Pensamiento
Crítico. Chile. Es la hija del general Bachelet. Nada más
Por Sergio Rodríguez Gelfenstein, Resumen Latinoamericano , 5 de julio de 2019.-
Prudente silencio hice ante el anuncio
de la visita a Venezuela de Michelle Bachelet en su condición de Alta
Comisionada de Naciones Unidas para Derechos Humanos. A pesar que tuve el
natural impulso de escribir sobre el tema dado los antecedentes políticos de la
funcionaria internacional, me abstuve por respeto a muchos amigos en el país y
el exterior que forjaron expectativas a partir de la supuesta honorabilidad y
respetabilidad de la susodicha, lo cual auguraba neutralidad e imparcialidad en
el informe que habría de elaborar.
Es menester decir que como hijo de un
hombre que fue preso y torturado en democracia en Venezuela y en dictadura en
Chile, que además tengo decenas de amigos y amigas que pasaron por la prisión,
la tortura y la desaparición forzada en varios países de la región, repudio y
rechazo la práctica de violación de los derechos humanos venga de donde venga,
y la Alta Comisionada
que es la autoridad superior en esta materia en el mundo debería también
observar esta compostura en el cumplimiento de sus responsabilidades.
De esta manera, no me voy a referir al
informe que hizo, el cual ni siquiera voy a leer, pero, como le dije a todos
los que quisieron escucharlo, ese informe estaba hecho antes que Bachelet
llegara a Caracas, agregando el hecho que –dada la trayectoria de la mencionada
funcionaria- muy probablemente el mismo había sido elaborado en Washington.
Hoy, eso ha quedado demostrado cuando el gobierno de Venezuela ha dicho que el
82% de los datos del informe provienen de fuera del país. Tengo serias dudas
que ese trabajo haya podido hacerse después del viaje de la Comisionada a
Caracas. No, ya estaba elaborado.
Es decir, no se trata de si el informe
dice o no dice la verdad, sino de cuánta veracidad pueda tener un reporte de
una oficina que tiene una pésima reputación y de una funcionaria que carece de
credibilidad en materia de derechos humanos dadas las continuas violaciones de
los mismos mientras fue presidenta de Chile, sobre todo en la brutal represión
al pueblo mapuche.
Otros, argumentaban que nada podría ser
peor en materia de lealtades imperiales que las del antecesor de Bachelet en
tal responsabilidad, el príncipe jordano Zeid Ra´ad al Hussein de conocida
subordinación a Washington donde hizo una larga pasantía como embajador de
Jordania primero y representante de su país en la ONU posteriormente.
Pero, como dice un sabio dicho popular
en Venezuela “deseos no empreñan”, me impresionó la inocencia de tantas
personas que todavía tienen a Bachelet como un adalid de los derechos humanos
cuando su impronta muestra todo lo contrario. Parece increíble que alguien
pueda pensar que Bachelet pueda ser imparcial respecto de Venezuela cuando ella
fue activa y entusiasta fundadora del grupo de Lima, un anexo de la OEA creado
para propiciar el derrocamiento del gobierno venezolano. En el colmo de la
desfachatez, en algún momento, cuando se le inquirió sobre tal asunto, echó
toda la culpa de sus actuaciones en esta materia a su canciller Heraldo Muñoz,
a quien según dijo “no puedo controlar”.
Fiel a esa forma de actuar y pensar,
una vez más Bachelet le ha hecho asumir la responsabilidad sobre el actuar de su
oficina a los funcionarios colocados en sus puestos “por mi antecesor” a los
que supuestamente tampoco puede controlar Bachelet, es de esos extraños
personajes que en política podrían caracterizarse de “extremo centro”, es decir
no opinar, no comprometerse, dejar hacer, echar la culpa a otros y no asumir
responsabilidades, al parecer características afines a la política chilena si
nos atenemos a que dos veces fue elegida presidenta de la nación austral, pero
tal identidad en ella no es natural, es asumida concientemente por
instrucciones superiores que estudiaron su perfil y entendieron que era esa la
forma más adecuada para colocarla en las más altas instancias de gobierno.
