Chile. Baile de máscaras
en la política
Manuel
Cabieses Donoso /
“La política es el arte de impedir que la gente se
meta en lo que sí le importa”.
(MARCO A. ALMAZÁN)
Chile es un país de contradicciones, de eso no cabe
duda. La clase política, sobre todo, está habituada a caminar contra el
tránsito. Mientras la abstención electoral ronda el 70% y el desprestigio de
los partidos y sus prácticas se eleva al 95% (CADEM dixit) ¿qué hacen los dirigentes políticos?
Sí, exactamente: se enfrascan en cálculos
electorales, levantan candidaturas, proponen alianzas, buscan fondos y riñen
entre sí. Viven en su propio mundo que solo mueven particulares intereses,
ajenos a las necesidades del pueblo.
El ejemplo más absurdo de este contrasentido de la
política lo constituye el prematuro inicio de la competencia por llegar a la
Presidencia de la
República. El actual mandatario lleva apenas un año y cuatro
meses en el cargo –menos de la mitad de un periodo que concluye el 2022- y ya
están los galgos presidenciales en la cancha. A lo menos doce pre candidatos se
cuentan, desde la extrema derecha hasta el Frente Amplio y el PC, pasando por
el PPD (que tiene tres, hasta ahora) y el PS (que se anota con cuatro,
incluyendo a Bachelet). No los vamos a nombrar a todos pues hay que dejar que
ganen popularidad por sus propios medios.
Sin embargo, cada día aparecen –a
fuerza de codazos entre sí- en la tele, radios y prensa escrita. Son
“polemistas” privilegiados de entrevistas y foros en que campean la banalidad y
la demagogia. Ellos
parecen considerar a su público como pacientes limítrofes de una clínica
siquiátrica. Menos mal que la mayoría de la población no los escucha y cambia
de canal cuando les ve aparecer en la tele. Ya nadie cree en los políticos
profesionales y no oírlos es parte del fenómeno de despolitización masiva que
los propios políticos han creado con su adhesión a la economía de mercado.
El anticipado inicio de la carrera presidencial
pone fin, en la práctica, al gobierno del presidente Piñera. En adelante tendrá
que dedicarse solo a administrar los bienes del Estado tomando cuidado de no
estorbar los movimientos de los pre candidatos de su sector. Su tarea más
importante será continuar tejiendo la telaraña para comprometer a los partidos
de centroizquierda en un nuevo contrato político para remendar la
institucionalidad en crisis. En los hechos, hay que reconocerlo, Piñera –
probablemente por su olfato de gran empresario- parece ser el político que
tiene más clara la profundidad de la crisis de las instituciones civiles y
militares, y el agotamiento del modelo económico. Solo lo esboza en algunas
intervenciones públicas, quizás para no sembrar el pánico. Pero lo evidencia su
metódico trabajo para fortalecer un centro político que se encargue de renovar
una institucionalidad desgastada y desprestigiada. La iniciativa está ganando
terreno. La DC, el PR y el PPD están en la puerta del horno y una porción del
PS también participará cuando culmine la tarea de destazar ese partido en que
están empeñados sus dirigentes.
Mientras esas maniobras de “alta política” -o la
“cocina” como llaman otros- continúa sigilosamente, la murga de pre candidatos
rivaliza en una competencia empobrecida por las traiciones y discursos mil
veces repetidos.
Las máscaras ya no pueden ocultar la verdad del
baile político. Por eso la mayoría se mantiene al margen. Espera una
alternativa que convoque a un cambio profundo. Solo puede darla una Izquierda
renacida en la lucha social. Cuando la Izquierda reaparezca habrá sonado la
hora del cambio.
Fuente: http://www.resumenlatinoamericano.org/2019/07/03/chile-baile-de-mascaras-en-la-politica/
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