Desafíos políticos
para la izquierda
y los movimientos sociales
11 de enero de 2016
11 de enero de 2016
Por Francisco Muñoz
Jaramillo (Rebelión)
En homenaje a los “21 del arbolito”
I
El hecho político-institucional más importante
del año 2015 fue la aprobación de las enmiendas constitucionales realizadas el
día jueves 3 de diciembre. Se dio en circunstancias en que el Ecuador vivió un
año de movilización y resistencia social y política en oposición a régimen de Correa.
Se procedió a la aprobación de las mencionadas enmiendas, por otro lado, apurando el trámite
legislativo para esquivar la acción movilizadora de los movimientos sociales
enfrentados a esta decisión asamblearia. Al mismo tiempo se desplego una
desmedida represión en contra de los manifestantes sociales y de izquierda. Se encarcelo a
algunos de ellos - en total 21- entre los que se encontraban dirigentes
sociales como el presidente de la CTE y ciudadanos y ciudadanas que circulaban
por el lugar. Se los juzgo de manera arbitraria - sin las suficientes
evidencias - sancionándoles con la cárcel por 15 días.
Fueron descalificados por parte del
oficialismo acusándoles de delincuentes infiltrados. Poniendo así una nota
adicional al acostumbrado calificativo de terroristas. Y se impidió a
través del juez respectivo, utilizando todo tipo de maniobras, conceder el
Habeas Corpus a los detenidos. Conducta vertical, arbitraria, es decir coactiva
y autoritaria del régimen, con la que se pretendió responder a las demandas
legítimas-legales y constitucionales de los movimientos sociales movilizados, y
la mayoría del pueblo ecuatoriano en manifiesta oposición a la ilegitima,
ilegal e inconstitucional aprobación de las enmiendas a la constitución
efectuadas por una abrumadora e incondicional mayoría oficialista.
Estas enmiendas constitucionales y su contenido sustancial se
mantienen en la línea de afianzamiento del modelo y régimen político
implementado por el Gobierno de Correa, en el proceso de estructuración de la
forma de estado intervencionista. Algunos de los cambios constitucionales
restringen derechos y afectan la estructura del estado, motivo por el cual se
demandaba su resolución por vía de consulta popular. Como también se
advierte en dichas reformas manifestaciones para afianzar el modelo político.
Es el caso de la reelección presidencial y de otras dignidades. La restricción
a la participación popular en los gobiernos seccionales, la declaratoria de
servicio público al derecho a la comunicación, el límite al proceso de
definición de la autonomía regional, entre otros.
Reformas, en consecuencia, que conducen-en línea regresiva- a
afianzar el Modelo político estatista que se ha implementado en estos años a
espaldas y en contra-vía de la sociedad y sus organizaciones. Imponiendo de esta
manera una conducta coactiva y disciplinarista que ha llevado a situaciones de
devastación social. Esta orientación se ha evidenciado en procesos represivos
como el sucedido en diciembre, por un lado, y por otro, en acciones orientadas
a la división y sometimiento de las organizaciones sociales, como en la
creación artificiosa y manipulada de nuevas agrupaciones ligadas al
oficialismo.
En efecto, “…la nueva centralidad del Estado,
depurado ahora de movimientos sociales- Dice Zibechi [1] al
referirse al caso ecuatoriano- deja paso a una gubernamentalidad centrada en la
figura del presidente/caudillo, dueño del poder y del saber, que cataloga como
”enemigo público” a todo aquél que se le enfrente o disienta. “. Es decir en el
correismo se expresa la concepción de Smitch [2] sobre la política quien la concibe
como enfrentamiento entre “amigos –enemigos”. Un régimen- como se ha definido-
de corte bonapartista/cesarista, que pone por delante la representación
personal o el carisma del liderazgo y una fuerte presencia y dirección
verticalista de corte populista.
“…. También un Estado - dice el mismo autor- capaz de controlar e
integrar, de infiltrar la sociedad y sus organizaciones autónomas, un “Estado
capilar” complemento del “Estado fuerte”. “ …Un Estado fuerte para garantizar
la seguridad jurídica de las inversiones, básicamente mineras. “….Mientras en la
primera fase del neoliberalismo era el mercado el que orientaba la acumulación
por desposesión, ahora esa tarea le incumbe al Estado, sea conservador,
progresista partidario del “Socialismo del siglo XXI”.
