Por Alfredo Grande
(APe).- Hace algunos años, ante un
derrumbe de una casa en la ciudad de Buenos Aires, un arquitecto amigo comentó:
“fatiga de los materiales”. Hace algunos años más, cuando todavía existía
Movinet, la internet de Movicom, una operadora ante mi consulta por la
imposibilidad de conectarme dijo: “los archivos se corrompen”. Pensando en voz
alta, que siempre es preferible a no pensar en voz baja: si los materiales se
fatigan y los archivos electrónicos se corrompen: ¿la subjetividad tanto
individual, vincular, grupal y social puede estar exenta de estos procesos de
degradación?
Mi propia degradación es palpable porque me resulta más difícil ir al pedicuro que al
cardiólogo. Y varios y varias decretaron mi degradación política irreversible
cuando en mi artículo “Votar en Negro” sugerí optar a Daniel el Tranquilo en el
balotaje. Hasta el idioma español ha degradado. “Las cifras de El español en el
mundo, anuario del Instituto Cervantes, ratifican un crecimiento sostenido de
dominio junto al inglés en 2015. Pero frente a estos alentadores números no
conviene caer en espejismos que nublen la cada vez más preocupante calidad del
idioma, según alertan los expertos. Su uso resulta progresivamente
"zaparrastroso" [adjetivo coloquial: desaseado, andrajoso, desaliñado
y roto], en palabras de los responsables del Cervantes y de la Real Academia Española
(RAE)”. Lo zaparrastroso nos habita. Hace décadas que hablamos de corrupción,
tanto, que debería dictarse al menos una maestría en el tema. Profesores sobran
y alumnado también.
Corrupción es, entre tantas otras cosas (delitos varios, por ejemplo), la
degradación absoluta de la cosa pública. Degrada a negocios privados y de tan
privados que son, son clandestinos. Aceptar la degradación es ser optimista.
Nos queda como cantaba Gardel… “la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no
ser”. Eso en el mejor de los casos. La degradación anula la vergüenza y también
el dolor, aunque alimenta el rencor.
Los dioses de una época son los demonios de la siguiente, señalaba Freud. Agrego que son
demonios resentidos. Ofendidos. Lacerados en sus prebendas y privilegios.
Heridos y, por lo tanto, peligrosos. El kirchnerismo en su desarrollo político
rescató a los derechos humanos como política de Estado. Pero esa lucha degradó
a una planificación sistemática de administración de privilegios para los que
eran “gente como uno”. Los únicos privilegiados no fueron los niños sino los
gerenciadores, los tercerizadores, los ejecutores. Milagro Sala está en esa
categoría. Tercerizó e intermedió los presupuestos del Estado construyendo un
Estado dentro del Estado, que también martirizó al gobernador Fellner. Y la
degradación es homologar la militancia por todos los derechos humanos que
interpelan y enfrentar a las pretensiones punitivas y depredadoras de los
Estados, con la militarización de sectores sociales para construir
organizaciones creadas desde, por y para el Estado.
Para dar carne a las fieras que decretan mi degradación, porque darles pasto es inútil, haré
una comparación odiosa. Si alguna vez hubieran sido encarcelados los
organizadores, financiadores y ejecutores de la Triple A ¿se los pensaría
como presos políticos? Porque la Alianza
Anticomunista Argentina y sus integrantes expresaron una
política de estado con la nave insignia de López Rega, gerente del Bienestar
Social. Fin de la
comparación. Estoy de acuerdo con María del Carmen Verdú,
Adolfo Pérez Esquivel y Vicente Zito Lema que Milagro Sala es una presa
política.
Después de todo y antes de nada, no es fácil polemizar con cualquiera de los tres
y suicida con los tres juntos. Pero me permito preguntar (les): “¿de que
política es presa Milagro Sala?” Y también: ¿que política expresa Milagro Sala?
