miércoles, 13 de enero de 2016

III. Veamos al gobierno de Correa constituyendo un régimen autoritario y pro libre mercado. De ahí que, como en Argentina, se plantean:


Desafíos políticos para la izquierda 
y los movimientos sociales
11  de enero de 2016

Por Francisco Muñoz Jaramillo (Rebelión)
En homenaje a los “21 del arbolito”
I
El hecho político-institucional más importante del año 2015 fue la aprobación de las enmiendas constitucionales realizadas el día jueves 3 de diciembre. Se dio en circunstancias en que el Ecuador vivió un año de movilización y resistencia social y política en oposición a régimen de Correa. Se procedió a la aprobación de las mencionadas enmiendas, por otro lado, apurando el trámite legislativo para esquivar la acción movilizadora de los movimientos sociales enfrentados a esta decisión asamblearia. Al mismo tiempo se desplego una desmedida represión en contra de los manifestantes sociales y de izquierda. Se encarcelo a algunos de ellos - en total 21- entre los que se encontraban dirigentes sociales como el presidente de la CTE y ciudadanos y ciudadanas que circulaban por el lugar. Se los juzgo de manera arbitraria - sin las suficientes evidencias - sancionándoles con la cárcel por 15 días.
Fueron descalificados por parte del oficialismo acusándoles de delincuentes infiltrados. Poniendo así una nota adicional al acostumbrado calificativo de terroristas. Y se impidió a través del juez respectivo, utilizando todo tipo de maniobras, conceder el Habeas Corpus a los detenidos. Conducta vertical, arbitraria, es decir coactiva y autoritaria del régimen, con la que se pretendió responder a las demandas legítimas-legales y constitucionales de los movimientos sociales movilizados, y la mayoría del pueblo ecuatoriano en manifiesta oposición a la ilegitima, ilegal e inconstitucional aprobación de las enmiendas a la constitución efectuadas por una abrumadora e incondicional mayoría oficialista.

Estas enmiendas constitucionales y su contenido sustancial se mantienen en la línea de afianzamiento del modelo y régimen político implementado por el Gobierno de Correa, en el proceso de estructuración de la forma de estado intervencionista. Algunos de los cambios constitucionales restringen derechos y afectan la estructura del estado, motivo por el cual se demandaba su resolución por vía de consulta popular. Como también se advierte en dichas reformas manifestaciones para afianzar el modelo político. Es el caso de la reelección presidencial y de otras dignidades. La restricción a la participación popular en los gobiernos seccionales, la declaratoria de servicio público al derecho a la comunicación, el límite al proceso de definición de la autonomía regional, entre otros.

Reformas, en consecuencia, que conducen-en línea regresiva- a afianzar el Modelo político estatista que se ha implementado en estos años a espaldas y en contra-vía de la sociedad y sus organizaciones. Imponiendo de esta manera una conducta coactiva y disciplinarista que ha llevado a situaciones de devastación social. Esta orientación se ha evidenciado en procesos represivos como el sucedido en diciembre, por un lado, y por otro, en acciones orientadas a la división y sometimiento de las organizaciones sociales, como en la creación artificiosa y manipulada de nuevas agrupaciones ligadas al oficialismo.

En efecto, “…la nueva centralidad del Estado, depurado ahora de movimientos sociales- Dice Zibechi [1] al referirse al caso ecuatoriano- deja paso a una gubernamentalidad centrada en la figura del presidente/caudillo, dueño del poder y del saber, que cataloga como ”enemigo público” a todo aquél que se le enfrente o disienta. “. Es decir en el correismo se expresa la concepción de Smitch [2] sobre la política quien la concibe como enfrentamiento entre “amigos –enemigos”. Un régimen- como se ha definido- de corte bonapartista/cesarista, que pone por delante la representación personal o el carisma del liderazgo y una fuerte presencia y dirección verticalista de corte populista.

“…. También un Estado - dice el mismo autor- capaz de controlar e integrar, de infiltrar la sociedad y sus organizaciones autónomas, un “Estado capilar” complemento del “Estado fuerte”. “ …Un Estado fuerte para garantizar la seguridad jurídica de las inversiones, básicamente mineras. “….Mientras en la primera fase del neoliberalismo era el mercado el que orientaba la acumulación por desposesión, ahora esa tarea le incumbe al Estado, sea conservador, progresista partidario del “Socialismo del siglo XXI”.

