Dos minutos antes del Apocalipsis
5 de marzo de 2018
Por Silvia Ribeiro (La Jornada)
El 25 de enero de 2018, un grupo internacional de reconocidos
expertos y científicos del Boletín
de Científicos Atómicos (BCA)
–cuyos colaboradores incluyen a 15 Premios Nobel– adelantó el reloj del
apocalipsis global para quedar a sólo dos minutos de la medianoche, hora que
representa simbólicamente el fin de la humanidad.
Según el comunicado de este grupo, la hora
dramática en que nos encontramos se debe al recrudecimiento de la amenaza de
guerra nuclear, a la falta de acción frente al cambio climático y a los riesgos
que implica el uso y abuso de nuevas tecnologías, incluyendo informática y
biología sintética.
El Boletín de Científicos Atómicos se fundó en 1945, a iniciativa de
científicos de la Universidad de Chicago que habían participado en el Proyecto
Manhattan del gobierno de Estados Unidos para desarrollar armas atómicas. El
boletín comenzó con su Reloj del Juicio Final dos años después, para trasmitir
gráficamente el peligro nuclear y alertar sobre la vulnerabilidad de la
humanidad frente al riesgo que significan las armas nucleares.
El reloj del apocalipsis no había estado tan
cerca de la catástrofe global desde 1953, en el auge de la guerra fría. Ahora
es gracias a las bravatas de Donald Trump, su decisión de invertir en más armas
nucleares y la respuesta de los países con cada vez más potencia nuclear a los
que desafía, como Corea del Norte, China y Rusia. Sin duda, tener a un
personaje tan absurdo como Trump con posibilidad de apretar el botón nuclear
–que nos afectará a todos– es una amenaza de alto calibre.
El grupo también menciona como un factor
decisivo hacia la catástrofe el avance del cambio climático. Critica las
políticas de la
administración Trump para incrementar la explotación de
petróleo, carbón y gas, al tiempo que se retira del Acuerdo de París sobre
cambio climático. Pese a los negadores del cambio climático que votaron a Trump
y están en su gobierno, los datos científicos muestran que todos los años más
calientes desde que se empezaron a medir las temperaturas en 1800 –menos uno en
la década de 1990– han ocurrido en el siglo XXI.
Como resultado, el Caribe y parte de
Norteamérica han sufrido catástrofes sin precedentes debido a la violencia de
los huracanes. El hielo del Ártico ha estado en su mínimo histórico por tres
años seguidos, rompiendo récord cada año. Estados Unidos ha sufrido incendios
forestales devastadores a partir de sequías extremas. Pero no sólo ese gobierno
contribuye a la
situación. La meta del Acuerdo de París de no exceder 2 grados
de aumento de la temperatura global no se podrá cumplir con los compromisos
voluntarios de los países más contaminantes, que nos encaminan a un aumento de
entre 3 y 4 grados.
El BCA asegura que es eminentemente alcanzable
y económicamente viable no sobrepasar los 2 grados centígrados, con decisiones
políticas de reducción y apoyo económico a los países empobrecidos, para apoyar
desarrollos con bajas emisiones de carbono.
Entre los tres mayores factores de riesgo
global, el BAC alerta también sobre la falta de control y uso malintencionado
de nuevas tecnologías informáticas y biológicas. Incluye el uso de tecnologías
de información para minar la confianza pública en los procesos democráticos y
en la ciencia. Alerta
además sobre los riesgos de nuevas biotecnologías, como el uso de la tecnología CRISPR-Cas
9 para crear organismos que representan un riesgo potencial de seguridad
global.
Esto alude a los organismos transgénicos con
impulsores genéticos (gene drives, en
inglés), que están diseñados para diseminarse agresivamente en la naturaleza
con el objetivo de extinguir especies enteras. Naciones Unidas ya identificó
esta tecnología como potencial arma biológica con posibles repercusiones
globales, aunque la
Fundación Gates , su financiador, asegura que es para eliminar
plagas. Pero el principal financiador de
investigación sobre esta tecnología es el Ejército de Estados Unidos. También
empresas como Monsanto y DuPont están interesadas en esa tecnología.
Paradójicamente, al mismo tiempo que el grupo de científicos alertaba al mundo
sobre los riesgos de estas tecnologías, la Comisión de Bioseguridad de Brasil,
publicó una nueva normativa, que lo convierte en el primer país del mundo que
considera liberar esta tecnología de alto peligro.
El grupo de expertos del BCA afirma que como
el avance de las manecillas del reloj no es automático, sino producto de hechos
y voluntades políticas, la humanidad también puede ejercer otras voluntades
para regresarlas. Por ejemplo: a contrapelo de los que escalan la amenaza
nuclear, la Asamblea de Naciones Unidas acordó en julio de 2017 establecer un
Tratado para la Prohibición de Armas Nucleares, legalmente vinculante y con
vistas a su eliminación total. Como en tantos otros temas, fue un mensaje claro
de lo que quieren la vasta mayoría de países y habitantes del planeta.
En el caso de la biología sintética y los
impulsores genéticos, 160 organizaciones campesinas,
ambientalistas, sindicales e indígenas llamaron a finales de 2016 al Convenio
de Diversidad Biológica (CBD) a instaurar una moratoria a esa tecnología, con
vistas a su prohibición total. La Fundación Gates usó ingentes cantidades de dinero
para impedir que esa moratoria se adoptara. Pero en diciembre 2017, un grupo de
expertos bajo el Convenio de Diversidad Biológica emitió un reporte crítico que
recupera la necesidad de extrema precaución, el cual será próximamente
considerado.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=238
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