Situación por otra parte, que pone en evidencia la
actitud política impostora, que intenta avanzar en un proceso de creación
simulada de una voluntad social colectiva nacional. Al mismo tiempo que
consolida el interés que excluye -en la forma y contenido- la participación y
representación social. Voluntad e interés constituido por la fuerza hegemónica
que ha tenido en el periodo como objetivo, modernizar el capitalismo
ecuatoriano “desde arriba”, implementar el patrón de reproducción o acumulación
estractivista de los recursos naturales, así como la reprimarizacion de la economía. Profundizar
así mismo su monopolización y oligopolizacion. Si bien el régimen en estos años
ha implementado algunas medidas -en línea progresiva- para promover la economía
social y solidaria, en los hechos ha actuado para articularla a la política
predominante de acumulación mencionada.
En el año 2015 se vivió situaciones, entonces, de manifiesta
profundización del modelo político evidenciado en la conducta Bonapartista /
verticalista del presidente Correa. De manera especial en este último año
cuando se ha optado por un proceso de cambio constitucional que incluya los
rasgos de su modelo político implementado en estos años. Proceso que se ha ido
imponiendo gradualmente en este periodo, en primer lugar a través del
desconocimiento en las hechos-en determinadas circunstancias- de la
Constitución de Montecristi. Segundo promoviendo reformas a la carta magna a
través de la vía del referéndum, como ocurrió en el 2011 para proceder a la
reforma de la función judicial. O, finalmente, utilizando la figura de las
enmiendas constitucionales, vía resolución de la Asamblea Nacional ,
como ocurrió en estos días de diciembre de 2015.
Al mismo tiempo se anuncia nuevas enmiendas para incluir cambios
tales como la supresión del derecho a la resistencia y otras que se definirán
en los próximos días. La historia nos recuerda el juego tramposo de Velasco
Ibarra en 1946, precisamente, para revertir la progresista constitución de 1945
e imponer una Carta Magna de derecha que rigió en el Ecuador hasta el año 1967.
La historia ecuatoriana se repite a través de distintos perfiles de liderazgos
carismáticos, una vez –como decía Marx-como tragedia y otra como comedia.
Situación descrita cuya finalidad en
consecuencia ha sido la del cambio y consolidación de la norma constitucional
que se requiere para consolidar la forma del dominio político. Que deja ver el
comportamiento arbitrario del estado de excepción, del régimen, y del liderazgo
correista. Donde sus propias “reglas” ingresan en una situación de
inestabilidad. De tal manera que no existe -o se manifiesta vulnerable-un sistema
jurídico que prevea sus transformaciones en forma similar a como se impuso el
estado fascista en momentos de aguda crisis política.
Momentos de crisis políticas cuya superación
depende principalmente de la reorganización de las fuerzas y su relación con el
bloque en el poder y hegemonía. Como de la reestructuración del aparato
institucional del estado y su autonomía relativa. En esta perspectiva el
derecho, entonces, en rigor ya no limita el poder. Y en cuyo caso se “despliega
hacia la esfera de la intervención estatal”, ejerciendo efectos sobre la
función parlamentaria que se encuentra sometida a la rama del ejecutivo a causa
de la trasformación del derecho [3]
Cambio en consecuencia sustancial del régimen jurídico-político,
precisamente, para ejercer el poder bajo la forma estatista y autoritaria,
concentradora de las funciones y poder. El mismo que ha ido madurando en estos
años de correismo. Fuerza y poder impuesto a la sociedad y que deja sin duda
una estela de ilegitimidad y consecuente déficit de hegemonía democrática. Así
como conflictos y contradicciones sociales. Al mismo tiempo que abre renovadas
perspectivas para emprender en nuevas movilizaciones y resistencia como una de
las únicas maneras para enfrentar y cambiar esta estructura y conducta política
del régimen.
En definitiva el gobierno nacional aspira al
recambio de la constitución de Montecristi, precisamente en aquellos aspectos
que supuestamente obstruyen su autoridad ejecutiva, estatista y concentradora
del poder.
II.
Definiciones constitucionales que se han dado
por otra parte en momentos en que la economía ha entrado en una situación
crítica. La misma que pone de manifiesto una crisis recesiva. Provocando en la
coyuntura la disputa entre sectores y grupos económicos por la distribución de
la plusvalía y ganancia disminuida por efecto de la mencionada recesión.
