Inundaciones
sudamericanas
Ecología política del
caos hídrico
15 de enero de 2016
15 de enero de 2016
Por Gonzalo Gutiérrez
Nicola (Alai)
Las recientes inundaciones en las cuencas de
los ríos Paraná y Uruguay cobraron notoriedad por dejar a miles de familias
evacuadas. Pero también mostraron las consecuencias de un persistente deterioro
ambiental, la incapacidad de los gobiernos en coordinar sus políticas en
ambiente y aguas, y el avance del desarrollo convencional.
Se han esgrimido varias razones para explicar
las inundaciones que ocurrieron a fines de 2015 e inicios de 2016. Muchos
identificaron el fenómeno climático conocido como El Niño como el principal
responsable de las intensas lluvias producidas en la cuenca, pero otras voces
señalaron la falta de planificación en la urbanización de ciudades ribereñas,
las escasas obras de contención para evitar los desbordes, la ausencia de
sistemas de alerta y de estrategias de evacuación y los efectos de las
represas.
Otro factor identificado como responsable son
las estrategias extractivistas promovidas en los últimos años en la región, en
particular el monocultivo de soja que provocó una severa deforestación (como sostiene Darío Aranda[1]). En efecto, durante lo que va del
siglo se intensificó en los cuatro países de la cuenca del Paraná y Uruguay el
monocultivo de soja a gran escala destinado a la exportación. Los
impactos sociales y ambientales de esa estrategia han sido debidamente
estudiados y denunciados en varias oportunidades (por ejemplo, desde CLAES en
Lapitz, Evia & Gudynas [2]).
A su vez, un factor que también ha sido
señalado, aunque con menos énfasis de lo que se debería, es la pérdida de
humedales y zonas de bañados en los países de la región (ver por ejemplo la
posición de los Guardianes del Iberá, Argentina [3]). Los humedales se sitúan
en tierras bajas y actúan como una esponja natural capaz de contener grandes
cantidades de agua. La pérdida de estas áreas con fines productivos
–principalmente para el cultivo de arroz y la forestación– ha provocado cambios
en el régimen hídrico, y las aguas llegan a nuevos sitios, inundándolos.
La irrupción de estas grandes inundaciones y
sus miles de evacuados dejan muy en claro la gravedad del problema. Pero
también muestra que hay muchos factores intervinientes, y se vuelve muy difícil
indicar si uno fue el más importante. Por lo tanto, estamos ante escenarios
caóticos en el manejo y gestión de los sistemas hídricos en la región. En unas
regiones llovió en demasía, en otros sitios desaparecieron los humedales y
bosques que amortiguan el crecimiento de los cursos de agua, y en otras zonas
los sectores más pobres invaden las orillas de los ríos. A su vez, se autorizan
distintas canalizaciones, desecaciones, deforestaciones y otras intervenciones
en los ecosistemas. Las estrategias productivas basadas en monocultivos han
provocado severos impactos en los ecosistemas, alterando la dinámica del agua a
escala regional. Todos estos componentes interactúan y se entremezclan en
distinto grado.
Las perspectivas convencionales tienen muchas
dificultades para lidiar con estos fenómenos que involucran a muchos factores
sobre el ambiente. Es que las posturas tradicionales piensan usualmente en
relaciones directas entre unas pocas causas y sus efectos. En estos casos, en
cambio, interactúan múltiples procesos, no hay necesariamente vínculos simples
causa-efecto, y todos ellos se derraman en enormes áreas geográficas. A su vez,
la visión simplista pone toda su fe en unas pocas respuestas, olvidando que
muchas veces las estrategias paliativas pueden contribuir a agravar el
problema. Por
ejemplo, una solución a escala local (como puede ser construir defensas para
evitar las crecidas), podría agravar la problemática a escala regional.
Finalmente, tampoco puede olvidarse que los tiempos políticos son muy distintos
de los tiempos de los ecosistemas.
Algunos de estos factores son globales, como
El Niño, pero la mayor parte de los otros son de resorte nacional e incluso
local, como tolerar la deforestación o permitir desecar humedales. Los
gobiernos involucrados en estas inundaciones han acusado a El Niño e incluso al
cambio climático global, ya que eso les permite desviar la atención sobre sus responsabilidades
nacionales y locales.
