Francia
La noche en pie
21 de mayo de 2016
Por Valentina Vietrro (Brecha)
Surgió
en protesta contra la reforma laboral del gobierno de François Hollande, que
acaba de ser aprobada por el Parlamento, pero en realidad expresa un malestar
mucho más profundo de sectores de la sociedad francesa y conecta en parte con
la “indignación” manifestada por los españoles hace cinco años.
Desde el 31
de marzo pasado miles de personas ocupan una de las principales plazas de
París, la de La
República. El movimiento, llamado La Nuit Debout (La Noche
en Pie), surgió en protesta contra la reforma laboral del gobierno de François
Hollande, que acaba de ser aprobada por el Parlamento, pero en realidad expresa
un malestar mucho más profundo de sectores de la sociedad francesa y conecta en
parte con la “indignación” manifestada por los españoles hace cinco años y que
tuviera traducciones similares en otras partes del mundo. El quinto aniversario
del 15 M
se celebró el fin de semana en alrededor de 500 ciudades de 25 países (la mayor
parte europeas, pero también de Estados Unidos, Australia, Filipinas e incluso
Chile), y hubo una delegación de los protagonistas de La Nuit Debout en la madrileña Puerta
del Sol, así como ha habido intervención de los “15 mayistas” españoles en
distintas expresiones de la revuelta francesa. “Ellos tienen millones, nosotros
somos miles de millones”, fue el lema común de la conmemoración.
Desde aquel
31 de marzo, miles de ciudadanos, fundamentalmente jóvenes militantes de
asociaciones, trabajadores precarios, gremialistas, también extranjeros
indocumentados, invadieron la céntrica plaza parisina, ocupándola masivamente
de día, y luego, por las noches, con acampadas. Desalojados, a menudo
violentamente, por la policía, vuelven una y otra vez. Ya llevan más de un mes
y medio en ese ida y vuelta. Han creado incluso su propio calendario, en un
guiño a los revolucionarios de 1789, y hablan de 32 de marzo, 33 de marzo, 34 de
marzo, etcétera. Es un movimiento asambleario, muy similar en ese plano a lo
que fuera el 15 M,
y está atravesado por tensiones del mismo tipo.
La ley de
trabajo elaborada por la
ministra Myriam El Khomri y fuertemente respaldada por el
primer ministro, Manuel Valls, un “social liberal” partidario de cambiarle el
nombre al Partido Socialista, ha logrado unir en su contra a distintos sectores
hasta el momento dispersos, al proponer una flexibilización que no se había
animado a impulsar la derecha: la reforma dispone que las jornadas laborales
puedan durar hasta diez e incluso 12 horas en función de la necesidad de las
empresas, suprimirá o disminuirá el pago de horas extra, privilegiará los
acuerdos por empresa en vez de las negociaciones colectivas, dará mayores
facilidades para despedir trabajadores “excedentarios”. Y así. Una reforma
“radical” que entronca con lo exigido por la Comisión Europea
a los países con legislaciones más garantistas, de cara, entre otras cosas a la
armonización “por abajo” que se impondrá en caso de firmarse el tratado
transatlántico de libre comercio entre Washington y Bruselas.
Aquel 31 de
marzo el economista y sociólogo Frederic London, director de estudios en el
Centro Nacional de Investigación Científica e investigador del Centro
Sociológico Europeo, uno de los referentes intelectuales de La Nuit Debout, saludaba
la involuntaria contribución de los gobernantes socialistas al movimiento:
“Nunca tendremos cómo agradecer a François Hollande, Manuel Valls y Myriam El
Kohmri la oportunidad que nos dieron de hacer converger todas nuestras luchas”,
dijo.
En un
artículo publicado recientemente en el diario en la web Mediapart, el
filósofo Jacques Rancière, autor de libros como La palabra obrera, La noche de
los proletarios y La filosofía y sus pobres (véase entrevista adjunta), sostuvo
que de todas maneras no se le debe pedir mucho a un movimiento que dada su
espontaneidad y juventud evoluciona de una manera poco ordenada y en
direcciones todavía no muy claras.
