Monsanto y
el año de las libélulas
6 de enero de 2015
A casi una semana de la notificación de
desalojo, el bloqueo contra la fábrica de la multinacional continúa a pie.
Las libélulas vuelan y se concentran mucho durante el verano. Se las ve pulular en los días muy cálidos. Se hacen notar cuando es de día. Pero cuando llega la noche, son difíciles de ver. Pero se las escucha cantar. Y cuando son muchas, el chirrido se pone muy potente.
Las libélulas vuelan y se concentran mucho durante el verano. Se las ve pulular en los días muy cálidos. Se hacen notar cuando es de día. Pero cuando llega la noche, son difíciles de ver. Pero se las escucha cantar. Y cuando son muchas, el chirrido se pone muy potente.
Por Lea Ross para Ecos Córdoba
Libélulas como esas se hacen ver en los
períodos de verano dentro del bloqueo contra Monsanto, cerca de la ciudad de
Malvinas Argentinas. Este verano no fue la excepción. Ya para
entonces, habían pasado tres días y medio de la notificación de desalojo que
recibieron el 30 de diciembre, cerca de las doce del mediodía.
“La verdad que recibí dos invitaciones para ir
a vacacionar al río. Pero prefiero quedarme acá, en el acampe”, señala una de
las que está presente, quien se vino desde Rosario de Santa Fe. Junto con otra
compañera, habían arribado al bloqueo por la noticia de un posible desalojo
violento en el lugar.
“La verdad que estamos muy bien –señala
Juliana, una de las más jóvenes del acampe, al ser consultada sobre la
situación actual-. Al principio, hubo mucha incertidumbre, un poco de miedo por
esto del 31 de diciembre. No sabíamos con qué nivel de impunidad y de
salvajismo iban a venir. Y de a poco, el acampe se empezó a poblar mucha
gente”.
El bloqueo se mantiene en “Alerta Roja”, como
le dicen ellos. A la espera de cualquier amenaza azul que arribe al lugar.
¿Cuál es la situación actual de Monsanto?
El 8 de enero de 2014, la sala 2da. de la
Cámara en lo Laboral dictaminó que todos los permisos provinciales y
municipales que consiguió Monsanto para trabajar en el predio de Malvinas
Argentinas son “arbitrarios” e “inconstitucionales”. Por ende, ilegales. Un mes
después, la Secretaría de Ambiente de la Provincia rechazó el estudio de
impacto ambiental que había presentado. La principal razón fue porque no explicó
claramente cómo iba a tratar todos los residuos que generaría su fábrica.
Por ende, Monsanto no cuenta con aval ni
judicial ni gubernamental para trabajar en Malvinas Argentinas.
A su vez, la fábrica está señalada de
incumplir con la Ley de Uso de Suelo (Nro. 9.841), el cual establece que el
lugar es una zona de actividad agropecuaria no contaminante. Sin embargo, las
autorizaciones que consiguió establecen que se trata de una zona
agro-industrial.
En estos momentos, Monsanto está preparando un
segundo estudio de impacto ambiental. Según el artículo 20 de la Ley de
Convivencia Ambiental, normativa aprobada en mayo de 2014, establece que “Todo
proyecto que fuere desestimado o rechazado por la Autoridad de Aplicación, no
puede presentarse nuevamente para su evaluación”. Para la Asociación de
Abogados Ambientalistas, esto se interpreta de que Monsanto no puede presentar
otro estudio y debería quedar por terminado sus intentos de instalarse en
Malvinas Argentinas.
Muchos de los que participan del bloqueo no
comparten la mirada y miran de forma reacia dicha Ley de Ambiente, más aun por
el hecho en que se aprobó en medio de una represión policial, que costó la
detención de 26 personas. “Se defiende un artículo que habla que solo se puede
presentar una vez el estudio de impacto ambiental. Cuando a nosotros nos han
informado que la ley no es retroactiva, como que le da un gris legal que le da
el margen de poder presentar un nuevo estudio”, señala Elvira, una de las
integrantes del bloqueo.
Un fiscal chapero
30 de diciembre de 2015. 12:01 am. Una
camioneta con la inscripción del Poder Judicial se estaciona frente al bloqueo.
Dos empleados se bajan del vehículo y entregan dos papeles redactados y
sellados por el fiscal Víctor Chiappero. El ultimátum: 24 horas. Ya pasaron 84
horas y nada.
