lunes, 15 de julio de 2019

"Nos encontramos claramente ante una situación de atasco político. Una situación que puede agravarse en las próximas semanas con la ineluctable degradación de la situación económica y social".

Argelia
La movilización no decae:
¿y ahora qué?
15 de julio de 2019

 

Por Samir Allam
TSA

Traducido del francés por Alberto Nadal
Por 21 viernes consecutivo desde el 22 de febrero, centenares de miles de personas se han manifestado hoy en numerosas ciudades del país. A pesar del calor, las vacaciones y, en algunos casos, una noche de celebraciones de la calificación de la selección nacional de fútbol para las semifinales de la Copa de África, la movilización era fuerte.
Sin embargo, el poder ha hecho todo lo que ha podido para reducir el número de manifestantes, en particular en Argel: controles de policía en las principales carreteras, despliegue de furgonas en las principales plazas... Este viernes ha confirmado una tendencia observada desde hace ya algunas semanas: el poder intenta por todos los medios reducir la movilización y debilitar al movimiento popular. Ha fracasado una vez más.
Enfrente, las y los argelinos han respondido con fuerza. Las consignas no dejan lugar a dudas. Son las mismas que las coreadas desde hace ya varias semanas. Las y los manifestantes reclaman la partida de los símbolos del régimen. Reclaman “un Estado civil y no militar” y rechazan la organización de las elecciones presidenciales en las condiciones actuales, con el mismo personal en los puestos de mando del país.
Este viernes, las consignas a favor de la liberación de las personas detenidas políticas y de la libertad de prensa y de expresión han sido numerosas, en particular en Argel. Las y los manifestantes y una gran parte de la oposición lo repiten desde la marcha de Buteflika: organizar unas elecciones presidenciales en las condiciones actuales es permitir regenerarse al régimen. Otra enseñanza de las manifestaciones de este viernes: las centenas de miles de manifestantes que han salido a la calle están determinadas a conseguir sus reivindicaciones de forma pacífica.
Enfrente, el poder se niega a la menor concesión, ni siquiera simbólica. Los llamamientos a medidas de apaciguamiento lanzados por la oposición y organizaciones como ONM han sido recibidas con el mantenimiento en la cárcel, decidido esta semana, del luchador por la independencia Lakhdara Bouregâa y de la gente que enarbolaba la bandera amazigh.
El poder muestra incluso signos de endurecimiento en su discurso. Ya está denunciando de “traición” a toda la gente que pone en cuestión su planteamiento de salida de la crisis. Es difícil en estas condiciones emprender un diálogo, incluso sobre el tema de la organización de las elecciones presidenciales queridas por el poder.
Nos encontramos claramente ante una situación de atasco político. Una situación que puede agravarse en las próximas semanas con la ineluctable degradación de la situación económica y social.
Este viernes el ministro de economía ha anunciado una nueva bajada de las reservas de cambio. Han retrocedido a 72,6 millardos de dólares a finales de abril de 2019, contra 79,88 millardos a finales de 2028, es decir una bajada de 7,28 millardos en cuatro meses.
“El nivel de las reservas es relativamente satisfactorio pues equivale a dos años de importaciones y nos permite un margen de maniobra importante en materia de recuperación de la situación financiera” ha comentado M. Loukal, sin explicar cómo va a gestionar el gobierno la situación. Además del bloqueo de las importaciones que producen un efecto limitado debido a la estructura de nuestras compras en el extranjero, el Ejecutivo parece carecer de soluciones. El recurso al endeudamiento externo será difícil de evitar en unos meses.
A esta disminución de las reservas de cambio, se añaden déficits colosales del presupuesto del Estado. Aquí también el gobierno, que ha decidido poner fin a la plancha, tiene dos opciones: devaluar el dinar o recurrir al endeudamiento exterior, con consecuencias seguras sobre el poder de compra de las y los argelinos.
En este contexto, la actividad económica está casi detenida. Los bancos públicos casi no conceden créditos a las empresas privadas, por temor a consecuencias judiciales. La inversión nacional y extranjera está detenida. Muchas empresas privadas se ven con dificultades. Corren el riesgo de cerrar y mandar a decenas de miles de personas asalariadas al paro.
Cerca de cinco meses después del comienzo del movimiento popular, sigue sin dibujarse ninguna solución política. Y este viernes lo hemos visto de nuevo: en ausencia de concesiones serias por parte del poder, las y los argelinos no retrocederán. La pelota, más que nunca, está en el tejado del poder.
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y Rebelión.org como fuente de la traducción.

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