Desastre ecológico en Misiones
“Ya
no hay peces en el río”
26 de
julio de 2019
Por
Eduardo Silveyra
Era plena noche cuando salimos desde Eldorado y después de dar un rodeo por la ciudad, tomamos una calle mal iluminada, al final desembocamos en un camino de tierra que tomamos rumbo al sur. En realidad, se trata de la antigua ruta nacional 12, el destino es llegar al Paraje Piray Km. 18. Conduce
Ladridos
Al llegar a su casa, algunos perros nos
ladran, pero, apenas abre la puerta para recibirnos, apaciguan los ladridos.
Después de presentarnos, nos sentamos a esperarla bajo el techado. No tarda en
aparecer con el termo y el mate, el mejor modo para escuchar el relato de una
lucha comenzada hace 20 años, cuando Sentada frente a mí, con la soltura propia del convencimiento, me dice: “Cuando Alto Paraná llegó con los pinos fue terrible, yo no vivía en esta casa, vivía en un rancho muy chico hecho con listones, por las noches se colaba como una niebla venenosa, era el vapor de los agrotóxicos y a la noche comenzaba a tener nauseas, mareos y vómitos, yo estaba embarazada de mi primer hijo y cuando nació tuvo problemas de columna bífida y hubo que llevarlo al hospital de Posadas para que lo operaran. Ahí le pusieron una pincita en la columna y pudo crecer sano, pero fue muy angustiante todo eso, te da mucha angustia ver que tu hijo no nació sano”.
Lo contado por Miriam no es nada nuevo para Misiones, desde que se incrementó la producción agroindustrial los casos de cáncer también se multiplicaron. Hay un registro del Ministerio de Salud Pública provincial, donde la cifra es más que elocuente: 3000 nuevos enfermos más por año, el cáncer de pulmón y de mama, directamente relacionados con el glifosato, metilos y fenoles usados en las fumigaciones se han multiplicado, al igual que los casos de meningitis y de vías respiratorias.
Animales
Hay cierto placer en escuchar la claridad
con que nos cuenta cada una de las malas situaciones vividas en esa colonia al
costado del caudal del río Piray y como se fueron organizando sus pobladores
para resolverlas.Ya habíamos terminado la primera ronda de la mateada, cuando Miriam dijo: “Cada vez que llegaba agosto esto era un infierno por el polen de los pinos, estábamos todos atacados con alergias y mal de los bronquios, además empezaban a fumigar más fuerte. Nosotros decíamos que hay que tener cuidado con las víboras, pero vos abrías la puerta y en el patio encontraba tres o cuatro víboras, te acercabas y estaban medio muertas, igual que las tortugas o conejos de monte, siempre encontrabas animales agonizando. Ellos no respetaban absolutamente nada, plantaban pinos hasta en la orilla del río y eso está prohibido por
Arraigo
La noche es serena y fresca, el silencio a
veces es cortado por el paso de algún vehículo que no interrumpe la narración
de Miriam, a la cual le brillan los ojos al decir: “Una de las cosas a las que
apuntamos es a generar mano de obra para que los jóvenes no se vayan. Estamos
produciendo zapallos, calabazas y desarrollando cultivos asociados, este año
vamos a introducir arvejas y maní y agregar más valor a las producciones que
tenemos. Nosotros estamos comercializando en Eldorado, en Montecarlo y en los
feriazos que realizamos dos veces al mes en esas localidades. Todo esto apunta,
como te decía antes, a que los jóvenes se integren a los procesos productivos y
no tengan que emigrar del lugar en el que nacieron por necesidades económicas”.Esto último, es un objetivo de vital importancia para ella y la comunidad, si tenemos en cuenta que, todas las familias misioneras tienen entre dos o más miembros de cada grupo viviendo en distintas capitales del país, principalmente Buenos Aires y otros en geografías más lejanas como la pampeana o patagónica.
