Para que la tortilla
se vuelva
10 de septiembre de 2018
Por Isaac Grober (Rebelión)
El modelo y el gobierno han fracasado. La
preponderancia del bloque de poder es la causa determinante de la crisis. Rechazo de
enfoques que centralizan en lo “técnico”, como los errores, la mala praxis o la incompetencia. La
unidad en la lucha popular y en la calle es el requisito ineludible para
superar el marasmo y construir el proyecto alternativo de país
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se ponga y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma,
Aún hay vida en tus sueños
Porque cada día es un comienzo nuevo,
Porque esta es la hora y el mejor momento
"No te rindas", Mario Benedetti,
fragmento
Dimensión de la crisis
Es más que una sensación. Los argentinos estamos expectantes de
cuándo ha de estallar el volcán sobre el que estamos parados.
La crisis invade todos los ámbitos, lo económico, social, político
e institucional, potenciando una degradación que en su devenir no extrañaría su
desemboque en otra de naturaleza política, pero de envergadura. Por eso no son
casuales las versiones respecto del propósito de algunos de impulsar el
anticipo de las elecciones del próximo año.
Cuando lo peor está por venir, ya estamos inmersos en una
hecatombe económica y en un verdadero genocidio social, con millones de
víctimas, un sistema productivo malherido y un futuro cercenado por el
despiadado ataque contra la educación pública en todos sus niveles más el
desfinanciamiento y desmantelamiento de instituciones y programas rectores en
materia de ciencia y tecnología.
Es un vendaval que azota a trabajadores, a cuentapropistas, al
sector pasivo y a parte significativa de la llamada clase media y de la
burguesía no concentrada de la ciudad y del campo. El crecimiento de la pobreza
se potencia con el aumento de la desigualdad. La resultante es también una mayor
concentración del capital en un rumbo que primariza la producción y afianza la
subordinación colonial al capital financiero mundial.
Lo único que progresa y goza de excelente salud son las ganancias
del capital concentrado, las de la inversión especulativa y parasitaria, el
endeudamiento externo, los intereses que se derivan
de esa deuda y la fuga de capitales.
Como colofón, ahora se ha oficializado –sin debate parlamentario-
la delegación de la dirección económica del país a manos del Fondo Monetario
Internacional, verdadero estado mayor del capital financiero mundial, para
comandar una realidad que desde lo social, económico y político es
insostenible. Prueba de ello es que a tan sólo dos meses de firmado el acuerdo,
ya está probado que son inviables las metas comprometidas, que siguen
desbocadas la inflación, la suba del tipo de cambio y la pérdida de reservas,
mientras a paso redoblado crece y se profundiza el conflicto social, conflicto
del que son parte activa y movilizada los trabajadores manuales e
intelectuales, mujeres en reclamo de derechos, alumnos, docentes, periodistas,
científicos e investigadores, artistas y hombres de letras, torrente al que se
suman organizaciones de pymes de la ciudad y del campo y el campesinado
familiar. Es de remarcar la activa participación de la juventud.
También forman parte de esta globalidad degradada y en crisis el
peligrosísimo menoscabo al estado de derecho y a las bases democráticas de la
república, con el estratégico propósito de quienes comandan la nave, de
consolidar el dominio sobre el Estado y consumar a perpetuidad la suma del
poder público.
Ya casi se ha hecho norma la arbitraria expulsión, designación o
traslado de jueces y fiscales violando normas constitucionales y legales, juego
que también abona la repentina construcción de trasnochadas doctrinas y
prácticas judiciales que tanto sirven para absolver a poderosos cercanos al
poder, como para extorsionar, perseguir y abultar la lista de presos políticos o
sumir en la descalificación pública en base a mentiras y ausencia de pruebas
los atributos éticos y morales de quien piense distinto, incluido a titulares
de medios No se es original. Se replica el modelo político-judicial de uso
regional, con el confeso asesoramiento del nuevo embajador de EE.UU.
