Día Internacional de
la Eliminación de la
Discriminación Racial
Racismo ambiental
21 de marzo de 2018
Por Fander Falconí (Rebelión)
Las Naciones Unidas han fijado el 21 de marzo como Día
Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial.
Hace falta recobrar el espíritu de Einstein cuando respondió
a la pregunta de qué raza era: ¡Humana! ¿Por qué el 21 de marzo? Ese día en
1960, la policía sudafricana masacró a quienes manifestaban contra el apartheid. El racismo se
manifiesta en múltiples formas y una de esas es el racismo ambiental.
La conquista de América trajo relaciones
racistas europeas a este continente. En México y en Perú fue la única salida de
los españoles ante culturas indígenas avanzadas. Se coartó la libertad, con
cómplices locales, para luego alegar una supuesta inferioridad. En la América
británica y luego en los Estados Unidos hasta 1863, estaba prohibido que un
esclavo aprendiera a leer. El cinismo racista llegó al extremo, al decir que la
prueba de la superioridad blanca era la falta de la educación de los negros. En
el siglo XXI vemos algo similar.
El racismo ambiental ocurre hoy con minorías
étnicas sometidas a la contaminación excesiva, y excluidas de bienes y
servicios ambientales como aire y agua limpias. El racismo ambiental incluye la
exposición a residuos tóxicos, inundaciones, contaminación por la extracción de
recursos naturales e industriales, carencia de bienes esenciales o la exclusión
de la administración y toma de decisiones sobre las tierras y los recursos
naturales locales. Pese a que los evidentes culpables son los ricos, se suele
culpar a los pobres.
Un ejemplo es el caso de Mossville Luisiana,
Estados Unidos1. Este pueblo se formó con afroamericanos hace 150
años. Hace unos 90 años, 14 empresas de blancos fueron autorizadas a instalar
allí fábricas que usaban sustancias tóxicas. Desde entonces, hasta la
actualidad se han presentado serios problemas de salud entre sus habitantes.
Según un muestreo confiable, 88% tiene dificultades respiratorias; 54%,
padecimientos en la nariz y la garganta; 54%, dolores de cabeza, mareos y
escalofríos; 52%, problemas en la piel, y 43%, dificultades cardiovasculares.
En 2005 los perjudicados presentaron su caso
en Washington DC ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
(CIDH), adscrita a la Organización de Estados Americanos. Este primer caso de
racismo ambiental en Estados Unidos fue aceptado por la Comisión. Pero el caso
no puede llegar a la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, porque Estados
Unidos no ratifica la
Convención Americana de Derechos Humanos.
La basura tecnológica de los países ricos
suele depositarse en los lugares más pobres de la Tierra, aunque China los
compraba hasta hace poco para obtener cobre, por ejemplo. Pero en los países
más pobres ni siquiera buscan reciclar, solo reciben basura a cambio de un
pequeño pago. La llegada de esta basura tóxica a un país que no puede
defenderse de la contaminación puede ser muy perjudicial. Por las leyes de la
termodinámica, no son plenamente reciclables los metales pesados, como plomo,
mercurio, cromo y cadmio. Los metales pesados interfieren en la síntesis de
aminoácidos en las neuronas.
El economista ecológico Joan Martinez-Alier (2016) explica con claridad la esencia
del actual racismo ambiental. Es un conflicto ecológico-distributivo,
relacionados con la extracción y el transporte de recursos y la disposición de
los residuos que se dan en todo el mundo. Hay muchas protestas locales y hasta
han existido casos ejemplos en los que las comunidades han detenido el proceso
perverso y se han propuesto alternativas. La idea de Martínez Alier es que el
mundo está cada vez más consciente de lo que se llama justicia ambiental. Son
conceptos surgidos de la militancia ambientalista, al principio poco elaborados
por académicos, pero hoy reconocidos a todo nivel.
Desterremos de una vez una de las mayores
injusticias del siglo XXI: el racismo ambiental.
Bibliografía:
1) Redacción de Proceso (2010-04-25), “Estados
Unidos: racismo ambiental”, Revista Proceso, México
2) Martínez Alier, Juan (2016) ¿Existe un
movimiento global de justicia ambiental?, UAB, Cataluña
Fander Falconí: Economista ecológico y
académico ecuatoriano. Actualmente es ministro de Educación de Ecuador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario