60 mujeres de once
nacionalidades indígenas caminaron de la Amazonía a Quito
La lucha amazónica
tiene voz de mujer
22 de marzo de 2018
Por
Génesis Anangonó (Rebelión)
GK
Las mujeres indígenas caminaron desde sus comunidades de la
Amazonía hasta el palacio de Carondelet, sede de la Presidencia del Ecuador, en
Quito. Han pasado 5 días esperando que el presidente de la República las reciba
para entregarle un mandato donde le explican y le exigen soluciones para los
problemas que la explotación petrolera produce en sus territorios. En el 2013
las mujeres amazónicas marcharon hacia Quito para hablar con el entonces
presidente Rafael Correa: “Él no nos recibió, ni tampoco los asambleístas.
Pasamos más de ocho días aquí, y no nos recibieron. Ahora parece que va a ser
igual”.
ZOILA
Zoila Castillo tiene el rostro pintado con
wituk, un fruto amazónico con el que se oscurece el cabello negro y se dibuja
figuras sobre el rostro. Zoila es kichwa y vicepresidenta de la Confederación de
Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (Confeniae). Zoila viene de la comunidad Teresa Mama
en Pastaza, al suroeste del Ecuador. Zoila es parte de las sesenta mujeres de
once nacionalidades indígenas que están, bajo el sol , por tercer día
consecutivo, en la
calle García Moreno , en la Plaza Grande del
centro de Quito. Esperan al pie del palacio de Carondelet que el Presidente de
la República las reciba. Para dialogar. Para entregarle un manifiesto al que
llaman Mandato.
Hay ancianas, otras son muy jóvenes, niñas.
Tres están embarazadas. Otras todavía alimentan a sus hijos con su leche
materna. La mayoría son madres. No son amigas. Son compañeras. Aunque no se
conocen son amables entre sí. Vinieron desde diferentes territorios. Luchan por
la misma causa: exigen que el Gobierno del Ecuador finalice los contratos y
convenios que tiene con las compañías petroleras que operan en sus tierras.
Zoila organiza a las mujeres, habla con los periodistas, y reparte entre las
manifestantes plátanos y mandarinas que trajeron de la Amazonía, y en vasos sirve
el agua que algunos quiteños les han llevado.
Han pasado cuatro días y siguen esperando que
Lenín Moreno las reciba.
El Mandato de las Mujeres Amazónicas está elaborado en consenso. Son 22
puntos que hablan de las manchas y erupciones en la piel, el cáncer, y las
malformaciones en los recién nacidos de sus comunidades, la destrucción de sus
territorios, cultivos y ríos, y la muerte de los animales que son su alimento.
Piden la cancelación y anulación de los contratos del Estado con las empresas
petroleras. Dicen que la extracción petrolera contaminará sus ríos.
“Las mujeres podemos pensar, podemos hacer,
podemos crear” dice Zoila. Nueve de las exigencias establecidas en el documento
se refieren a la culminación total de las actividades petroleras. Castillo
recuerda que las luchas por su territorio para ella no son nuevas: en el 2013
las mujeres amazónicas marcharon hacia Quito para hablar con el entonces
presidente Rafael Correa: “Él no nos recibió, ni tampoco los asambleístas.
Pasamos más de ocho días aquí, y no nos recibieron. Ahora parece que va a ser
igual”.
Entre las mujeres amazónicas hay cinco niñas y cuatro niños, que
corren frente a Carondelet, sede presidencial ecuatoriana. Cuando se cansan, se
sientan junto a sus madres y las escuchan dirigirse, en vano, al presidente
Moreno. También hay niños y niñas más pequeños. Son frágiles. Algunos están
enfermos.
NELLY
NELLY
E l hijo de Nelly Guampash es uno de los niños
enfermos. El pequeño acompaña a su madre desde la provincia sureña de Morona
Santiago ellos son Shuar. Su madre pide al Presidente amnistía para todos los
hombres que han sido encarcelados y demandados por oponerse a la extracción
petrolera. Hombres como su esposo, uno de los líderes perseguidos, refugiado en
la selva. “No puede ver a sus hijos crecer. Ahora soy yo quién debe mantener la
familia sola”, dice Nelly, que trata de calmar a su bebé, agotado por el calor
y la gripe. Recuerda
que varios hombres, entre esos su marido, intentaron parar el desalojo de los
territorios amazónicos de San Carlos Panantza, Warints y Nankints, que están en
las provincias de Morona Santiago y Zamora Chinchipe. No lo lograron, pero sí
se llevaron golpes, demandas y amenazas de muerte.
