Entrevista con Martín
Drago,
coordinador del Programa de Soberanía Alimentaria de Amigos dela Tierra Internacional
coordinador del Programa de Soberanía Alimentaria de Amigos de
“Para cambiar el
sistema alimentario mundial los sujetos de cambio son
los agricultores de pequeña escala”.
los agricultores de pequeña escala”.
12 de mayo de 2016
Por José Elosegui (Noticias Aliadas)
La federación ecologista Amigos de la Tierra Internacional
tiene presencia en cerca de 80 países. Martín Drago, integrante de la Red
de Ecología Social (REDES)- Amigos de la Tierra Uruguay , se
encarga de guiar el trabajo en el área de soberanía alimentaria desde diciembre
de 2008, así como facilitar los vínculos con los movimientos sociales que
trabajan la temática.
En entrevista con José Elosegui, colaborador de Noticias Aliadas, Drago se refirió al
sistema alimentario controlado por el agronegocio, a la vez que planteó la
necesidad de un cambio de sistema. Sistematizó ejemplos concretos de transición
hacia modelos agroalimentarios sustentables y alertó sobre los principales
desafíos y trabas para la profundización de esas transformaciones.
¿Cómo describe el sistema alimentario mundial
dominante?
El sistema agroalimentario global imperante,
dominado por la agricultura industrial a gran escala, es altamente concentrado,
integrado o encadenado y transnacionalizado. Se caracteriza por la utilización
de mucho capital en insumos como semillas, fertilizantes, agrotóxicos y
maquinaria. Es un sistema que responde a los intereses del comercio
internacional, que tiene el apoyo de fondos públicos, también de instituciones
financieras internacionales, y con un creciente involucramiento del sector
financiero, que tiene un interés netamente especulativo
Con respecto a la alta concentración de la
producción de insumos, según el Grupo ETC [Grupo de Acción sobre Erosión,
Tecnología y Concentración que monitorea el impacto de las tecnologías
emergentes y las estrategias corporativas sobre biodiversidad, agricultura y
derechos humanos], en marzo Monsanto estaba analizando posibles asociaciones
con [las transnacionales agroquímicas] BASF o Bayer, ante las alianzas
Dupont-Dow y Syngenta-Chem China. De acuerdo con ETC, si Monsanto se fusiona
con el área agrícola de Bayer, los tres grupos controlarían más del 65% de las
ventas mundiales de pesticidas, y casi el 61% de las ventas comerciales de
semillas. Si en vez de eso Monsanto se uniera con BASF, el control sería del
61% de los pesticidas y más del 57% de las semillas.
Además de que este sistema agroalimentario
está concentrado y transnacionalizado, está también integrado. El feedlot [corrales de engorde] dedicado a la
producción de carne está encadenado con la producción de los insumos que
reciben esos animales, como la soja y el maíz. Sin embargo, a pesar de toda la
presión, es el campesinado y la agricultura a pequeña escala la que produce la
gran mayoría de los alimentos que consume la humanidad, el 70% también según el
Grupo ETC. Para cambiar el sistema alimentario mundial los sujetos de cambio
están, son los agricultores de pequeña escala.
¿Por qué considera importante cambiar este
sistema dominante?
Según GRAIN [organización internacional que
apoya a campesinos y agricultores en pequeña escala, y movimientos sociales],
del 44% al 57% de todas las emisiones de gases de efecto de invernadero
provienen del sistema alimentario global. Hay un enorme peso de este sistema
transnacionalizado que produce la quinua en Bolivia y la vende en Tailandia en
esas emisiones contaminantes. Es un sistema que empieza a requerir más insumos,
maquinaria, más combustibles fósiles para mover la maquinaria, para los
fertilizantes y agrotóxicos.
La agricultura a gran escala expande la
frontera agrícola, deforesta para seguir plantando, como ha pasado en Brasil
con la soja, el maíz, la caña de azúcar. La agricultura se movió a zonas donde
antes había ganadería y la ganadería se fue moviendo a donde había bosques como
la Amazonia, a través de la deforestación, con el rol que juegan los bosques en
la captura de carbono.
En cambio, la producción agroecológica de
alimentos tiene un efecto completamente distinto, porque emite menos gases,
pero además al trabajar en armonía con la naturaleza recupera el suelo, y el
suelo así refuerza su capacidad de retener carbono, de forma natural. Además,
cuando se reducen distancias entre quienes producen los alimentos y quienes los
consumen, las emisiones del sector transporte también descienden.
¿Cuál sería el modelo alternativo y los
principales cambios que se requieren para llegar a modelos alimentarios más
justos y sustentables en América Latina?
Básicamente lo que proponemos es el modelo de
la soberanía alimentaria, y hoy estamos hablando de la agroecología para la
soberanía alimentaria. Esto quiere decir producción agroecológica, en armonía
con la naturaleza, cuidando los recursos naturales. Además tiene que ver también
con una forma de consumir alimentos, que es la de los circuitos cortos entre
productores y consumidores. En Uruguay, por ejemplo, se destaca la Asociación Barrial
de Consumo Abierta (ASOBACO), como tantas iniciativas en América Latina, que
asume el riesgo de manera conjunta con el productor. Eso hace que al final el
productor, sin intermediarios, reciba mucho mejor precio y el consumidor pague
mucho menos.