Pablo Ospína [4] al examinar las condiciones económicas
del correismo, sugiere una hipótesis (“especulación verosímil” como afirma)
sobre el comportamiento y las diferencias de los sectores económicos en este
periodo. Y el desplazamiento de la lucha inter burguesa hacia un ajuste en la
estructuración del bloque dominante. Que eventualmente ha generado nuevas
diferencias y tensiones a partir de la crisis de 2015.
Dice: mientras antes de la mencionada
situación económica de 2015 se evidenció una política económica – en el primer
periodo correista- centrada en la representación de los sectores importadores y
comerciantes del mercado interno; como en los grupos o sectores cuyos intereses
y acción es el ámbito de la construcción de obra pública y provisión al estado
de servicios de todo tipo. Que, por otro lado, limitó la influencia y el poder
de la banca y relativizó la ventaja y beneficios de los sectores exportadores e
industriales.
En cambio -dice el mencionado autor- luego de la crisis y medidas
anunciadas en el 2015 se revierte este proceso antes descrito. Se modifica la
relación, unidad y jerarquía, del bloque dominante. Y se ingresa,
especialmente, a una relación privilegiada con los sectores exportadores - lo
que coincide con la aprobación que hace Perú y Colombia del Tratado de Libre
Comercio negociado por el Ecuador con la Unión Europea-
favoreciendo principalmente a los exportadores costeños. Dicha estructuración
subordina, por otro lado, tanto a los importadores como comerciantes de mercado
interno, y genera una importante recuperación de la relación con la banca, con
quien establece puntos de vista y acuerdos para enfrentar la crisis recesiva de
la economía. En
esta perspectiva también se encuentran beneficiados sectores de la industria
incentivados por la prohibición o restricción de importaciones y la imposición
de las salvaguardias. Incrementando así, consecuentemente la producción
industrial interna en el marco del desarrollo endógeno. Al mismo tiempo se
consolida este perfil y unidad del bloque dominante a través del
fortalecimiento de los vínculos, financieros, comerciales y de inversión, con la China. Relación
que se muestra como un aspecto destacado en la configuración del bloque
dominante y hegemonía.
El fin del año 2015 se vio tensionado, por un
ambiente de incertidumbre social y económica. Así como por una situación de
inestabilidad. La misma que se ha reflejado en la restricción del empleo. La
diminución de la inversión y la parálisis recesiva de empresas, así como el
despido de trabajadores públicos y privados y las dificultades y quiebras de
los pequeños emprendimientos. Así mismo se ha observado una situación de falta
de liquidez que podría amenazar la mantención de la dolarización.
En estas circunstancias, en el mismo mes de
diciembre, se cierra el acuerdo con la UE, por un lado y por otro, con la banca
nacional. Que tiene como propósito solventar la economía en el 2016. La
relación urgente y decisiva con la China prevé en lo inmediato la obtención de
préstamos para avanzar a corregir la crisis fiscal de cerca de 6000 millones de
dólares de déficit presupuestario. Al mismo tiempo que se anuncia una
disminución importante en la inversión estatal y provisión de empleo.
Situaciones unas y otras descritas que mantendrán tensionada la unidad, los
acuerdos y jerarquía constituida del bloque dominante. Pero que sobretodo
producirá diferencias y oposición como descontento, particularmente, por parte
de los movimientos sociales. Opuestos a las medidas para enfrentar la crisis
económica por parte del Gobierno, que intenta que el peso de esta caiga sobre
los sectores populares y medios .
El 2015 sin lugar a dudas puso de manifiesto un proceso de
recuperación del movimiento social y sindical. Se pasó de una situación de
reflujo a una de flujo. En el mencionado año se dieron movilizaciones como las
de los meses de Marzo y Mayo. Y una marcha y levantamiento indígena, como un
paro nacional de trabajadores que se expresó de manera significativa el 11 de
Agosto. Se calcula que se movilizaron en Quito cerca de 150.000 personas.
Particular significación tuvo en la mencionada marcha la adhesión de sectores medios quiteños en clara demostración de su
contrariedad y desacuerdo con el Gobierno de Correa, y las amenazas de política
económica propia de la situación de crisis. Como, especialmente, la afectación,
que hizo el Gobierno y la
Asamblea Nacional , entre otras, a la Seguridad Social.
En este contexto se levantó la bandera de
oposición a las enmiendas constitucionales propuestas por el régimen.
Principalmente se destacó el descuerdo con la enmienda que proponía la
reelección inmediata. La autonomía del movimiento social-sindical se vio en la
necesidad de coincidir parcialmente con sectores de derecha que privilegiaban
la oposición a esta enmienda. Lo que por una parte permitió una expresión
movilizadora y aglutinadora de sectores medios .