En junio de 2014 cuando Zeid Ra´ad al
Hussein fue elegido para el cargo, los abogados especialistas en derechos
humanos Javier El-Hage y Roberto González escribieron un artículo en el
periódico madrileño El País en el que al describir esa responsabilidad dentro
de la estructura de la ONU decían que: “…hasta ahora las acciones del alto comisionado
han sido en el mejor de los casos tímidas, por lo general carentes de norte
democrático y a veces incluso reñidas con los ideales que persigue. Esto se
debe a que la OACDH sufre, aunque en menor medida, del mismo problema
estructural que padecen otros órganos de la ONU como el Consejo de Seguridad y
el Consejo de Derechos Humanos, cuyos pronunciamientos y acciones concretas
están altamente influenciados por dictaduras con poder de veto y membrecía
mayoritaria”. Si nos atenemos al historial de los dos últimos altos
comisionados, estas opiniones resultan ampliamente atinadas.
En el caso de Michelle Bachelet,
después de ser una insignificante militante política en el partido socialista
de Chile -según un artículo publicado en el desaparecido periódico santiaguino
La Nación, el 16 de enero de 2006- se marchó a Estados Unidos a cursar “…un
diplomado sobre estrategia militar en la Academia Nacional
de Estudios Políticos y Estratégicos (ANEPE) —al que asistieron doce alumnos:
seis oficiales de las Fuerzas Armadas y de Orden y Seguridad, y seis civiles
donde -por su buen rendimiento—obtuvo el primer lugar de la promoción, y
gracias al patrocinio de la
Beca Presidente de la República continuó en 1997 un curso
superior sobre defensa continental en el Colegio Interamericano de Defensa,
ubicado en Washington D. C., Estados Unidos. A su regreso en 1998, Bachelet
trabajó un año como asesora del Ministerio de Defensa Nacional” Curiosamente, a
partir de ese momento inició su fulgurante despegue político que la llevó -en
tan solo 8 años- a ser elegida presidenta de Chile. Todo indica que
difícilmente ha podido desprenderse de la tutoría que el Pentágono ha ejercido
en ella.
Según la organización Mapuche Meli
Wixan Mapu, en octubre de 2018 había en Chile 20 presos políticos mapuche
injustamente condenados por la Ley Anti Terrorista aprobada en ese país el 16 de
mayo de 1984 cuando no había parlamento durante la dictadura de Pinochet.
Bachelet no hizo nada por eliminarla en sus dos gobiernos, al contrario
profundizó la represión contra el pueblo mapuche durante sus dos gestiones.
Hay que decir que desde 2001 durante
los gobiernos de la pos dictadura, en la mayoría de los cuales participaba el
partido de Michelle Bachelet, fueron asesinados 19 mapuche, de ellos dos, Johnny
Cariqueo Yáñez en 2008 y Jaime Facundo
Mendoza Collío en 2009 fueron exterminados durante el primer gobierno de
Bachelet y dos más, José Mauricio Quintriqueo Huaiquimil en 2014 y Víctor
Manuel Mendoza Collío en 2014 lo fueron en el segundo gobierno de la ahora
funcionaria internacional, sin que ella hiciera absolutamente nada por aclarar
los homicidios.
Estos hechos hacen que Michelle
Bachelet sea considerada como una feroz represora por parte del pueblo mapuche.
Desde su llegada al gobierno en 2006 ordenó la represión a comuneros y
comuneras mapuche de la localidad de Quepe de la Comuna de Freire en la región
de la Araucanía, que protestaban por la instalación de un aeropuerto en
ancestrales territorios mapuche usurpados por la fuerza a sus legítimos propietarios.
En agosto de ese año fue asesinado Juan Lorenzo Collihuin Catril, de 71 años,
su asesino un sargento de Carabineros fue absuelto del caso por la Fiscalía Militar.
El 30 de octubre de 2007, Patricio
Queipul Millanao de solo 13 años de edad, fue herido en el tórax por 6 disparos
hechos por Carabineros con sus escopetas antimotines.