Aprietes
Tanto Alto Paraná, como Miriam no estuvo exenta de sufrir esos acosos y nos cuenta: “Había un tipo llamado Ribero, se había criado con mi padre y cuando dejó la policía empezó a trabajar en seguridad de Arauca. Una noche se apareció acá en mi casa. Yo lo hice pasar y él hablaba cosas sin mucho sentido, como que daba vueltas para decirme algo, entonces lo enfrenté y le dije: Ribero, usted no vino a mi casa para hablar del tiempo o si llueve o no llueve, dígame lo que tiene que decirme de una vez. Entonces él me dijo: Mirá, me mandaron para hacerte un ofrecimiento, que dejes todo como está, que no te metas con la gente y ellos te dan una camioneta último modelo, tierra y una suma de dinero importante. Yo no podía creer lo que me estaba diciendo, pero lo escuchaba y me contenía para no explotar y cuando terminó de hablar le pedí que se fuera y le dije: Ribero váyase ya, porque si mi marido llega a venir y escucha lo que usted me está proponiendo, seguramente no va a reaccionar del modo en que yo lo hago”. Ribero se marchó sin poder doblegarla a ella ni a los otros pobladores que sufrieron la quema de algún rancho. Así de fuerte es esta Miriam.
Mujeres
La cultura de la tierra no sería nada sin la presencia de las mujeres y Miriam Samudio la destaca. “Cuando empezamos a juntarnos allá por el 2000 y 2001 éramos todas mujeres, hombres había poquitos, porque nuestros maridos, nuestros compañeros, se iban a trabajar afuera para traer el sustento de cada día y nosotras continuábamos la lucha porque estábamos sin la tierra y sin trabajo. Yo tengo 41 años y mis padres vivieron siempre en la zona y lo único que teníamos era un rancho a la vera de la ex ruta 12 con un pedacito de tierra para un gallinero y una huerta y alguna cosita más, como alguna plantita de mandioca, solo para el auto consumo y apenas nos alcanzaba. Cuando Alto Paraná comenzó a extender los pinales y llenar todo el ambiente con agrotóxicos, nosotros comenzamos a pedir que esos pinos fueran retirados de atrás de nuestras casas. Muchos años luchamos para que eso suceda, hasta que logramos una ley de expropiación de
Organización
Sabedora que una lucha no conlleva un
triunfo sin sumar voluntades y a otras organizaciones hermanadas en reclamos
comunes, Miriam nos dice: “Si, trabajamos y articulamos con otras
organizaciones que tienen los mismos problemas que nosotros, problemas de
regularización de títulos de propiedad de tierra, que es un problema común en
Iglesia
Las iglesias evangélicas pululan a lo
largo y ancho de todo el territorio de la provincia, con un discurso que
sustenta las políticas neoliberales y de despojo, con su prédica de salvación
individual, son un enemigo solapado de todas las construcciones colectivas. La
iglesia católica en ciertos casos se muestra como el revés de esa moneda y
Miriam da cuenta de ello: “El
apoyo de la iglesia fue importante, con nosotros estaba
Acorralados
La noche solo permite ver la silueta de
los pinales dibujados en el horizonte, en ese más allá donde la agroindustria
traza una frontera con la naturaleza destruida o por destruir, Miriam lo sabe
muy bien: “Nosotros estábamos acorralados por los pinos, a setenta metros de
nuestras casas ya estaban los pinales, eran kilómetros y kilómetros de los dos
lados. Cuando nosotros empezamos a pedir que retiraran los pinos era justamente
por el tema de salud, veíamos muchos chicos con problemas respiratorios,
veíamos como los abuelos se enfermaban cada vez más y les diagnosticaban asma.
Veíamos también como en agosto a los chicos les salían granos, tenían dolores
de garganta, heridas y sarpullidos en la piel, provocados por la floración del
pino. Eran muy terribles las enfermedades, más en los niños. En agosto, nuestro
aire era todo amarillo y ahí empezó a salir el tema de qué pasaba con el agua,
con los pozos, con las nacientes, con los arroyos de alrededor que se iban
secando y desapareciendo. Otra de las cosas que también nos preocupaba era la
muerte de los animales, de los pájaros que caían muertos”, dice.