Pero que por otra significó un proceso de debilitamiento. Cuestión que se
evidenció el momento en que la declaración de los dirigentes, sociales,
sindicales, indígenas llamando a una participación autónoma excluyó a las
posiciones partidistas de derecha. Lo que llevo a estos a limitar su
expectativas en las movilizaciones sociales convocada por la Conaie y el Fut; y
a los sectores medios a debilitar su
participación. En estas circunstancias se puede observar, entonces, la
ambigüedad ideológica de los mencionados sectores. De importante tradición
democrática que terminaron alejándose de la dirección del movimiento social y
ausentándose de las movilizaciones quiteñas. Abrieron así la posibilidad de
abstenerse en unos casos, y en otros de menor significación, de adherir a la
representación de derecha. Se desmovilizaron y abrieron entonces un compás de
espera.
Recuperación en todo caso del movimiento social que evidenció
algunas falencias. De organización, de desarrollo pedagógico y organizativo. De
carácter ideológico. Límites y debilidades que fueron consideradas en los
balances que los propios trabajadores, indígenas y sectores populares se
encargaron de realizar. Se produce entonces en los meses y semanas
subsiguientes a Agosto una situación de debilitamiento en la participación en
las sucesivas marchas llamadas por los dirigentes del movimiento social. Que se
verá evidenciada en la movilización del 3 de Diciembre, convocada al parlamento
para oponerse a la aprobación de las enmiendas por parte de la Asamblea Nacional. Grave
resultado que mostró de cuerpo entero el triunfo del oficialismo y el revés de
la dirección del movimiento social. A este análisis se adiciona otra falencia
relativa a los límites de conducción política por parte de la izquierda. Orientada
a sus procesos electorales y legales, dejo al movimiento social debilitado en
su conducción.
(…)
IV
Son estas algunas de las condiciones y
procesos examinados que se constituyen en base para sugerir, en general, la
definición de algunas dimensiones y lineamientos de la conducta política de la
izquierda y los movimientos sociales.
Primera. Se vuelve de importancia vital, de carácter
histórico, impulsar desde abajo un proceso de resistencia y movilización. Bajo la premisa
fundamental del anticapitalismo, razón de ser universal de la izquierda, se requiere
recuperar en consecuencia la cultura contra hegemónica, y la fuerza y
organización social, en pos de la emancipación de los sectores subalternos. De
tal manera de construir y sostener la lucha en la propia fuerza. Es decir en
línea de construir desde la sociedad en el Ecuador la contra hegemonía. Romper por tanto con
esa visión estatista de la vieja ortodoxia estalinista de la corriente marxista. Y
colocar como aspecto principal y decisivo la necesidad de cambiar, primeramente
y de manera fundamental la sociedad, su hegemonía o dirección ideológico
cultural-como diría Gramsci- para en consecuencia alcanzar el cambio del
estado.
En estas posiciones se reflejan procesos,
tradiciones y costumbres como culturas ancestrales. Así mismo historia de
grupos, acciones e iniciativas. Donde se precisa recoger aquella que se
desarrolló en el pueblo indio, particularmente en Chimborazo, por parte de
Monseñor Proaño. Que puso el énfasis en la pedagogía de la liberación, dando
lugar al surgimiento, en los años 70 del siglo pasado, del importante
Movimiento Indígena Ecuarunari. Y dio lugar a formas políticas alternativas al
tradicional comportamiento de las izquierdas.
Acciones y desarrollo ideológico cultural que debe ser impulsado
sobre todo en las zonas de resistencia que se han ido configurando frente,
especialmente, a la explotación minera. Así como en el campo y en las ciudades.
Proceso que debe privilegiarse en la coyuntura que vivimos en el contexto del
sugerido tránsito de ciclo histórico de la región. Y del probable recambio del gobierno de
Correa y Alianza País en la próximas elecciones de 2017.
Definición estratégica, en consecuencia, que recupere, recree
el movimiento social y la izquierda, que ha sufrido los embates ideológicos,
sociales, simbólicos y políticos de estos años de correismo. Posicionamiento
que además requiere del despliegue de actividades ideológicas para avanzar a
desarrollar el cambio cultural, es decir el cambio de “sentido común”. Que
produzca la crítica y la necesaria ruptura teórica e ideológica con las
concepciones ortodoxas estatistas del estalinismo marxista y el pensamiento
liberal neo institucionalista. Será este desarrollo teórico/ideológico y
cultural un punto de apoyo de la renovada organización social estratégica. Ser
radical, es ir a la raíz y convenir en un cambio de dimensión histórica desde
la sociedad y de carácter anticapitalista.