Elocuente exposición del hedor que despide parte del poder
judicial, la Corte
Suprema incluida, quedó en evidencia al conocerse
públicamente de boca del presidente de la Nación su queja porque “no era lo
acordado” en oportunidad de un fallo que excarcelaba a un empresario denostado
por opositor. Hecho que muestra además la indisimulada práctica de conductas
contrarias a principios republicanos y que se reiteran cuando se ignora al
Congreso de la Nación para el obligatorio debate parlamentario que autorice por
ejemplo la instalación de bases del Comando Sur de los EE.UU. o la
participación ilegal de las FF.AA. en tareas de seguridad interior.
A la criminalización y represión de la protesta social se suma en
esto de disciplinar por el miedo, el respaldo oficial y público al gatillo
fácil. Ya se computan varios asesinados por manos y armas oficiales y se exhibe
a la “doctrina” Chocobar como todo un avance de la seguridad en democracia.
Para completar, el encubrimiento y blindaje mediático con el que
sistemáticamente se desinforma, miente, tergiversa y confunde, contribuyendo a
disciplinar y obturar el discernimiento y la capacidad crítica del ciudadano,
fomentando a la vez un clima de odio y revancha que amenaza severamente la
convivencia pacífica en el seno de la sociedad argentina.
Todo un combo que no hace más que cebar una bomba de tiempo por
sostener un modelo históricamente agotado.
La raíz de la crisis
Desentrañar la raíz de esta crisis es vital para diseñar otro
rumbo y definir en base a él los actores y las tareas para superarla
definitivamente.
En primer lugar interesa el contexto. Argentina es parte del
sistema capitalista mundial, hoy globalizado y bajo la hegemonía del capital
financiero. Es un sistema que viene atravesando una larga y pronunciada crisis,
la que entre otras cosas se expresa en enfrentamientos entre miembros centrales
del capitalismo mundial. Pero por ser parte, nuestro país está objetivamente
subordinado a ese patrón en un grado que está condicionado por la envergadura
del bloque interno de poder y la correlación de fuerzas entre quienes le
disputan, dentro del país, la distribución del ingreso nacional.
Es un bloque que integran la gran banca privada no cooperativa,
las corporaciones mediáticas, el complejo agroexportador y los que con él
operan: grandes terratenientes, grandes productores agropecuarios y la agroindustria. También
son parte la gran minería y las energéticas, grandes cadenas de
comercialización interna y los industriales productores de insumos difundidos
(acero, aluminio, cemento, química y petroquímica etc.).
Es un bloque de capitales concentrados, no homogéneo, a veces
entrelazados o verticalmente integrados, entre quienes también se suscitan
roces y enfrentamientos en razón de sus contradicciones, pero con un predominio
indiscutido: las multinacionales y el capital financiero.
Es un bloque que, dado su poder, actúa orientado a imprimirle al
país el rumbo afín a sus intereses, tanto en política interior como exterior,
abarcando todos los ámbitos (económico, financiero, laboral, cultural, social,
educativo, militar y de seguridad, mediático, de relaciones internacionales,
etc.), con una gravitación que desde fines de 2015 alcanzó todo su esplendor
cuando, a raíz del triunfo electoral de Cambiemos, logró hacer confluir en un
todo único al gobierno con el poder.
Desde esta cúspide y aferrados a su codicia es que se enarbola el
dogma neoliberal, transformado en sentido común, de libertad de mercados, como
si ignoraran quienes marcan y hacen marcar el paso en el mercado, quienes
pueden hacer uso y abuso de esa libertad, como si desconocieran el peso que el
capital concentrado tiene en los mercados para fijar precios, asignar recursos
e incidir en la distribución del ingreso.
Libertad que en este caso es prescindir del Estado cuando lo que
está en juego es la defensa y , promoción de los derechos de las mayorías, por
eso reducirlo, incluso para la atención de necesidades sociales básicas como
por ejemplo la salud, pero naturalizar la intervención estatal para imponer un
tope a los salarios y hasta degradarlos o facilitar la fuga de capitales y,
cuando así lo crean, recurrir a la represión contra quienes osen poner en
riesgo un esquema de valores que da prioridad a la maximización de la tasa de
ganancia y al poder del establishment, como por ejemplo contra el movimiento
sindical.
