Tierra y libertad:
luchas campesinas
por la humanidad
2 de mayo de 2016
"La vida, las culturas, la enorme y
esencial contribución histórica y presente de las formas de vida campesina e
indígenas, parece siempre quedar en último lugar. No sólo en políticas que
favorecen los intereses corporativos, también por el mito falso de que
campesinos e indígenas producen poco, cuando en realidad son responsables de la
alimentación de la mayoría de la población mundial."
Por Silvia Ribeiro*
De Palestina a Brasil, pasando por Indonesia,
Sri Lanka, Mozambique, País Vasco, Kurdistán, países europeos y
latinoamericanos, llegaron hasta la Amazonia más de 170 delegadas y delegados
de la Vía Campesina ,
pescadores artesanales y otros movimientos y organizaciones sociales, a la
Conferencia internacional sobre reforma agraria en Marabá, Pará, Brasil, del 13
al 17 de abril de este año. La cita tenía mucha historia, razones y urgencias,
además de abrazar desde los movimientos de todo el mundo el acto de memoria y
protesta a 20 años de impunidad de la masacre de 19 campesinos en Eldorado dos
Carajás en 1996, crimen de Estado a favor de latifundistas y por mano de la
policía militar.
A 20 años de esa masacre de campesinos sin
tierra, que motivó que La
Vía Campesina declare el 17 de abril Día Mundial de las
Luchas Campesinas, la criminalización y represión de campesinos, trabajadores
rurales, defensores de territorios y derechos, incluso en regiones como Europa,
sigue siendo un tema que atravesó las participaciones en la Conferencia, desde
todas las esquinas del planeta.
Situación más grave aún sabiendo que la lucha
por la tierra y por seguir siendo campesinas y campesinos, no sólo es justa, es
un aspecto fundamental de la sobrevivencia de todos, estemos en campo o ciudad,
y es un elemento esencial para responder a las más graves crisis planetarias.
Un 70 por ciento de los habitantes del planeta
se alimentan gracias a la producción campesina, la pesca artesanal, la
recolección de alimentos silvestres, las huertas urbanas. Pese a este notable
aporte, solamente tienen 25 por ciento de la tierra agrícola global. (Grain,
2014, aquí) 90 por ciento son
campesinos e indígenas y hay millones de trabajadores agrícolas sin tierra. En
casi todo el planeta, sufren ataques permanentes a sus modos de vida, tierras y
recursos, además de políticas públicas discriminatorias, clientelares o para
generar dependencia.
Sus tierras, en muchos casos las que quedaron
después de ser desplazados de las praderas más fértiles, siguen siendo
codiciadas y arrebatadas por grandes inversionistas, sea para instalar
monocultivos de granos de exportación y/o árboles, para explotar otros
recursos, para abrir paso a proyectos de infraestructura, energía, ampliación
especulativa de mancha urbana, para transporte para todos esos emprendimientos
o hasta para especular con mercados de carbono. O deben abandonarlas porque les
secan y contaminan las fuentes de agua.
En todos los casos, la vida, las culturas, la
enorme y esencial contribución histórica y presente de las formas de vida
campesina e indígenas, parece siempre quedar en último lugar. No sólo en
políticas que favorecen los intereses corporativos, también por el mito falso
de que campesinos e indígenas producen poco, cuando en realidad son
responsables de la alimentación de la mayoría de la población mundial.
La contracara es que el sistema alimentario
agroindustrial, dominado por empresas trasnacionales, ocupa la mayor parte de
la tierra y usa entre 70 y 80 por ciento de todos los combustibles y agua que
se usan en la producción alimentaria, contaminando con agrotóxicos suelos,
aguas y la comida de todos, con enorme desperdicio de alimentos desde el campo
a los hogares. Esto es el principal factor de cambio climático, aunque
solamente alimenta 30 por ciento de la población mundial y emplea una ínfima
parte, la mayoría en semiesclavitud o salarios miserables.
Estas condiciones hacen que la lucha campesina
por la tierra sea aún más importante. La conferencia de Marabá afirmó esa
lucha, pero también dejó claro que su camino va mucho más allá. A partir de
reflexiones y experiencias acumuladas en sus regiones, creciendo las
conclusiones de su conferencia internacional de 2012 en Indonesia, plantearon
nuevas metas y desafíos. Integraron a sus metas el concepto de reforma agraria
popular, propuesto desde el trigésimo Congreso del Movimiento Sin Tierra de
Brasil: la producción alimentaria es un tema de toda la sociedad y requiere ser
asumida por todos los movimientos. La necesidad de alimentos es de todos, así
como los impactos en salud y en ambiente y como los sociales, económicos,
culturales que el sistema agroalimentario conlleva. El sistema industrial es
controlado por unas cuantas empresas trasnacionales que operan en todo el planeta
y son un pilar fundamental del sistema de explotación global.
Otros desafíos que formularon fue pasar de la
lucha por la tierra a la defensa de territorios; integrar los conceptos de
autonomía y soberanía alimentaria; cambiar el modelo de producción agrícola
capitalista por otros basados en agricultura ecológica y campesina,
cuestionando no sólo la propiedad de la tierra, sino también la matriz
tecnológica que subyace al modelo capitalista; fortalecer los procesos
permanentes de reflexión y formación política y teórica; desarrollar y crear medios propios de comunicación, a la par que
denunciar la manipulación informativa de medios
masivos; afirmar la lucha feminista, de género y por diversidad sexual;
construir alianzas con otros movimientos y luchas urbanas y rurales;
articularse a nivel internacional, especialmente contra trasnacionales, contra
la criminalización; afirmar la solidaridad internacional en zonas de guerra
como Palestina y Kurdistán.
Cuando lanzaron la convocatoria de la
conferencia, no sabían que coincidiría con el reality
show de votos comprados en el
Congreso de Brasil para esta nueva clase de golpes de Estado. La conferencia lo
denunció y expresó todo el apoyo a los movimientos contra el golpe. Pero la
mejor medida fue sin duda la reflexión colectiva y crítica sobre lo construido,
los errores, faltas y aciertos, asumiendo un amplio espectro de nuevos
desafíos.
*Integrante del Grupo ETC
La Jornada Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/Tierra_y_libertad_luchas_campesinas_por_la_humanidad
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