Una gran compañera, Alicia Jardel en un intercambio con Oscar Castelnovo
(Agencia para la Libertad) recordó un artículo de la ley antiterrorista: “ Art.
213 ter: "Se impondrá prisión o reclusión de CINCO a VEINTE años al que
tomare parte de una asociación ilícita cuyo propósito sea, mediante la comisión
de delitos, aterrorizar a la población u obligar a un gobierno o a una
organización internacional a realizar un acto o abstenerse de hacerlo".
Como dijo el poeta, todo es según el color del cristal con que se mira y desde
la ideología con que se piensa. Todo preso es político, cantaba el Indio
Solari. “Obligados a escapar, somos presos políticos, reos de la propiedad, los
esclavos políticos”. Milagro Sala también.
Pero a mi criterio, quizá zaparrastroso, es una expresión degradada de la categoría
“preso político”. No es lo mismo pelear por nuevos derechos que combatir por
mantener antiguos privilegios. Incluso es lo opuesto. Invocar supuestos fueros
parlamentarios (el “hablasur” que algunos llaman parlasur) es otra marca de la degradación. La
asamblea del año XIII abolió los títulos de nobleza. Y los fueros, todos los
fueros, son el residuo de nuestra “noble igualdad”.
Una de las formas más habituales de
degradarme, además de chicanearme con mi
contradicción insalvable entre estatura y apellido, es decirme “gorila”. Auque
no necesariamente esté en la
niebla. Por eso hago mías, muy mías, las palabras de mi amigo
y compañero el “negro” Soares: “Llamaría a la reflexión, a todos nosotros, a
los que hoy (por el lunes) marcharon, a los que se solidarizaron, porque a
Milagro Sala yo la he visto. Yo he marchado con el Perro Santillán y con los
obreros del SEOM y he visto las patotas y bandas policiales reprimir a los
obreros del SEOM y entre policías uniformados los infiltrados de la Milagro Sala ”.
El abogado de La Gremial de Abogados recordó que en una de esas represiones un obrero
perdió un ojo. “Milagro Sala no es una dirigente compañera, es una dirigente de
la derecha kirchnerista y de lo peor de esa derecha. Una dirigente que ha
reprimido a los sectores populares de Jujuy. Sería bueno que al cortar esta
comunicación (1) y antes de recibir las puteadas de alguno lo llamen al Perro
Santillán, que tiene muchísima más autoridad que yo para hablar de Milagro
Sala”, expresó citando al referente de la Tupaj Katari ,
agrupación enfrentada con la de Sala. Insisto : no es lo mismo luchar por
nuevos derechos que luchar por mantener antiguos privilegios. Los dioses
convertidos en demonios cultivan el
rencor, tan peligroso como el dengue. Y más contagioso.
El final del duhaldismo fue el asesinato de Darío Santillán que hoy tendría 35 años. Y
seguiría luchando por nuevos derechos. Contra el Estado Gendarme que, después
de una brutal devaluación, que algunos llaman pesificación asimétrica, pasó a
ser nominado como Estado de Bienestar. Luciano
Arruga fue preso político, torturado político y asesinado político. Pero, al
igual que Darío, de las políticas no degradadas. De las políticas
emancipatorias fundantes, donde se autogestiona la vida.
Hasta las cooperativas están degradadas cuando se las convierte en receptorías y licenciatarias de las
dádivas estatales. Milagro Sala es una presa política. De una política que más
temprano que tarde, tendrá que cambiar. Pero no desde el arriba del Estado sino
desde el abajo de los pobres de la tierra. De los que luchan por todos los derechos
y no de los administran todos los privilegios.
(1) En referencia a la entrevista en el programa radial “Sueños Posibles”
que conduzco en La Retaguardia con Irene Antinori.
Fuente: http://www.pelotadetrapo.org.ar/sobre-una-degradaci%C3%B3n-general-de-la-vida-pol%C3%ADtica.html
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