Nelly también pide que se aclaren las muertes
de líderes indígenas en la última década. Bosco Wisuma fue
asesinado con un perdigón en 2009 en el paro indígena contra el proyecto de la
Ley del Agua que se tramitaba en la Asamblea Nacional. Los
protestantes cerraron el paso del puente que atraviesa el río Upano, y la
Policía intentó abrir la circulación, pero fueron recibidos con palos, piedras,
lanzas y escopetas recortadas. La manifestación dejó 27 policías heridos y un
muerto: el dirigente Bosco Wisuma. Freddy Taish también
fue asesinado. En noviembre de 2013, cuando un grupo de funcionarios de la
Agencia de Regulación y Control Minero (ARCOM) realizaba un operativo contra la
minería ilegal en Morona Santiago, hubo un enfrentamiento. El operativo terminó
con la vida de Taish y dejó 9 militares heridos. Un año después, el cuerpo de José Tendentza fue
encontrado en el río Zamora, luego de que su familia lo reportara como
desaparecido. Tendentza se oponía al ingreso de la petrolera china ECSA.
También las lideresas amazónicas han recibido
amenazas de muerte. Patricia Gualinga, de la comunidad Sarayaku ,
contó en una entrevista que
fue amenazada en su casa, en la ciudad amazónica de el Puyo. Un hombre lanzó
una piedra a la ventana de su dormitorio mientras le repetía “la próxima te
mato”. Cuando Gualinga fue a poner la denuncia en la fiscalía de Pastaza, le
dijeron que no se podía porque no había un parte policial. Ante su insistencia,
las autoridades cedieron y tomaron la denuncia, pero hasta ahora no encuentran
al responsable.
Nelly tiene la esperanza de que las mujeres
amazónicas logren que el Gobierno otorgue indulto a los perseguidos, que
investigue las muertes de sus líderes, que se reabran los casos. Ella quiere
que el Estado se disculpe y garantice que estos hechos nunca más sucederán.
Responsabiliza al Estado de la debacle que viven: “Con la minería vino la
pobreza, la miseria, la prostitución, las violaciones y la muerte. Nuestros
esposos, hermanos e hijos están siendo perseguidos por defender un territorio
que por derecho nos pertenece y que hoy nos quieren quitar”.
Nelly dice que su cultura tiene costumbres muy
sanas, que caminan descalzos, sin ropa: ante los ojos de la selva, dice, no hay
malicia. Eso los ha llevado a ser víctimas de los invasores, que han violado a
niñas y mujeres de la zona.
Por eso en el Mandato exigen un estudio y una investigación
para conocer la incidencia de violencia sexual, incluyendo la prostitución, a
las que las mujeres amazónicas, especialmente las niñas, han sido sometidas por
los trabajadores de las empresas petroleras.
Las tierras de estas mujeres están en las
zonas orientales de Sucumbíos, Pastaza, Morona Santiago, Orellana y Napo. Esta
región es parte de las setecientas mil hectáreas que según la Amazon Conservation
Association están
cubiertas de bloques petroleros y gasíferos. En el estudio se explica que esos
recursos, llaman la atención de las empresas petroleras, que negocian con los
Gobiernos de Colombia, Brasil, Perú y Ecuador. Para lograr la extracción se
construyen carreteras y se destruyen cientos de hectáreas de territorios,
buscando un supuesto progreso que solo beneficia a los Gobiernos.
En Ecuador una de las empresas petroleras más
grandes es la estatal
Petroecuador , que tiene a su cargo diecisiete bloques en la Amazonía. Opera en
el país desde 1972, cuando llamaba Corporación Estatal Petrolera Ecuatoriana
(CEPE). En 1989 pasó a llamarse Petroecuador y el Estado asumió todo el control
sobre sus actividades de la exploración y explotación de crudo.
En la zona hay gente achuar, zápara, shiwiar y
kichwa. Está el codiciado bloque 28, concesionado en abril de 2015 a un consorcio de empresas
petroleras: Petroamazonas EP, Belorusneft de Bielorrusia y ENAP de Chile.
Este bloque debió ser explotado en 1995 por la empresa Tripetrol ,
pero en 1998 Petroecuador declaró la caducidad del contrato. En el 2006 Repsol
hizo una oferta para operar el bloque, pero no lo consiguió. Las empresas
petroleras no han podido iniciar su eexplotación, por la resistencia de las
comunidades locales que han impedido el ingreso de los contratistas. Por ello,
muchos dirigentes amazónicos han sido enjuiciados y amenazados.
YADIRA
Y adira Sharup es una mujer Kichwa, de cabello
largo y profundamente oscuro. Su vestimenta hace juego con las pulseras y los
largos collares fucsias que resaltan sobre su túnica negra. Mientras amamanta a
su hija, recuerda que cuando el presidente Lenín Moreno estaba en campaña fue a
la Amazonía a pedirles respaldo. Les dijo que también es un hombre amazónico,
que estaba preocupado por la situación del territorio, que durante su Gobierno
habrían diálogos con las comunidades para evitar la destrucción de la selva. Hoy ella mira
con asombro al hombre que las visitó en la Amazonía, al que recibieron con los
brazos abiertos y para el que prepararon grandes banquetes, y que hoy las
ignora. Aún duda que que sea sean la misma persona.