Chiappero es el fiscal cuya mano siempre ha
sido la ejecutora de firmar o no cualquier orden de desalojo en el acampe de
Malvinas. Para el 30 de septiembre 2013, el fiscal no se atrevió a poner su
firma. De ahí que la primera represión policial que se llevó a cabo en el
bloqueo se realizó sin ningún disparo con arma de fuego.
A su vez, está a cargo de la investigación
sobre los incidentes de violencia ocurridos el 29 de noviembre de 2013, donde
una patota del gremio de la UOCRA arribó al acampe, moliendo a palos a todos
los manifestantes. Esta causa de Chiappero no prosperó en nada.
Luego, el fiscal ordenó un ultimátum para el
23 de diciembre de 2013 a
los manifestantes. Pero luego fue desestimada mediante un acuerdo entre las
partes para permitir el ingreso de baños para empleados de Prosegur y de
generadores. Aun así, el 30 de diciembre de ese año se inició el día con otra
represión.
Finalmente, su mano agarró su sellador para
dar pie a la que sería una notificación de desalojo. La misma que se dispersó
por las redes sociales. En dicho texto, se establece una doble justificación.
Por un lado, por los incidentes ocurridos contra el puesto de Prosegur, la
empresa privada de la zona, que custodiaba el terreno de la fábrica y que fue
echado por los manifestantes. Y por el otro lado, por una serie de
“entorpecimientos” de la circulación de personas y objetos (vehículos y
maquinarias agrícolas) que afectan “el normal desarrollo de las actividades que
debe realizar la empresa involucrada”.
Por la mañana del miércoles 31 de diciembre
pasado, antes que se concretara las 24 horas del ultimátum, el abogado Dario
Ávila presentó un pedido de nulidad a la orden de Chiappero. El argumento
principal se basó en la contradicción de que el fiscal justifique el “normal
desarrollo de las actividades” de Monsanto, sabiendo que no tiene permiso para
trabajar en el predio. El juez de control 4, Roberto Cornejo, lo desestimó a
las pocas horas.
“La justicia no tiene memoria y se pisa a ella
misma”, señala uno de los manifestantes del acampe. No es la primera vez que el
fiscal Chiappero aprueba un desalojo con olor a agrotóxicos. El 15 de abril de
2013, había firmado una orden de desalojo contra los campesinos que habitaban
en el paraje Tres Esquinas, en la localidad de Piquillín. El pedido de
expulsión fue llevada cabo por un empresario ligado a la soja de apellido
Cattaneo.
El Monsanto de afuera y el de adentro
“Estamos conservando la calma, porque estamos
muy organizados. Y además porque sabemos que pueden venir en cualquier momento
y no podemos estar con pánico, porque no sabemos cuándo van a venir. Pero
mientras, el acampe se está fortaleciendo a un ritmo que no esperábamos”,
señala Juliana ante el grabador del cronista. Por cierto, los nombres que
aparecen en éste artículo pueden ser reales o de fantasía. Dependiendo de la
presentación de cada entrevistado/a.
Bajo la pregunta de cómo seguirán trabajando,
Uma responde en medio de la noche: “Enfocándonos en cómo seguir y reforzando la lucha. Porque si nos
quedamos pensando que va a venir la policía todo el tiempo, no va a durar ni
tres días en que vamos a querer irnos a casa”.
Para lxs chicxs del bloqueo, hay tanta
responsabilidad del gobierno provincial como nacional. Incluso, la notificación
del 31 de diciembre, lo comparan con la orden del presidente Mauricio Macri,
previo a Nochebuena, para disolver el AFSCA, la entidad encargada de aplicar la “Ley de Medios”.
“Hay muchas cosas para hacer –señala Juliana-.
El aporte de cada uno es importante. Están llegando mucha gente. Y por ahí las
personas que no se pueden llegar, pueden hacer donaciones. Y apostar a la
conciencia a nivel general. Nosotros estamos despiertos de que acá se está
echando una planta de Monsanto. Pero es super-importante el cambio de hábitos a
nivel de consumo. En realidad, es a nivel de todo. Es a nivel de poblar de otra
manera. A habitar de forma diferente a este planeta”.
“No solo hay que matar al Monsanto que está
afuera. Sino también matar al Monsanto que llevamos dentro, que también hay que
reconocerlo y sacarlo bien de adentro nuestro”, cierra Pepe.
Ya la jornada del día se cierra con música de
folklore, cuarteto y punk. No hay mucha luz. Pero las luciérnagas se escuchan
fuertemente. Y vuelan rápidas. Tanto que cuesta captarlas desde la cámara de fotos
de ECOS Córdoba.
Pero están ahí. Vuelan y cantan.
Fuente:
http://www.anred.org/spip.php?article11317
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