El 3 de enero de 2008 fue asesinado por
la espalda
Matías Catrileo Quezada, de 22 años, por el cabo 2° de
Carabineros, Walter Ramírez, sin que las autoridades realizaran investigación
alguna para hacer justicia. El día 30 de ese mes de enero, Patricia Troncoso
quien se encontraba en huelga de hambre por 112 días tras ser condenada junto a
otros comuneros mapuche a 10 años y 1 día bajo la ley anti terrorista de
Pinochet que sigue imperando en Chile, concluyó su ayuno. La noticia habría
pasado inadvertida sino hubiera sido porque acompañada por la madre de Matías
Catrileo, le escribió una carta a Bachelet en la que le decía: “Yo quiero
preguntarle(…) Usted que fue prisionera política, que fue torturada, siente hoy
el placer de torturarnos a nosotros. ¿Qué siente usted señora presidenta? (…)
¡Qué lástima que usted se haya olvidado de todo lo que significa la prisión
política y la muerte de tantos seres! Usted, con la actitud soberbia de su
gobierno, de sus representantes, hoy en día nos torturan condenándonos a una
muerte silenciosa”.
En otro ámbito, durante la realización
en agosto de 2007 en protestas convocadas por organizaciones sindicales
descontentas con la política neoliberal de Bachelet, la represión ordenada por
ésta dejó unos 50 heridos y 372 detenidos, Los actos estuvieron acompañados de
incidentes debido a la fuerte acción de la policía. El presidente
de la Central
Unitaria de Trabajadores (CUT), Arturo Martínez llamó al
Gobierno a analizar la violencia, a su juicio «inusitada», con que actuó la policía. La jornada
comenzó cuando miles de manifestantes que salieron pacíficamente a las calles
fueron reprimidos con fuerza por carabineros, que detuvo en pocas horas a un centenar
de personas.
Continuando con su política de
represión al movimiento popular, durante los primeros meses del año 2008 en las
ciudades más importantes del país, los estudiantes secundarios y universitarios
desarrollaron movilizaciones exigiendo la derogación definitiva del marco legal
de educación creado por la
dictadura. La respuesta del gobierno de Bachelet fue ponerse
de acuerdo con los partidos pinochetistas para aprobar una nueva ley que en los
sustancial dejaba todo igual, toda vez que no modificaba su carácter neoliberal
y perpetuaba el beneficio de los que lucran con la educación en Chile Para
ello, Bachelet jugó el papel de articuladora entre las partidos de derecha que
estaban dentro y fuera del gobierno: Democracia Cristiana y los pinochetistas
Renovación Nacional (RN) y Unión Democrática Independiente (UDI) en la
oposición, así como con la desprestigiada y mafiosa iglesia católica, el Opus
Dei y otros actores que se han enriquecido con la educación en el país.
Mientras tanto, la presidenta ordenó reprimir con dureza las movilizaciones
estudiantiles a fin de ablandar a los líderes, para cooptarlos y desarticular
el movimiento, lo cual fue de alguna manera logrado. En el camino, las fuerzas
represivas bacheletistas agredieron brutalmente a un periodista que reportaba
los hechos
Vale la pena recordar también que a
finales de diciembre de 2010, un cable de Wikileaks hizo público que un
documento obtenido de la embajada de Estados Unidos en Chile fechado el 7 de
febrero de 2008, hizo patente que la entonces ex presidenta Bachelet había
pedido apoyo de inteligencia a Estados Unidos para dar seguimiento a la
“radicalización” del conflicto mapuche y sus posibles contactos con “otros
grupos terroristas extranjeros”. Con ello, Bachelet mostraba ya no solo su
talante represivo, también permitió constatar su verdadera identificación
nacional al estar dispuesta a ceder la soberanía de Chile autorizando al
gobierno de una potencia extranjera a inmiscuirse en los asuntos internos del
país, a fin de reprimir al pueblo lucha por sus legítimas demandas.