Yadira sabe que existe un mecanismo que les
permite a las comunidades indígenas asentadas en territorios petroleros,
decidir si el crudo se queda o no bajo tierra, pero también sabe que en Ecuador
no se aplica. Ella se refiere a la consulta previa, un mecanismo incorporado en
la Constitución de 2008.
El 27 de junio de 2012 la Corte IDH responsabilizó al Estado ecuatoriano por la violación de los derechos:
a la consulta, a la propiedad comunal indígena y a la identidad cultural del
pueblo Sarayaku, establecidos en el artículo 21 de la Convención Americana
de Derechos Humanos.
El Estado había permitido a una empresa
petrolera explorar y extraer petróleo desde finales de la década de noventa,
sin haberle consultado previamente al pueblo Sarayaku. El Estado también fue
declarado responsable de poner en riesgo la vida de sus habitantes, y la Corte
estableció que el Estado debía reconocer el derecho “a la consulta previa,
libre e informada de las comunidades y pueblos indígenas” antes de realizar
actividades extractivas
En el Mandato califican a la consulta previa actual como un
proceso “viciado y manipulado” que ha ocultado las verdaderas intenciones de la
industria petrolera en el país. “A mí nunca me han venido a decir ‘señora,
¿quiere que saquemos el petróleo de su territorio?’. A ninguna compañera le han
consultado y aunque lo hicieran nosotras vamos a decir no”, dice Sharup.
Mientras Yadira se quita las sandalias y pone los pies al sol, cuenta que a
territorio Sarayaku llegó un día “una retroexcavadora grandísima, con una pala
igual de grande”. La máquina arrancó de raíz algunas casas, los hombres de la
comunidad intentaron frenar la destrucción, “pero recibieron insultos y golpes,
otros fueron amenazados y por eso eso tuvieron que irse”.
Amparadas en su Mandato, las mujeres amazónicas, han decidido no
participar en consultas o socializaciones porque no van permitir más proyectos
extractivos. “El Oriente es muy rico, las mujeres amazónicas somos muy ricas.
Podemos vivir del turismo”. Yadira no se equivoca: más allá de los vastos
yacimientos de oro, cobre, plata, uranio y petróleo, también hay una inmensa
selva que atrae al mundo. Yadira dice que de ser necesario le pagarán con oro
al Presidente “si tanto cuesta el tiempo del presidente, las mujeres amazónicas
podemos pagarle con oro su valioso tiempo ¿Es eso lo que quiere?”.
Yadira asegura que el turismo sería un
“buenísimo negocio, que la permitiría al Ecuador ganar miles de dólares”. En su
contacto con otras comunidades que viven del ecoturismo dice que ha visto que
se puede obtener ingresos suficientes para vivir bien. En su territorio aún no
han podido hacerlo “porque hay invasores y actividad petrolera, eso le asusta a
cualquiera. Nadie va a venir a enfermarse”.
El Ecuador y su gobierno presumen al mundo la
megadiversidad de su territorio, resaltan la diversidad de etnias y culturas
que aquí habitan. Pero Yadira dice que ese discurso es falso: ella ha sufrido
la discriminación de la gente y la policía que los llama “indios
incivilizados”. Yadira fue la mujer que apareció en la portada de los medios nacionales, cuando la policía intentaba desalojarla, junto a otras
manifestantes. Los agentes les dijeron que no podían estar ahí porque no tenían
permiso para poner la
carpa. Aunque sus reclamos son pacíficos, la Policía intentó
desalojarlas por la fuerza.
Su origen cultural y étnico les ha arrebatado uno de las
condiciones básicas del trato humano: el respeto. Sus territorios no son
respetados. Su cultura no es respetada. Sus cuerpos no son respetados.
MARÍA
María Taan entona bajo el sol los cánticos que le
enseñaron sus ancestros. La anciana luce un vestido azul eléctrico, propio de
su etnia, la
nacionalidad Shuar. Lleva grandes collares rojos y amarillos,
y su piel bronceada brilla bajo el
sol de Quito. María canta “Luchando por la semilla, nuestros
pueblos y el agüita”. Repite y repite esta frase. A veces en castellano. A
veces en shuar.
María está en la plaza principal del Ecuador
defendiendo el territorio de Kutucú, su comunidad. Dice que en esa zona las
actividades de extracción están empezando. La salud de varios miembros de su
comunidad empieza a debilitarse: tienen erupciones en la piel, afecciones
respiratorias y enfermedades que aún no han sido diagnosticadas. “Las tierras
cada vez son menos fértiles”, dice María Taan, “De a poco se están secando y
los frutos que salen son raros”.