Situación por otra parte, que pone en evidencia la actitud política impostora, que intenta avanzar en un proceso de creación simulada de una voluntad social colectiva nacional. Al mismo tiempo que consolida el interés que excluye -en la forma y contenido- la participación y representación social. Voluntad e interés constituido por la fuerza hegemónica que ha tenido en el periodo como objetivo, modernizar el capitalismo ecuatoriano “desde arriba”, implementar el patrón de reproducción o acumulación estractivista de los recursos naturales, así como la reprimarizacion de la economía. Profundizar así mismo su monopolización y oligopolizacion. Si bien el régimen en estos años ha implementado algunas medidas -en línea progresiva- para promover la economía social y solidaria, en los hechos ha actuado para articularla a la política predominante de acumulación mencionada.

En el año 2015 se vivió situaciones, entonces, de manifiesta profundización del modelo político evidenciado en la conducta Bonapartista/ verticalista del presidente Correa. De manera especial en este último año cuando se ha optado por un proceso de cambio constitucional que incluya los rasgos de su modelo político implementado en estos años. Proceso que se ha ido imponiendo gradualmente en este periodo, en primer lugar a través del desconocimiento en las hechos-en determinadas circunstancias- de la Constitución de Montecristi. Segundo promoviendo reformas a la carta magna a través de la vía del referéndum, como ocurrió en el 2011 para proceder a la reforma de la función judicial. O, finalmente, utilizando la figura de las enmiendas constitucionales, vía resolución de la Asamblea Nacional, como ocurrió en estos días de diciembre de 2015.

Al mismo tiempo se anuncia nuevas enmiendas para incluir cambios tales como la supresión del derecho a la resistencia y otras que se definirán en los próximos días. La historia nos recuerda el juego tramposo de Velasco Ibarra en 1946, precisamente, para revertir la progresista constitución de 1945 e imponer una Carta Magna de derecha que rigió en el Ecuador hasta el año 1967. La historia ecuatoriana se repite a través de distintos perfiles de liderazgos carismáticos, una vez –como decía Marx-como tragedia y otra como comedia.

Situación descrita cuya finalidad en consecuencia ha sido la del cambio y consolidación de la norma constitucional que se requiere para consolidar la forma del dominio político. Que deja ver el comportamiento arbitrario del estado de excepción, del régimen, y del liderazgo correista. Donde sus propias “reglas” ingresan en una situación de inestabilidad. De tal manera que no existe -o se manifiesta vulnerable-un sistema jurídico que prevea sus transformaciones en forma similar a como se impuso el estado fascista en momentos de aguda crisis política.
Momentos de crisis políticas cuya superación depende principalmente de la reorganización de las fuerzas y su relación con el bloque en el poder y hegemonía. Como de la reestructuración del aparato institucional del estado y su autonomía relativa. En esta perspectiva el derecho, entonces, en rigor ya no limita el poder. Y en cuyo caso se “despliega hacia la esfera de la intervención estatal”, ejerciendo efectos sobre la función parlamentaria que se encuentra sometida a la rama del ejecutivo a causa de la trasformación del derecho [3]

Cambio en consecuencia sustancial del régimen jurídico-político, precisamente, para ejercer el poder bajo la forma estatista y autoritaria, concentradora de las funciones y poder. El mismo que ha ido madurando en estos años de correismo. Fuerza y poder impuesto a la sociedad y que deja sin duda una estela de ilegitimidad y consecuente déficit de hegemonía democrática. Así como conflictos y contradicciones sociales. Al mismo tiempo que abre renovadas perspectivas para emprender en nuevas movilizaciones y resistencia como una de las únicas maneras para enfrentar y cambiar esta estructura y conducta política del régimen.

En definitiva el gobierno nacional aspira al recambio de la constitución de Montecristi, precisamente en aquellos aspectos que supuestamente obstruyen su autoridad ejecutiva, estatista y concentradora del poder.