Con esta visión es como desde esa cúspide se instrumentó y puso en
marcha el mecanismo para la monumental transferencia de ingresos a su favor y
como resultado, las horrorosas consecuencias que padecemos Estas no son
producto de errores ni de mala praxis, ni de incompetencias, aunque las hubo.
Lo que en ellas subyace y es determinante en su modelo, es su
proyecto de país, de sociedad y el tipo de vinculación que esperan entablar con
el mundo. Para lograrlo se respaldan en una construcción teórica con la que
instrumentan políticas que no son neutrales. Con ellas, el bloque de poder que
conduce a la Argentina busca alcanzar sus objetivos y satisfacer sus intereses.
Con esta mira se degrada el salario y las retribuciones
previsionales, se limita el gasto social, se deprime el consumo, el mercado
interno y la producción, agravándolo con la liberación de importaciones, todo
lo cual conduce a la destrucción del tejido industrial y a la primarización de la producción. El
saldo inexorable es la modificación de la estructura productiva y social,
generando a la par una enorme y creciente masa de desocupados permanentes, de
seres a la deriva, descartables en su condición humana. Son expresiones del
proyecto de país que esperan se concrete con la aplicación de este modelo.
Y como paralelamente la actividad financiero especulativa es, en
esta etapa del capitalismo, la parte medular de los objetivos económicos del
poder para acrecentar la tasa de ganancia, se hace notorio el feroz
abultamiento de la deuda externa, terminando por reinsertar a la Argentina en
la lógica del sistema financiero mundial, pero como apéndice subordinado a ese
poder. Para ello es funcional el acuerdo con el FMI. Consecuencias: más
dependencia económica, menor soberanía política, paraíso para una minoría
poderosa. En esencia, un rumbo que afianzará el carácter colonial del
capitalismo argentino.
Primera conclusión: lo determinante en esta crisis, producto de un
modelo, es político o sea derivado de la clase social o fracción de clase que
comanda el Estado y la sociedad y que desde la cima define políticamente como
se distribuye el ingreso nacional .La instrumentación técnica del modelo, pese
a su importancia, es lo accesorio.
Proyecto alternativo. Tareas y sujetos
Ya sobre fines de agosto, el escenario exhibe más nítidamente la
crisis del modelo Una crisis que se expande y profundiza en paralelo con la
persecución judicial y mediática de opositores. Como parte de ese conjunto,
aparecen variables como las que en el área económica ahondan la restricción
externa y respecto de las cuales el gobierno ha perdido todo control. Más aún,
ha perdido la credibilidad de “los mercados” y aparentemente, con más
propiedad, el poder real le soltó la mano y potenció la crisis. Para
recuperar la confianza, la principal preocupación del gobierno es ahora
complacer los dictados del FMI: potenciar en extremo el ajuste, como se deduce
claramente del discurso presidencial y la conferencia de prensa del Ministro de
Hacienda en la mañana del 3 de setiembre: déficit cero para el resultado fiscal
Exorbitante la magnitud en pesos del mayor ajuste, aunque parte lo atenúen con
retoques impositivos. Hay insuficiencia de divisas, pero ni una letra que
insinúe un límite a la fuga, a la liberalidad absoluta del movimiento de
capitales internacionales ni a la desregulación cambiaria.
Mientras, en la vereda de enfrente es creciente el rechazo
popular, como lo demuestran las movilizaciones masivas y continuadas a lo largo
y ancho del país, protagonizadas por organizaciones sindicales y sociales de
todo tipo, con destacada presencia de la juventud, todo en una dimensión que
difícilmente encuentre antecedentes.
Sin lugar a dudas, estos acontecimientos han puesto en evidencia
que el modelo y el gobierno han fracasado.