La
heterogeneidad de la convocatoria, la horizontalidad de la organización, el
asambleísmo, la independencia política, han sido puntos de acercamiento básicos
entre los dos movimientos surgidos con un lustro de diferencia a un lado y otro
de los Pirineos. El 15 M
y La Nuit Debout
nacieron además bajo gestiones socialistas (de José Luis Rodríguez Zapatero y
de Hollande), desafiando a las izquierdas tradicionales en el terreno de lo
social y proponiendo “nuevas formas de hacer política”. También vieron la luz
en coyunturas parecidas: Zapatero acababa de anunciar una dura política de
recortes y una reforma laboral, más o menos en la misma línea que Hollande. En
España el 15 M
fue de todas maneras “tolerado”, y se debió esperar bastantes meses –hasta la
instalación del gobierno de Mariano Rajoy– para que la criminalización de la
protesta fuera una constante. La reacción francesa ha sido mucho más
dura.
Violencia
En la tarde
del martes 10, una decena de días después de multitudinarias concentraciones
obreras con motivo del Primero de Mayo en las que convergieron representantes
de La Nuit Debout,
miles de personas se congregaron en las afueras de la Asamblea Nacional
para protestar ante la inminente aprobación de la ley de reforma laboral. El
gobierno acababa de anunciar que recurriría a un artículo de la Constitución
que autoriza la aprobación de proyectos de ley sin discusión parlamentaria, una
disposición que unos años antes tanto Hollande como Valls consideraban
antidemocrática y decían que debía ser eliminada. Pero la división interna de
los socialistas, muchos de cuyos diputados calificaron a la reforma laboral
como “de cuño neoliberal”, forzó al gobierno a recurrir a ese artículo para
obligar a la bancada a votar unificada.
Ese 10 de
mayo tuvo pues lugar una concentración pacífica, convocada por los colectivos
animadores de La Nuit
Debout, sindicatos y diversas fuerzas de izquierda, en las
cercanías de un parlamento rodeado de fuerzas de choque de la policía con
carros lanza agua. A pesar de que los manifestantes se mantuvieron tranquilos,
parados detrás de sus pancartas o sentados con las manos levantadas, las
fuerzas policiales los gasearon y persiguieron por las calles aledañas.
Testigos dijeron haber visto a policías marchar al trote golpeando sus
cachiporras contra los escudos, como si se tratara de militares. Lo cierto es
que estas escenas se vienen repitiendo en Francia ante cada protesta social de
cierta envergadura. El “estado de urgencia” vigente desde los atentados del 13
de noviembre, que ha sido renovado dos veces, es la excusa utilizada por el
gobierno para justificar la actitud policial. Pero los excesos han sido casi
que la norma. El
17 de diciembre, antes del nacimiento de La Nuit Debout, la
policía había quebrado un tabú: reprimir a estudiantes dentro de un recinto
universitario, cuando las fuerzas antidisturbios ingresaron a la Universidad de
París I, golpeando y deteniendo a los jóvenes. Un día después, una marcha en
solidaridad con los detenidos culminó con nuevos abusos policiales documentados
por filmaciones. El grupo Defensa Colectiva (Defcol), integrado por abogados
“comprometidos”, viene denunciando la violencia y la arbitrariedad de las
intervenciones policiales en los conflictos sociales, empleadas a repetición en
el caso de La Nuit Debout,
por ejemplo para desalojar la
plaza. El colectivo registra más de 300 detenciones por
motivos políticos y en torno a 2 mil allanamientos de domicilios de militantes
sociales, incluidos los de liceales menores de edad, entre diciembre pasado y
este mes de mayo.
Extensión
A priori, el 15 M parece haber sido un
movimiento mucho más espontáneo que La Nuit Debout, con un tiempo de gestación y
permanencia en la plaza más corto (alrededor de un mes duró la ocupación de la
Puerta del Sol) pero con estructuras que se definieron de una manera más
concreta y una comunicación encauzada sin mayores dificultades. A La Nuit Debout le cuesta,
todavía, extenderse más allá de algunas categorías y tener el carácter masivo
que fue asumiendo el movimiento español. Le cuesta, por ejemplo, trascender
hacia las periferias urbanas populares, cargadas de inmigrantes, y ese
“déficit” ha sido una de las discusiones más reiteradas en filas del
movimiento. La otra: el vínculo con los trabajadores sindicalizados, promovido
expresamente por alguna de sus corrientes, y rechazado también expresamente por
otra, que ve en las dirigencias sindicales a aliados de la preservación del
sistema. De hecho, si bien La
Nuit Debout comienza a definir estructuras mínimas, aún esta
tarea le resulta complicada a la hora de concretar las ideas en acciones. La
propia represión le ha hecho reconcentrarse, obligándola a destinar tiempo y
recursos a la “interna” y a pensar formas de resistencia a los embates
policiales, que provocan un desgaste difícil de superar.
