Silvia Federici:
acumulación y caza de
brujas
La
influyente teórica feminista italiano-estadounidense, que enfatiza la
importancia del trabajo reproductivo de las mujeres para la acumulación
capitalista (desde sus orígenes), en los setenta fue una de las fundadoras del
Colectivo Feminista Internacional y movimiento ‘Wages For Housework’. Sus
escritos sobre la demanda del salario por el trabajo doméstico –¡Lo llaman
amor, nosotras lo llamamos trabajo no pagado!– han sido revolucionarios.
Oponiéndose a la división entre el trabajo asalariado de la fábrica (masculino)
y el desvalorizado trabajo doméstico (femenino), declaraba al hogar “un espacio
central de la resistencia al capital”. Si bien el movimiento no prosperó,
fomentó la consciencia sobre la explotación en casa y
popularizó la noción de la reproducción.
Por Maciek Wisniewski.
En
una colección de textos de aquella época – Revolution at point
zero: housework, reproduction, and feminist struggle (2012)– apuntaba: no se trata de
cambiar la naturaleza de nuestro trabajo, sino de dejar de reproducirnos como
trabajadores, como fuerza de trabajo, como mercancía (p. 39).
II.
En su obra principal –Caliban and the witch: women, the body, and primitive accumulation (2004)– Federici reconstruye
famosamente –y a contrapelo de Marx (sic)– la acumulación originaria y el paso
del feudalismo al capitalismo desde el punto de vista de las mujeres.
Analizando las medievales cazas de brujas como un elemento esencial para esta
transición –y la expansión de esclavitud y colonialismo: de allí el Calibán
(Shakespeare), quintaesencial sujeto colonial al lado de la bruja– lo ve más
bien como un giro reaccionario –una contrarrevolución de las élites feudales
ante el auge del comunalismo campesino– que tomó como su objetivo la mujer –su
desvalorización como un sujeto y la destrucción de su poder social (p. 100)– a
fin de imponer control sobre su cuerpo y capacidades reproductivas para
asegurar la mano de obra para el mercado. Junto con los cuerpos femeninos –en
su visión– se apropiaban y expropiaban tierras (los cercamientos) para el nuevo
régimen de explotación.
III.
Viendo al salario –más que cantidad de dinero– como una forma de organización,
instrumento de jerarquización y hablando del patriarcado del salario –término
que introduce en Caliban…–
Federici expone a la vez la falacia de la liberación de las mujeres mediante el
salario/el avance en el mercado, el argumento predilecto del feminismo
neoliberal; por otro lado formulando una serie de acusaciones a Marx –Patriarcado del
salario (2018)– por
sus (supuestas) cegueras al tema de la reproducción y su centralidad para la
acumulación –“el hogar también es una ‘fábrica’, una que produce los trabajadores”–
subraya cómo la violencia interfamiliar es la herramienta del disciplinamiento
de la mano de obra reproductiva (para una crítica desde el feminismo a esta
centralidad y algunas ambigüedades federicianas respecto a Marx, véase: Nosotras, el proletariado; El feminismo desde Marx y más allá de él
IV.
Siguiendo el argumento de Caliban… –la alienación de las mujeres de los
medios de (re)producción como condición para el despegue capitalista– en otra
colección de textos (Witches, witch-hunting and women, 2018) Federici
insiste en tratar la acumulación originaria como una fase permanente del
capitalismo, viéndola en diferentes violencias contemporáneas hacia las mujeres
–maquilas, etcétera– que
apuntan en contra de sus capacidades organizativas; desvela las raíces de la
noción del chisme; analiza –a partir de su experiencia de
trabajar en Nigeria– la actual ola de asesinatos de mujeres –¡acusadas de… ser
brujas!– a lo largo de África (y Asia), en los mismos términos que las cazas
medievales: hoy, las cazas de brujas –subraya– son la herramienta de la
globalización (sic) y parte de un promovido por BM y FMI ataque a los sistemas
comunitarios de tierra –con una justificación teológica de las sectas
pentecostales financiadas desde EU– con tal de eliminar (o expulsar) sus dueñas
y expandir la frontera de la acumulación.
V.
Según Federici una generalizada crisis de reproducción causada por el ataque
neoliberal a la esfera de los cuidados –recortes en salud o educación son una forma de violencia– fuerza a
las mujeres a trabajar fuera y dentro de la casa para compensar ausencia de
servicios sociales propiciando formación de un nuevo patriarcado: las mujeres
de hoy deben ser tanto productoras, como reproductoras. Subrayando cómo los
medios de subsistencia se vuelven un nuevo terreno de disputa –expansión
capitalista/resistencia– une en su análisis Norte y Sur regidos por una nueva
división internacional de trabajo (Revolution…, p. 28) e integra la
naturaleza, en la medida en que la explotación femenina se ve intensificada por
otra ronda de cercamientos: privatización de tierra, agua, semillas,
extractivismo. Aquí es donde entra también su trabajo sobre los comunes (Re-enchanting the
world: feminism and the politics of the commons, 2018), que junto
con el salario pueden ser dos elementos que se refuerzan mutuamente: la clave
está en cómo uno expande su autonomía.
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Fuente: https://www.anred.org/?p=113810
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