El gran interrogante es ahora cómo se sale de este marasmo.. Qué,
cómo y con quienes construir las bases para un futuro que sirva al pueblo y por
eso al país. Qué carácter ha de tener el proyecto alternativo, cuando sólo
existen dos proyectos o modelos posibles. Uno ya lo vimos y lo padecemos. Es el
del neoliberalismo, con mayores o menores variantes. Y esto ya está probado que
no va.
Además, no existe modelo de vigencia perdurable que transite por
el camino del medio. Es que son muchas las áreas y variadas las armas que están
bajo el dominio del poder, en particular el correr con la ventaja de la
tremenda influencia que desde tiempo inmemorial tiene sobre la subjetividad y
el sentido común de la sociedad.
El margen es pues muy reducido para transitar por el medio
Todo esto, si no se lo combate, si no se construye una relación de fuerzas que
decisivamente sostenga a un gobierno y un programa democrático, autónomo y
popular, que propenda a la integración regional, terminará siendo fagocitado,
reeditando el modelo afín al poder y por tanto concluyendo todo en una nueva
frustración.
Entonces, si nos proponemos construir las bases para erigir otro
modelo, qué hacer cuando parte de la dirigencia de la CGT no expresa las
necesidades ni los sentimientos de sus bases ni ante el dramático deterioro de
las condiciones de vida.
Qué hacer cuando parte de la dirigencia política opositora no toma
conciencia y más probablemente ni le interesa indagar sobre la verdadera matriz
de la crisis y cubierta del ropaje de opositor y hasta de popular, trama cómo
acceder a los puestos de mando para volver a gestionar desde allí, con cara de
algo nuevo, transitando incluso por el camino del medio, en beneficio del
bloque de poder.
Para concretar los cambios el requisito ineludible es la lucha. Más aún, la
unidad en la lucha y la lucha es la calle. Sin lucha no hay cambios. Para
corroborarlo y sin necesidad de recurrir a la historia humana, sólo basta tener
presente la heroica lucha por los derechos humanos y las precondiciones que
esta generó para poner en tensión las fuerzas que obligaron a derogar al
instante la amnistía que se pretendía instalar con el fallo del 2 x 1, o las
gloriosas jornadas protagonizadas por las mujeres que culminaron con la
aprobación por Diputados del proyecto en favor del aborto legal y gratuito.
Por otra parte son falsas las conclusiones de quienes pretenden
medir la capacidad transformadora del movimiento popular al equipararla con la
actitud de cierta dirigencia y peor aún, englobar a todos los dirigentes en la
misma bolsa. La conducta dirigencial, su honradez, lucidez y entrega es de gran
importancia, pero no para sustituir al movimiento, a la organización.
La lucha genera y eleva la conciencia, el sentido de la
solidaridad y el sentimiento de fuerza. Cuando esta última crece, llega al
punto en que termina de convencer al timorato de la razón de los cambios y de
la necesidad misma de la
lucha. También contribuye al aislamiento y debilitamiento del
adversario.
Aquí vale aquello de luchar y marchar con los dirigentes a la
cabeza o con la cabeza de los dirigentes.
Muchos, frente a los padecimientos y angustias actuales se
esperanzan con las elecciones nacionales de 2019. De verdad son importantes por
lo que significa castigar en esa batalla al proyecto y la influencia neoliberal
en Argentina y en adición, cubrir con una brisa de aire fresco a toda América.
Latina.
Con vistas a ese evento, parte de la oposición está entablando
debates y negociaciones con el propósito de construir una unidad amplia y
plural que debiera tener como eje un programa en torno al cual las distintas
fuerzas se sientan convocadas. Esto es lo prioritario. Lo deseable es que tal
programa recoja y de respuesta a las reivindicaciones e inquietudes inmediatas
y mediatas del movimiento popular forjadas al calor de las luchas. Luchas que
también han de servir de semillero de candidatos y de dirigentes políticos
populares.