II.
Definiciones constitucionales que se han dado por otra parte en momentos en que la economía ha entrado en una situación crítica. La misma que pone de manifiesto una crisis recesiva. Provocando en la coyuntura la disputa entre sectores y grupos económicos por la distribución de la plusvalía y ganancia disminuida por efecto de la mencionada recesión.
Pablo Ospína [4] al examinar las condiciones económicas del correismo, sugiere una hipótesis (“especulación verosímil” como afirma) sobre el comportamiento y las diferencias de los sectores económicos en este periodo. Y el desplazamiento de la lucha inter burguesa hacia un ajuste en la estructuración del bloque dominante. Que eventualmente ha generado nuevas diferencias y tensiones a partir de la crisis de 2015.
Dice: mientras antes de la mencionada situación económica de 2015 se evidenció una política económica – en el primer periodo correista- centrada en la representación de los sectores importadores y comerciantes del mercado interno; como en los grupos o sectores cuyos intereses y acción es el ámbito de la construcción de obra pública y provisión al estado de servicios de todo tipo. Que, por otro lado, limitó la influencia y el poder de la banca y relativizó la ventaja y beneficios de los sectores exportadores e industriales.

En cambio -dice el mencionado autor- luego de la crisis y medidas anunciadas en el 2015 se revierte este proceso antes descrito. Se modifica la relación, unidad y jerarquía, del bloque dominante. Y se ingresa, especialmente, a una relación privilegiada con los sectores exportadores - lo que coincide con la aprobación que hace Perú y Colombia del Tratado de Libre Comercio negociado por el Ecuador con la Unión Europea- favoreciendo principalmente a los exportadores costeños. Dicha estructuración subordina, por otro lado, tanto a los importadores como comerciantes de mercado interno, y genera una importante recuperación de la relación con la banca, con quien establece puntos de vista y acuerdos para enfrentar la crisis recesiva de la economía. En esta perspectiva también se encuentran beneficiados sectores de la industria incentivados por la prohibición o restricción de importaciones y la imposición de las salvaguardias. Incrementando así, consecuentemente la producción industrial interna en el marco del desarrollo endógeno. Al mismo tiempo se consolida este perfil y unidad del bloque dominante a través del fortalecimiento de los vínculos, financieros, comerciales y de inversión, con la China. Relación que se muestra como un aspecto destacado en la configuración del bloque dominante y hegemonía.

El fin del año 2015 se vio tensionado, por un ambiente de incertidumbre social y económica. Así como por una situación de inestabilidad. La misma que se ha reflejado en la restricción del empleo. La diminución de la inversión y la parálisis recesiva de empresas, así como el despido de trabajadores públicos y privados y las dificultades y quiebras de los pequeños emprendimientos. Así mismo se ha observado una situación de falta de liquidez que podría amenazar la mantención de la dolarización.
En estas circunstancias, en el mismo mes de diciembre, se cierra el acuerdo con la UE, por un lado y por otro, con la banca nacional. Que tiene como propósito solventar la economía en el 2016. La relación urgente y decisiva con la China prevé en lo inmediato la obtención de préstamos para avanzar a corregir la crisis fiscal de cerca de 6000 millones de dólares de déficit presupuestario. Al mismo tiempo que se anuncia una disminución importante en la inversión estatal y provisión de empleo. Situaciones unas y otras descritas que mantendrán tensionada la unidad, los acuerdos y jerarquía constituida del bloque dominante. Pero que sobretodo producirá diferencias y oposición como descontento, particularmente, por parte de los movimientos sociales. Opuestos a las medidas para enfrentar la crisis económica por parte del Gobierno, que intenta que el peso de esta caiga sobre los sectores populares y medios.

El 2015 sin lugar a dudas puso de manifiesto un proceso de recuperación del movimiento social y sindical. Se pasó de una situación de reflujo a una de flujo. En el mencionado año se dieron movilizaciones como las de los meses de Marzo y Mayo. Y una marcha y levantamiento indígena, como un paro nacional de trabajadores que se expresó de manera significativa el 11 de Agosto. Se calcula que se movilizaron en Quito cerca de 150.000 personas. Particular significación tuvo en la mencionada marcha la adhesión de sectores medios quiteños en clara demostración de su contrariedad y desacuerdo con el Gobierno de Correa, y las amenazas de política económica propia de la situación de crisis. Como, especialmente, la afectación, que hizo el Gobierno y la Asamblea Nacional, entre otras, a la Seguridad Social.