La lideresa shuar le grita a un grupo de
chinos que están en la
Plaza. Aunque ellos no entienden lo que la mujer dice,
parecen atentos. Ella les dice que las empresas de su país están acabando con
su territorio: “¿Para qué?”, les recrimina. “Para sólo para ganar plata”. Los
extranjeros se sorprenden cuando una activista de la organización Acción
Ecológica les traduce al inglés lo que María expresa. Dicen
que en su país estas cosas no se dicen, no se hablan, que llegaron a Ecuador
atraídos por la belleza de sus paisajes, que no sabían todo lo que está
pasando.
Cuando María deja de hablarles, ellos se
mezclan entre las manifestantes y los curiosos se quedan escuchando los cantos
de las mujeres.
SANDRA
Sandra Tukup está embarazada: de su vestido
azul sobresale su vientre. Es una mujer shuar de treinta y tres años y dice que
vino a Quito en busca de soluciones. Es una mujer amable, cálida y alegre, pero
su rostro cambia cuando habla de lo que pasa en su comunidad. Dice que cada día
una nueva petrolera ingresa, lamenta que no puedan hacer valer sus derechos,
porque pese a que Ecuador debe cumplir con la Consulta Previa ,
no lo hace. “Ellos sólo se preocupan de hacer plata, no les importa la vida de
los indígenas. A nosotros nos ven como serpientes no como humanos y por eso no
nos respeta los derechos”.
Recuerda que las escuelas del milenio fueron
de las obras más sonadas del anterior gobierno, pero no les ha beneficiado como
se supone: “les enseñan a los niños en otra lengua, no les dejan aprender sobre
el poder curativo de las plantas, no reconocen nuestros conocimientos”. Las
madres se niegan a enviar a sus hijos a esas escuelas, porque la enseñanza no
representa la cosmovisión y filosofía de las nacionalidades y , además, están
muy lejos de sus hogares. Los niños y niñas deben atravesar la selva,
territorio lleno de invasores, que en muchos casos abusan física, sicológica y
sexualmente de ellos.
Zoila, Nelly, Yadira, María y Sandra coinciden
al decir que se quedarán en Quito hasta que el Presidente las reciba. Hasta que
eso suceda, cuentan historias en sus lenguas nativas, atraviesan de lado a lado
la Plaza Grande ,
aconsejan a las tres mujeres embarazadas, explican a las personas que llegan a
la Plaza cuál es su lucha.
Lenín Moreno, desde el inicio de su mandato,
ha dicho que mantendrá diálogos con todos los sectores de la población. Ya
recibió a los dueños de los medios de comunicación privados , se reunió con los transportistas ,
con la Red de Maestros . También con los opositores del
anterior Gobierno: Cynthia Viteri y Dalo Bucaram ,
con elFondo Monetario Internacional y este 13 de marzo con el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social
transitorio . Sin
embargo a las mujeres amazónicas no las ha recibido.
Por lo pronto, apenas un emisario: Juan
Sebastián Roldán, secretario particular de Moreno —por encargo del Presidente—,
recibió el 16 de marzo a las 12 del día a las mujeres amazónicas. Durante tres
horas diez lideresas indígenas expusieron su Mandato. El secretario del
Presidente les dijo que Moreno le había dicho que las visitará en sus
territorios y que ellas propongan una fecha para el encuentro. Nina Gualinga le
dijo que si el Presidente va a su territorio, ellas lo harán esperar
cinco días bajo el sol de la selva .
Tal como él ha hecho con ellas.
Roldán también dijo que de ninguna manera se
podrán frenar los contratos petroleros. “En Ecuador no existe el todo o nada”.
Dijo que no se puede tener a todos contentos, y que por eso ellas tendrán que
ceder. Finalmente, el Secretario de la Presidencia anunció que Moreno las
recibirá el 22 de marzo a las cinco y media de la tarde. Les regalará
treinta minutos de su valioso tiempo a algunas mujeres que caminaron once días
desde el corazón de la selva, para llegar al Puyo y ahí unirse a una marcha que
duró tres días en llegar a Quito.
Estas mujeres, que llevan cinco días
aguantando sol y gritando en la
Plaza Grande , emprenderán hoy un viaje de retorno a sus
territorios. Algunas están enfermas. Todas están cansadas. Su cansancio es
físico. Moralmente, dicen, les sobra fuerza para luchar.
Génesis Anangonó:
Afrodescendiente y feminista, amante de la literatura y la poesía, lectora
apasionada, sensible y dedicada. Estudiante de periodismo.
http://gk.city/2018/03/18/mujeres-amazonicas-piden-ser-recibidas-por-lenin-moreno/
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