Construcciones
El desmonte y sus consecuencias nefastas
al destruir ecosistemas, Miriam los ha vivido en carne propia, ya sea con
métodos mecánicos o exfoliaciones que fueron usadas en la guerra de Vietnam con
productos fabricados por Monsanto.Escucharla es un aprendizaje del uso de esas metodologías: “Nosotros veíamos con tristeza cómo avanzaban con las topadoras para destruir el monte y tiraban todo en el arroyo, tapaban el curso de agua, porque ellos querían plantar hasta en el último pedazo de tierra. Ahora cuando nos dieron las tierras descubrimos pinos hasta dentro de los bañados y al final los tuvieron que sacar, ahora esos arroyos, esas nacientes, esos bañados, se están empezando a recuperar. Es impresionante la cantidad de pájaros que aparecieron, es muy lindo cuando vos ves esa diversidad de pajaritos que antes no veíamos y decimos qué pájaro es este, qué es aquel. Es otra cosa ver cómo vamos recuperando la biodiversidad, con ese fin estamos intentando que nuestros hijos, nuestros jóvenes, empiecen a valorar esto, porque lo que hacemos ahora es para preservar el mañana e intentamos incorporarles esa enseñanza. Porque como digo yo, fue sin querer queriendo que nos fuimos dando cuenta de todo lo que íbamos recuperando. Porque cuando reclamábamos que los pinos fueran retirados, también íbamos a recuperar una parte de nuestra naturaleza y así fuimos aprendiendo juntos y defendiendo cada vez más”, cuenta.
La alegría se traza otra vez en el semblante de Miriam cuando dice: “Ya aparecieron otra vez los animalitos, los compañeros ven en las chacras las pisadas de los conejos, de los venados. Ya hay venaditos otra vez, pero falta todavía, porque cuando terminan las chacras empiezan los pinales y son kilómetros y kilómetros. Usted va ver en el mapa que este lugar se llama Paraje Piray Ex ruta
Contaminación
Cercanos al municipio de Puerto Piray, donde uno de los emprendimientos de Arauco acaba de recibir una multa de 4.700.000 pesos por llenar de hollín el aire del pueblo, le pregunto a Miriam si el mismo no los afecta a ellos también. “Tarde o temprano la contaminación llega, por el agua o por el aire. Apenas uno va llegando al pueblo de Piray ya va viendo el humo impresionante que sale de la chimenea de esa empresa y lo que no podemos es acercarnos cerca del agua por los residuos y la contaminación que dejan dentro del Paraná”. Todos los días desde el cielo de Piray cae una nube negra de hollín por la quema de chips de pinos fabricados para poner en marchas las calderas, las cenizas caen sobre el poblado y afecta la salud de los habitantes y como bien dice el intendente Jorge Lezcano: “Arauco nos vomita su humo en la cara y se niega a comprar equipos de mitigación de esos efectos”. Pero, es Miriam quien nos dice: “Los de Arauco siempre te van a decir que ellos no contaminan, cuando venían a las reuniones con nosotros, los ingenieros se traían las botellitas de agua mineral, en una reunión les dijimos que, si ellos no contaminaban el agua, por qué se traían las botellitas, porque no tomaban la misma agua que nosotros y les trajimos vasos con el agua de los pozos. Pero no querían tomarla porque sabían que el agua estaba contaminada, son así de caraduras. Así que tomamos medidas de lucha para tener agua potable, porque en la zona somos 300 familias, así que imagínate cuantos chicos hay y que estaban tomando agua envenenada”, responde.
Paradoja
En guaraní Piray nos habla de aguas de pesca, de un río de buena pesca, sin embargo, esta mujer de duras batallas nos cuenta: “Ya no hay peces en el río, los que habían antes no hay más, antes íbamos a pescar, ahora vamos porque tenemos ganas de ver el agua, la contaminación los mató a todos. Tenemos agua potable porque luchamos para eso y para el riego usamos agua de lluvia gracias a un proyecto que presentamos y que fue aprobado, porque el agua del río está contaminada con agrotóxicos y otros venenos”.
Habla también con alegría del tractor y otras maquinarias, entregadas por el gobierno provincial, para trabajar la huerta comunitaria en ese lugar pequeño, donde con la lucha organizada, un puñado de misioneras y misioneros resiste el embate de las multinacionales de la agroindustria, cercados por mares de pinos como bien define esta Miriam Samudio a su situación geográfica, a su situación de vida. Después de tomar el último mate y de quedarnos con las ganas de probar el reviro con huevo frito ofrecido antes de la partida, nos abrazamos y nos despedimos. Volvemos a cruzar el puente iluminados por la luz de la luna y a desandar el camino pedregoso, sabedores que algo cambió en el pensamiento y algo se arraigó para siempre en el corazón.
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