.
Al vivir en un espacio comunal, los o’dam
contraen entre sí un sistema de obligaciones, los cuales pueden hacer posible
la “convivencia comunitaria”. Así, este principio contiene las siguientes
acciones: participar en los trabajos colectivos en beneficio del pueblo
(construir o remodelar casas comunales, arreglar caminos, apagar incendios
forestales); cooperar o realizar fiesta para los comuneros; asistir a las
asambleas comunitarias; ser parte de los cargos sin remuneración económica;
subordinarse a la asamblea de comuneros como máxima autoridad.
Los anteriores principios permiten
observar la importancia de los “lazos familiares” y la “organización comunal”
para la subsistencia de los o’dam dentro del territorio. Por otro lado,
al cumplir con los tres principios se obtiene “prestigio y respeto familiar”
dentro del pueblo.
Sólo una vez comprendido lo anterior se
puede entender y explicar la lógica de regulación del sistema de justicia
tepehuana. Permite mostrar las otras características del sistema, que tiene dos
espacios donde se reproducen los principios y normas en la familia y
organización comunal. Revela que si bien tiene diversos espacios de regulación
social, la asamblea comunal es la máxima autoridad; que las familias y los
comuneros juegan un papel central en las resoluciones, ya que ellos
reconstruyen los hechos y proponen resoluciones; que a los detenidos se les
aconseja o recrimina regresando a los principios de vida; que se pondera la
conciliación y la reintegración familiar y social para seguir manteniendo la
subsistencia de las familias y el mismo pueblo.
A manera de cierre podemos decir que los pueblos
originarios tienen un pensamiento contemporáneo. Para entender su lógica de
vida, el territorio juega un papel central. Si bien están insertos dentro de la
Nación mexicana y el mundo globalizado, han retomado algunos de sus elementos
para adaptarlos a su propia filosofía de vida, basada en organización familiar
y comunal, así como en el aprovechamiento racional de sus recursos naturales.
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| Honorio Mendía, originario del pueblo o’dam
(tepehuano de sur), en Durango. Abogado y maestrante en antropología.
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