Crisis económica y
corrupción dividen la sociedad argentina
24 de septiembre de 2018
Por Juan Guahán
(Rebelión)
La transformación es una constante en la vida de las personas, las
sociedades y en la propia naturaleza. Muerte y nacimiento se suceden para que
la vida siga, de la semilla nace la planta y ésta producirá lo que le dará
continuidad a su especie.
Esta sociedad -la de los argentinos de hoy- se
encuentra en un punto límite, lo más parecido a un callejón sin salida. Una
realidad económico-social dramática trata de ser tapada por las denuncias de
una corrupción que es atribuida al gobierno anterior, pero cuyas
características indican que ella es patrimonio de sucesivos gobiernos
precedentes.
Las posibilidades del macrismo de poder
aplicar esta política regresiva, antinacional y anti popular, fundados en la
legitimidad que le dieron las urnas, ratifican las concepciones reaccionarias
de este gobierno e indican las debilidades de las reformas introducidas por
quienes los precedieron. La mayor deficiencia del gobierno precedente, la que
está en el centro del problema, es no haber desarmado un modelo económico
agro-minero exportador, impuesto desde nuestros orígenes. La primacía de los
intereses financieros, junto a la concentración y extranjerización de la
economía, fueron sus frutos.
La corrupción, históricamente vigente, aparece
como la contrapartida utilizada para ocultar la crisis y sus causas. Pero sus
efectos sobre la gran parte de la sociedad –si bien importantes- no son los
esperados por quienes promueven, investigan o ejecutan esas políticas. Las
razones de los débiles efectos de la corrupción son bastante evidentes. Ella
está naturalizada en la vida cotidiana de gran parte de los argentinos y el
actual drama económico social diluye su importancia, además, cuando el delito
se generaliza nadie quiere verlo. Por otra parte existe una común percepción y
variadas denuncias en el sentido que la actual administración se beneficia con
el mismo fenómeno pero bajo formas distintas porque ellos ya forman parte del
sistema expoliador.
Hay una reciente encuesta (de Gustavo Córdoba y Asociados) sobre “la grieta”,
donde se elige un “mal menor”. Allí, el 50% de los encuestados se inclina por
“un país sin corrupción” y otros 48,5% lo hace por “un país sin inflación”
(tomando a ésta como símbolo de la política económica). Es interesante -aunque
esperable- que más del 62% de la gente que votó a Mauricio Macri se incline por
un país sin corrupción; a la inversa otro 62%, pero de la gente que votó a
Daniel Scioli, prefiere un país sin inflación.
Estos problemas -que nos atan al pasado- son
irrecuperables y sin una superación de los mismos nos enfrentaremos a un futuro
destinado a repetir el pasado.
Cuando lo viejo no murió y lo nuevo no nació
Ese parece ser el símbolo de los tiempos que
corren. La angustia colectiva que recorre esta realidad, donde el modelo de la
vieja sociedad se muere y el nuevo tarda en aparecer, nos coloca en las puertas
de cambios profundos Distintas expresiones del quehacer humano, intelectuales
como el italiano Antonio Gramsci, poetas como el alemán Berthold Brecht o
nuestro “Indio” Solari nos advierten sobre esa lógica en la que nuestras
sociedades siguen envueltas.
Pero son justamente estos tiempos -de
insatisfacciones y dolores colectivas- los momentos más propicios para los
cambios que las sociedades necesitan, para salir del atolladero en el que
estamos.
Presupuesto: detalles de un dibujo poco
creíble
Es claro que uno de los principales problemas
del gobierno es la escasa credibilidad con la que cuenta. Ello es fruto de los
reiterados “incumplimientos” respecto de los objetivos propuestos. Ello se
prueba con las previsiones presupuestarias y la realidad actual. Algunos datos
centrales sobre lo ocurrido con el Presupuesto 2018, certifican lo dicho: El
crecimiento previsto era del 3,5% y ahora estiman una caída del 2,5%. El valor
del dólar era de $ 19,30, hoy anda rondando $ 40; la inflación promedio
prevista era del 15,7% y ahora va camino al 45%.