En fechas más cercanas, ya durante su
segundo gobierno la organización pro estadounidense Amnistía Internacional,
ante la desfachatez por el desconocimiento del Estado chileno de los derechos
humanos se vio obligada a recomendar al Estado de Chile una serie de políticas
en favor del respeto de los derechos humanos. Precisamente, hicieron mención a
la aplicación de la
Ley Antiterrorista. En este sentido, la Secretaría General
de esa organización Irene Khan, afirmó en 2008 que: “Los pueblos indígenas son
muy discriminados y marginados en Chile, y se ven a sí mismos como víctimas de
una estrategia económica que está destruyendo su vida y su sustento”. A este
respecto, Hernando Silva, coordinador jurídico del Observatorio Ciudadano, al
referirse a la aplicación de esta ley en los gobiernos de la pos dictadura dijo
que : “La criminalización de la protesta social indígena, que ha sido un
fenómeno que surgió principalmente durante el gobierno de Ricardo Lagos, fue
una tónica que se repitió durante el gobierno de Michelle Bachelet, por cuanto
se utilizaron figuras penales excepcionales para desvirtuar los procesos de
reivindicación de derechos de las comunidades mapuche“.
El tiempo transcurrió y el olvido se
hizo eco del pueblo chileno que re eligió a Bachelet en 2014 para un nuevo
período presidencial de cuatro años. Uno de sus planes emblemáticos fue una vez
más la represión del pueblo mapuche. Para esto diseñó la denominada “Operación
Huracán” que configuró acciones nunca antes vistas, ni siquiera en tiempos de la dictadura. La
disposición de montajes de operaciones de falsa bandera al más puro estilo del
gobierno colombiano de Álvaro Uribe que condujo a acusaciones de líderes
mapuche para justificar la más brutal represión contra ellos, fue el sello más
importante de este segundo gobierno de Bachelet. El funcionario que dirigió las
operaciones, alto dirigente del partido socialista de Chile realizó reuniones
con autoridades judiciales, policiales, con fiscales y abogados para construir
una trama a objeto de criminalizar a los líderes mapuche. En lo más alto de la
cúpula de este criminal entramado se encontraba el ministro del interior y la
propia presidenta Bachelet, tal como lo denunció Rodrigo Román, abogado de la Defensoría Popular
en declaraciones a la Radio de la Universidad de Chile. Román afirmó que sin
embargo Bachelet no había sido afectada porque estaba protegida por “los ricos,
los poderosos y los medios”, recordando además que “una de las ofertas de
campaña de Bachelet para llegar al ejecutivo fue la no aplicación de la Ley Antiterrorista ”,
pero “ lejos de no aplicarla, ha invertido cuantiosos recursos para condenar a
los peñis [hermanos en mapudungun, la lengua mapuche] sobre conductas
terroristas”.
Continuando con su estela de represión,
en septiembre de 2016, la lideresa mapuche Juana Calfunao fue condenada a 5
años de cárcel por negarse a aceptar la construcción de un camino que pasaba
por su propiedad. Desde hace más de 20 años la comunidad Juan Paillalef
a la que pertenece la lonko [jefe/a de una comunidad mapuche] mantiene un
conflicto con el Estado debido a que se opone a la ruta trazada para tal vía
que “dividiría a su comunidad y destruiría espacios sagrados donde se realizan
ceremonias y rogativas, y además, su construcción no ha sido consultada de
forma previa, libre e informada como lo determina el Convenio 169 de la OIT”
según un reporte del portal digital chileno eldesconcierto.cl. En marzo de
2011, Calfunao encaró a la ex presidenta Michelle Bachelet en el Parlamento
Europeo en Bruselas por la aplicación de la Ley Antiterrorista.
Bachelet siempre guardó silencio como
presidenta y lo sigue haciendo en su nueva función de proteger a los amigos de
Estados Unidos desde la ONU mientras utiliza su cargo para atacar a los que lo
adversan, actuando de la manera servil y rastrera que la caracteriza. Incluso ,
inmersa en una patología conocida como Síndrome de Estocolmo, se ha encargado
de proteger a los militares incursos en la violación de derechos humano durante
la dictadura no moviendo un dedo para que fueran eliminados las cárceles cinco
estrellas donde asesinos, violadores y torturadores pasan su maravillosa
existencia en condiciones materiales óptimas. Es de suponer que esto también
sea parte del acuerdo con el Pentágono, toda vez que hasta Sebastián Piñera,
sin haber cambiado mucho, ha tomado medidas en este ámbito.