Pero quizás la
más importante de las diferencias entre el movimiento español y el francés
tenga que ver con el después, y en particular con su relación con la política
partidaria. En España, el 15 M
surgió desafiando a los partidos –a todos–, y en las acampadas de la Puerta del
Sol no se aceptaba la presencia de dirigentes políticos, del grupo que fuera.
Esa, y el rechazo a los liderazgos “personalistas”, es una condición casi
unánimemente aceptada por los 15 mayistas. Unos pocos meses después, de las
filas del 15 M
nacía Podemos, con la intención de “asaltar las instituciones” y articulado en
torno a la figura de un fuertemente mediático dirigente, como Pablo Iglesias.
En Francia, si bien La
Nuit Debout se plantea como un movimiento horizontal donde
nadie se siente representado por el otro y hasta los responsables de las
distintas comisiones internas son rotativos, desde un comienzo la presencia de
dirigentes políticos y sindicales ha sido aceptada. En la Plaza de la República
se pueden ver por ejemplo puestos de las Juventudes Comunistas, del Nuevo
Partido Anticapitalista y de la Francia Insumisa, un grupo liderado por el ex
candidato presidencial del Frente de Izquierda Jean-Luc Mélenchon. Por ahí han
pasado además referentes de distintas tendencias de la izquierda europea,
incluido el ex ministro de Finanzas griego Yanis Varoufakis. En los debates que
se arman por las noches –sobre precariedad, inmigración, refugiados, el Ttip,
derechos civiles, violencia social, consumo, etcétera–, el del futuro del
movimiento, su ampliación y hacia dónde ir, es de los que más caldea los
ánimos…
(No)
Futuro
El 20 de
abril tuvo lugar en la Bolsa del Trabajo de París, a muy poca distancia de la
Plaza de la República, una discusión sobre el futuro de La Nuit Debout. La convocó el equipo
del diario Fakir, dirigido por el cineasta François Ruffin, realizador de
Merci, patron!, la película símbolo del movimiento (véase recuadro), y dos de
las comisiones de los movilizados (Convergencia de las Luchas y Huelga
General). El objetivo de los convocantes era claro: “inyectar política en algo
que se ha ido transformando en un ágora gigante” algo descosida, según resumió
una cronista del diario digital Médiapart. Ruffin dijo entonces, y lo planteó
nuevamente algunas semanas después, que si el movimiento no busca confluir con
los sindicatos obreros se agotará en sí mismo. “Con La Nuit Debout ya
respiramos mejor. Emociona, pero necesitamos un plan de batalla, una maduración
política y eso vendrá de la mano de la confluencia con los sindicatos.” Entre los 350
participantes que se sucedían en la tribuna estaba Serge Halimi, director de Le
Monde Diplomatique, para quien el movimiento francés debe evitar caer en la deriva en la
que cayó el neoyorquino Occupy Wall Street, que “se enamoró de sí mismo” y murió
de narcisismo. “Hay que trascender las luchas reivindicativas y la crítica para
inscribir al movimiento en el largo plazo una vez que las manifestaciones y la
ocupación decaigan”, declaró Halimi, que propuso a los nocheros franceses vincularse a
la resistencia al Ttip, tanto o más “peligroso” que la reforma laboral de
Hollande, para darle globalidad a un movimiento que “necesariamente debe tener
una dimensión transfronteriza”. Pero entre los asambleístas de la Bolsa del
Trabajo la idea que resonó con más fuerza fue la de ir preparando una huelga
general. Según otro portal, Rue 89, alguien hizo referencia a que le alegraba
que “algunas buenas consignas de los años setenta, como la de la unidad
obrero-estudiantil, volvieran al centro de la escena, aunque también reconoció
que los eventuales actores de esa deseada unidad son hoy muy distintos a lo que
eran hace cuarenta años. Eso dificulta en mucho las cosas y crea malos entendidos mayores
aun que los que había en los setenta”.