Esos datos señalan esa contradicción
permanente que ha sido el gobierno de Macri, entre lo que dice que se propone y
lo que consigue. El gobierno fundamenta esa disparidad en cuestiones externas:
Las tasas de interés del Tesoro de los EE.UU, la crisis turca. Otra de las
responsables señaladas es la
sequía. Con ese antecedente a la vista es difícil pensar que
el Presupuesto presentado esta semana no pasa de ser “dibujo”, del cual -de todos
modos-podemos extraer algunas conclusiones, para el caso que este gobierno
llegue al 10 de diciembre de 2019.
La propuesta de Presupuesto 2019 parte de
algunos supuestos básicos: La profundización del ajuste y –nuevamente- un
segundo semestre plagado de bonanzas y brotes -tan verdes- que las actuales
autoridades imaginan que con él podrán tapar el bosque. Pero ese bichito
travieso que es la realidad emerge por los 4 costados.
En una inflación estimada –demasiado
voluntariosamente- en un 23%, la mayor parte de lo que denominan “gastos
públicos” rondan esa cifra. Porcentaje superado en Seguridad y Políticas
Sociales que van más allá del techo del 30%. Pero hay quienes superaron
largamente esa cifra, son aquellos que no tienen “techo” en sus particulares “paritarias”
con el Estado. Son los usureros que ganan con los juegos financieros y sus
beneficios con lo que llaman la “deuda externa”.
Ellos esperan incrementar en un 82% lo que
perciben por los vencimientos de capital y 49% más que van a cobrar en concepto
de intereses. Es por eso que pagamos, por la deuda y sus intereses, 5 veces más
que lo previsto en el presupuesto para Salud. También queda claro que las
mentadas obras públicas (claves para el crecimiento del año pasado) sufrirán un
severo parate y que el gobierno confía el destrabar el uso del Fondo de
Garantía de Sustentabilidad (de la Administración Nacional
de la Seguridad ), lo que le permitiría acceder a esos fondos de jubilados y
quedarse con esas “joyas de la abuela”.
Para no apabullar con números, vale citar dos
detalles que sirven de muestra. Estiman que el dólar tendrá un valor promedio
anual de 40,10 pesos, pero el mismo día que se presentaba ese paquete al
Congreso el dólar cerraba en 40,52. Es de imaginar que nadie cree mucho que el
dólar baje durante 2019.
Otro dato de interés es que –según las propias
estimaciones oficiales- la economía retrocedería –para fines del 2019- el 1,9%
respecto a la existente al momento de asumir. Si a eso le agregamos que durante
los últimos 4 años del kirchnerismo solo había crecido por un total del 1,5%
resulta que nuestra actividad económica, a fines del 2019, sería menor a la que
teníamos 8 años atrás.
Estos últimos datos (evolución del dólar y del
crecimiento) son muy optimistas apreciaciones oficiales. ¡Así nos va!, aunque
esa dependencia del dólar y del crecimiento económico, serían valores de muy
relativa importancia en otro modelo socio-económico.
No quedan dudas que el principal objetivo de
este “dibujo” presupuestario es hacer viable que nos llegue la plata del FMI.
Ese es el fundamento del déficit fiscal cero (entradas y salidas de Cajas, sin
contar los pagos por deuda). La propuesta presupuestaria, elevada por el Poder
Ejecutivo, plantea modificar el Art. 65 de la ley 24.156; lo hace en el sentido
de permitirle manejar, sin intervención del Congreso la deuda externa.
Circula el rumor que lo que pretenden es poner
como garantía a los yacimientos de hidrocarburos de Vaca Muerta. Con ello
suponen que podrían conseguir –sin dolarización, ni convertibilidad- los fondos
que le permitan llegar hasta el final del actual mandato, aunque ello suponga
mal vender nuestros recursos.
Todo lo demás que rodea a estas definiciones
centrales es pura cháchara, revestida de tecnicismos contables.
Juan Guahán. Analista político y dirigente
social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico
(CLAE, www.estrategia.la)
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=246879
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