Tribunal
Internacional por los Derechos de la Naturaleza: caso TIPNIS
Un dilema falaz:
¿naturaleza o “desarrollo”?
9 de julio de 2019
Por Alberto Acosta
Página Siete
La
justicia social no es viable sin la justicia ecológica, y viceversa; y lo mismo
sucede con los derechos humanos y ecológicos
La sentencia del Tribunal
Internacional de Derechos de la Naturaleza, que rechaza la construcción de una
controvertida carretera en el corazón del TIPNIS (Territorio Indígena Parque
Nacional IsiboroSécure) ha provocado diferentes reacciones de las autoridades
del Estado boliviano. Mientras el presidente de la Cámara de Diputados, miembro
del partido gobernante MAS, dijo que “tomará debida atención de las
recomendaciones emergidas por este tribunal para que se pueda dar aplicabilidad
a sus resoluciones”, en un artículo de prensa la viceministra de Medio Ambiente
arremetió en contra “del fallo de un supuesto Tribunal Internacional
autonombrado” (fake-tribunal en sus palabras), afirmando que la sentencia
“establece que la naturaleza estará intocada y que condenaremos a las
comunidades y poblaciones que viven en los bosques a no acceder a los derechos
a un desarrollo digno y sustentable”.Tal declaración coincide con la simplona apreciación del Vicepresidente boliviano quien, al hablar de la intangibilidad del TIPNIS, llegó a afirmar “que usted no puede sacar una hoja. Eso es intangibilidad. Que usted no puede levantar una rama. Que usted no puede tocar nada. Es decir, no puede hacer una escuela. No puede perforar para agua potable. Eso es intangibilidad”. A más de torpemente querer confundir a la sociedad boliviana, estos pronunciamientos reflejan un dilema falaz: ¿naturaleza o “desarrollo”?
Vamos por partes. Sobre la viceministra, cabe indicar que sus palabras delatan la incomprensión de un tribunal de la sociedad civil global que no pertenece a Naciones Unidas, no es una ONG ni proviene de ningún acuerdo entre Estados u agrupaciones políticas. Su aparecimiento es consecuencia de
Sus miembros participan a título individual: son personas de prestigio, de todos los continentes, motivadas solo por su conciencia y deseo de defender los Derechos de
Para entender la relevancia de este tipo de tribunales basta recordar al Tribunal Russell-Sartre, creado desde la sociedad civil para enfrentar los crímenes de guerra del imperialismo yanqui en Indochina.
¿Se atrevería alguien a tildar de “fake” a un tribunal presidido por pensadores de gran ética que buscaban juzgar los crímenes cometidos por Estados Unidos en Vietnam? Y, por cierto, de ahí nacería luego el Tribunal Permanente de los Pueblos, otro espacio de indudable fuerza ética.
Es claro que estos tribunales de la sociedad civil buscan precisamente incomodar al poder –político, económico y demás– cuando ha atropellado derechos (una de las especialidades de quienes ejercen el poder).
Respecto a las palabras del Vicepresidente boliviano, recalquemos el principio de que la justicia social no es viable sin la justicia ecológica, y viceversa (lo mismo sucede con los derechos humanos y ecológicos), lo cual se debe a que seres humanos y naturaleza formamos una sola gran unidad: somos la vida misma de este mundo.
Semejante principio choca con la política de muchos gobiernos latinoamericanos –como el boliviano– que falazmente hablan de superar los extractivismos profundizándolos (incluso con megainfraestructuras).
En realidad, a más de violar a
Duele que se siga vendiendo esa falacia de que se debe sacrificar a la naturaleza para invocar al “desarrollo”: un verdadero fantasma, responsable hasta del propio “subdesarrollo”.
Así
mismo, entristece que la incomprensión de que el Vivir Bien, establecido en la
Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia, no es una alternativa de
“desarrollo” –sustentable o no–, sino una alternativa al “desarrollo”. El Vivir
Bien es una forma muy diferente de entender la vida, propiciando la armonía
entre los seres humanos y de éstos, en tanto comunidades e individuos, con la
Pachamama.
Así, la idea
de que la atención gubernamental a las poblaciones indígenas y no indígenas del
TIPNIS no será posible por cumplir con los Derechos de la Madre Tierra es
aberrante. Aberración sostenida desde una falsa dicotomía –naturaleza o
“desarrollo”– que urge superar si queremos evitar que la vida termine subsumida
por el poder.
Alberto Acosta. Economista ecuatoriano. Exministro de Energía y
Minas. Expresidente de la Asamblea Constituyente.
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