Pero si “malos entendidos” hay entre los jóvenes de las plazas
–aun entre aquellos más afines a buscar la confluencia– y los sindicatos, qué
decir de los que existen entre esos jóvenes y los habitantes de las ciudades
periféricas, fundamentalmente los “no blancos” de piel, que tienen la sensación
de que los rebeldes de La Repúblique no pasan de ser “unos pocos miles de hijos
malhumorados o más o menos marginales de la pequeñoburguesía urbana,
intelectual y blanca parisina”, según dijo en otra reunión una militante
barrial de origen árabe. Ruffin reconoce la realidad de ese “muro” y es una de
sus “obsesiones” destruirlo, pero no son pocos los colectivos de los barrios
periféricos que sostienen que las buenas intenciones son una cosa y la realidad
otra. “La izquierda de la izquierda hace años que admite su distancia con los
jóvenes de los barrios populares, pero nada hace en los hechos para que nos
sintamos atraídos hacia un movimiento como este”, sostiene por ejemplo la
militante antirracista Sihame Assbague. Mohamed Mechmache, presidente de una
asociación que forma parte de un colectivo de 200 grupos barriales (Pas Sans
Nous, “No sin nosotros”), reclama que se los escuche “en serio”. “Ustedes se
dicen indignados. Nosotros estamos indignados hace añares”, declaró en una
reunión convocada por La
Nuit Debout. “Más de treinta años llevamos los barrios
populares en estado de emergencia. No se nos aplica el derecho, y los jóvenes
de buena familia no se imaginan la violencia y la opresión escandalosa que
vivimos en nuestros barrios.”
Daniel Gatti, Brecha.
“Merci,
patron!”
La
indignación filmada
Así como se
dice que en el origen del 15 M
español está Indignaos, un opúsculo del veteranísimo francés recientemente
fallecido Stéphane Hessel, La
Nuit Debout nació de los colectivos que asistieron a
proyecciones de una película que tuvo un éxito viral en Francia. Merci, patron!
(¡Gracias, patrón!), una suerte de documental-comedia del novel cineasta
Francois Ruffin, director del fanzine Fakir, cuenta cómo uno de los símbolos
del capitalismo francés contemporáneo, Bernard Arnault, Ceo de Lvmh, un
conglomerado de empresas de lujo que agrupa a marcas como Louis Vuitton, Kenzo,
Dior, Fendi y Gyvenchi, suprime miles de puestos de trabajo de un plumazo y convierte a una
pequeña localidad francesa en un pueblo fantasma, al cerrar la única fábrica
local “deslocalizándola” hacia un país con “costos laborales” muchísimo más
bajos. La película fue rodada por el equipo de Fakir y sus actores son los
propios habitantes de la localidad y ex trabajadores de la fábrica cerrada,
fundamentalmente dos sindicalistas. La bronca que causó ver a Arnault, una de
las mayores fortunas de Europa y la mayor de Francia, justificar los despidos
de cientos de obreros “sobrantes” en aras de maximizar las ganancias de una
trasnacional que las acumula fue tal que Merci, patron se convirtió rápidamente
en fenómeno sociológico. Ruffin se dedicó a su vez a recorrer el país organizando
reuniones “del tipo de las que se dice que se hacían en mayo del 68, cuando el
documental social, en particular el documental relacionado con el mundo del
trabajo, tomó un auge tremendo en Francia”, según dijo. Una tradición olvidada
que vive actualmente una suerte de renacimiento y de la que es también
expresión Comme des lions, un documental presentado por su autora, Françoise
Davisse, como “el retrato de la aventura colectiva” protagonizada por los
trabajadores de una fábrica del grupo automotor Psa, que el mismo día que
anunciaba ganancias récord comunicaba que en tres años se había “desengrasado”
suprimiendo 17 mil empleos.
Daniel Gatti,
Brecha.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=212502
No hay comentarios:
Publicar un comentario