La lucha de los
pueblos originarios
Ustedes saben lo
que tienen que hacer
Por Jean Georges
Almendras-9 de marzo de 2018
(…)¿Acaso no cuenta
la violencia del Estado, ejerciendo el autoritarismo a través de sus operadores
de justicia, a través de sus encorbatados , bien trajeados y bien perfumados
magistrados y fiscales?
¿Acaso no cuenta la violencia del Estado cuando
promueve, fabrica, mediatiza y monta un juicio político, como si se montara un
tinglado?¿Acaso no cuenta la violencia del Estado cuando contrariando toda
formalidad (y aduciendo un tema de seguridad) lleva a cabo un juicio en un
gimnasio alejado del centro urbano, como si la audiencia se tratase de un circo
para el entretenimiento de un público ausente?
¿Acaso no cuenta la violencia
del Estado cuando en ese circo judicial, sus operadores cínicamente se oponen a
los sólidos argumentos de la abogada defensora del Lonko, Sonia Ivanof ?
¿Acaso
no cuenta la violencia del Estado que significa restringir la presencia del
periodismo y de allegados del Lonko en la audiencia?¿Acaso no cuenta la
violencia del Estado, demonizar a los mapuches, incentivan do
el odio contra ellos, utilizando a los medios de comunicación allegados al
poder, difundiendo mentiras y falsedades?
¿Acaso no cuenta la violencia del
Estado cuando el 1ero de agosto de 2017 la Gendarmería Nacional
reprime ilegalmente en territorios de la Pu Lof Cushamen ,
cuando únicamente estaba autorizada (por la Justicia) a desalojar una carretera
en la que se realizaba una protesta de mapuches reclamando precisamente la
libertad del Lonko?¿Acaso no cuenta la violencia estatal cuando esa represión
–con sabor a cacería- desencadenó la cobarde desaparición forzada seguida de
muerte del joven Santiago Maldonado (un huinca que se adhirió convincentemente
a la lucha de la causa mapuche)?
¿Acaso no cuenta la violencia estatal cuando
efectivos del grupo Albatros ,de la Prefectura Naval (¿siguiendo directivas de
personal de rango del gobierno?) irrumpen ilegalmente y a balazo limpio en una
comunidad mapuche de Villa Mascardi, de Bariloche ,
el 25 de noviembre de 2017, dando muerte por la espalda –con un proyectil 9 mm-
al joven mapuche Rafael Nahuel?.
En los alrededores
del Juzgado Federal de Bariloche ,
tras los incidentes en la
Avenida San Martín , turistas y residentes no pudieron evitar
ser testigos de la violencia del Estado, en el marco de una aparatosa cacería
de los mapuches que venían de apedrear a los uniformados apostados en las
puertas de la sede judicial.
Los policías
desplegados por el centro de la ciudad con palos, escopetas y escudos
antimotines no podían permitir más desórdenes. Ya bastante se habían
descontrolado los mapuches y sus simpatizantes. Ya bastante violencia
significaba protestar a pedradas un dictamen judicial cargado de trampas y de
manipulaciones, como si todas esas burdas maniobras no fuesen actos de
violencia. Esa violencia de privar de su libertad a un jefe mapuche que desde
Chile es acusado de terrorista y desde Argentina le es facilitada su
extradición, porque antes, unos meses antes, hubo una violencia que no por
sutil fue menos maquiavélica. Una violencia de guante blanco, o mejor dicho de
pacto político sucio: un diálogo extraño entre la presidenta de Chile Michele
Bachelet y su par Mauricio Macri, en el que el tema del Lonko Facundo Jones
Huala estuvo presente. Tan presente, que lapso después, los duendes de la
justicia argentina, con sus esbirros policías, le dieron la voz de alto al
Lonko, para someterlo luego a otro juicio de extradición, siendo que en uno
primero había quedado absuelto por falta de pruebas.
Pero la mano negra
de la mafia racista y anti mapuche, salida de las entrañas mismas de los
gobiernos de Chile y de Argentina, ganó la batalla.
El Lonko Facundo
Jones Huala fue encerrado. Fue vituperado, fue difamado por políticos y
periodistas (recuérdese una ignominiosa entrevista televisiva que le hiciera en
la prisión el periodista Jorge Lanata, con el claro objetivo de
desprestigiarlo, tal su aporte a la demonización de los mapuches) y su protesta
fue recurrentemente ensuciada y tergiversada.
Y ahora el Lonko
será extraditado. Y aunque su abogada Ivanoff apelará la sentencia, los efectos
de tan detestable e ilegal resolución seguirán formando parte de la cadena de
desmanes que se sigue anotando el régimen macrista: aumento de la represión a
las comunidades mapuches; resoluciones judiciales manipuladas por personajes de
la Casa Rosada ;
maltratos y vejámenes constantes a los mapuches que son detenidos en incidentes
como los que se vivieron en la ciudad de Bariloche ,
sin contemplar a menores y o a mujeres embarazadas.
Según lo informado
por varios medios de prensa, entre ellos el sitio web “En Estos Días”: Uno de
los detenidos tiene 14 años. Estuvo esposado durante varias horas. “Me estaba yendo al auto para irnos a
Neuquén cuando apareció una camioneta y nos gritaron ‘tirate al piso’, un policía
me apuntó en la cabeza con una escopeta. Soy fuerte pero me molieron a patadas,
les decía que soy menor pero no les importó, me gritaban ‘indio maricón’”,
relató. Un policía lo sujetaba con la cabeza entre sus piernas. Y le tapó la
cara con un poncho. “No puedo respirar”, gritaba el joven tirado en el piso.
Desafiante, el policía deletreaba su apellido y número de legajo ante los
periodistas que reclamaban al menor que diga su nombre y DNI. “Me hizo una
llave que me apretaba fuerte el cuello, después me llevaron. Me tenían contra
el vidrio, todos le pedían que me sacara las esposas, pero se reían de mí”, relató el niño.
Los incidentes del
día lunes 5 de marzo en Bariloche
derivaron en una audiencia en el Juzgado local, a la que fueron conducidas en
carácter de detenidas, unas quince personas a las cuales se les dejó en
libertad iniciándoles una investigación y una causa. Todo por los desórdenes
protagonizados en las puertas del Juzgado Federal y en las calles de Bariloche . Otro malón de “demonios mapuches” ha sido
severamente castigado, dirán por ahí.
Los unos y los
otros.
Los unos: que
difaman y violentan a quienes no hacen otra cosa que reclamar sus tierras
diciendo basta a la segregación y a la persecución de un pueblo que tiene más
derecho a trabajar y vivir libremente esas tierras que todos los blancos que
pretenden minimizar su legítimo reclamo, para preservar bienes, latifundios,
mineras y otros negocios, obviamente negocios en acuerdo con el gobierno.
Los otros: que
fortalecidos por sus antepasados no bajan los brazos y estrechan filas para que
el huinca no violente más su bienes, ni su cultura, ni sus vidas.
Los unos y los
otros.
Y entre los unos y
los otros el tiempo sigue transcurriendo, y la historia de los pueblos
originarios de esta rica (y doliente) América Latina, vestida de democracia
(¿democracia?) sigue escribiéndose con sangre y sufrimientos de comunidades
indígenas valerosas, que hoy por hoy, saben perfectamente qué hacer, porque
saben perfectamente quién es el enemigo, con que ropajes se camufla y a quienes
está sirviendo.
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