A su vez, mientras estas inundaciones se
manifiestan como un drama regional, afectando a cuatro países, no existen
buenos mecanismos de coordinación entre los estados para lidiar con el manejo
del agua y los ambientes compartidos. No ha sido posible lograr en el seno del
MERCOSUR efectivas gestiones de cuenca.
La propia cobertura en los medios
de prensa convencionales es sintomática de la mirada fragmentada que se tiene
sobre el tema; en particular en Argentina y Uruguay se señala a la inundación
como un fenómeno que “viene de afuera” y sobre el que poco podemos hacer más
allá de tomar recaudos para minimizar sus impactos. Las referencias a otros
países no van más allá del conteo de evacuados y alguna referencia puntual,
como la evacuación de los leones de un zoológico en una ciudad uruguaya. No se
dimensiona ni se responsabiliza a las estrategias productivas utilitaristas
sobre el ambiente promovidas desde todos los países de la cuenca.
A diferencia de la mirada convencional, debe entenderse que
problemas como estas inundaciones, sin duda pueden estar agravados por una
transformación global (cambio climático), pero sobre todo son consecuencia de
decisiones tomadas en cada país. En tanto los efectos se vuelven regionales, es
necesario trascender las lógicas nacionales, para pensar y diseñar las
soluciones entre los cuatro países involucrados (Argentina, Brasil, Paraguay y
Uruguay). Sus contenidos no pueden ser solamente las respuestas en la
emergencia, tales como los planes para lidiar con miles de evacuados, sino
también organizar planes de acción para evitar que ocurran esas inundaciones y
que si suceden, evitar que afecten a miles de familias.
En el centro de esa discusión deberán estar las implicancias de
estrategias de desarrollo basadas en los extractivismos, y entre ellos, en los
monocultivos que se aplican en toda la región. También la
falta de planificación en los usos del suelo y en la urbanización. Los
responsables aquí son los gobiernos nacionales como municipales.
Es necesario generar mecanismos que permitan
la participación de la ciudadanía en la discusión y fortalecer el vínculo entre
las comunidades de la
cuenca. Aquí una vez más la visión fragmentada promovida por
los gobiernos y los medios ha
consolidado un nacionalismo estrecho. Se amplifican las diferencias entre
comunidades que tienen mucho en común desde el punto de vista cultural e
histórico, y que obtendrán mayores beneficios en el trabajo conjunto antes que
en la confrontación.
La perspectiva de biorregiones es una alternativa a tener en
cuenta, en la línea de desarrollar estrategias de complementariedad ecológica y
productiva entre los países.
Los gobiernos de la región han minimizado
–cuando no ridiculizado– las advertencias de organizaciones ambientalistas y de
la academia; otro tanto han hecho con las miradas de las comunidades locales e
indígenas. Pero la discusión e investigación sobre las inundaciones como
fenómeno socioambiental debe ser un asunto prioritario y darse en un marco muy
amplio, donde sean escuchadas todas las voces y los actores involucrados.
En la medida en que prevalezcan miradas
sesgadas con énfasis utilitaristas –sean promovidas por gobiernos progresistas
o por gobiernos de derecha– que consideren a la naturaleza como un conjunto de
recursos destinados al consumo humano, seguiremos asistiendo año a año a los
efectos de cada nueva inundación sobre las comunidades y el ambiente.
Referencias
[1] Aranda, Darío. La mano humana tras el
agua. Página 12, 29 diciembre 2015 http://goo.gl/y9A50o
[2] Lapitz, R., Evia, G. y Gudynas, E. (2004)
Soja y carne en el Mercosur. Comercio, ambiente y desarrollo agropecuario.
Editorial Coscoroba, Montevideo. Disponible en http://agropecuaria.org/sojacarne/index.html
[3] Argentina: Inundaciones, arroceras y
forestaciones agravan la situación del incremento de cuerpos de agua en
Corrientes. BiodiversidadLAhttp://goo.gl/qvdFGm
- Gonzalo Gutiérrez Nicola es investigador en
el Centro Latino Americano de Ecología Social (CLAES). www.ambiental.net
URL de este artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/174730
No hay comentarios:
Publicar un comentario