Seguramente con más autoridad, John William Cooke lo sintetizó y
aquí lo reproducimos: “La unidad es indispensable y será un paso previo al
triunfo popular. Lo principal es para qué hacemos la unidad, cuáles son los
objetivos cercanos (como por ejemplo las elecciones) y cuáles los grandes
objetivos. Unidad para simple usufructo politiquero, no. Sí, en cambio, para
dar las grandes batallas por la soberanía nacional y la revolución social. En
la lucha contra el régimen llegaremos más pronto a la unidad, forjada en la
acción.dentro del régimen nos esperan sólo frustraciones y derrotas y pequeños
triunfos que serán desastres”.
Urgencias y respuestas
Producto del avance del modelo neoliberal, lo dramático y caótico
invade múltiples esferas del quehacer social.
Hay hambre y se expande; es veloz el aumento de personas en
situación de calle; hay falta de atención sanitaria en centros de salud por
falta de insumos y por despidos de personal; hay imposibilidad de acceder a
medicamentos en razón de su costo; se suprimen planes de vacunación y se lo
justifica en razones presupuestarias; cierran empresas y aumentan los despidos,
acosados por la depresión del mercado y la suba de costos; por iliquidez y
pérdida de capital de trabajo hay ruptura de las cadenas de pago y se suspenden
ventas y entregas por desconocimiento de los nuevos costos de reposición. Las
vidas se desorganizan, Hay temor e incertidumbre. Estas son sólo muestras de
los padecimientos y las angustias del diario vivir para el ciudadano de a pie
en la Argentina de esta era, a la que se suma el riesgo del default y el temor
a sus repercusiones.
El estado de crisis y descomposición enerva el clima político,
estado que se tradujo en enfrentamientos en las filas del oficialismo y en el
seno del grupo de poder, al punto que según versiones de bastante difusión
existirían negociaciones entre altos exponentes de Cambiemos y peronistas de
los “racionales“ tendientes a articular una “salida” de transición al “acabado”
gobierno Macrista.
Frente a este cuadro, la alocución presidencial y la conferencia
de prensa de su ministro Dujovne no hicieron más que confirmar el programa de
más drástico ajuste y de reducción de ministerios por el que ahora corrieron a
requerir la autorización del FMI, que es sabido no hará más que beneficiar a
sectores del bloque de poder, agravando la situación social y por ende la
indefectible profundización de las luchas como única salida.
Advertimos que ni la eventual aprobación del acuerdo ajustador a
que se arribe con el FMI, ni al que se llegara a acordar entre gestores
políticos a nombre del poder real - porque eso en esencia es lo que son - serán
solución ni alivio para el pueblo. Son todas variantes de la misma medicina
para mantener con vida al mismo patrón .y la esencia de su modelo, con mayores
o menores variantes. No debe haber el más mínimo espacio para ilusiones Que
algo cambie para que todo siga igual.
Las dramáticas urgencias requieren soluciones auténticas y
perentorias y que sólo las harán posibles la movilización y la lucha de las
organizaciones populares. Son medidas de efecto inmediato, que entendemos deberían
comprender la declaración de emergencias alimentaria, sanitaria y salarial, de
las que no puede estar ausente la recomposición de ingresos de trabajadores,
jubilados, pensionados y discapacitados y el financiamiento bancario flexible y
a bajas tasas para pymes, productores regionales y de la agricultura familiar.
También apremia disponer el fin de la liberalidad en materia de importaciones.
Son todas medidas que posibilitan relanzar la producción, el mercado interno y
el empleo.
Paralelamente la lucha debe contemplar la estipulación de un plazo
perentorio para que exportadores liquiden e ingresen sus divisas y se
instrumenten urgentes medidas de regulación del mercado cambiario y del
movimiento de capitales, que al resguardar las divisas, éstas sirvan para
solventar los insumos y servicios que haya que importar para ir normalizando el
ritmo de la producción.
Es una lucha a la que como mínimo, por autodefensa, deben ser
convocados todos los afectados por el modelo neoliberal, lo que sin duda
servirá de base para la confección de un programa de más largo aliento que
seguramente sentará las bases para construir el proyecto alternativo.
Isaac Grober es Contador Público y Magister en Economía.
Miembro del Consejo Editorial de Tesis 11.
Publicado en el Nª 127 de la Revista TESIS 11
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