Segunda. Esta orientación sugerida, permanente y
estratégica, como sustancial, debe ser capaz de concretar una estrategia
político- electoral para la intervención y participación en las elecciones de
2017. Que tenga como función y objetivo apuntar a la principal misión de
construir la contra hegemonía. En este sentido se requiere insistir en la necesidad
del fortalecimiento de la autonomía y el anticapitalismo. Al mismo tiempo que
entender que se requiere de alianzas y acuerdos. Una situación de aislamiento,
de participación solitaria de la izquierda (o de abstención electoral), en las
circunstancias políticas actuales, le llevaría a una mayor debilidad legal
institucional. Y sin decirlo actuaría en los hechos a favor de una u otra
candidatura presidencial. Afectaría así mismo a los procesos e iniciativas en
torno a la contra hegemonía. Sabiendo, por otro lado, que los acuerdos deben
abrir renovadas condiciones para la lucha. No - como ha sucedido en otras ocasiones
con las intervenciones de la izquierda- para detener o neutralizar las
posiciones y desarrollo de los movimientos sociales y la izquierda ecuatoriana,
sino para promover
su fortalecimiento y crear condiciones político institucionales para transitar
en la organización, movilización, resistencia y desarrollo desde abajo. Un inevitable
aislamiento de la izquierda expresaría un límite de correlación de fuerzas y de
capacidad de conducción.
En este sentido la izquierda y los movimientos sociales en la
coyuntura electoral deben diferenciarse- como se ha dicho tantas veces- de las
restauraciones conservadoras del correismo y de la derecha tradicional. Es decir
principalmente de las fuerzas retrógradas que-como en Argentina- aspiran a
dirigir el Ecuador. Acuerdo entonces capaz de empujar la aglutinación de las
distintas agrupaciones de centro en pos de una alianza electoral del centro a la izquierda. Singular
característica ecuatoriana que tiene en la política de centro izquierda la
clave para el recambio del Gobierno de Correa. Alianza entonces que represente
en su confluencia al importante e incrementado sector medio. Campo social de
disputa por parte de la izquierda que neutralice el proceso de derechización al
que se quiere llevar a estos mencionados sectores. Que tienden incluso a
expresar posiciones de corte fascista. Y así entonces cree condiciones para un
exitoso desempeño electoral. Y en esa medida ponga fin a esta etapa histórica
abriendo una perspectiva de logros importantes de representación asamblearia
para la izquierda.
Acuerdo que incluya las posiciones, los actores y las
organizaciones y se convierta en un marco de apoyo y fortalecimiento de todos
aquellos procesos que se emprenden y desarrollan desde abajo para conducir el
cambio ideológico cultural de los sectores subalternos en perspectiva contra
hegemónica.
Al mismo tiempo- y privilegiadamente- como
tercera dimensión de corto plazo. Se sugiere continuar en las acciones de
movilización y resistencia por parte del movimiento social. Defendiendo su
autonomía frente a los intentos de utilización de la derecha y el correismo de
la que ha sido objeto en el 2015. Es decir levantando una lucha propia y una
agenda de reivindicación propia. Demandas que nos diferencie y separe del pacto
o unidad del bloque dominante que busca hacer recaer el peso de la crisis
económica en los trabajadores y sectores populares, como también medios . Esta agenda hará que proyectemos una acción
y un desempeño electoral de coincidencias, si es necesario, y participación
electoral .Como se dio en el 2006 cuando el movimiento social se movilizó en
oposición de la firma del Tratado de Libre Comercio con EEUU.
La izquierda y los movimientos sociales han
obligado al Correismo a dar un paso atrás y en esa medida deponer la
participación de Rafael Correa como candidato en el 2017. Se trata ahora de
superar esta etapa. Ir más allá. Haciendo posible el recambio como resultado de
una gran alianza que emprenda en las reformas y rupturas. Etapa que se ha
vivido y que ha ofendido, reprimido y devastado la sociedad. Y que se
requiere superar como condición para avanzar en el proceso de transición en la
construcción contra hegemónica planteada como misión principal de la izquierda
ecuatoriana.
Quito, Enero de 2016
Referencias Bibliográficas:
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