En este contexto se levantó la bandera de oposición a las enmiendas constitucionales propuestas por el régimen. Principalmente se destacó el descuerdo con la enmienda que proponía la reelección inmediata. La autonomía del movimiento social-sindical se vio en la necesidad de coincidir parcialmente con sectores de derecha que privilegiaban la oposición a esta enmienda. Lo que por una parte permitió una expresión movilizadora y aglutinadora de sectores medios. Pero que por otra significó un proceso de debilitamiento. Cuestión que se evidenció el momento en que la declaración de los dirigentes, sociales, sindicales, indígenas llamando a una participación autónoma excluyó a las posiciones partidistas de derecha. Lo que llevo a estos a limitar su expectativas en las movilizaciones sociales convocada por la Conaie y el Fut; y a los sectores medios a debilitar su participación. En estas circunstancias se puede observar, entonces, la ambigüedad ideológica de los mencionados sectores. De importante tradición democrática que terminaron alejándose de la dirección del movimiento social y ausentándose de las movilizaciones quiteñas. Abrieron así la posibilidad de abstenerse en unos casos, y en otros de menor significación, de adherir a la representación de derecha. Se desmovilizaron y abrieron entonces un compás de espera.

Recuperación en todo caso del movimiento social que evidenció algunas falencias. De organización, de desarrollo pedagógico y organizativo. De carácter ideológico. Límites y debilidades que fueron consideradas en los balances que los propios trabajadores, indígenas y sectores populares se encargaron de realizar. Se produce entonces en los meses y semanas subsiguientes a Agosto una situación de debilitamiento en la participación en las sucesivas marchas llamadas por los dirigentes del movimiento social. Que se verá evidenciada en la movilización del 3 de Diciembre, convocada al parlamento para oponerse a la aprobación de las enmiendas por parte de la Asamblea Nacional. Grave resultado que mostró de cuerpo entero el triunfo del oficialismo y el revés de la dirección del movimiento social. A este análisis se adiciona otra falencia relativa a los límites de conducción política por parte de la izquierda. Orientada a sus procesos electorales y legales, dejo al movimiento social debilitado en su conducción.  
(…)


IV
Son estas algunas de las condiciones y procesos examinados que se constituyen en base para sugerir, en general, la definición de algunas dimensiones y lineamientos de la conducta política de la izquierda y los movimientos sociales.

Primera. Se vuelve de importancia vital, de carácter histórico, impulsar desde abajo un proceso de resistencia y movilización. Bajo la premisa fundamental del anticapitalismo, razón de ser universal de la izquierda, se requiere recuperar en consecuencia la cultura contra hegemónica, y la fuerza y organización social, en pos de la emancipación de los sectores subalternos. De tal manera de construir y sostener la lucha en la propia fuerza. Es decir en línea de construir desde la sociedad en el Ecuador la contra hegemonía. Romper por tanto con esa visión estatista de la vieja ortodoxia estalinista de la corriente marxista. Y colocar como aspecto principal y decisivo la necesidad de cambiar, primeramente y de manera fundamental la sociedad, su hegemonía o dirección ideológico cultural-como diría Gramsci- para en consecuencia alcanzar el cambio del estado.
En estas posiciones se reflejan procesos, tradiciones y costumbres como culturas ancestrales. Así mismo historia de grupos, acciones e iniciativas. Donde se precisa recoger aquella que se desarrolló en el pueblo indio, particularmente en Chimborazo, por parte de Monseñor Proaño. Que puso el énfasis en la pedagogía de la liberación, dando lugar al surgimiento, en los años 70 del siglo pasado, del importante Movimiento Indígena Ecuarunari. Y dio lugar a formas políticas alternativas al tradicional comportamiento de las izquierdas.

Acciones y desarrollo ideológico cultural que debe ser impulsado sobre todo en las zonas de resistencia que se han ido configurando frente, especialmente, a la explotación minera. Así como en el campo y en las ciudades. Proceso que debe privilegiarse en la coyuntura que vivimos en el contexto del sugerido tránsito de ciclo histórico de la región. Y del probable recambio del gobierno de Correa y Alianza País en la próximas elecciones de 2017.

Definición estratégica, en consecuencia, que recupere, recree el movimiento social y la izquierda, que ha sufrido los embates ideológicos, sociales, simbólicos y políticos de estos años de correismo. Posicionamiento que además requiere del despliegue de actividades ideológicas para avanzar a desarrollar el cambio cultural, es decir el cambio de “sentido común”. Que produzca la crítica y la necesaria ruptura teórica e ideológica con las concepciones ortodoxas estatistas del estalinismo marxista y el pensamiento liberal neo institucionalista. Será este desarrollo teórico/ideológico y cultural un punto de apoyo de la renovada organización social estratégica. Ser radical, es ir a la raíz y convenir en un cambio de dimensión histórica desde la sociedad y de carácter anticapitalista.

