Argentina: "Tengo miedo de
morir"
15 de marzo de 2018
“No hay enfermedad sin
veneno y no hay veneno sin esa connivencia criminal entre las
empresas multinacionales, la industria de la salud, los gobiernos y la Justicia. Hoy más
que nunca, necesitamos que paren y para eso debemos luchar, aun en el peor de
los escenarios, porque nuestro enemigo se volvió demasiado fuerte..."
Por Fabián Tomasi,
contaminado por agrotóxicos.
contaminado por agrotóxicos.
Desde muy joven,
durante muchos años, trabajé en el campo guiando avionetas, en contacto directo
con agrotóxicos. Y yo soy de Basavilbaso, Entre Ríos, donde la gente aprendió a
pasar por encima de la frustración sobre las carrozas de los carnavales. Pero
lamentablemente, detrás de sus coloridas luces o debajo de sus majestuosos
escenarios, hoy sólo puedo ver la cara de Antonella González, una nena que
murió de leucemia en el Hospital Garrahan, hace apenas 4 meses. Había nacido en
Gualeguaychú, hace apenas 9 años. Y falleció, víctima de los agroquímicos. Los
médicos lo sabían, todos lo sabíamos. Como también sabemos que un 55% de los
internados en el Garrahan por cáncer, provienen de nuestra provincia...
La más fumigada del país,
una de las más envenenadas del mundo.
una de las más envenenadas del mundo.
Nunca participé de ninguna fiesta. Ni antes,
porque jamás me alcanzó el dinero, ni ahora, porque hace mucho tiempo me
diagnosticaron polineuropatía tóxica severa, con 80% de gravedad: afecta todo
mi sistema nervioso y me mantiene recluido en mi casa. Mis primeros síntomas
fueron dolores en los dedos, agravados por ser diabético, insulinodependiente.
Luego, el veneno afectó mi capacidad pulmonar, se me lastimaron los codos y me
salían líquidos blancos de las rodillas. Actualmente tengo el cuerpo consumido,
lleno de costras, casi sin movilidad y por las noches me cuesta dormir, por el
temor a no despertar.
Tengo miedo de morir.
Quiero vivir.
Quiero vivir.
Tal vez, ese miedo me pueda servir de escudo,
una especie de anticuerpo, como el humor. O como tanta gente que me ayuda para
que pueda estar escribiendo, en vez de largarme a llorar, porque la enfermedad
me hizo adelgazar 50 kilos y he visto mucha gente fallecer por consecuencia de
las fumigaciones, pero nadie se anima a hablar. Mi hermano Roberto, sin ir más
lejos, fue otra víctima más de las lluvias ácidas que arrojan sus avionetas: el
cáncer de hígado no lo perdonó. Jamás voy a olvidar su agonía, escuchándolo
gritar toda una noche de dolor. Mi papá falleció así, con esa tortura en la
mente y tragándose silenciosamente la impotencia de verme así. Ahogado, de
rabia y de temor.
Yo no quiero ahogar mis palabras.
Quiero gritar.
Quiero gritar.
Muchas provincias del litoral son arrasadas
por el glifosato y el resto de sus químicos, como si desconocieran que los
seres humanos tenemos un 70% de similitud genética con las plantas. ¿Cómo
esperaban que sus venenos aprendieran a distinguirnos? No lo hacen. Por eso,
cuando se fumiga, sólo un 20% queda en los vegetales y el resto sale a cazar
por el aire que respiramos.¿Entienden? No todo es brillantina y diversión en
lugares como San Salvador, el “Pueblo del Cáncer”, donde la mitad de las
muertes derivan de la misma causa.
Allí, el carnaval nunca llega... Y sí, recibí muchas amenazas por visibilizar
lo que nos hacen comer, respirar y beber a diario. Pero ya no basta con decir
“Fuera Monsanto”, porque las cadenas de maldad hoy se extienden al resto de las
compañías multimillonarias y se enredan con el silencio. Pues no hay enfermedad
sin veneno y no hay veneno sin esa connivencia criminal entre las empresas
multinacionales, la industria de la salud, los gobiernos y la Justicia. Hoy más
que nunca, necesitamos que paren y para eso debemos luchar, aun en el peor de
los escenarios, porque nuestro enemigo se volvió demasiado fuerte...
No son empresarios,
son operarios de la muerte.
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Noticias/Argentina_Tengo_miedo_de_morir
son operarios de la muerte.
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