Sacrificar la Antártida
para salvar el capitalismo
24
de julio de 2019
Por
Silvia Ribeiro
Aun si se
cumplieran las metas del Acuerdo de París, la Antártida seguirá derritiéndose y
en 200 años Nueva York, Tokyo y otras megalópolis desaparecerán
La
Antártida, el casquete polar del hemisferio sur, se está derritiendo. Cada vez
más rápido, debido al caos climático provocado por el capitalismo industrial.
Esto provoca el aumento global del nivel del mar, que en el curso de un siglo
podría alcanzar tres metros, cubriendo países insulares e inundando ciudades
costeras. Esto y otras catástrofes en curso deberían causar que los gobiernos,
especialmente los del Norte global que son los principales culpables, tomaran
medidas claras y enérgicas que detuvieran las causas del cambio climático. En
lugar de ello siguen surgiendo, como proyectos científicos serios, las
propuestas más descabelladas de geoingeniería: manipular a gran escala los
sistemas de la Tierra para solamente aliviar los síntomas del cambio climático.
Para supuestamente
salvar ciudades como New York, Shangai, Tokyo o Calcuta, un equipo de
científicos del Instituto Postdam de investigación sobre el impacto climático,
financiado por el gobierno alemán, propuso el 18 de julio de este año un nuevo
megaproyecto de geoingeniería. Miles de cañones arrojarían desde el mar 74
billones de toneladas de nieve artificial sobre los glaciares Isla Pine y
Thwaites, en la Antártida occidental, para ralentizar su derretimiento. Es un
territorio no reclamado por ningún país, según el Tratado Antártico, vecino a
la Antártida chilena y argentina. (https://tinyurl.com/yytsdno3)
Esos
glaciares están en la zona crítica de derretimiento del hielo, que en la
Antártida se debe principalmente al calentamiento del mar, que está derritiendo
su base submarina. No es un proceso lineal, sino que a cierto punto el
derretimiento desencadena más vulnerabilidad y se acelera, algo que ya se está
observando.
Para
intentar detener esto la propuesta de este grupo de científicos es crear nieve
artificial por decenas de billones de toneladas, lanzarla con cañones que
alcancen arriba de 640
metros para superar la altura de los glaciares y
depositarla a un ritmo de 10
metros anuales de nieve sobre una superficie de 52 mil
kilómetros cuadrados (como toda Costa Rica o más del doble de El Salvador)
durante al menos 10 años. O más, si el cambio climático continúa. (https://tinyurl.com/yxhpas63)
La nieve
artificial se crearía con agua bombeada del océano, que primero habría que
desalinizar y lograr que se mantuviera como nieve o hielo hasta que se integre
a los glaciares. Todo el proceso demandaría cantidades ingentes de energía,
parte de la cual proponen sea provista por 12 mil generadores eólicos en el
mar, pero reconocen que esto es sólo para hacer la nieve artificial y lanzarla.
No incluye la construcción de las instalaciones ni la demanda energética para
desalinizar, lo cual es esencial, ya que si se hiciera con agua salada tendría
serios efectos negativos en los flujos dinámicos de la capa de hielo, ni de
otras fases relacionadas con el proceso, todo en condiciones extremadamente
duras.
La
instalación de la infraestructura de energía y cañones tendría efectos
devastadores en la fauna.
Los científicos que hacen la propuesta admiten que conlleva
enormes impactos negativos sobre el ecosistema y especies marinas. De hecho, lo
refieren como sacrificar la Antártida para salvar grandes ciudades.
Reconocen,
además, grandes incertidumbres sobre otros posibles efectos; por ejemplo, no
toman en cuenta en el estudio el calentamiento adicional de la atmósfera si la
temperatura sigue aumentado, ni que al remover enormes masas de agua oceánica
se podría alterar la circulación marina y facilitar que entre más agua caliente
a la base del casquete polar, acelerando su derretimiento. Al igual que con las
demás propuestas de geoingeniería, podría acabar siendo peor que el problema
inicial.
Es muy
preocupante que una institución reconocida, como el Instituto Postdam, se sume
al coro de los proponentes de la geoingeniería –que está bajo moratoria en el
Convenio de Diversidad Biológica–, aun admitiendo que se trata de sacrificar
ecosistemas enteros y que los riesgos de fracaso e impactos colaterales son muy
graves.
Según el
instituto, lo hacen porque aun si se cumplieran las metas del Acuerdo de París,
de mantener el aumento promedio de la temperatura a menos 2 grados, la
Antártida seguirá derritiéndose y en 200 años Nueva York, Tokyo y otras
megalópolis desaparecerán. Plantean que entonces los gobiernos tienen que
pensar qué sacrificar.
Pero la
pregunta crucial es por qué ante tal gravedad no hacen propuestas igualmente
dramáticas para terminar con las causas y parar el cambio climático. Por
ejemplo, si el 10 por ciento más rico del planeta tuviera un nivel de vida como
un ciudadano europeo medio (muchísimo mayor que el promedio latinoamericano),
la emisión de gases de efecto invernadero global ¡bajaría 30 por ciento! (Kevin
Anderson,Tyndall Centre)
El principal
motor del cambio climático es el capitalismo industrial basado en combustibles
fósiles (petróleo, gas, carbón) y los únicos que se benefician son una absurda
minoría de países, empresas e individuos ricos. Las propuestas de geoingeniería
no son para salvar ciudades, sino para salvar esos intereses. Eso es lo que hay
que cambiar, no sacrificar a la Antártida o cualquier otra región.
https://www.jornada.com.mx/2019/07/20/opinion/019a1eco
Fuente: https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2019/07/24/sacrificar-la-antartida-para-salvar-el-capitalismo/
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