La supuesta
“izquierda” en el Gobierno y la continua militarización de México
10
de julio de 2019
Por Ramiro Hernández Romero (Rebelión)
“El
Che, dice N. Kohan y con razón, hace hincapié en tres requisitos fundamentales
para el triunfo de la revolución que, añadimos nosotros, niegan frontalmente
las tesis reformistas y revisionistas: Primero, la lucha contra el Estado
capitalista y la lucha por la toma del poder por el proletariado; segundo, la
recuperación del sujeto revolucionario, activo, consciente, ofensivo, que no se
limita a esperar la llegada de las “condiciones objetivas”, sino que además las
impulse con su consciencia subjetiva de masas, creativa y por ello también
objetiva; y tercero, que tanto el poder proletario como el sujeto colectivo
luchen por un humanismo socialista, comunista, irreconciliable con la demagogia
burguesa, que empiece a practicar una forma de vida cualitativamente superior a
la alienada y fetichizada del capital”.
Iñaki Gil De San Vicente
Este grupo que predica un falso “reformismo” y falsa “izquierda”, tiene su origen en los grupos de poder político que se divorciaron del PRI anterior al ascenso de los tecnócratas al poder y a la dirección del partido entre la década de 1970 y 1980, décadas de crisis económica, social y política que azotó no sólo en México, sino gran parte de América Latina. Otros fueron militantes de partidos de izquierda, que en periodos distintos apoyaron al Estado mexicano, algunos formaron filas en las guerrillas. No obstante, estos grupos tienen sus raíces en la revolución burguesa de 1910-1917, los cuales tuvieron el gobierno por décadas quienes construyeron un Estado corporativo y un rígido control sobre la mayor parte de los sectores sociales. La represión, cooptación, asesinatos, etc., para mantener la paz perfecta, no estuvieron ausentes. Estos grupos pequeños burgueses, que ahora podemos llamarle reciclados, casi siempre han defendido que los cambios sociales se pueden dar desde el Estado. La visión y concepción de dicho grupo es que el Estado es un órgano de conciliación de clases, es decir, que el fundamento del Estado es precisamente la conciliación de clases. En realidad es una concepción bastante vieja que los grupos de poder político en México experimentaron desde el gobierno de Lázaro Cárdenas, aunque esta experiencia se dio también en otras partes de América Latina. Dicha concepción se le ha denominado bajo el término populismo. Entre otras cosas el Estado pasaba también a ser regulador de la economía, etc. ¿Pero esta idea del Estado es creíble para la mayoría de los sectores sociales que experimentan una creciente violencia [2]estatal y empresarial privada?
Lenin, siguiendo a Engels, afirmaba, en un texto de gran actualidad en nuestros días, [3] que el Estado es el producto y la manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase. El Estado surge, decía, en el sitio, momento y grado en que las contradicciones de clase no pueden conciliarse. Afirmaba, en otro sentido, que la existencia del Estado demuestra que las contradicciones de clases son irreconciliables. Y en algunas líneas de la obra de Marx hablaba de que el Estado es un órgano de dominación de clase, de opresión de una clase hacia otra. El Estado es, decía, la representación que crea un orden que legaliza la opresión y amortigua el choque entre las clases. En ese sentido, el Estado no es un ente abstracto, se caracteriza por una agrupación de súbditos que se agrupan bajo este ente; sin embargo, no sería comprensible sin la instauración de un Poder público que se materializa no solo en instituciones de todo tipo, cárceles, etc. sino también de grupos armados castrenses que tienen a su disposición todo tipo de elementos materiales para mantener un orden. Las clases irreconciliables y las contradicciones en su totalidad que surgen de ellas, vuelven necesario al Estado mantener un ejército y policía permanentes para mantener dicho orden, que son en todo caso instrumentos fundamentales de la fuerza del poder del Estado. Dicha concepción experimenta el México de la demagógicamente llamada cuarta transformación.
La función del Estado a partir del uso de los ejércitos o grupos coercitivos para mantener a raya a la población es la práctica común de los grupos conservadores y retrógrados y del supuesto gobierno de “izquierda”. El grupo de pequeños burgueses, mediocres y oportunistas, alrededor de un presidente sumamente contradictorio en la práctica y en el discurso, un demagogo muy superior a sus antecesores, que demuestra su tradición y antigua militancia en el PRI, se instala en el gobierno despreciando históricamente a los sectores sociales que viene luchando por un cambio real y profundo. No es casual que antes de asumir el gobierno, López Obrador se apoyaba en los militares, es decir, luego de saber que había ganado presidencia. Y una vez instalado en el gobierno, promovió un ejército más avanzado para los propósitos que persiguen los grupos dominantes, e impulsa la creación de
Hace
algunos días el gobierno ordenó el despliegue de la Guardia Nacional
hacia el norte del país y poco después en la Ciudad de México, capital del
país, con la justificación de combatir la supuesta “delincuencia”. La idea de
“delincuencia” que promueven las elites políticas muestra como gobierna la parte
más ignorante y agresiva de la población, porque los realmente delincuentes son
protegidos por el gobierno izquierdista como los casos de Carlos Slim, Ricardo
Salinas Pliego, entre otros. Esta política es propia de la militarización que
tanto abogaron los tecnócratas y neoliberales en el pasado y que ahora bajo
otro nombre lo practica la nueva administración. Lo que vemos es más del pan de
cada día.
En el momento en que se
redacta este artículo, el gobierno López Obrador enfrenta el descontento de Algunos ingenuos hablan de que
Notas:
[1] Me refiero a la
práctica, ya que nunca vivieron precariedades, ni explotación del patrón.
[2] La violencia en todas
sus dimensiones: desde la explotación material hasta la psíquico-ideológica.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=258039
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