Uno de los principales cambios que se requiere
es el reconocimiento del rol que han tenido y tienen los agricultores de
pequeña escala, especialmente las mujeres, y generar condiciones sociales para
que esa gente viva de manera digna en el campo. Para eso también se requieren
servicios cerca de los territorios, rutas, centros de salud, caminos razonables
para poder sacar la
producción. O sea, hay que cambiar los patrones de producción
y de consumo, pero también las condiciones de vida en el campo para que la
juventud pueda quedarse allí. Para eso el rol del Estado es central. Para
facilitar los servicios, pero también en la generación de infraestructura para
que los productores puedan trasladar su producción, espacios donde puedan
conservar sus alimentos, venderlos.
El caso brasileño del Plan Nacional de
Agroecología y Producción Orgánica (PLANAPO) creo que es el paradigma más
grande que hay en la región, del que todos están tratando de tomar algo, como
Uruguay, donde el Plan Nacional de Agroecología busca replicar con las
condiciones de Uruguay esa iniciativa brasileña. El PLANAPO aseguró las compras
públicas a la agricultura familiar para asegurar alimentos para escuelas y
hospitales, por ejemplo.
Además de los casos de Brasil y Uruguay
mencionados, ¿qué otras alternativas concretas existen en la región?
Ejemplos de transiciones a estas formas de producción
y comercialización hay en toda América Latina, tal vez no en la escala que se
precisa. En Uruguay existen la Red de Semillas y la Ecotienda. La
primera garantiza el acceso a un insumo básico como es la semilla, compartida
con otros productores, generando autonomía en la producción con el principio de
la solidaridad como base. Y la Ecotienda permite un canal de venta directa.
En Colombia está la Asociación de Pequeños
Caficultores de la Marina (ASOPECAM), que es parte del Movimiento Agroecológico
de América Latina y el Caribe (MAELA Colombia). Ellos hicieron una transición
hacia una producción orgánica, a la vez que generaron mercados para la venta
directa, como por ejemplo en universidades.
Después hay casos más estructurales. Por
ejemplo, una alternativa concreta es la toma de tierras del Movimiento de
Trabajadores Rurales Sin Tierra de Brasil (MST), que crea condiciones reales
para la construcción de alternativas. Sin tierra, sin semillas, no hay
producción alimentaria. Lo que hace el MST es ocupar tierras improductivas y
disputar con el Estado para que le sean entregadas y se transformen en
asentamientos de producción. Muchos de los asentamientos del MST han transitado
también hacia la agroecología, por lo que están transformando el sistema agroalimentario.
Otra alternativa de la que habla siempre la Coordinadora
Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC-Vía
Campesina) es la educación para la transformación, a través de sus Institutos
Agroecológicos Latinoamericanos (IALA). La educación ideológica y técnica de
los campesinos, indígenas, trabajadores, para poder soberanamente construir las
alternativas transformadoras.
¿Cuáles son los desafíos para seguir
profundizando esos cambios?
Los principales desafíos pasan por entender
que la producción de alimentos no es una cosa que necesariamente tenga que
estar en manos del agronegocio. Hay que cambiar el imaginario popular. De
hecho, la producción de alimentos está en su gran mayoría en manos de los
productores de alimentos a pequeña escala.
También hay que cambiar esa creencia de que
todos los métodos de producción conocidos como “tradicionales” son un atraso.
Muy por el contrario, concentran la evolución de la producción de alimentos
desde el fondo de la historia hasta hoy. El agricultor también es un científico
de cierta manera, porque es una persona que a través de prueba y error ha ido
cambiando y desarrollando sus métodos productivos, adaptándolos. Hay que
revalorizar el rol de esos actores.
Los consumidores también necesitamos entender
que tenemos que cambiar nuestros patrones de consumo. Y otro desafío bien
grande es cambiar la correlación de fuerzas que tenemos hoy en día, en la que
la academia agronómica y veterinaria vinculada a la gran producción de
alimentos impone la idea de que no hay posibilidad de alimentar al mundo sin el
agronegocio.
También hay que ver cómo encarar la transición
hacia los modelos de producción más sustentables. No puede ser una transición
que la paguen los olvidados de siempre, sino que deben hacerlo aquellos que han
generado las crisis por las que es tan urgente generar una transición. Por su
parte, los productores de pequeña escala tienen el desafío de seguir mejorando
sus prácticas.
En definitiva, la traba central es que el
Estado tiene que dejar de estar al servicio de las elites nacionales y
corporaciones transnacionales dueñas del agronegocio para ponerse al servicio
de una producción de alimentos que genere soberanía nacional, menos impacto
ambiental y mejores condiciones de vida para aquellos que producen los alimentos.
El desafío de las organizaciones y movimientos sociales es cambiar la
correlación de fuerzas, masificar la lucha para generar condiciones de cambio.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=212187
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