Así, en el desempeño de su más reciente
responsabilidad, Bachelet guarda absoluto silencio frente a las brutales
violaciones de derechos humanos de las monarquías árabes aliadas de Estados
Unidos, no opina sobre los ataques de Israel al pueblo palestino, no se inmuta
ante el desastre humanitario que Arabia Saudita está produciendo en su guerra
contra Yemen, tampoco se ha enterado que en Colombia todos los días asesinan
activistas sociales, de derechos humanos y desmovilizados de las FARC, ha
asumido mudez absoluta ante los crímenes del gobierno de Honduras, no se ha
dado cuenta que todos los meses la policía de Estados Unidos asesina a
ciudadanos negros solo por esa condición, ni ha hecho mención a la brutal
represión y exterminio de migrantes en Estados Unidos y ha emitido una débil
voz en la imprescindible condena a la ilegal detención de Lula.
Ella sabe que la sola evocación de
cualquiera de esas flagrantes violaciones a los derechos humanos le haría
perder su cargo, por eso prefiero asegurarlo aceptando entregar el informe que
Washington hizo sobre Venezuela.
Resulta curioso darse cuenta que a
diferencia de los otros tres presidentes de su alianza política que le
precedieron, los que entregaron el poder a otro miembro de esa coalición,
Bachelet en dos ocasiones traspasara el bastón de mando al pinochetismo en
nombre de Sebastián Piñera y que en ambos casos, Estados Unidos le consiguiera
un puesto en un organismo internacional para asegurarle una huida
económicamente provechosa. Uno inocentemente podría preguntarse ¿Para quién
trabaja?.
Ella ha cumplido su parte y con
Venezuela lo ha hecho con creces, con el mismo ímpetu, dedicación y esfuerzo
con los que participó en la fundación del Grupo de Lima, creando condiciones
nuevamente para justificar una intervención militar en Venezuela. Debe saber
que si ello ocurriera, deberá ser acusada como una criminal de guerra, cómplice
del genocidio que sobrevendrá.
Quiero repetirlo, no me interesa el
informe que haya hecho Bachelet, no tiene ninguna validez, toda vez que fue
elaborado antes de su visita al país, además según dicen los que lo leyeron, no
incorporó ninguna de los datos que aportó el Estado venezolano, es decir fue un
juicio sin derecho a defensa.
No se trata del informe, incluso si
todo lo que ahí se dijera fuera verdad, el problema es si esa oficina posee
real autonomía e imparcialidad para hacerlo y si la persona que lo conduce
tiene la autoridad ética y moral para dirigirla. Evidentemente no. En esa
medida es que carece de valor el informe que ha hecho. La impronta de su vida
política anula la validez del informe.
Ella actuó como lo que es, una persona
sin opinión que funciona a favor de quien le paga, nunca ha tenido criterio
propio para nada, alejada de cualquier ética o compromiso con la humanidad. Hasta
cuando su hijo, funcionario en La Moneda bajo su mandato presidencial, realizó
actividades fraudulentas que la justicia está investigando, dijo que no sabía
nada. Nunca sabe nada, otros saben por ella, otros piensan por ella.
Estimados lectores y lectoras, cree
usted que con semejantes antecedentes, una persona puede hacer un informe de
manera imparcial y objetivo sobre algo, sobre cualquier cosa, no sólo sobre
derechos humanos. Imposible, la deleznable naturaleza de las acciones que ha
realizado a lo largo de su vida política la retrata y la desnuda.
Recuerdo, cuando en Viena en el año
2006, en el marco de la Cumbre Unión Europea-América Latina, el presidente
Chávez se reunió con ella por primera vez, al preguntarle si tras la reunión
emergía alguna instrucción para el gobierno, el Comandante solo dijo: “Ella es
la hija de mi General Bachelet”. Solo eso es. No le da para nada más.
Fuente: http://www.resumenlatinoamericano.org/2019/07/06/pensamiento-critico-chile-es-la-hija-del-general-bachelet-nada-mas/
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