Bosques, recolectar comida y los Comunales
2 de mayo de 2016
En torno al 75% de la
población pobre mundial vive en áreas rurales de países en desarrollo. La
mayoría sobrevive gracias a la agricultura de subsistencia, la pesca artesanal
y/o al pastoreo nómada y muchos no tienen tierras, trabajan como mano de obra
temporera en granjas, plantaciones, piscifactorías y la industria. Sus
necesidades alimentarias diarias se cubren principalmente con la producción
local, la recolección de comida, la caza y la pesca – a menudo realizada por
mujeres—en pequeñas granjas, zonas de pastoreo comunales, y en bosques,
arroyos, ríos y lagos. El acceso reducido a estos ecosistemas o el descenso en
la cantidad comida que se reúne en estos ambientes conducen al hambre y a la
malnutrición aguda.
Bosques,
campos, laderas de colinas/montañas, humedales y masas de agua —que comprenden
ríos, arroyos, lagos y mares- son fundamentales para las vidas, las culturas y
la economía de las comunidades rurales de todo el mundo. Hay fondos
fundamentales de la biodiversidad y literalmente preservan la vida. La comida, el agua,
la fibra, el combustible, las plantas medicinales y las raíces, la madera, la
hierba, las hojas, la resina y otros materiales que proporcionan son las únicas
redes de seguridad con las que cuentan las poblaciones rurales en los tiempos
de adversidad. E incluso en los tiempos de bonanza, en las comunidades rurales
que no son pobres, los alimentos silvestres -que se recolectan, cazan y pescan–
suponen un componente importante de las dietas locales y tradicionales ;
los productos forestales no madereros (PFNM) y los recursos marinos son
importantes fuentes de ingresos suplementarios.
Muchas comunidades
—especialmente de pueblos indígenas- tienen bosques sagrados o espirituales,
que también albergan las fuentes de los ríos y arroyos locales. Proteger el
bosque significa, por tanto, proteger las fuentes acuíferas de las comunidades.
Los bosques son espacios relevantes para la educación y el conocimiento
local : los niños y niñas aprenden cuál es el valor de las plantas, los
animales, los venenos y las medicinas al ir junto a los mayores al bosque. La
demarcación entre bosque y tierras agrícolas a menudo está difusa por los
cultivos itinerantes: campos que no están plantados se convierten en bosques,
jardines vegetales y huertos de árboles frutales a menudo se plantan e los
bosques pues aseguran condiciones de crecimiento propicias. Se asemeja a lo que
sucede en las comunidades costeras y marinas, que veneran el mar como fuente de
toda la vida y tiene elaboradas reglas socioeconómicas para proteger los
ecosistemas sensibles. En este caso también lo niños aprenden el valor de los
distintos tipos de peces y de los recursos marinos y cómo tienen que
aprovisionarse de ellos, con respeto y de manera sostenible. Las cosmovisiones
de los pueblos indígenas en todo el mundo respetan la naturaleza como a los
padres que dan y alimentan la vida, y enseñan a los pueblos y a las comunidades
a vivir en armonía con la naturaleza.
Estas
prácticas y los propios ecosistemas a los que dan forma se encuentran cada vez
más en peligro porque los inversores, las empresas y los especuladores
intensifican de la demanda en las tierras de cultivo, los bosques y las fuentes
de agua y, también, por los cambios en tiempo y los patrones de precipitaciones
debido al cambio climático. La conversión de paisajes naturales distintos en
agricultura industrial y acuicultura, y el consumo intensivo de energía de los
asentamientos humanos destruyen las funciones cruciales de los ecosistemas, como
la de recargar acuíferos, mantener los nutrientes del suelo, la captura de
carbono y compensar los ciclos naturales, y esto acelera el cambio climático.
Exacerban
la desigualdad de acceso a las tierras y a los recursos naturales tanto entre
las comunidades como entre hombres y mujeres. Las comunidades locales se ven
reducidas a parcelas de tierra más pequeñas y menos fértiles y se ven obligadas
a confiar en una base menor que explotar para obtener comida e ingresos. Las
reservas de agua dulce se ven monopolizadas por la industria y los ricos, lo
que crea y aumenta la escasez de agua, generando conflictos entre la población
local con relación al agua, los productos forestales y los comunales. En
concreto afecta a los derechos de los pueblos indígenas para controlar, usar,
administrar y preservar territorios ancestrales.
Proteger y regenerar entornos
naturales diversos y las distintas formas de alimentarse y vivir en armonía con
estos entornos son elementos esenciales de la soberanía alimentaria. Resulta
igualmente relevante que son una forma directa de resistencia a la
mercantilización y la financialización de la naturaleza y ante los mercados
capitalistas.
Shalmali Guttal, Focus on the Global South
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Boletín
Nyéléni núm. 24 –
Bosque, recolectar comida y los Comunales
http://nyeleni.org/spip.php?page=NWrub.es&id_rubrique=166
Fuente: https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2016/05/02/bosques-alimentos-y-bienes-comunales/
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