Segunda. Esta orientación sugerida, permanente y estratégica, como sustancial, debe ser capaz de concretar una estrategia político- electoral para la intervención y participación en las elecciones de 2017. Que tenga como función y objetivo apuntar a la principal misión de construir la contra hegemonía. En este sentido se requiere insistir en la necesidad del fortalecimiento de la autonomía y el anticapitalismo. Al mismo tiempo que entender que se requiere de alianzas y acuerdos. Una situación de aislamiento, de participación solitaria de la izquierda (o de abstención electoral), en las circunstancias políticas actuales, le llevaría a una mayor debilidad legal institucional. Y sin decirlo actuaría en los hechos a favor de una u otra candidatura presidencial. Afectaría así mismo a los procesos e iniciativas en torno a la contra hegemonía. Sabiendo, por otro lado, que los acuerdos deben abrir renovadas condiciones para la lucha. No - como ha sucedido en otras ocasiones con las intervenciones de la izquierda- para detener o neutralizar las posiciones y desarrollo de los movimientos sociales y la izquierda ecuatoriana, sino para promover su fortalecimiento y crear condiciones político institucionales para transitar en la organización, movilización, resistencia y desarrollo desde abajo. Un inevitable aislamiento de la izquierda expresaría un límite de correlación de fuerzas y de capacidad de conducción.

En este sentido la izquierda y los movimientos sociales en la coyuntura electoral deben diferenciarse- como se ha dicho tantas veces- de las restauraciones conservadoras del correismo y de la derecha tradicional. Es decir principalmente de las fuerzas retrógradas que-como en Argentina- aspiran a dirigir el Ecuador. Acuerdo entonces capaz de empujar la aglutinación de las distintas agrupaciones de centro en pos de una alianza electoral del centro a la izquierda. Singular característica ecuatoriana que tiene en la política de centro izquierda la clave para el recambio del Gobierno de Correa. Alianza entonces que represente en su confluencia al importante e incrementado sector medio. Campo social de disputa por parte de la izquierda que neutralice el proceso de derechización al que se quiere llevar a estos mencionados sectores. Que tienden incluso a expresar posiciones de corte fascista. Y así entonces cree condiciones para un exitoso desempeño electoral. Y en esa medida ponga fin a esta etapa histórica abriendo una perspectiva de logros importantes de representación asamblearia para la izquierda. Acuerdo que incluya las posiciones, los actores y las organizaciones y se convierta en un marco de apoyo y fortalecimiento de todos aquellos procesos que se emprenden y desarrollan desde abajo para conducir el cambio ideológico cultural de los sectores subalternos en perspectiva contra hegemónica.

Al mismo tiempo- y privilegiadamente- como tercera dimensión de corto plazo. Se sugiere continuar en las acciones de movilización y resistencia por parte del movimiento social. Defendiendo su autonomía frente a los intentos de utilización de la derecha y el correismo de la que ha sido objeto en el 2015. Es decir levantando una lucha propia y una agenda de reivindicación propia. Demandas que nos diferencie y separe del pacto o unidad del bloque dominante que busca hacer recaer el peso de la crisis económica en los trabajadores y sectores populares, como también medios. Esta agenda hará que proyectemos una acción y un desempeño electoral de coincidencias, si es necesario, y participación electoral .Como se dio en el 2006 cuando el movimiento social se movilizó en oposición de la firma del Tratado de Libre Comercio con EEUU.

La izquierda y los movimientos sociales han obligado al Correismo a dar un paso atrás y en esa medida deponer la participación de Rafael Correa como candidato en el 2017. Se trata ahora de superar esta etapa. Ir más allá. Haciendo posible el recambio como resultado de una gran alianza que emprenda en las reformas y rupturas. Etapa que se ha vivido y que ha ofendido, reprimido y devastado la sociedad. Y que se requiere superar como condición para avanzar en el proceso de transición en la construcción contra hegemónica planteada como misión principal de la izquierda ecuatoriana.
Quito, Enero de 2016
Referencias Bibliográficas:

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