Vuelve la
contrainsurgencia
en Guatemala
5 de septiembre de 2018
Por Marcelo Colussi (Rebelión)
En Guatemala,
salvo el ya lejano gobierno revolucionario de 1944-54, nunca hubo una propuesta
gubernamental de izquierda. El retorno de esta “democracia” en 1986 marcó, en
todo caso, la salida de los militares de la primera línea del espectro
político. Pero nunca, en ningún caso, algún gobierno tuvo posiciones de
izquierda, ni militares ni civiles. Sucede, sin embargo, que en este momento
del actual gobierno de Jimmy Morales, todo el accionar se vuelca peligrosamente
hacia posiciones de ultra derecha.¿Por qué decir “peligrosamente”? Porque la dinámica que se está viendo muestra un tremendo retroceso que nos acerca a posiciones que parecían ya superadas, aquellas que tuvieron lugar durante los peores años de la guerra contrainsurgente.
Todas las administraciones que, luego de interminables años de generalato durante la guerra, continuaron a la iniciada en 1986 con Vinicio Cerezo, fueron de derecha. Eso está fuera de discusión. Impunidad y corrupción siguieron siendo práctica cotidiana, tanto en la forma de hacer política (con la llamada “clase política”) como en el mundo de los negocios. Empresariado, políticos mafiosos y militares –en todos los casos con la venia de la omnipresente embajada de Estados Unidos– continuaron sin variantes su dominación de clase. El supuesto voto popular no modificó en nada todo este panorama (¿por qué habría de modificarlo? ¡No seamos ingenuos!)
Guatemala, más allá de la administración política de turno, continúa siendo un “país bananero” (capitalismo periférico agroexportador, con elementos socioculturales aún de cuño semifeudal, quasi medieval). Esa estructura no cambia: el 12% de sus exportaciones son minerales, el 9.3% son bananos, el 8.7% está dado por el azúcar, el 6.2% lo representa el café, mientras que la palma africana para biocombustibles aporta el 3.4%. Y la población trabajadora que produce todo esto sigue –igual que siempre, con guerra o sin ella– en situación de pobreza crónica: 60% de la población vive con 2 dólares diarios, sin prestaciones, sin seguridad social, marchando muchas veces como migrante irregular hacia Estados Unidos como única opción para “salvarse”.
¿Por qué entonces decir que ahora la situación política se está derechizando peligrosamente? Porque los sectores que detentan el poder: empresariado –con negocios tradicionales y nuevos negocios “calientes” (narcoactividad, contrabando, crimen organizado)– defendido por la casta militar y asegurada por la legislación de una clase política corrupta, cerraron filas al verse cuestionados por la protesta popular.
Durante el 2015 asistimos a un supuesto “despertar” ciudadano, que se movilizó contra la corrupción de los funcionarios públicos. Ello –ahora puede verse con más claridad– fue una movida de Washington, que trajo como consecuencia el fortalecimiento de
Lo que sí preocupa de verdad a esa clase poderosa que siempre se ha movido en la impunidad, es la movilización popular. En este caso de los movimientos campesinos e indígenas. La respuesta a este avance de la protesta de base es una estrategia de “guerra sucia”. La llegada de Enrique Degenhart al Ministerio de Gobernación fue el punto de inflexión.
Su presencia va ligada a una desestructuración creciente de
Esta derechización articula diversas acciones: cambio de
Corrupción e impunidad están hondamente enraizadas en la cultura histórica de
Sólo con organización popular se podrá
enfrentar esta derechización en marcha.
Blog del autor: https://mcolussi.blogspot.com/
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Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=246126
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